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junio 19, 2016

Orlando: Las palabras también matan

Las palabras pueden ser más perversas y letales que las balas. He dedicado mucho de este espacio a explicar cómo la propaganda y el discurso de odio pueden derivar en acciones violentas.

El asesino de la masacre del club Pulse en Orlando, Omar Mateen, es prueba inescrutable, así como la pareja de San Bernardino en la matanza de diciembre pasado. Los asesinos ni fueron entrenados ni actuaron bajo órdenes directas del Estado Islámico como les hubiera gustado, sino inspirados por la propaganda del odio de ese grupo terrorista.

El Estado Islámico es experto en utilizar a distancia y por internet sus métodos de adoctrinamiento y entrenamiento (además de atribuirse cualquier acto, como el de Mateen a quien calificó de “soldado del califato”) como quedó plasmado en el documental Obsesión de 2006, basado en la “guerra santa” que el terrorismo le declaró a EEUU y Occidente tras Setiembre 11. El film compara la propaganda musulmana radical con la que a los nazis les permitió hacer y justificar el Holocausto judío.

El odio y el terror del Estado Islámico no están en el campo de batalla sino en la retórica constante que convence a sus fieles, desde los que se inmolan con explosivos, degüellan infieles, queman mujeres que no se someten a sexo esclavo o hasta los que tiran gays desde las azoteas. Solo les basta plantar semillas en Google, Facebook o YouTube, mensajes de texto encriptados, para que inadaptados, resentidos y rechazados sociales, encuentren una causa justa con la que vengarse, ser reconocidos o tener sentido de pertenencia. Es lo que era y buscaba Mateen.

El presidente Barack Obama está afligido por no tener en su suelo el mismo éxito que tiene en las madrigueras de Oriente Medio, donde los drones militares hacen estragos en el liderazgo de las bandas terroristas. Sabe que se le van sus últimos  meses de mandato sin haber logrado que su gobierno y el Congreso prohíban la venta de armas de asalto con las que se comenten estas masacres de “terrorismo doméstico”.

Obama viene deambulando de masacre en masacre con discursos potentes en contra de las armas de asalto, pero sin resultados. El mayor obstáculo en este país, que tristemente ostenta el primer puesto en matanzas de este tipo, 90 de las 292 cometidas en todo el mundo entre 1966 y 2012, es la propia Constitución que garantiza la posesión de armas.

El problema mayor es que la cláusula constitucional sobre la tenencia de armas ha servido a la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) - y a los políticos más conservadores, la mayoría republicanos - como el instrumento de propaganda por el cual han convencido al público que poseer es el equivalente a ostentar. Por eso no hay restricciones para comprar armas de cualquier calibre, así como tampoco hay diferencias entre armas para la defensa personal o para ir a la guerra, como las usadas en Orlando.

En cualquier país un cambio constitucional bastaría para crear nuevas regulaciones. Sin embargo, como en EEUU la Constitución es un documento tan rígido y venerado como los 10 mandamientos, los políticos tendrán que hacer un trabajo de hormiga para encontrar resquicios en la interpretación de la cláusula, ya que hablar de reforma equivaldría a una derrota segura.

Por suerte, esta vez Obama y el candidato republicano, Donald Trump, cuyo discurso de odio se ensañó contra mexicanos y ahora con los musulmanes a los que no permitiría entrar al país, han coincidido en lo impensable antes de Orlando. Además de su apoyo a la comunidad gay, ambos están tratando de influir en sus partidos para que se apliquen restricciones severas a la compra de armas. Esta es la mayor novedad de esta campaña, que Trump puede luchar contra el principio sagrado de su partido, quizás porque no necesitó las donaciones de campaña de la NRA que lo habrían condicionado.

Además de la tenencia irrestricta, en EEUU hay lamentablemente una “propaganda irresponsable a favor de las armas”, como acaba de determinar un informe de la Oficina de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, la que suele motivar masacres y acciones de contagio que derivan en mayor violencia.

Ojalá la tragedia de Orlando no sea en vano. Que sirva de punto de inflexión para empezar una lucha por la regulación de las armas y para acabar con los discursos de odio. trottiart@gmail.com


enero 10, 2016

Trump, terroristas y censura

La respuesta gubernamental a la incitación al terrorismo y la propaganda que pregonan grupos como el Estado Islámico y Al Qaeda través del internet y las redes sociales, está desbaratando logros sobre libertad de expresión que a la humanidad le ha costado siglos conseguir.

Muchos gobiernos, entre ellos China, Alemania, Francia y el Consejo de Seguridad de la ONU, ya han adoptado medidas y legislaciones de censura directa contra aquellos individuos que usan el internet para incitar a favor del terrorismo, reclutar a militantes y organizar atentados.

Aunque la acción gubernamental pareciera loable y lógica, existe el peligro de que se ponga todo en una misma bolsa, confundiéndose la incitación a la violencia y  los discursos de odio, con acciones directas de proselitismo extremista y organización de atentados, acciones, estas últimas, que sí merecen atención legislativa en favor de la seguridad nacional y personal.

El problema es cuando se promulgan leyes en contra de la incitación al terrorismo o la violencia y sobre los discursos de odio, lo que brinda a los gobiernos la excusa para reprimir otras formas legítimas de expresión, ya sean políticas, étnicas o religiosas. La nueva ley antiterrorista que China promulgó en diciembre para censurar la actividad de grupos terroristas en internet, sirve de ejemplo. Ya es usada para castigar a disidentes y opositores a los que también se califica de terroristas.

Algo parecido todavía sucede en algunos países latinoamericanos, donde el solo mote de “terrorista de Estado” a opositores, ha servido para que las cárceles estén llenas de presos políticos. En Inglaterra, por otro lado, la controversia surge en torno a la legislación sobre el discurso de odio. El Parlamento inglés decidirá esta próxima semana si permite la entrada al país de Donald Trump, quien criticó a los musulmanes ingleses y pregona que no dejará entrar a ningún musulmán a EEUU de llegar a la Presidencia.

Los dichos y prejuicios de Trump pueden ser insultantes, pero prohibirle que los exprese o condenar sus opiniones antes de que se conviertan en acciones reales, es una reacción exagerada. Una reacción que podría degenerar en excesos para censurar otras expresiones que aunque sean ofensivas, pueden contribuir al debate y generar aprendizaje.

La jurisprudencia de la Corte Suprema de EEUU, que siempre ha protegido el derecho a la libertad de expresión por sobre otros, solo permite la restricción a la incitación a la violencia, cuando la agresión es intencional o representa un peligro inminente. La Corte prohíbe que se censuren los discursos inflamatorios, considerando que para lidiar con ellos es mejor más libertad que represión.  De ahí que contrario a otros países, en EEUU no se prohíben manifestaciones neo nazis, alabanzas al Ku Klux Klan o la quema de la bandera, siempre y cuando no entorpezcan otras actividades públicas.

Castigar la incitación a la violencia y los discursos de odio cuando son solo expresiones sin que representen peligros inminentes, podría provocar abusos contra todo tipo de mensajes. Por ejemplo, la revista satírica francesa Charlie Hebdó no habría podido publicar esta semana un homenaje en tapa a sus 11 caricaturistas acribillados en nombre de Alá el año pasado. Publicó una caricatura de un Dios malvado con un fusil en su espalda y un titular sugerente – “un año después el asesino sigue suelto”- que seguramente ofendió a musulmanes y creyentes en general, como así lo señaló el Osservatore Romano del Vaticano.

El tema es complejo. Las nuevas legislaciones no distinguen la incitación al terrorismo con reclutamiento de terroristas, los gobiernos más autoritarios aprovechan a restringir todo en nombre de la seguridad nacional y otros vigilan indiscriminadamente a los usuarios afectando el derecho a la privacidad. Por otro lado, empresas tecnológicas como Facebook, Twitter y Google, están siendo presionadas para crear mecanismos de censura contra los terroristas para evitar que sigan usando sus redes para hacer propaganda, planear atentados y reclutar militantes.

Ojala las empresas activen esos mecanismos en forma rápida y eficiente. Así evitarán que los gobiernos tengan que reaccionar creando leyes antiterroristas que, indefectiblemente como en el caso de China, servirán para censurar todo tipo de expresiones.

noviembre 10, 2014

Difícil equilibrio: privacidad vs. terrorismo

Con las redes sociales y el internet aumentó la capacidad de comunicación de la humanidad, pero también los desafíos. El mayor de todos parecía ser la dificultad para equilibrar dos principios de similar valor: el derecho a la privacidad y la libertad de expresión.
Sin embargo, desde que Edward Snowden irrumpió en escena todo cambió. Se desvaneció aquel idílico panorama en el que se percibía a Facebook y Twitter como generadores de revoluciones democráticas, mientras que los únicos delincuentes eran los usurpadores de identidad, distribuidores de pornografía y difamadores que ya habitaban fuera del internet.
Desde que Snowden robó y divulgó información de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, se dispararon las alarmas de todos los gobiernos, ante el temor de que otros soplones divulgaran datos sensibles que hasta entonces pertenecían a círculos de inteligencia y espionaje. La vulnerabilidad de las tropas ante ataques terroristas y las relaciones bilaterales corroídas entre países amigos, obligó a los gobiernos a replegarse y a trazar estrategias para defenderse del internet.
No se contentaron con perseguir soplones. Irrumpieron incógnitamente en las redes sociales cazando al azar a todo aquel con apariencia de terrorista o que hiciera apología o propaganda a favor del terrorismo. En la redada cayeron también justos por pecadores. Al principio fueron Facebook, Apple, Microsoft, Google y Yahoo las que ayudaron a los gobiernos en su quehacer, en especial los de EEUU y Reino Unido, hasta que los usuarios pusieron el grito en el cielo, confrontando a esas empresas por romper con el derecho a la privacidad que decían resguardar.
La pulseada entre gobiernos, empresas tecnológicas fue fuerte. Primó el derecho a la privacidad y la libertad de expresión. Las empresas, para no perder credibilidad, rechazaron que los gobiernos pudieran pescar con redes, limitándolos a hacerlo mediante órdenes judiciales y en forma transparente.
Esa transparencia que Google ya aplicaba desde que sufrió censuras de parte del gobierno de China, obligó a Facebook a publicar un informe sobre pedidos oficiales para delatar perfiles de usuarios sospechosos de cometer ilícitos. Esta semana informó que el gobierno de EEUU fue el más agresivo con 15.433 pedidos en estos seis meses - un 23% más que en el semestre anterior – lo que representa la mitad de las solicitudes que también provienen de países como India, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Brasil, Australia, España y Portugal.
Aunque siempre hubo debate sobre privacidad, libertad de expresión y límites al delito como la propaganda terrorista, no se tomó real conciencia del problema hasta que el grupo ultra terrorista Estado Islámico degolló a los periodistas James Foley y Steve Sotloff, colgando videos y proclamas de sus crímenes por YouTube y todo el internet.
Esas decapitaciones fueron punto de quiebre. No hizo falta la intervención de los gobiernos para que Facebook, YouTube, Google, Yahoo, Instagram y Whatsapp adoptaran drásticas medidas para bloquear todo tipo de contenidos terroristas. Sin embargo, ello no quitó que estos grupos siguieran usando mensajes encriptados y el internet profundo, al que suele acudir la gente con intenciones.
Los gobiernos también se vieron compelidos a ser más transparentes. Por eso, el jefe de escuchas del espionaje inglés, Robert Hannigan, pedía mayor cooperación a las empresas tecnológicas y que reconozcan que en sus redes anidan grupos criminales que hacen propaganda y reclutan fieles; mientras que el almirante jefe de la NSA, Michael Rogers, acudía a la Universidad de Stanford para cazar potenciales Snowden, pero “para hacer el bien”.
El internet potenció hasta la infinidad aquel dicho de que las guerras no solo se ganan en los campos de batalla, sino en el territorio de la propaganda, ese espacio que aprovechan y manejan bien los terroristas actuales.
Sin dudas, estos nuevos actores, el terrorismo por internet y la persecución que de él pretenden hacer los gobiernos con eficiencia, han minimizado el debate sobre privacidad vs. libertad de expresión. De ahora en más, se abre una lucha desigual debido al terrorismo. Los usuarios deberemos competir con mayor fuerza para preservar nuestros derechos individuales a la expresión y a la privacidad. 

julio 18, 2013

Rolling Stone y el tirabombas

La misión del periodismo y de los medios de comunicación no solo es buscar datos e investigar hechos para informar y entretener al público o darle lo que este necesita para que tome decisiones más acertadas, sino también desafiarlo y hacerlo pensar.

También es su deber, tener un alto grado de sensibilidad para no ofender, evitar la apología del delito y el sensacionalismo con el que solo se pretenda el éxito cuantitativo de una publicación. Es, sobretodo, un deber ético “ponerse en los zapatos del otro”, una forma de pensar y actuar que permite limitarse a producir ofensas sin ton ni son.

En este dicotomía, entre desafiar al público y no haberse puesto en los zapatos del otro, se debería ubicar a la revista Rolling Stone, una de las más tradicionales e influyentes de la cultura pop, que en su edición de agosto que empezará a circular esta semana, lleva como portada una foto de Dzhokhar Tsarnaev, uno de los hermanos que actualmente está procesado por el atentado terrorista en el maratón de Boston en el que murieron tres personas y más de dos centenares resultaron heridas.

Apenas la revista dio a conocer su portada este martes en su página de Facebook, con una foto de Tsarnaev con carita angelical semejante al de pelo revuelto de Bob Dylan en sus años más mozos, las críticas de los usuarios fueron tajantes: no se puede glorificar a los terroristas. Pese a que la portada estaba acompañada con un titular de “El Tirabombas” y una bajada en la que cuestiona que Tsarnaev pasó de ser un buen alumno, a ser olvidado por su familia y convertirse al radicalismo islámico y en un monstruo, las reacciones de la gente no se hicieron esperar.

De nada sirvieron las explicaciones de la revista para dar a conocer varios párrafos de la nota de investigación en el interior sobre el perfil escalofriante de Tsarnaev que acaba de declararse inocente de 30 cargos que se le formularon y que podrían llevarlo a la pena de muerte cuando empiece el nuevo proceso judicial en setiembre. Varias cadenas de comercios como CVS y Walgreens ya anunciaron que no venderán los ejemplares de Rolling Stone en sus establecimientos y una página especial de Facebook en contra de la revista ya lleva más de 50 mil “likes”. 

Sin dudas la revista logró llamar la atención y desafiar al público, sin embargo creo que no supo medir las consecuencias de unas heridas que todavía están muy abiertas en el país. Rolling Stone tiene una larga tradición de desafiar al público y no es la primera vez que tiene a un criminal en su portada, como en 1970 cuando se la dedicó al tarado y serial asesino Charles Mason. Pero aunque esta vez se haya defendido con que  el trabajo periodístico “se inscribe en la tradición del periodismo y el compromiso de larga data de Rolling Stone con la cobertura seria y reflexiva de las cuestiones políticas y culturales más importantes de nuestro tiempo”, la revista se equivocó, ya que no se objeta el contenido sino la apariencia, no se objeta el escrito sino la foto y el contexto en la que ha sido usada.
La misma fotografía fue utilizada en mayo pasado por el influyente diario The New York Times y en el pliego superior debajo de la marca del periódico, pero dentro de un contexto noticioso diferente, acompañado de decenas de titulares y otros temas que competían con la fotografía, la que tenía una referencia sobre cómo la fotografía de un joven aparentemente inocente enmascaraba una personalidad violenta, casi la misma comparación que denota Rolling Stone entre la fotografía angelical y el titular de tirabombas.
La diferencia mayor radica en la expectativa que la gente tiene de una publicación y como sacada de contexto, su significado puede ser totalmente diferente. El público espera lo usual, que Rolling Stone, publique una portada de un ícono de la música, por más controversial que pudiera ser, pero jamás esperaría que un supuesto terrorista tuviera el tratamiento de una estrella de rock. La gente no tiene porqué asociar la fotografía con el título, justamente la imagen es la que trató de utilizar para impresionar.
Las revistas, por su periodicidad y muchas veces alejadas de la conversación pública cotidiana de temas noticiosos, necesitan gritar más de la cuenta para ser escuchadas y consumidas, de ahí que una portada como esta, y su debida promoción puede alcanzar esos objetivos y hasta convertirse en artículo de colección.
Sin embargo, en el mundo de la ética periodística, donde como en toda cuestión moral no existe nada blanco o negro, sino todo es grisáceo, dependiendo del contexto y de la experiencia particular que cada usuario, Rolling Stone puede estar pagando un precio muy alto por gritar en forma descontextualizada, perdiendo circulación y venta, pero, sobre todo, confianza del público, el patrimonio más preciado que puede tener un medio de comunicación.
Sin dudas Rolling Stone obtuvo el beneficio del factor sorpresa, en especial porque revuelve las cicatrices del terrorismo en territorio local, cuando la conversación pública estaba más dedicada a las heridas sangrantes y siempre abiertas del racismo en el país. Es que la agenda periodística de esta semana está casi reservada a la decisión de un jurado que el domingo absolvió de culpas a George Zimmerman, un hispano estadounidense, procesado por la muerte de Trayvor Martin, un jovencito negro de 17 años, caso que creo polémica entre el derecho a la defensa propia y cuestiones de violencia racial.
Rolling Stone tiene que hacer un examen de conciencia esta vez. Tiene que tener en cuenta lo que el público le dice – se podría sintetizar así ese pedido: no se debe glorificar a los terroristas y sí a las víctimas, quienes merecen estar en portada – y que por más valioso que un contenido sea, debe considerar que la apariencia también influye y ofende.
Seguramente, con una foto diferente o la misma, pero más difusa y con un titular más fuerte o cuestionador que no de la apariencia que se glorifica el hecho de tirar bombas, el efecto periodístico hubiera sido más tenue pero de mayor calidad.

Con esta portada gritona, Rolling Stone está caminando sobre esa línea muy delgada que no permite dividir muy bien al periodismo de calidad del periodismo sensacionalista.

abril 19, 2013

Encerrados en Boston


Desde las cinco de la mañana de hoy los e-mails advertían que las clases de este viernes en Harvard University están canceladas, mientras la policía sigue buscando a uno de los hermanos de origen checheno, identificados como los autores del atentado de la maratón de Boston el lunes pasado.

Anoche casi a las 11, en un tiroteo en el campus del Massachusetts Institute of Technology, fue abatido uno de los hermanos, mientras el otro todavía permanece en fuga, por cuya captura esta mañana las autoridades del área metropolitana de Boston anunciaron el cierre del transporte público, la suspensión de servicio de taxis y de autos de alquiler. Se pidió a la gente quedarse en sus casas, evitar salir o ir al trabajo o a lugares públicos mientras continúa la pesquisa.

Harvard University – así como todas las universidades y escuelas primarias y secundarias del área - fue cerrada por segunda vez este año (la anterior debido a la tormenta de nieve), siendo una de las pocas veces en sus cuatro siglos de existencia.

Por ahora, todos seguimos las noticias por redes sociales, la televisión y sitios de medios a la espera de la captura del sospechoso y de que se reanuden las actividades y clases. Afuera, mirando por la ventana del departamento, en las aceras del Río Charles donde todas las mañanas se llena de corredores, no vuela una mosca.     

abril 15, 2013

Atentado desgraciado en Boston


 La colonial y magisterial ciudad de Boston entró en la célebre y triste lista de localidades víctima de atentados terroristas, acompañando a Nueva York, Madrid, Londres, Bombay y tantas otras. Tres personas murieron y una decena de ellas se aferra a la vida en los hospitales de la zona metropolitana, después de que dos bombas explotaron en el punto de llegada de una de las maratones más famosas del mundo, mientras el presidente Barack Obama prometió que se hará justicia.

Todavía las autoridades de la policía de Boston y del FBI federal no pudieron detectar la autoría del atentado, pero se descarta que el motivo haya sido otro que el terrorismo. Los rumores son muchos, así como las cámaras de seguridad de toda el área del centro de Boston, una de las arterias principales, la avenida Boylston, de las que se podrá auscultar al o a los terroristas responsables de las dos bombas que explotaron a escasos metros de distancia.

Esta tarde tras las explosiones en Boston, toda el área metropolitana se inundó de inusuales sirenas de ambulancias, policías y bomberos, mientras de a poco las noticias que venían desde el centro no dejaban de confundir. Es que como cualquier ataque terrorista, el factor sorpresa confundió a todos. Las autoridades de Boston son minuciosas en toda actividad de concentración de público, desde el aeropuerto hasta los famosos estadios de fútbol, béisbol y basquetbol con los equipos profesionales multi campeones y, especialmente, con el “T”, el sistema subterráneo de transporte público.

Pero nadie hubiera pensado que un evento tan público, como el maratón de 24 millas y que se corre por todo el área metropolitana de Boston podría ser el punto más vulnerable. Este domingo con mi esposa, estuvimos de espectadores recorriendo la fastuosa avenida Boylston y comprando souveniers en el Marathon Store, justo en frente del punto de largada y donde explotó la primera bomba. Fue, como hoy, un día de sol, casi como despidiendo la nieve y el invierno de semanas atrás. Lleno de familias, de corredores internacionales, de emotividad por los 117 años de historia de la carrera y de policías, pero todos ellos más ordenando el tránsito y a los peatones que tratando de descubrir terroristas.

La sorpresa de hoy fue mayúscula así como la confusión y la desorientación. Muchas actividades públicas fueron canceladas de inmediato, los servicios de telefonía fueron interrumpidos por miedo a que sirvan como detonadores, las páginas de internet de los medios más importantes como el Boston Globe colapsaron, las redes sociales como Twitter sirvieron de mensajería y la policía hizo llamados públicos a que la gente se quede en su casa y en los hoteles.

Las autoridades locales pidieron calma, también Barack Obama. Todos los habitantes del área enviaron o recibieron mensajes de texto, emails o interactuaron en las redes sociales para saberse seguros. Todos quedaron pensando en las víctimas, en quiénes serán los responsables, en que el terrorismo sigue vigente y que toda medida de seguridad, por más incómoda que resulte, es necesaria.

mayo 20, 2011

¿Y las fotografías de Osama Bin Laden?

La decisión del presidente Barack Obama de no hacer públicas las fotografías del cadáver de Osama bin Laden puede parecer una acción de genuina prudencia; sin embargo, revela una tendencia a la poca transparencia que ha marcado su Presidencia.
Obama justificó su decisión en que las imágenes que muestran el cuerpo del líder de Al Qaeda con un disparo en el pecho y otro en la cabeza podrían despertar sentimientos antiestadounidenses, incitación a más violencia o considerarse un método de propaganda.
Pero la censura tampoco actúa de bálsamo para estos males. Muchos no necesitaron ver para creer, festejando con champagne y cerveza en Times Square en Nueva York, lo que motivó amenazas de grupos terroristas, como la misma Al Qaeda, que quiere vengar la muerte y los festejos, con más atentados contra intereses estadounidenses.
Otros son escépticos por naturaleza, incluso si vieran las fotos, igual imaginarían conjeturas y conspiraciones. Como el gobierno iraní, que en su cántico propagandístico, le da igual negar el documentado holocausto judío, como decir que Bin Laden murió mucho antes víctima de su debilitada salud, pese a que los sobrevivientes en la fortaleza de Abbottabad, confirmaron el ataque de los Navy Seals.
No es la primera vez que Obama está marcado por la polémica que desatan las imágenes. Pocos días antes de la operación Gerónimo, en televisión nacional, demostró con partida de nacimiento en mano que no era extranjero. Y a principios de su mandato, evitó a toda costa que la Justicia obligue al Pentágono a divulgar fotografías de carceleros estadounidenses torturando a prisioneros en Irak y Afganistán.
En aquel entonces, ahora, y durante todo el escándalo que produjo la filtración de documentos sobre ambas guerras y de cables de la diplomacia a través de Wikileaks, Obama y los militares argumentaron que la divulgación de materiales pondría en peligro la seguridad de las tropas e incentivaría a Al Qaeda a reclutar más terroristas, lo que nunca sucedió o quedó demostrado.
Si se permite que las autoridades decidan lo que el público debe ver, saber o no, se corre el riesgo de alimentar actitudes paternalistas que irán empeorando, ya que el gobierno tiene tendencia natural a clasificar, censurar y proteger la seguridad nacional, a expensas de la libertad de expresión.
Por eso es saludable que la agencia noticiosa Associated Press haya entablado una demanda para que Obama divulgue las fotografías, amparándose en la Ley de Acceso a la Información. Las imágenes del cadáver y de su sepultura en el mar Arábigo tienen un intrínseco valor noticioso e interés público, dado que se trata de la persona más peligrosa del planeta, perseguida sin éxito durante una década por la mayor potencia mundial.
Al final, la decisión de no divulgar algo morboso por pudor, o hacerlo a cuentagotas como ahora, tiene un efecto contrario y más sensacionalista, si se considera que la imaginación colectiva por lo desconocido, aviva más leyendas, martirios y conjeturas, que lo que podría provocar un par de fotos escandalosas. Así lo alimentan las explicaciones detalladas de los legisladores que esta semana tuvieron acceso a las fotos; los videos divulgados sin audio que muestran a Bin Laden enfocado en mejorar su imagen y dotes propagandísticas; y el contenido de su diario íntimo, que prueba como elucubraba sobre el impacto de futuros atentados en Washington, Los Angeles y Chicago.
La foto más evocativa de la operación del 1 de mayo fue la que ese domingo divulgó la Casa Blanca creyendo que así confirmaría los hechos en forma prudente. En ella se observa a Obama, Hillary Clinton y personal de Seguridad Nacional mirando atónitos imágenes en directo de la operación. Para mí, no se trata de una prueba, sino del equivalente a mirar el festejo de los fanáticos en una tribuna de fútbol, para intuir que a mis espaldas han batido al arquero.
El gobierno de Obama tiene que hacer lo que predica; ser más transparente. Esta disquisición ética a la que se ha auto infligido, excede su capacidad y mandato, y degrada la confianza del público. Su obligación es ser abierto y ajustarse a la verdad. Por más que duela o sea indecente.

mayo 14, 2011

Osama–Obama e información a cuentagotas


El mayor error del presidente Barack Obama tras el operativo Gerónimo del 1 de mayo donde fue abatido el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, es seguir dando información a cuentagotas o negar la divulgación de las fotografías del cadáver del terrorista, que lejos de evitar retaliaciones, las podría incentivar, así como las teorías de conspiraciones y conjeturas que se tejen alrededor de los rumores.

El atentado de ayer en Pakistán confirma que Al Qaeda ha empezado a vengar la muerte de su líder; y los anónimos de voceros del gobierno de Washington, indican que el asesinato de Bin Laden tuvo detalles y circunstancias distintas a las que el gobierno informó al día siguiente del atentado. La información siempre fue poca y entregada a cuentagotas. Se revelaron detalles del cuerpo inerte pero no sus fotos, unos cinco videos mostrando lo que Osama hacía en su escondite, la fortaleza de Abbottabad en Pakistán, su diario íntimo donde planificaba más atentados con blancos en ciudades de Estados Unidos y ayer se demostró que Osama tenía en el blanco a Obama.

Pero también se supo que Bin Laden no usó a una de sus esposas como escudo humano, sino que ella se abalanzó sobre él para protegerlo. Igualmente los soldados dispararon y mataron. No se sabe si él estaba escondiéndose en la habitación de sus hijos o si estaba parapetado con armas de fuego y disparándole a los soldados. Toda la información está en las películas que los soldados tomaron del operativo a través de cámaras sobre sus cascos.

El gobierno de Obama debería ajustarse a la verdad y detallar toda la información que posee sobre el operativo. Será la única manera de no seguir alimentando rumores.

agosto 13, 2009

Zelaya y la encrucijada para EE.UU.

En Brasilia, Zelaya siguió tejiendo su estrategia de aumentar la encrucijada que tiene Estados Unidos de apoyar su restitución a través de medidas económicas más fuertes que pudieran desestabilizar por completo al gobierno de Roberto Micheletti.

El problema es que bien sabe también, que Obama se ha mostrado un poco más frío después de solicitar que se vaya por el camino pacífico con el Pacto de San José y luego de haber cancelado las visas a funcionarios del nuevo gobierno hondureño. Es que la administración estadounidense tiene la presión interna de los legisladores republicanos que en su mayoría siempre se han manifestado en contra de las actitudes gubernamentales chavistas de Zelaya y del juego contrario a Estados Unidos que ha venido jugando en los últimos meses de la mano de Hugo Chávez, del Alba y de sus disparatados sueños por la “cuarta urna” para acicalarse en la presidencia con un proyecto contrario a los intereses norteamericanos.

Sucede también que el gobierno de Obama se ha percatado del juego actual de infiltración que han tenido varias manifestaciones de Zelaya apoyadas por personas de otras nacionalidades, cuyos gobiernos no han hecho mucho contra el narcotráfico, y del aporte que habría venido a los revoltosos de parte de las FARC, según las denuncias públicas y de inteligencia que se vinieron haciendo en las últimas semanas. Así que resulta un poco difícil que Obama se vea tentado a tener que apoyar muy enérgicamente a quienes incentivan o, al menos, toleran el narcotráfico y el terrorismo, dos políticas de lucha cruciales para Estados Unidos.

Obama seguirá apostando a la diplomacia y se defenderá acusando de hipócritas a quienes como Zelaya, Chávez y los Castro le piden que sea injerencista, una política por la que se le ha calificado de “imperio” y “pitiyanqui” a su antecesor.

septiembre 18, 2008

Terrorismo y la ventaja republicana

El atentado de ayer a la embajada estadunidense de Yemen es el de mayor envergadura contra Estados Unidos, inyectando algo de nervios a una campaña presidencial que esta semana se enfrascó en el descalabro económico y la inestabilidad de los mercados.

El ataque desnudó una vez más la tendencia de que los atentados terroristas, desde Septiembre 11 hace siete años, no se registran en suelo estadounidense sino sobre sus intereses en países lejanos. La pregunta que muchos se hacen es si existe seguridad de que se mantenga de esa forma, que ocurriría en la intención de voto si se produjera un atentado in-house antes de noviembre 4 y a cuál de los dos partidos perjudicaría más.

Así como sucedió con el ataque terrorista contra los trenes en Madrid que voltearon una elección, estoy seguro que un nuevo ataque en suelo estadounidense reflotaría la popularidad perdida de Bush, incentivaría los sentimientos nacionalistas y patrióticos, poniendo a los republicanos en un sitio de preferencia.

Si en otras latitudes se prefiere a Obama por sobre McCain, incluyendo a aquellos gobiernos que simpatizan o son cómplices del terrorismo, permitiendo que los ataques persistan o haciéndose de la vista gorda, poco se estaría haciendo para beneficiar las chances de los demócratas.

Mientras las hipótesis se manejan, ayer se dio a conocer el resultado de una encuesta de la Associated Press sobre terrorismo que muestra que la percepción de la gente depende mucho de la simpatía que tengan por uno u otro partido en la disputa electoral. Los republicanos, siete de 10, adjudican el hecho de que no haya ataques en Estados Unidos a la determinación del gobierno de Bush en su guerra contra el terrorismo que se libra básicamente en Irak y Afganistán. Para los demócratas el porcentaje es de dos sobre 10, adjudicando otros factores.

Los republicanos aducen que la mayor seguridad (como medidas en los puertos y aeropuertos) y la vigilancia de parte de los propios ciudadanos han sido factores de disuasión para los terroristas; mientras que los demócratas argumentan que se debe a que los extremistas no quieran atacar y a que existe mayor colaboración de gobiernos extranjeros.

septiembre 15, 2008

OBSESION

No se trata del perfume de Kalvin Klein, sino de un documental que ayer The Miami Herald repartió con su distribución. “Obsesión: la guerra islámica fundamentalista en contra de Occidente” (Obsession: Radical Islam's War Against the West” es un documental del 2006 que trata de crear conciencia sobre la guerra santa que el terrorismo islámico le declaró a Estados Unidos y al Occidente después del ataque contra las Torres Gemelas en Nueva York.

“Obsesión” compara los objetivos, intención y sobre todo la propaganda musulmana radical con la de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del régimen hitleriano, para influenciar en sus poblaciones sobre la amenaza de los judíos conquistando el mundo y de toda persona que no tenga como religión venerar e idolatrar a Alá, así sean cristianos, hindúes, budistas.

Muestra especialmente el adoctrinamiento de menores musulmanes quienes están convencidos de que en la Guerra Santa, deben combatir el demonio para que Alá reine sobre todo el planeta a cualquier costo, incluso para inmolarse implotándose contra los objetivos. Confundir a los menores o influenciarlos mediante la propaganda no es nada nuevo, lo han utilizado los regímenes más despóticos y no hace falta irse más allá de nuestras fronteras latinoamericanas. En Cuba el adoctrinamiento es parte de la educación formal, lo mismo que lo está solidificando el régimen chavista con la nueva reforma educativa y lo hizo en su tiempo el general Juan Perón a través de textos que idolatraban la vida “santa” de Evita, por ejemplo.

“Obsesión” no se queda solo en la denuncia del terrorismo sino también pide acción para denunciar actividades sospechosas o denunciar a los profesores universitarios que pudieran, con su escepticismo, ayudar a los jóvenes estadounidenses a creer que el terrorismo no es una amenaza, como lo trató de hacer ver en su documental “Farenheit 9/11”, Michael Moore, quien se mofa de George W. Bush y de los medios de comunicación por su cobertura sobre la guerra declarada al terrorismo.

El documental es un instrumento de propaganda que busca contrarrestar el escepticismo de una población que no cree que puedan ocurrir otros atentados. Alienta a estar atentos y a no bajar la guardia. En el sitio de internet http://www.obsessionthemovie.com ofrece numerosas alternativas de cómo actuar ante la amenaza del terrorismo.

Este tipo de propaganda masiva aparece el mismo día en que el principal editorial de The New York Times critica que el país ha sido calificado con una "c" en su lucha para defenderse del terrorismo, según una junta del Congreso, pidiendo mayores esfuerzos al gobierno federal.

septiembre 11, 2008

Todo cambió después de Setiembre 11

Todos nos acordamos de los que hacíamos ese día. Imborrable. Yo iba hacia la oficina y la Radio Caracol me sorprendió con una noticia de último momento, una avioneta había sufrido un accidente contra una de las torres gemelas. Mientras subía a la Palmetto en Miami, llamé a mi mujer para que prenda el televisor. Par de millas más adelante, ya no era un accidente, sino un atentado, y eran dos Boeing los que se habían incrustado en las torres.

Abombado manejé hasta llegar y así quedé por varios días. Descubrí que todos estábamos así. Y por varias semanas. Por más que uno quisiera era difícil comprender. Tenía miedo y desconfianza por todo, y quedé como agazapado por meses esperando el nuevo golpe, especialmente en los aniversarios como hoy, y cada vez que veo un estadio lleno, una manifestación, o subo a un avión.

Me pregunto qué hubiera pasado sin ese atentado. ¿Qué seríamos hoy? Es que no solo cambió EE.UU. sino también el mundo. De pronto el terrorismo se globalizó. Bin Laden se transformó en el personaje más famoso. Ocurrieron guerras, alianzas desprestigiadas entre países y EE.UU. pasó de la simpatía y solidaridad mundial inmediata, a ser un país tan odiado como el propio Laden.

La guerra tres semanas después en Afganistan y la invasión del 2003 en Irak no resolvieron todavía nada. Y como si fuera poco, George W. Bush no pudo cumplir siete años después su promesa prioritaria de atrapar a Laden. Y también me pregunto. ¿Qué hubiera pasado si EE.UU. no hubiera llevado el conflicto hacia aquellos países? ¿Hubieran continuado los ataques en terreno propio? ¿Si atrapan a Laden, ya se evitaría el problema del terrorismo internacional?

Septiembre 11 cambió todo, la forma que nos comportamos, la forma que pensamos. La vida es distinta.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...