lunes, 29 de diciembre de 2014

El testamento de Fidel y Raúl

Todos se rebanan los sesos sobre qué pasará en Cuba ahora que se aliviaron las tensiones con EEUU y que el “modelo cubano no funciona incluso para nosotros”, como había confesado Fidel Castro en sus reflexiones.

En lo económico habrá mayor apertura y es posible que Raúl Castro empuje por un capitalismo controlado al estilo chino o vietnamés. En lo político, sin embargo, ya dijo que la revolución comunista proseguirá. Los Castro saben que si ofrecen elecciones libres, justicia independiente, libertad de expresión y otros derechos humanos que vapulearon por más de medio siglo, tendrán que asumir responsabilidades. Dictadores menos autoritarios que ellos debieron responder por crímenes de lesa humanidad ante la justicia y tribunales internacionales.

Barack Obama más allá de descongelar las relaciones diplomáticas, intercambiar espías, sacar a Cuba de entre países que promueven el terrorismo y aumentar permisos de viajes y el comercio con la isla, no puede hacer mucho más. Quitar el embargo no es de su competencia, sino de un Congreso que ya no controla.

¿Entonces por qué se llegó a este acuerdo? Fue un gesto político de conveniencia entre dos partes a las que se le agotaron los recursos y el tiempo, un anabólico que permite a ambos líderes a cada lado del Estrecho de la Florida, llegar al final de la carrera dejando algo importante en su testamento, su legado para la posteridad.

La muerte política para ambos está cerca; para los Castro incluso la biológica.  Obama venía de perder el Congreso en las elecciones legislativas de noviembre, ser acusado de pusilánime en materia de relaciones internacionales y pese al repunte sostenido de la economía, su popularidad cayó al piso, sumándose a una breve lista de presidentes en desgracia como George Bush. 

Obama miró de repente a América Latina no porque la descubrió casi al final de sus dos presidencias, sino porque quiere neutralizar la expansión de los chinos hacia la región que tienen la misma visión y métodos económicos que tuvieron los españoles y portugueses cinco siglos atrás.

De todos modos, Obama no es ni traidor ni ignorante como fue acusado por legisladores de origen cubano. Su decisión está sustentada por el bajo apoyo que tiene el embargo entre estadounidenses y cubano americanos con menos del 30 y  40% respectivamente. Además, es coherente con la política exterior incoherente de EEUU respecto a regímenes autoritarios, que lo mismo caza a Saddam Husseim o Muammar Gadafi, encarcela a Manuel Noriega, critica al norcoreano Kim Jong-il o sanciona a Nicolás Maduro, con la misma convicción que entronizó a Augusto Pinochet o se alía con el rey saudí Abdullah.

A los Castro, por otro lado, ya no les queda mucho tiempo. El gesto de Obama les vino como anillo al dedo para firmar su testamento y pasar la hoja. El problema es que no tienen mucho que repartir; excepto, vanagloriarse de su tozudez para aferrarse a un montón de ideas que le sirvieron para crear cierto romanticismo en el mundo sobre la base de criticar al imperio y al capitalismo o achacarle al embargo comercial la culpa de su ineficiencia.

Bien saben los Castro que ni en lo económico ni en lo político el modelo funciona como lo admitió Raúl en la Conferencia Nacional del Partido Comunista: “Los dogmas y criterios están agotados”. Es que Cuba siempre fue parásito de Rusia, China y Venezuela, salvavidas de turno que le ayudaron a sobrevivir su estado perenne de bancarrota.

Los desafíos que tendrá Cuba son muchos, pero el más importante será de dotar a la apertura económica con libertad y regenerar la capacidad de trabajo e incentivos para producir, dado que el comunismo deshizo la creatividad, la innovación y la responsabilidad por el trabajo individual. Cuba ya no puede aferrarse a exportar recursos humanos ni manipular a su gente como si fuera mercancía, enviando médicos, maestros y mercenarios para alfabetizar en Bolivia, curar en Venezuela o pelear en Angola o con movimientos terroristas latinoamericanos.

En esta nueva etapa, si los Castro quieren escribir un buen testamento, aunque sean enemigos de las ideas sobre el capital, deberán darle prioridad a su capital humano. La forma de hacerlo será ofreciendo libertad, el único valor que energiza al individuo y a una sociedad.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Francisco: Una brisa que transforma

Terminando el 2014 los medios se apuran a elegir el personaje del año. La revista Time eligió a los luchadores contra el ébola, esa peste tan calamitosa que asalta a la humanidad como el cambio climático al planeta.

Omitieron, sin embargo, al personaje más progresista del 2014: Francisco. Quizás porque la noticia más sorprendente cayó a destiempo o porque el Papa suele pasar debajo del radar por no tener una personalidad estridente. Pero quilates no le faltan, ha logrado en meses lo que otros no alcanzan en décadas. Transformó a la Iglesia, ahora en constante evolución, y se configuró como actor político audaz y astuto.

Más allá de pedir a los religiosos musulmanes que condenen al terrorismo y a líderes mundiales que opten por los pobres, su audacia quedó plasmada en dos hechos concretos, demostrando que su actos no son como la típica tormenta de verano que sorprende y deja todo desbaratado, sino más bien una brisa permanente que reconforta y transforma.

El acto más astuto fue haber convocado al Vaticano al jefe de Estado israelí Shimon Peres y al presidente palestino Mahmud Abas para orar por la paz. Pero el más visionario quedó desenmascarado este miércoles, en su 78 cumpleaños, cuando Barack Obama y Raúl Castro delataron a Francisco como el gran mediador para acercar a sus países, distanciados por más de 50 años.

Obama y Castro le agradecieron por ayudar a derrumbar el último muro de la guerra fría y recordaron las visitas oficiales al Vaticano, donde Francisco usó sus dones diplomáticos para destrabar lo impensable, así como Juan Pablo II usó los suyos para detener una guerra segura entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle.

De todos modos, Francisco reniega cuando lo califican de estratega político, prefiere ser pastor y ejemplo. Con una personalidad en la que se entremezclan la intelectualidad jesuita y la viveza criolla, sus modales calmos suelen terminar como gritos estruendosos que revientan tímpanos y avergüenzan estilos de vida, tanto de agnósticos y laicos como de obispos y religiosas.

Sus frases simples y directas definen la nueva cultura y catequesis que viene imponiendo. A su humilde “recen por mí” apenas salió humo blanco del Vaticano, le sumó la compasiva pregunta “¿quién soy yo para juzgar?” cuando los periodistas lo embretaron por la posición eclesial sobre el homosexualismo, lo que terminó derivando en un documento vaticano más comprensivo con los homosexuales.

A su política de “tolerancia cero” sobre la pederastia, la convirtió en una caza interna de religiosos depravados que arrojó a la justicia, demostrando que pecado y delito no son sinónimos. Y aplicó la misma vara para juzgar los casos de curas abusadores en Granada, que para despedir a obispos corruptos por el turbio manejo de las finanzas del Banco del Vaticano, sentenciando que la “corrupción es el anticristo” del mundo.

Cuando se lo interpeló por estos delitos y por el oscurantismo de las decisiones más terrenales de la Iglesia, Francisco obsequió una frase contundente: “La verdad es la verdad y no hay que esconderla”. De ahí que se lo ame por ser un tipo transparente y autocrítico, que igual le da con pedir a sus discípulos que se aparten de los autos de lujo, a que sean misericordiosos o que evangelicen con alegría y “sin cara de funeral”, como escribió en Evangelii Gaudium.

Francisco es simple pero se mete en terrenos complicados que sus antecesores no pisaban. Pidió que para el conflictivo Sínodo de la Familia de octubre se revisara el estatus de los divorciados a los que calificó de “excomulgados de hecho” y que “no se cerraran las puertas de la Iglesia para nadie”, mientras bautizaba a hijos de personas no casadas.

Bergoglio tiene muchos desafíos pendientes, pero no hay dudas que los zanjará gracias a su espíritu transformador. Entre ellos, la reforma de la curia, la mayor inclusión de las mujeres y una mejor tracción para que no continúe el éxodo de fieles hacia otras religiones.

En cuanto a las relaciones EEUU-Cuba, ojalá que Francisco acompañe el nuevo proceso y su brisa transforme a la dictadura castrista para que respete los derechos humanos y no quede todo resumido solo al intercambio de un par de presos y espías. Los cubanos, todos, están ansiosos por tener libertad y elegir su destino.

lunes, 15 de diciembre de 2014

CIA, tortura y promoción democrática

En este espacio he criticado los programas para promover la democracia del gobierno de EEUU porque, pese a sus buenas intenciones por impulsar libertad en el mundo entero, cayó muchas veces en propaganda y en la imposición de estilos de vida mediante técnicas non sanctas.

El informe que el Senado de EEUU ofreció esta semana sobre los métodos de tortura que la Agencia Central de Inteligencia usó para obtener información de terroristas detenidos después de los atentados de “Setiembre 11”, forman parte de los abusos que se cometen en nombre de la seguridad y los intereses nacionales.

Así como los métodos violentos que en su historia la Iglesia Católica usó para evangelizar, EEUU cayó muchas veces presa de sus nacionalismos y fanatismos para imponer democracia. Promovió golpes de Estado, guerras y estrategias de espionaje, como los de la Agencia Nacional de Seguridad.

Las prácticas de tortura empleadas por la CIA de 2001 a 2009, aunque atenuadas por el presidente Barack Obama al explicar que se dieron en un contexto de pánico y con el fin de evitar otros atentados, no pueden dejar de condenarse. Se trata de una conducta brutal que pone en entredicho la cultura de libertad y democracia que pregona el país.

Pese a los hechos en sí, es importante registrar que la denuncia del Senado y la polémica desatada entre los poderes públicos, la ciudadanía y la comunidad internacional, han servido para mostrar la calidad del sistema democrático estadounidense que se ha construido sobre la base de la transparencia, la obligada rendición de cuentas al público por parte de quienes administran la cosa pública y la independencia de los poderes políticos.

Pocos países y gobiernos tienen esa vocación y tradición a favor de la crítica y la autocrítica. Muchos, más bien, terminan escudándose detrás de una cultura basada en el secreto. Obama resumió bien esa filosofía: “Una de las fortalezas que hace a EEUU excepcional, es nuestra voluntad de afrontar abiertamente nuestro pasado, encarar nuestras imperfecciones, hacer cambios y mejorar”.

La polémica y la conversación entre gobierno y ciudadanos sobre temas espinosos es parte de la idiosincrasia estadounidense. Todos reconocen que existen muchas imperfecciones – la lucha por la igualdad y el racismo sintetizan ese sentir – pero nadie sufre represalias oficiales por ejercer su derecho a hablar, opinar y criticar.

El informe del Senado y la respuesta que la CIA está preparando al público, demuestran la fortaleza de un sistema que prefiere saber la verdad y afrontar las consecuencias. Por ello mientras se daban a conocer las 500 de las 6.000 páginas del informe, el gobierno tomó precauciones ante posibles represalias en el mundo entero.

No hay que pecar de ingenuos. La transparencia no es automática. Muchas veces es inducida con fórceps, bien sea por la ley de acceso a la información pública que permite a los ciudadanos solicitar datos o por filtraciones e infidencias fortuitas. Entre estas, están las denuncias que hicieron Julian Assange y Edward Snowden o las que reveló el enigmático “garganta profunda” durante el escándalo de espionaje del caso Watergate que derivó en la renuncia del presidente Richard Nixon.

Lo importante es que para que haya verdadera transparencia siempre se necesitará una alta dosis de independencia entre poderes públicos. Este caso lo ejemplifica muy bien, ya que esa autonomía entre poderes provoca que existan contrapesos y controles entre un poder y el otro: Senado contra la CIA, Obama contra el Congreso o Departamento de Justicia contra Fiscalía.

La democracia se nutre de ese proceso de choque entre poderes; es cuando pasa de ser un principio abstracto a convertirse en una realidad concreta. Solo basta con pensar en el nivel de independencia que tienen los poderes públicos y si existen contrapesos, para medir la calidad democrática de un país.

El gobierno de EEUU no debería preocuparse por promover su sistema con métodos cuestionables o con un Hollywood cliché en que los buenos siempre llegan al final de la película imponiéndose entre aplausos, banderas y consignas nacionalistas. Simplemente necesita seguir demostrando que el respeto por la discusión pública y la independencia de poderes son ejemplos contundentes para promover democracia. 

sábado, 6 de diciembre de 2014

Miami y la potencia de Art Basel

Miami es testigo de la potencia transformadora del arte.

Con Art Basel esta semana, la mayor feria de arte contemporáneo del mundo, la ciudad tiene otra imagen, más pujante y sofisticada. Lejos de aquel halo de corrupción que desde la ficción popularizó Don Johnson en Miami Vice décadas atrás.

Sería injusto atribuirle al arte la transformación que también corresponde al turismo, al deporte y al desarrollo inmobiliario. Sin embargo, luego del desembarco de Art Basel en 2002, Miami comenzó a proyectar esa imagen vanguardista y atrevida, convirtiéndose en meca y referencia mundial.

A diferencia de Basilea y Honk Kong que también prosperan por Art Basel, Miami ha rodeado al arte con ese glamour especial y popular que emana de celebridades y allegados a la música y la moda. Sirve de ejemplo Miley Syrus que el miércoles inauguró la semana del arte con un excéntrico concierto en el Raleigh, hotel art deco propiedad del diseñador Tommy Hilfiger. Fue, como muchos otros, un toque de mercadotecnia para hacer del arte un producto más cercano a la gente y comercial, rasgos que valoran galeristas y coleccionistas, siempre en busca de vidriera, mejores precios y mayores ventas.

La prensa es termómetro de la nueva imagen. Miami sigue con los vicios de siempre aunque superó el oscuro período cuando los periodistas llegaban a reportar sobre turistas asesinados y atracados. Hoy, en cambio, más de dos mil reporteros están acreditados en Art Basel Miami Beach para reportar el frenesí comercial de sus 267 galerías de 31 países y cuatro mil artistas. También fueron atraídos por casi un millar de galerías adosadas a las 23 ferias satélites como Pinta, Untitled y Scope, asentadas en carpas sobre la arena y en cada rincón del área metropolitana.

Art Basel tiene un empuje especial este año, derivado de los récords de recientes subastas en Nueva York, donde un bronce de Giacometti superó los 100 millones de dólares y el precio del arte latinoamericano superó su madurez. Compañías de seguros calculan que en Miami esta semana hay obras por más de tres mil millones de dólares, desde algunas valoradas en centavos hasta las de Warhol, Freud, Stella, Basquiat y Serra, que superan los cinco y diez millones.

El arte no solo genera más empleos, ingresos e impuestos por la actividad hotelera, restaurantera y comercial entre galeristas y coleccionistas, también contagia y catapulta el desarrollo. Gracias a Art Basel, en Miami todos los años abren comercios de marcas de lujo, restaurantes exóticos y galerías temáticas. También potencia la renovación de sus museos, como el Pérez Art Museum Miami que se inauguró hace un año frente a la bahía de Biscayne, e incentiva la creación de dos nuevos museos que abrirán en 2016.

Uno es el Instituto de Arte Contemporáneo, un edificio de tres pisos y jardín de esculturas que ocupará espacio en el Distrito del Diseño. Otro continúa la tendencia de coleccionistas locales que siguen abriendo museos privados, como las familias Rubell, De la Cruz y Cisneros. El anuncio lo hizo Gary Nader, un marchant de prestigio que quiere ampliar su galería con un Museo de Arte Latinoamericano para albergar a seis mil obras de su propiedad.

A la administración de la ciudad le interesa la atracción que despertará la primera mega exhibición que proyecta Nader con sus Botero, Lam y Frida Kahlo; pero, mucho más, que para sufragar su museo, construirá sobre él una torre con 300 residencias que le añadirá un nuevo touch al boyante paisaje urbanístico de Miami.

Art Basel también incentivó la creación de nuevos espacios. Barrios, como el de Wynwood, que solo eran bodegones de depósitos, de la noche a la mañana se convirtieron en estudios de artistas, diseñadores, arquitectos, galerías y centro comercial para muebles de lujo. Miami Beach, al cruzar la bahía, no se queda atrás. Se proyectan museos y una obra faraónica del constructor argentino Alan Faena, que ya le dio nombre a un distrito artístico que no para de crecer y deslumbrar.

Miami demuestra que el arte es mucho más que creatividad individual; es una usina que potencia a las demás actividades económicas. Transformada y con su nueva identidad artística, Miami se erige como ejemplo para otras ciudades en busca de actividades estratégicas que las hagan más atractivas y competitivas. 

domingo, 30 de noviembre de 2014

Justicia injusta y desigual

Thanksgiving, el feriado por excelencia en EEUU, tuvo un sabor agridulce esta vez. El día en que se agradece a Dios por lo que se es y se tiene, quedó manchado por la siempre latente sensación de que la justicia es discriminatoria y racista.
Bastó que en jornadas previas al día de Acción de Gracias, un jurado no encontrara pruebas suficientes para procesar a Darren Wilson, el policía blanco que en agosto mató de varios disparos a Michael Brown, un joven negro residente de la ciudad de Ferguson.
La violencia que se produjo durante las protestas en muchas ciudades del país por la bronca de que el asesinato de un negro quede impune otra vez, no cuestionan la eficiencia de la justicia - en un país cuya grandeza está fundamentada en la fortaleza de sus instituciones - sino en que la justicia y las leyes no se apliquen a todos por igual.
Las estadísticas refuerzan este sentimiento. Ferguson está compuesta por mayoría de población afrodescendiente, sin embargo la policía, la justicia y las demás instituciones públicas están conformadas y lideradas por blancos. A nivel país los datos son más elocuentes sobre la aplicación desigual de las reglas. Los negros conforman el 40% de la población carcelaria del país, mientras que representan solo el 13% de la población total.
Más allá de la desigualdad de la justicia que ven algunos o de su eficiencia por no juzgar a nadie como chivo expiatorio según la visión de otros, lo trascendente es que el caso Ferguson demuestra que se necesitan profundos cambios políticos para neutralizar la discriminación, el racismo y la violencia.
La situación de Ferguson se puede extrapolar a otras ciudades del país, así como también a otros países latinoamericanos. En casi todas y todos se viven situaciones similares de discriminación que la justicia no logra aplacar, como las que padecen minorías étnicas, indígenas, inmigrantes y pobres. Debido a ese eterno desconsuelo y desconfianza que causa una administración de justicia desigual, América Latina se ha convertido en la mayor región del mundo con casos de justicia por manos propias o linchamientos y con cantidad apabullante de grupos parapoliciales o paramilitares incentivados por los propios estados para operar al margen de la ley.
Un estudio de la Universidad de Vanderbilt publicado esta semana no solo revela que el crimen y la violencia representan la mayor amenaza para las democracias latinoamericanas, sino que la confianza en la justicia (o la percepción de injusticia) tocó fondo en este 2014.
El Barómetro para las Américas de Vanderbilt, que mide los factores que generan confianza y desconfianza para la convivencia social, remarca que la impunidad y debilidad institucional de la justicia, son los aspectos que más potencian el clima de inseguridad.
Si bien se remarca la bonanza económica alcanzada en la región y que millones ya no estén dentro del rubro de pobreza extrema, se muestra el pesimismo general ante la sensación de inseguridad, un sentimiento que se fue acentuando en cada año de la última década. En 2004 la preocupación máxima era el estado de la economía, hoy es la violencia, el crimen y la impunidad. Los datos son fuertes: Uno de cada tres homicidios en el mundo se comete en América Latina que tiene la mayor tasa con 23 asesinatos cada 100 mil habitantes de promedio. En Centroamérica esa tasa sube a 34.
La violencia no solo genera estadísticas, sino miedo. El 40% de los latinoamericanos indicó que teme ser asaltado o matado en la calle o en transportes públicos, así como en sus propios barrios, donde asedian el narcotráfico y las pandillas juveniles. Además, existe poca confianza en los cuerpos policiales; en muchos países más cercanos a los delincuentes que a los ciudadanos.
El problema de esta cercanía con la violencia y la sensación de que la justicia y la seguridad están de manos atadas, dispara los índices de percepción sobre inseguridad, pero también provoca las olas migratorias de aquellos que escapan y buscan lugares tranquilos y, sobre todo, más justos.
Así, EEUU, el otrora oasis económico del continente, pese a Ferguson y sus problemas de seguridad, pero con índices manejables y una justicia todavía desigual pero eficiente, se ha transformado en el lugar donde muchos vienen a refugiarse. El mejor bienestar económico termina siendo una añadidura. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

China – EEUU: Aire más puro

Lo más trascendente de la Cumbre Asia-Pacífico no fueron los acuerdos comerciales entre China y EEUU o que se tejieran relaciones este - oeste, sino que Obama se reinventara buscando su norte tras la reciente derrota electoral.

Tras perder las dos cámaras del Congreso a manos de los republicanos, Obama entiende que su legado está en la política exterior. Tiene ahí mayor margen de maniobra que en temas internos. Por eso dejó de lado la beligerancia competitiva con China en asuntos comerciales y tecnológicos, para tejer un fuerte compromiso para detener el cambio climático.

Es la primera vez que ambas potencias se comprometen mutuamente a reducir los gases de efecto invernadero. Ya no existen dudas que son los máximos responsables por el calentamiento global cuyas consecuencias son evidentes: aumento del nivel de los mares, extinción de plantas y especies, cambio brusco en el patrón de cosechas, más muertes y nuevas enfermedades por problemas respiratorios. Para lo más escépticos, un video reciente de la NASA, www.nasa.gov, muestra la elocuencia trágica de la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera norte del planeta, acusando con el dedo a los países más desarrollados.

Nadie cree que este nuevo acuerdo, entre quienes generan el 45% de la contaminación mundial, sea suficiente. Pero sí era necesario. Los presidentes Obama y Xi Jinping declararon una guerra común contra la energía por carbón y quieren que las energías limpias y renovables ocupen la agenda de las próximas décadas. El objetivo común es limitar que la temperatura suba 2 grados centígrados en este siglo. Las proyecciones son catastróficas si sucediera. Para ello, China se comprometió a consumir 20% más de energía limpia para 2030 y EE.UU. a reducir la contaminación a 17% para 2020 y a 26% para el 2030.

Es cierto que el acuerdo entre estas potencias es solo papeles y pura demagogia mientras no muestren acciones concretas de cómo alcanzar sus objetivos paso a paso. Además, esos límites no consideran cabalmente el aumento demográfico en cada país, en especial en China, fuente de contaminación creciente considerando la necesidad de producir más energías.

Lo que resta ahora es que este nuevo marco incentive mejores compromisos en la cumbre de diciembre en Lima y de París del próximo año, donde se espera que los gobiernos alcancen un nuevo tratado de carácter obligatorio que suplante al de Kioto, que ha quedado desfasado, incumplido y tiene grandes ausentes.

No todo es problema en el norte. Las noticias tampoco son buenas en América Latina. Brasil tiene en la Amazonia el pulmón del planeta la solución en sus manos, pero la tala indiscriminada y a pasos agigantados está convirtiéndose en el problema a resolver. La deforestación aumentó en ritmo frenético en el último año, alcanzando 5.891 kilómetros cuadrados muy por arriba de los niveles que se registraron en años anteriores. Antes, las leyes punitivas funcionaban, pero los taladores y contrabandistas le han encontrado sus puntos débiles.

Resta que Dilma Rousseff acepte la responsabilidad para enfrentar el problema, así como lo hizo Obama antes de acordar con los chinos. Después de décadas de resistencia, el gobierno estadounidense aceptó su compromiso tras un informe categórico, “Evaluación Nacional del Clima”, en el que 300 científicos, sin más excusas, determinaron que el cambio climático es efecto de la actividad humana. A partir de ahí se establecieron metas para reducir las emanaciones de automóviles y la explotación de energías fósiles.

Esa posición de Obama ayudó para que este año otros gobiernos resistentes a elaborar protocolos para la descontaminación, como los desarrollados Canadá y Japón con altos índices de polución y la emergente India, se comprometieran en la asamblea de Naciones Unidas a reducir los gases contaminantes a través de un tratado con objetivos concretos.

Nadie puede quedar sin responsabilidad frente al calentamiento global, todos son responsables, los países desarrollados por su nivel industrial y los en desarrollo por la deforestación. Después de Lima y de París ya no quedarán muchas opciones y tiempo para revertir la situación, a no ser que haya un vuelco masivo y decidido a favor de las energías renovables. Así como está, el futuro se mira catastrófico. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Traje sin bolsillos

El mensaje más potente es el que logra crear una imagen en la mente del interlocutor.

El balde de agua helada con el que celebridades y comunes tiritaban por solo segundos a cambio de combatir la parálisis que provoca la esclerosis múltiple, pudo más que toneladas de investigaciones científicas y titulares en los medios para generar conciencia sobre esa terrible enfermedad.

La cinta rosa contra el cáncer de seno, la roja contra el sida y el arco iris como bandera de homosexuales y lesbianas, son evidencia de que el mensaje poderoso es el que, ajeno a su creador, cobra vida propia y se convierte en símbolo.

Contra la corrupción no lo hay. Transparencia Internacional no ha logrado motivar un símbolo pese a sus denuncias año tras año. Tampoco las manifestaciones de jóvenes brasileños que desde hace un lustro vienen protestando contra la corrupción; o los argentinos que encerraron a los congresistas tras el “corralito” y ahora gritan a su vicepresidente inmune e impune; o los mexicanos que incendian oficinas públicas en rechazo por la matanza en Iguala y por la casa millonaria que la esposa del presidente Peña Nieto no puede justificar.

En Paraguay acaba de gestarse un mensaje que, por crear una nueva imagen, podría convertirse en el símbolo que no prendió pese a las protestas públicas, denuncias periodísticas e investigaciones judiciales. El sastre Roberto Espínola diseñó un traje para hombres sin bolsillos como emblema para avergonzar a los políticos ladrones. Lo llamó “Traje Ibáñez” en “honor” al diputado oficialista del Partido Colorado, José María Ibáñez, procesado por usar el dinero de los contribuyentes para pagar el salario a sus empleados domésticos.

Paraguay viene teniendo buenos gestos contra la corrupción. Este año se promulgó la Ley de Acceso a la Información Pública y Transparencia, ante la insistencia de los periodistas para obtener información sobre la cultura corrupta del gobierno, en la que sus miembros, al estilo Ibáñez, pagan a sus caseros y niñeras con fondos públicos.

Como en muchos otros países, la corrupción está enquistada en la cúspide del gobierno. Muchos escándalos sacudieron la dictadura de Alfredo Stroessner; en 1999 el vicepresidente Luis María Argaña fue asesinado y el ex obispo Fernando Lugo no terminó su Presidencia por intríngulis políticas, más allá de su fama por sus hijos fuera del sacerdocio.

El actual presidente Horacio Cartes fue procesado por un caso de estafa contra el Banco Central y lo investigan periodistas y fiscales porque alguna de sus empresas está vinculada al contrabando de cigarrillos a Brasil, una aceitada maquinaria que mueve más de dos mil millones de dólares al año.

Probablemente Cartes formará fila detrás de otros presidentes y vices latinoamericanos procesados. La lista va por la veintena y a la luz de quienes ocupan hoy esos puestos, como Amado Bodou, seguirá ampliándose. En ella no se distinguen ideologías, habitan desde Carlos Menem a Alberto Fujimori, de Augusto Pinochet a Rafael Videla o de Collor de Melo a Alfonso Portillo.

No es casualidad que Latinoamérica sea la región del mundo donde más constituciones se reformaron en búsqueda de la reelección indefinida. No solo sirve para eternizarse en el poder, sino porque es escudo e inmunidad ante acusaciones e investigaciones por corrupción.

Tampoco es casualidad que Transparencia Internacional sitúe los menores niveles de corrupción en los países más desarrollados. Es que el progreso no solo se logra por buenos y sostenidos niveles de desarrollo educativo, industrial y tecnológico. El progreso está atado, principalmente, a la estabilidad política, a la fortaleza e independencia de las instituciones y a los controles y anticuerpos para combatir la corrupción.

En todos lados existe corrupción. La diferencia radica en cambiar el paradigma y la percepción. Vivir al lado de un político corrupto debería generar tanto rechazo y vergüenza como ser vecino de un ladrón de gallinas.

Ojalá que el traje sin bolsillos, tal el balde de agua helada y las cintas contra el cáncer y el sida, se convierta en un mensaje potente capaz de generar mayor conciencia sobre esta enfermedad de la corrupción que mata todos los sueños de Latinoamérica. 

lunes, 10 de noviembre de 2014

Difícil equilibrio: privacidad vs. terrorismo

Con las redes sociales y el internet aumentó la capacidad de comunicación de la humanidad, pero también los desafíos. El mayor de todos parecía ser la dificultad para equilibrar dos principios de similar valor: el derecho a la privacidad y la libertad de expresión.
Sin embargo, desde que Edward Snowden irrumpió en escena todo cambió. Se desvaneció aquel idílico panorama en el que se percibía a Facebook y Twitter como generadores de revoluciones democráticas, mientras que los únicos delincuentes eran los usurpadores de identidad, distribuidores de pornografía y difamadores que ya habitaban fuera del internet.
Desde que Snowden robó y divulgó información de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, se dispararon las alarmas de todos los gobiernos, ante el temor de que otros soplones divulgaran datos sensibles que hasta entonces pertenecían a círculos de inteligencia y espionaje. La vulnerabilidad de las tropas ante ataques terroristas y las relaciones bilaterales corroídas entre países amigos, obligó a los gobiernos a replegarse y a trazar estrategias para defenderse del internet.
No se contentaron con perseguir soplones. Irrumpieron incógnitamente en las redes sociales cazando al azar a todo aquel con apariencia de terrorista o que hiciera apología o propaganda a favor del terrorismo. En la redada cayeron también justos por pecadores. Al principio fueron Facebook, Apple, Microsoft, Google y Yahoo las que ayudaron a los gobiernos en su quehacer, en especial los de EEUU y Reino Unido, hasta que los usuarios pusieron el grito en el cielo, confrontando a esas empresas por romper con el derecho a la privacidad que decían resguardar.
La pulseada entre gobiernos, empresas tecnológicas fue fuerte. Primó el derecho a la privacidad y la libertad de expresión. Las empresas, para no perder credibilidad, rechazaron que los gobiernos pudieran pescar con redes, limitándolos a hacerlo mediante órdenes judiciales y en forma transparente.
Esa transparencia que Google ya aplicaba desde que sufrió censuras de parte del gobierno de China, obligó a Facebook a publicar un informe sobre pedidos oficiales para delatar perfiles de usuarios sospechosos de cometer ilícitos. Esta semana informó que el gobierno de EEUU fue el más agresivo con 15.433 pedidos en estos seis meses - un 23% más que en el semestre anterior – lo que representa la mitad de las solicitudes que también provienen de países como India, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Brasil, Australia, España y Portugal.
Aunque siempre hubo debate sobre privacidad, libertad de expresión y límites al delito como la propaganda terrorista, no se tomó real conciencia del problema hasta que el grupo ultra terrorista Estado Islámico degolló a los periodistas James Foley y Steve Sotloff, colgando videos y proclamas de sus crímenes por YouTube y todo el internet.
Esas decapitaciones fueron punto de quiebre. No hizo falta la intervención de los gobiernos para que Facebook, YouTube, Google, Yahoo, Instagram y Whatsapp adoptaran drásticas medidas para bloquear todo tipo de contenidos terroristas. Sin embargo, ello no quitó que estos grupos siguieran usando mensajes encriptados y el internet profundo, al que suele acudir la gente con intenciones.
Los gobiernos también se vieron compelidos a ser más transparentes. Por eso, el jefe de escuchas del espionaje inglés, Robert Hannigan, pedía mayor cooperación a las empresas tecnológicas y que reconozcan que en sus redes anidan grupos criminales que hacen propaganda y reclutan fieles; mientras que el almirante jefe de la NSA, Michael Rogers, acudía a la Universidad de Stanford para cazar potenciales Snowden, pero “para hacer el bien”.
El internet potenció hasta la infinidad aquel dicho de que las guerras no solo se ganan en los campos de batalla, sino en el territorio de la propaganda, ese espacio que aprovechan y manejan bien los terroristas actuales.
Sin dudas, estos nuevos actores, el terrorismo por internet y la persecución que de él pretenden hacer los gobiernos con eficiencia, han minimizado el debate sobre privacidad vs. libertad de expresión. De ahora en más, se abre una lucha desigual debido al terrorismo. Los usuarios deberemos competir con mayor fuerza para preservar nuestros derechos individuales a la expresión y a la privacidad. 

lunes, 3 de noviembre de 2014

Menos crecimiento, más propaganda

Cuando los gobiernos no dan pie con bola en lo económico, apelan al uso descontrolado de la propaganda para crear en el ciudadano una sensación ficticia de bienestar.
Argentina y Venezuela son casos típicos del uso de esta regla inversamente proporcional: A menor crecimiento, mayor propaganda. Sus gobiernos apelan al auto elogio político para tapar su mala performance económica.
Ambos gobiernos invierten a diario cifras suculentas en propaganda buscando crear percepciones sobre un país mejor. Fabrican nuevos escenarios llenos de esperanza, exagerando el optimismo por un futuro mejor con presupuestos irreales que luego modifican a gusto y placer; así como no tienen empacho para mentir y manipular índices de inflación, pobreza o crecimiento, desvirtuando la realidad.
Como excusa utilizan la muletilla de siempre. Necesitan contrarrestar la crítica desestabilizadora y mal intencionada de la oposición, entidades independientes y medios de comunicación. Bajo ese argumento, crean su estrategia de propaganda y los millones danzan sin control.
El gobierno de Cristina Kirchner es el más avezado en el gasto de propaganda. La inversión oficial es millonaria en el programa Fútbol para Todos, el actual “pan y circo” del peronismo, donde los eslóganes apuntan a un país de ensueño. Desde que comenzó en 2009, los centenares de millones de dólares gastados hubieran servido para crear una infraestructura digna de juegos olímpicos. Datos cruzados de instituciones como Poder Ciudadano y LED de Argentina sitúan los gastos directos de auto elogio en más de 150 millones de dólares por año, sin contar la publicidad que hacen los organismos autónomos de gobierno.
Los gastos también son siderales en medios de comunicación, agencias de noticias y encuestadoras coaptados, comprados o creados a imagen y semejanza del gobierno con fondos públicos, pero usados como medios propios. Aunque los gobiernos usualmente presionan o influencian a los medios, la exageración de esta táctica en Argentina y Venezuela, así como en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, se desprende de la estrategia de “hegemonía comunicacional” inventada y promovida por el expresidente Hugo Chávez.
La consigna propagandística de Chávez – así como de los gobiernos autoritarios de la historia - no solo serviría para contrarrestar la crítica, sino para crear nacionalismos capaces de suplir las carencias de la población y disimular los altos índices de inflación, bajo  crecimiento y el aumento considerable de la pobreza.
En el caso de Venezuela, y debido a la acostumbrada falta de transparencia del gobierno, es más difícil cuantificar el gasto público en publicidad. Además, porque en el esquema de culto al personalismo por Chávez – quien literalmente está hasta en la sopa – la publicidad no se puede contabilizar cuando se incorpora en los libros de textos, en estribillos del cancionero popular o hasta en un “padre nuestro” en honor al “comandante” que se recita en liturgias populares y partidarias.
Ambos países, otrora polos de atracción de inmigrantes, son los que más exportan gente debido a sus crisis económicas y políticas. Es notable como han desperdiciado los beneficios económicos de los altos precios de las materias primas y del petróleo. Otros países, como Bolivia, Paraguay y Perú, con mucho menos recursos, lograron mucho más. Basan sus políticas públicas en la austeridad y en el control del gasto y la corrupción.
Lamentablemente, en Argentina y Venezuela, como sucede con todo gobierno de corte personalista y populista, la propaganda se usa como brazo del clientelismo, creándose un círculo vicioso del que es difícil despegarse. No se entiende que la propaganda mal usada es a la política lo que la inflación a la economía. Cuando están descontroladas, tienen un efecto contrario y devastador, generando mayores obstáculos para el desarrollo económico.

Los gobiernos que sucederán a los de Cristina Kirchner y Nicolás Maduro, deben aprender que la propaganda es un anabólico de la política, que solo genera espejismos y ficciones. La realidad, en cambio, sigue pasando por el uso eficiente de los recursos y la transparencia de las estadísticas oficiales, lo único que puede generar confianza interna y atraer inversiones extranjeras, verdaderos motores del crecimiento. trottiart@gmail.com

lunes, 27 de octubre de 2014

Censura: Pueblo anestesiado

La censura tiene mil caras y muy creativas. La reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa fue una muestra fotográfica de esa creatividad. Los gobiernos clonan diarios para auto elogiarse, los narcos usan Facebook para perseguir a sus víctimas y muchos medios se pliegan a la propaganda oficial.
Tres censuras, sin embargo, se mantienen inalterables y tan burdas como siempre; carcomiendo la verdad y el derecho de los ciudadanos a estar debidamente informados.
La más repugnante de todas es la del plomo. Diecisiete (17) periodistas fueron asesinados en este 2014, entre ellos una bloguera que en forma anónima denunciaba las actividades de los narcos hasta que la descubrieron. Los demás fueron abatidos en México, Honduras, Brasil, Paraguay y Colombia por miembros del crimen organizado. Los silenciaron porque denunciaban corrupción, escribían sobre tala ilegal de árboles, contrabando y trata de personas, o por no rendirse a las exigencias de los narcos.
En dos casos tétricos, los sicarios atentaron contra un periodista en Perú, pero mataron a su esposa; mientras en México apuntaron contra el reportero, pero mataron a su hijo. Lo más triste es que en casi todos los casos, los asesinos tenían lazos con policías y políticos, evidencia de cómo las mafias siguen conquistando espacios y voluntades.
La otra censura es la del lobo disfrazado de oveja. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, es el representante más encumbrado de esta política. Hasta hace poco engañaba con su verborragia a favor de crear una ley para disciplinar a la prensa corrupta y desbocada, a la que acusaba de vender la patria al enemigo y de aumentar sus intereses económicos a expensas del pueblo oprimido.
El engaño se agudizó aún más. Con la aplicación de la Ley de Comunicación, Correa demostró que su verdadero interés es controlar a la prensa para que su imagen permanezca inmaculada, pese a casos de corrupción y autoritarismo. La ley es implacable. Más de 300 censores oficiales examinan los contenidos de los medios, imponiendo multas y castigos, ya sea por publicar una caricatura irreverente o por omitir información, como la sanción impuesta a algunos medios porque no destacaron suficiente la visita oficial a Chile de Correa.
A la censura directa se le sumaron dispositivos indirectos de acoso económico e impositivo que hicieron a muchos medios inviables y cerraron. Los que sobreviven, ante el temor de duras consecuencias, hacen un periodismo más light, sin investigaciones, autocensurado, casi pidiendo permiso, excepto para las obligatorias cadenas nacionales de propaganda. El pueblo, si antes estaba oprimido, ahora está encadenado y desinformado.
A la violencia y al engaño legal, se le suma una censura más sutil pero también maligna. Es la máscara de carnaval con la que los gobiernos promulgan leyes de acceso y transparencia para darse aires de administrar la cosa pública con total honestidad.
El gobierno de EEUU, campeón otrora de transparencia, es ahora uno de los más oscuros. Barack Obama ha encontrado en la seguridad nacional la excusa perfecta para saltar la ley de acceso y negar información pública a los ciudadanos. En Canadá, así como en El Salvador, Honduras, México, Nicaragua o Perú, los gobiernos también invocan excepciones a sus leyes para obstaculizar los pedidos de información de ciudadanos y periodistas.
Pese a la buena tendencia a favor de la transparencia, con la promulgación de leyes en Colombia y Paraguay este año; otros gobiernos, como los de Argentina, Ecuador y Venezuela, niegan tener que rendir cuentas al público. Lo hacen, sin embargo, a su manera, con gastos estrafalarios de propaganda para informar solo aquello que consideran que el pueblo debe saber. De ahí que las cadenas nacionales sean obligatorias e interminables, o que hayan tejido, a base de dineros de todos, una red de medios y periodistas para su servicio personal. Mediante ese combo de personalismo, servilismo y demagogia, las leyes de transparencia son pura declamación; sirven para todo lo contrario.
Si a esa demagogia se le suma la impunidad con la que actúan los violentos y la propaganda desenfrenada, es fácil advertir que estos distintos tipos de censura se utilizan para que el pueblo viva anestesiado, en una realidad convenientemente deformada. 

lunes, 20 de octubre de 2014

Evo tramposo, no todo lo que reluce es oro

En Bolivia se dio la lógica. Evo Morales arrasó y se quedó con su tercera Presidencia y, posiblemente, con el sartén por el mango para eternizarse en el poder.

A diferencia de gobiernos con discursos antiimperialistas similares, Evo viene dando cátedra y generando envidias en materia económica. Con una economía estable, gasto público austero, crecimiento sostenido e inclusión de los empresarios de la zona de Santa Cruz, esquivos en su primera época de gobierno, los electores fueron contundentes.

Los votos son indiscutibles. No superó su margen histórico mayor al 64%, pero fue suficiente para sorprender a la comunidad internacional y borrar una imagen bufónica de aquel iletrado que acusaba a la carne de pollo con hormonas y a la Coca Cola, entre otros alimentos imperialistas, de ser el origen del homosexualismo y la calvicie en los hombres en los países desarrollados.

Hoy el respeto a Evo viene desde las autoridades del FMI, del Banco Mundial y de gobiernos vecinos que le piden créditos, tentados por los 15 mil millones de dólares en reserva del banco central. La austeridad Aymara y el destino vienen jugando a su favor. Gasta poco, la corrupción no tiene tinte económico y el precio de las materias primas ha sido alto y sostenido. La explotación ahora estatizada de hidrocarburos va en aumento y pronto, el litio, el mineral en el que flota el país, servirá para que el mundo industrializado reconozca a la nueva potencia.

Pero no hay que engañarse, Evo no solo ganó por todo eso, sino por una férrea mano en la política que restringió todas las libertades de la oposición. Aplica la fórmula autoritaria que antes muchos buscaban entre botas y cuarteles, considerándola solución necesaria para sacar del abismo a una América Latina desgarrada por la corrupción. Evo representa eso, menos corrupción, robos controlados, austeridad, y autoritarismo sesgado en lo político.

Los bolsillos más llenos ayudaron a su victoria, sin dudas. Pero también una prensa internacional sumisa que poco iluminó los focos de autoritarismo en este proceso electoral, sorprendida, quizás, por los informes de bienestar económico e inclusión de los indígenas, los más desfavorecidos por siglos.  

Unos seis millones de electores se quedaron en ascuas en esta elección. Nunca supieron bien que proponían los candidatos de los demás partidos, debido a una ley que no permitió campaña electoral alguna hasta 30 días antes del 12 de octubre, día del sufragio. Si se hubiera aplicado con imparcialidad, la ley pareja era garantía de equidad. Pero sabio en peleas callejeras, ventajas políticas y chicaneos oportunistas, Evo fue el único candidato que estuvo como amo y señor en todos los medios de comunicación, en cadenas nacionales y en actos públicos hasta para inaugurar secas alcantarillas.

Su presencia fue omnipresente. La de los demás candidatos, en cambio, estuvo vetada por el Tribunal Supremo Electoral. Tampoco se supo mucho sobre resultados de encuestas y estudios de opinión, porque las empresas debían estar previamente habilitadas por la autoridad. Ni siquiera Evo, como tampoco sus candidatos a senadores y diputados, sucumbió a los desafíos de la oposición por hacer debates televisivos, un modo de legitimar su presencia en la prensa. Evo siempre desistió, y aunque tenía todos los ingredientes para ganar cualquier debate, no quiso darle prensa a la oposición; la hizo invisible.

Los medios estatales, Bolivia TV, la red radiofónica Patria Nueva y el periódico Cambio - así como muchos medios privados cooptados por el gobierno - no fueron usados como medios públicos sino como órganos de propaganda gubernamental. Ni siquiera difundieron los debates entre los candidatos de la oposición; más bien, siguieron enrolados con aquella prédica original de Evo sobre que los medios deben ser aniquilados o absorbidos por el Estado, por cuanto solo buscan desestabilizar al gobierno con sus cansonas denuncias.

Su discurso anticapitalista hacia el exterior le ha servido para enmascarar su exclusión política en el interior. Habrá que ver ahora si ese absolutismo lo tentará a reformar la Constitución y eternizarse en el poder. Es cierto que lo descartó personalmente, pero, como muchos otros líderes autoritarios, no puso las manos en el fuego por lo que harán su partido y sus fanáticos electores. 

domingo, 12 de octubre de 2014

Narco violencia: no solo en Iguala

Los 28 cadáveres de los estudiantes de magisterio que se descubrieron en una fosa común en Iguala, México, muestran la capacidad violenta y despiadada del narcotráfico; difícil de extirpar cuando los gobiernos no adoptan medidas a tiempo.
Ya no hay país libre de esta lacra en América Latina. Puede resultar efectivo, políticamente hablando, echarle la culpa a la demanda por drogas de los países consumidores del norte, EEUU y los europeos. Pero el achaque no resuelve el problema. El narco carcome la sociedad donde produce, comprando conciencias y voluntades, y creando un sistema corrupto donde le resulta fácil instaurar un mercado de consumo, ganar territorios y dedicarse a otros negocios de alto rendimiento económico.
La falta de políticas de Estado eficientes y la impunidad, son el caldo de cultivo del narco. Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema de Argentina, hace años que no baja de su discurso el problema de la inseguridad y la estrecha relación con el narcotráfico. La define como “cóctel explosivo” y demanda medidas que el gobierno ignora o no adopta.
De no actuar con premura, Argentina tiene en el espejo de otros países desafortunados su imagen futura. Los altos índices de criminalidad en México y Honduras, las matanzas en Brasil y las enseñanzas del proceso de Paz en Colombia en donde las guerrillas narcotraficantes de las FARC admiten sus crímenes, revelan que un futuro con narcotráfico es ingobernable y que las conjeturas sobre los beneficios de la legalización de la marihuana y otras drogas son irrelevantes o no atacan el problema de fondo.
El problema de las drogas es corrupción. Cuando el adjetivo narco antecede a sustantivos como estado, elecciones, política, justicia, o comercio, demuestra que los carteles están pujando por más poder y están infiltrados en las instituciones. El proceso no es difícil, corrompe a fuerza de sobres y chantajes o, más naturalmente, se mezcla en las comunidades a través de sus hijos y parientes en escuelas, clubes y entidades, con obras samaritanas y filantropía a destajo, que muchos sospechan, pero también festejan.
La masacre de Iguala, donde se encontraron las fosas con 28 cadáveres y 15 estudiantes siguen desaparecidos, se observa claramente la connivencia del narco con la política y los procesos electorales. Por eso, el primer prófugo, tras la desaparición de los alumnos, fue el intendente de la ciudad, de quien se sabía cercano al cartel de los hermanos Beltrán Leyva, donde dos de sus cuñados hicieron sus primeras armas.
El gobernador Ángel Aguirre del estado de Guerrero anunció que serán investigados los 81 alcaldes del estado para saber si existen más conexiones con el narco; que nadie descarta. Los estudiantes desaparecidos, que reclamaban por la pobreza, la violencia y la corrupción política en la zona, fueron entregados por la policía a los sicarios de los carteles, quienes se arrogan con las armas y la connivencia de las autoridades, la impartición de justicia.
El problema es que los encargados de investigar, policías, fiscales y agentes judiciales, también están sospechados de trabajar para el narco. Ya fueron detenidos 26 policías municipales que cobraban sobresueldos de los Guerreros Unidos. Este Cartel fue el que dio la bienvenida a los policías federales que envió el presidente Enrique Peña Nieto con un narco-pasacalle. Amenazaron al gobierno que si no libera a los policías, darán los nombres de todos los políticos involucrados o en su nómina. Elijan, “ya empezó la guerra”, notificaron.
Tal vez en respuesta a esa muestra de fuerza, el gobierno mexicano esta semana asestó su golpe apresando al hermano fundador del Cártel de Juárez. Así también en Honduras apresaron a los hermanos del Cartel de Los Valles, tomando el control de propiedades lujosas, comercios, hoteles y una televisora por cable, empresas de su propiedad con las que lavaban dinero.
Esto demuestra que la lucha contra el narcotráfico no solo se tiene que librar en la prevención de la violencia, la inseguridad, las adicciones, el tráfico y con la legalización de algunas drogas, sino también en desbaratar las complicidades políticas y financieras que le permiten crear negocios anexos y anidar impunemente en cualquier comunidad. 

lunes, 6 de octubre de 2014

Hong Kong: La sublevación digital

Todas las revoluciones en la historia sirvieron para denunciar opresión y exigir libertad. Sin embargo, jamás esos derechos e insubordinaciones se habían expresado con tanta rapidez y espontaneidad.
La desobediencia civil del movimiento “Occupy Central” en Hong Kong, demuestra cómo las nuevas tecnologías, en especial redes sociales y teléfonos móviles, han potenciado la capacidad de convocatoria y organización de las masas.
En la ciudad más conectada del mundo, con 2.5 celulares por habitante y donde los 7 millones acceden a banda ancha y blue tooth indiscriminadamente, y los activistas usan drones para filmar sus protestas y divulgarlas por live streaming, más que de una “revolución de los paraguas”, se debería hablar de una sublevación digital.
El éxito de esta revolución no será de quien gane más calle, sino quien mejor use las tecnologías: Los manifestantes por amplificar mejor sus derechos o las autoridades por censurar en forma eficiente esos mensajes.
Para los hongkoneses la ecuación no es fácil. Debido a la censura que empezaron a experimentar en sus redes sociales y por virus cibernéticos que destruyen sus comunicaciones, recién ahora tomaron conciencia sobre los pesares que vienen sufriendo sus connacionales en China continental.
Los esfuerzos de las autoridades chinas por censurar son sobrehumanos, porque las redes sociales, los mensajes de texto o Whatsapp son menos vulnerables que los periódicos, radio o TV. En China Facebook e Instagram están prohibidas, y la censura es habitual en Weibo, el twitter chino. Una ley reciente castiga con tres años de cárcel a quien difunda rumores por la red; y casi todo puede ser rumor.
Desde la perspectiva de los líderes chinos la protesta también es difícil de digerir. Si no contienen las manifestaciones, pudieran contagiar luchas por más libertades tierra adentro. Y si las reprimen con gases pimienta y lacrimógenos, como ya sucedió, pudieran generar mayor adhesión interna y condenas internacionales.
Esta disputa entre censura y libertad es extensión de aquella realidad que el gobierno chino quiso tapar con el lema “dos sistemas, un país”, acuñado después que tomó posesión de Hong Kong en 1997 tras 150 años de dominio británico. Pese a sus promesas de mayores libertades, siempre se supo que tarde o temprano el gobierno autoritario de Beijín cortaría algunos de los derechos que siempre consideraron privilegios y que han negado a sus 1.300 millones de habitantes.
Tampoco hay que confundirse. El uso y euforia que despiertan las nuevas tecnologías no prometen resultados automáticos. La “Primavera Árabe” no logró más democracia en Medio Oriente, ni las marchas en Ferguson acabaron con el racismo en EEUU, ni los estudiantes chilenos consiguieron educación gratuita.
Esto demuestra que las redes sociales y las nuevas tecnologías son medios, no fines y que también pueden usarse para el mal: Para acosar, divulgar mensajes de odio, promover pornografía o como armas de propaganda de los terroristas. A YouTube, Facebook, Twitter o Google no les está resultando fácil bloquear y filtrar todo ese tipo de mensajes, por lo que hay que aprender a convivir con ellos.
De todos modos, lo importante de estas revoluciones digitalizadas es que están ayudando a crear una mejor cultura de la denuncia, en favor de la búsqueda de soluciones. Antes, las entidades de derechos humanos conocían los problemas, pero carecían de pruebas. Ahora, a las evidencias las aportan los usuarios que las retratan con sus móviles y las hacen virales en las redes sociales.
Es difícil predecir qué sucederá en Hong Kong. Los miembros de “Occupy Central” piden cada vez más y las autoridades otorgan cada vez menos. Además de elecciones libres sin interferencias del partido central, los activistas ahora quieren la renuncia al líder de la ciudad. Mientras tanto, desde China continental se amenazó con “consecuencias inimaginables” si las marchas prosiguen; una alusión subliminal al miedo que todavía provoca la masacre en la Plaza de Tiananmen, aquella protesta juvenil que también exigía más libertad y democracia.
Pero a diferencia de la oscuridad en la que se produjo aquella barbarie en 1989, ahora los jóvenes en Hong Kong están iluminados y protegidos por las nuevas tecnologías. Esa es la revolución. 

sábado, 27 de septiembre de 2014

Clima todavía muy demagógico

Sobre tres grandes luchas se debatió esta semana en la asamblea de Naciones Unidas: Contra el terrorismo internacional, el virus del ébola y el cambio climático.

Las dos primeras batallas son difíciles pero tangibles, de ahí que por los acuerdos y consensos alcanzados sobre acciones inmediatas, se pronostique éxito a corto o mediano plazo. En cuanto a la protección del medio ambiente, la realidad es muy diferente. Muchos países todavía consideran que el tema es importante, pero no urgente debido a que los resultados no se verán hasta en la próxima generación. Aun así, todos los líderes pronunciaron discursos rimbombantes sobre la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero e invertir en energías renovables.

Si bien el martes hubo tanta demagogia como en pasadas asambleas, vale destacar que hay algo de mayor conciencia sobre las urgencias. Todos los países - ricos, emergentes y pobres - coincidieron en dejar de achacarse culpas y trabajar para que el año próximo en París se alcance un tratado con prácticas y objetivos comunes para reducir los gases contaminantes.

Los gobiernos no hubieran conseguido este avance a no ser por la presión que ejerció la sociedad civil. En el Central Park de Nueva York el domingo desfilaron 300 mil personas, una de las 2.700 marchas que se contagiaron en 158 países. Y también porque el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió la demagogia y reclamó cambios: “No estamos aquí para hablar sino para actuar”.

Ya nadie quiere escuchar discursos sino ver acciones concretas. Tampoco que gobiernos y científicos con intereses mezquinos emitan informes sobre que el cambio climático es un proceso normal del universo, así como las tabacaleras se pasaron décadas negando que el cigarrillo cause cáncer. Los datos son contundentes. En 2013 las emisiones de combustibles fósiles aumentaron 2,3% alcanzando un récord de 36 mil millones de toneladas de dióxido de carbono. Este año el porcentaje será mayor.

A una tasa anual de 40 mil millones de toneladas liberadas al año, en menos de una generación se llegaría al tope de 1.200 que puede soportar la Tierra antes de que suba la temperatura dos grados centígrado y las consecuencias sean catastróficas. El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático pronosticó que en este siglo la degradación irreversible del ecosistema desplazará a millones de personas, generándose conflictos y guerras.

El gobierno de EEUU ya admitió culpas y responsabilidades. El estudio “Evaluación Nacional del Clima” realizado por 300 científicos, demostró los problemas actuales que afectan al país, entre ellos, desastres meteorológicos, cambios en la agricultura y en el nivel del mar y mayor número de enfermedades. Ahora se espera que China, el mayor contaminador con el 28% de las emisiones del planeta, e India, el cuarto después de EEUU y la Unión Europea, se comprometan a descontaminar, pese a que teman una desaceleración de sus economías.

Más allá de los gobiernos, las empresas de transporte y constructores de automóviles también se comprometieron a sustituir gasolina por electricidad y las petroleras a reducir las emisiones de metano.

La sustitución de energías fósiles por las renovables, eólica y solar, se apunta como la alternativa más eficiente y factible, y en esa práctica Alemania, España y Brasil, están adelantados. Sin embargo, para contagiar al resto, todavía falta demostrar que las energías renovables son redituables en comparación con el carbón, siempre barato y accesible.

La respuesta puede encontrarse en “La nueva economía del clima”, reciente informe del Fondo Monetario Internacional y la Universidad de Bolonia. No habla de sustitución de energías, sino de reemplazo de impuestos. Que los países impongan cargas tributarias caras a la tonelada de emanación por carbón y que, al mismo tiempo, reduzcan otros impuestos como el de las ganancias. Considera que así, a la vez que se incentive la sustitución de energías, la mayor cantidad de dinero circulante proporcionaría beneficios adicionales para el crecimiento del país.

Quizás esta sea la receta más concreta hasta ahora. Podría ayudar a vencer la resistencia de aquellos gobiernos que ven en la lucha contra el cambio climático un mal negocio y una gran amenaza para sus economías. 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Evolución: Relojes inteligentes

Cada tanto aparece un producto capaz de transformar la forma en que vivimos. Pero no había certeza sobre cómo evolucionaría la tecnología portátil después de la revolución que generó el teléfono móvil inteligente.

Apple, cuyos anuncios se esperan como el humo blanco del Vaticano, mostró de nuevo el camino de la evolución. Se trata del Apple Watch, un reloj inteligente de pulsera, que le facilitará al usuario hacer todas las operaciones que en forma combinada le permiten su computadora personal, teléfono inteligente y las nuevas pulseras que miden la actividad física.

El Apple Watch pasó desapercibido ante el anuncio de los nuevos iPhone 6 y 6 Plus, pero es el producto al que le puso mayor atención Tim Cook, el nuevo Steve Jobs de la compañía. La prensa no se mostró muy entusiasmada. Tal vez por la irrelevancia de otros relojes inteligentes que sacaron Samsung, Motorola y Google, y pulseras que miden la actividad física como la FuelBand de Nike, Jawbone y Fitbit, que no pudieron establecerse en el mercado por escasa utilidad, poca estética y mal diseño.

Sin embargo, Apple tiene chances de éxito con el nuevo producto. Se adentra a la tecnología portátil “wearable” (complementos tecnológicos personales) con estilo y estética, como lo hizo en 2001 con el iPod. Promete seis tipos de relojes inteligentes para todos los gustos, y con un diseño que se asemeja, más que a una grotesca computadora de muñeca, a un reloj tradicional ofreciendo la apariencia de estatus social que brindan Rolex, Omega, Breitling, Tag Heuer, entre otras marcas de lujo en el mercado.

Apple ha tenido la visión de congeniar esa cualidad con la tecnología personal y hacer más útil un producto tradicional, cuyos únicos avances en más de un siglo fueron el cronómetro y que se pudiera sumergir a 200 metros de profundidad, detalles irrelevantes para el usuario común. El nuevo Watch permitirá mayor conexión a internet, correo personal, hacer llamadas, jugar, descargar apps, mapas, gps, manejar electrodomésticos a distancia, así como medir el nivel de azúcar en la sangre y desarrollar un programa de ejercicios físicos para perder las calorías acumuladas.

Sin embargo, en esa mayor intimidad y personalización que permite la tecnología “wearable”, radica una amenaza insalvable para el usuario: Mayor invasión de la privacidad. Los datos que el reloj registre, de subir a la nube digital o iCloud, podrán ser utilizados para saturar de publicidad farmacéutica al usuario o, hasta en un futuro, para que las aseguradoras rechacen ofrecer una póliza de vida y las prestadoras de salud aumenten las primas a todo aquel que no cumpla con los ejercicios físicos o compre más carnes rojas que frutas y verduras.

En respuesta a estas amenazas y preocupaciones, a tiempo con los nuevos productos que irrumpen en el mercado, esta semana los rivales Apple y Google quisieron vender confianza y tranquilidad. Apple, con su sistema operativo móvil iOS 8, y Google, con el sistema de sus próximos Androids, anunciaron que solo venden productos, que los datos personales de los usuarios en sus dispositivos estarán encriptados, lo que ni siquiera les permitirá acceder a ellos o, por supuesto, entregarlos a la justicia y a la policía por más orden de cateo que exista.

Estas precauciones por mayor seguridad dan respuesta a la desconfianza que se generó hace semanas con el robo masivo de fotografías de actrices del iCloud y, en especial, a las críticas que las todas compañías digitales recibieron por colaborar subrepticiamente con el gobierno estadounidense entregándole los datos personales de sus clientes.

Más allá de las ventajas y riesgos que deben contemplarse con el uso de los nuevos aparatos inteligentes, vale resaltar la enorme evolución de las tecnologías portátiles y la ventaja de Apple sobre otros “wearables” como los “glasses” de Google, que no lograron ser tan relevantes o adecuarse a las nuevas exigencias de los consumidores: Mayor conexión y mejor calidad de vida.

Aquellas exigencias, en cambio, fueron las que el visionario fundador de Apple descubrió antes de tiempo, de ahí su éxito. Por eso cuando murió en 2011, en las redes sociales se evocó repetidamente a las tres manzanas que revolucionaron a la humanidad: la de Adán y Eva, la de Isaac Newton y la de Steve Jobs.