sábado, 7 de abril de 2012

Envidio a los brasileños

Envidio a los brasileños, no tanto por su fútbol ni por los carnavales ni su alegría, tampoco por su capacidad de compra cuando llegan a Miami a comprar desde apartamentos hasta zapatillas, sino más bien por la estabilidad política que han alcanzado en las últimas décadas.

La presidenta Dilma Rousseff llegará mañana a EE.UU. para entrevistarse con su colega Barack Obama para hablar muy especialmente sobre ciencia y tecnología, lo que quiere decir que entre ambos dan por sobre entendido que no tienen que hablar muchos de cosas obvias, como economía y política o sobre corrupción y derechos humanos, temas que eran parte de la agenda y el distanciamiento anteriores entre estas dos potencias.

Rousseff tiene la determinación de luchar contra la corrupción, una de los atrasos culturales más institucionalizados en el país, por lo que ya ha echado a siete ministros; algo que no pudo hacer sola si no fuera por prestar oídos a una prensa que es tajante con el tema. Esta actitud política contra la inmoralidad ha hecho que los inversionistas sigan fluyendo hacia Brasil para convertirlo en la sexta potencia económica mundial, incluso por arriba de Inglaterra.

Brasil sigue apostando a la educación de la ciencia y tecnología a sabiendas que ningún país alcanzó el desarrollo sin estas materias. Los nuevos campos petrolíferos offshore fueron descubiertos no sobre la base de la casualidad, sino del empeño de un país que ha puesto todos sus recursos humanos en derribar las barreras del subdesarrollo.

Es cierto que a Brasil le falta mucho por hacer en materia de corrupción, violencia, desigualdad, pobreza, pero es evidente que se ve a un país con objetivos y con un plan político estable que sobre pasa las ideologías y singularidades de sus presidentes y dirigentes en el poder.

Digo que envidio a Brasil porque lo observo con mis ojos de argentino, donde veo una presidenta como Cristina de Kirchner que insiste en cambiar el rumbo, en crear un país a su imagen y semejanza sin prestar atención a lo que se vino construyendo por poco que haya sido, que sigue defenestrando a los medios porque publican cosas que le incomodan, porque se sigue amparando a los corruptos o a quienes aparentan ser corruptos, como el vicepresidente Bodou, sin ningún tipo de consecuencias.

Envidio a los brasileños porque están construyendo un país en serio pensando en todos los brasileños. En Argentina se construye un país solo para los kirchneristas, así como Rafael Correa y Hugo Chávez lo hacen para sus seguidores.   

jueves, 5 de abril de 2012

Ya deberían dejarlo solo a Romney

Mitt Romney ganó esta semana las primarias en Maryland, Wisconsin y en Washington DC, la capital estadounidense y se está separando cada vez más de Rick Santorum para maniatar su candidatura presidencial rumbo a las presidenciales de noviembre.

Ayer retomó su discurso de crítica en contra de Barack Obama, luego de que el Presidente le criticara fuerte el domingo durante la convención de Editores y Periódicos de EE.UU., lo que fue percibido por todos como el lanzamiento oficial de la campaña de la Casa Blanca.

Para el beneficio del Partido Republicano y para las estrategias de la campaña presidencial Romney ya debería tener la oportunidad de estar solo concentrado en la meta final. Ron Paul y Newt Gingrich de bajos e inexpresivos resultados, ya deberían retirarse de las primarias y ojalá que Santorum haga lo mismo si no logra ganar en Pensilvanya, su estado natal, aunque ya también debería reconocer que por tratar de remontar lo casi irremontable, tendría que despejar el camino.

Romney, el más moderado de los republicanos pre candidatos, es el único que pudiera hacerle frente a Obama en igualdad de condiciones.

Las FARC y el cuento de los secuestros

El gesto político o si se quiere propagandístico de las narco guerrillas de las FARC fue positivo cuando liberaron esta semana a seis militares y cuatro policías que mantenían secuestrados desde hace más de una década.

Más allá de la alegría de los liberados y de todo el país, fue importante lo que se preveía que el presidente Juan Manuel Santos diría: “no es suficiente”.

Santos permitió a la ex senadora Piedad Córdoba hacer de mediadora, a la Fuerza Aérea de Brasil encargarse del traslado y a la Cruz Roja la cooperación, pero reiteró que no quería que se tomara este caso para hacer apología del secuestro o saludar tan fervientemente a las FARC olvidando de que es una banda de narcotraficantes y secuestradores que han desangrado al país por largas décadas.

Reitero aquí lo que el mes pasado dije en este espacio cuando las FARC anunciaron que ponían fin a la práctica del secuestro: “El buen gesto de las FARC es una piedra en el vacío; puro oportunismo. Anunciaron que dejarían la práctica de los secuestros, al mismo tiempo que sus guerrilleros aumentaban los atentados y la colocación de minas antipersonales. No es la primera vez que engañan. Esta vez buscan neutralizar a multitudes que protestan públicamente por los plagios de familiares y generar confianza para un eventual plan de paz con el gobierno. Dudo que el presidente Juan Manuel Santos conceda o negocie, hasta que las guerrillas no muestren un cambio total de actitud, y decidan cesar todo tipo de violencia y acciones de narcotráfico”.

Colombia es todavía hoy el país donde se cometen mayor cantidad de secuestros. Y esta liberación de los diez militares y policías no esconde que centenares de civiles están todavía bajo las garras de estas narco guerrillas.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Qué pasó después de la visita del Papa?

Algo pasó en Cuba luego de la visita del Papa Benedicto XVI la semana pasada, porque en lugar de reinar la paz para aquellos que disienten del régimen lo que les ha tocado son palos, tubazos y pura represión de parte de la Seguridad del Estado.

Con buen tino, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, emitió un comunicado pidiendo ayuda a la comunidad internacional y denunciando la “ferocidad” desplegada por los agentes del gobierno para silenciar las voces de los disidentes.

Soler expresa en su comunicado que “durante los últimos meses el régimen de Raúl Castro ha incrementado las amenazas y los encarcelamientos arbitrarios contra nosotras y contra todos los que luchan por instaurar en nuestro país un gobierno democrático”.

“Pedimos la solidaridad internacional y a los primeros mandatarios de todos los países que condenen la ferocidad de un régimen que en sus últimos estertores, golpea, hostiga y encarcela sin piedad a indefensas mujeres y a defensores de los derechos humanos y la democracia”, agregó.

Según el diario El Nuevo Herald “la nueva ola represiva comenzó en las primeras horas del lunes y se extendió al martes. Se registraron violentos allanamientos de casas y confiscaciones sin órdenes judiciales, cortes de servicios telefónicos y actos de repudio. Los incidentes ocurrieron en Palma Soriano, Santiago de Cuba y Palmarito de Cauto”.

Las tres patas del andamiaje Correa

El hermano de Rafael Correa, Fabricio, aquel que inspiró el libro “El Gran Hermano” de los periodistas Calderón y Zurita, está en Miami e hizo declaraciones contundentes contra el Presidente del Ecuador, a quien le quiere disputar el puesto en las próximas elecciones.

En una exclusiva de hoy en el diario El Nuevo Herald, Fabricio Correa habla del camino equivocado de su hermano, su interpretación de un desastroso socialismo al estilo chavista y defenestra a los malos asesores de los que se ha rodeado. A estos acusa de tergiversar los sueños que Rafael y él tenían de hacer una patria grande y democrática cuando fundaron el movimiento Patria Altiva y Soberana (PAIS) en septiembre del 2005.

Sobre los desvíos de Correa y de lo trazado en el plan original de PAIS, Fabricio habla de esos tres personajes que influencian negativamente al Presidente, permitiéndole en forma impúdica controlar a los poderes del Estado, con un estilo popular y similar al del peruano Alberto Fujimori.

Se refirió a las siguientes personas: Al abogado Alexis Mera Giler, a quien calificó del “Vladimiro Montesinos de mi hermano”, al canciller Ricardo Patiño, a quien calificó de antiguo y desfasado guerrillero sandinista y a Vinicio Alvarado, secretario de la Administración Pública, a quien responsabilizó por la propaganda “gobbeliana” de Correa.

Derechos humanos en la óptica universitaria

La semana pasada con la Sociedad Interamericana de Prensa organizamos una conferencia en Washington en conjunto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las universidades estadounidenses American y Stanford.

El objetivo de la conferencia denominada “El sistema interamericano de derechos humanos y la libertad de expresión” fue educar a futuros líderes sobre los mecanismos supranacionales e intergubernamentales que pueden ser utilizados para defender y promover la libertad de expresión de los ciudadanos de las Américas. Participaron más de 70 estudiantes de Derecho y Periodismo de 15 universidades procedentes de 11 países de América Latina y las mencionadas de EE.UU.

Estas son algunas de las conclusiones más destacadas a las que arribaron los estudiantes, luego de debatir las temáticas presentadas por expertos internacionales.

•    Tanto académicos como jueces y fiscales deben recibir mayor entrenamiento sobre el sistema internacional de derechos humanos.
•    La CIDH debería tener criterios más rigurosos de admisibilidad de denuncias, motivar que más casos lleguen a instancias de “solución amistosa” y que junto con la Corte Interamericana, resuelva más casos sobre libertad de expresión y de prensa para generar mayor jurisprudencia.
•    Para que el sistema opere con efectividad y equidad, todos los estados, incluidos Estados Unidos, Canadá y países caribeños, deben ratificar la Convención Americana sobre derechos Humanos.
•    Las recomendaciones sobre presupuesto y operatividad que el Consejo Permanente de la OEA hizo a la CIDH sobre la Relatoría Especial para Libertad de Expresión, ponen en peligro la autonomía y efectividad de esa oficina.
•    Deben eliminarse las leyes de desacato así como despenalizarse los delitos de difamación cuando son las autoridades públicas son las afectadas, mientras tanto debe haber límites a las responsabilidades civiles.
•    Los periodistas deben tener una protección especial debido a su función social, remarcándose la necesidad de la imprescriptibilidad de los crímenes contra periodistas, así como la de crear sistemas de protección.
•    Las normas de transparencia e información pública son de escaso y difícil cumplimiento, necesitándose crear organismos autónomos de control y educación capaces de generar una cultura de acceso en que los estados se vean menos renuentes a divulgar información y los ciudadanos a pedirla.

martes, 3 de abril de 2012

Mis recuerdos sobre Malvinas

Siempre recordamos lo que hacíamos en el preciso momento que sucede un acontecimiento importante de la historia. La perplejidad del hecho pareciera que deja una cicatriz en el cerebro.

En mi caso son muchas esas fechas, entre ellas: El 11 de setiembre de 2001 estaba yendo hacia mi trabajo aquí en Miami cuando en el auto escuché por Radio Caracol la noticia de que un avión había chocado contra una de las torres; media hora después ya en mi oficina la noticia era otra, no se trataba de un simple accidente como los periodistas habían originalmente reportado.

El 24 de marzo de 1976 estaba en Buenos Aires pronto a atender una de mis primeras clases de universidad sobre organización de empresas en la UADE, cuando escuché el primer parte del triunvirato militar sobre el golpe de Estado.

El 1 de julio de 1973, la noticia sobre la muerte de Juan Domingo Perón, nos la dieron cuando estaba practicando básquet para el equipo de mi escuela secundaria, de los Hermanos Maristas, en la cancha de Alumni, en San Francisco, Córdoba.

El 2 de abril de 1982 me enteré del inicio de la guerra de las Islas Malvinas en Menomonie, en el estado de Wisconsin, a través de un viejo televisor en la escuela secundaria del pueblo donde trabajaba como profesor visitante, enseñando español. Con la noticia recordé los sin sentidos que había vivido meses antes cuando trabajaba como personal administrativo en la Embajada Argentina en Washington DC, a una cuadra del Dupont Circle.

Recordé que a principios de diciembre anterior, de 1981, tuve que trasladar al teniente general Leopoldo Galtieri junto a dos diplomáticos argentinos a algún lugar de Washington, y durante el traslado escuché hablar de las Islas Malvinas, de soberanía, de relaciones con EE.UU. y una postura esquiva de Ronald Reagan ante Argentina, aunque ninguna mención ni referencia se hizo a la guerra o a una futura invasión. En realidad, era tan casual la charla que ni le presté atención, menos a un tema como las Malvinas que no generaba interés de parte de los ciudadanos comunes, menos a mí que había llegado a Washington en agosto de 1981 a buscar trabajo, con una mano atrás y otra adelante.

Por aquellas cosas del destino y la ayuda de Dios, llegué a Washington el día de mi cumpleaños y ese mismo día me dieron trabajo en la Embajada Argentina como personal administrativo. Quien me contrató me dijo que debía empezar de inmediato ya que estaba por llegar el canciller argentino, Nicanor Costa Méndez.

Todavía hoy recuerdo aquel 2 de abril de 1982 y como recordé que meses antes conocí personalmente a dos personas, que serían tan importantes en cuanto a la decisión de invadir las Malvinas como Galtieri y Costa Méndez. Aunque en ese momento ni idea que Galtieri sería el presidente reemplazando el 22 de diciembre al general Roberto Viola que había sido destituido por los militares por incapacidad para gobernar unos diez días antes.

Calculé, en aquel entonces desde Menomonie, que Galtieri, recibido con honores en la embajada y con mucho whisky, ya sabía que sería el presidente, que la cruzada por Malvinas ya estaba trazada y que Reagan no apoyaría a la Argentina despreciando a su histórico aliado, Inglaterra, y a su alma gemela, Margaret Thatcher.

Semanas posteriores en Menomonie me convertí en curiosidad de periodistas del diario y la radio locales y empecé a vivir una ansiedad frenética mirando por televisión como la Plaza de Mayo estaba efervescente, como en el Pentágono especulaban sobre mapas y tiempos en los que arribaría la Armada Británica a las Islas Malvinas, y leyendo las cartas de mi papá en las que defendía la posición de los militares y hablaba de bajas de soldados ingleses y barcos hundidos, con el mismo fervor que me escribía o llamaba por teléfono sobre las victorias de River.

Mi televisión, radio y la revista Time hablaban de otra guerra diferente a la que me describían las cartas de mi papá y de mis amigos. En aquel entonces, cuando ni los fax ni e-mails y redes sociales se soñaban como parte del futuro, sabía que el destiempo entre las dos realidades – la comunicada por las autoridades argentinas y la que se sabía en EE.UU. –  beneficiaba las estrategias de guerra psicológica que empleaban las partes en conflicto y el mediador, EE.UU., que nunca lo fue.

Luego el 14 de junio de 1981, cuando el gobernador argentino de Malvinas, Mario Benjamín Menéndez, firmó la esperada e irremediable rendición, yo todavía estaba en Menomonie. Sin embargo, jamás pude recordar que hacía en ese momento. Fue un día doloroso, eso sí, aunque ya hacía tiempo que venía racionalizando que la guerra era una locura pese a la elocuencia y legitimidad de recuperar un territorio que por aquel entonces ya tenía 150 años de haber sido usurpado por los ingleses. 

Libertad de prensa en Congreso de EE.UU.

Dos importantes senadores federales estadounidenses de origen hispano, Marco Rubio y Robert Menéndez, por Florida y Nueva Jersey, respetivamente, expresaron su profunda preocupación por los restrictivos espacios a la libertad de prensa y de expresión en el gobierno de la presidente Cristina de Kirchner.

La semana pasada en una conferencia organizada por Freedom House, y de la que también fue parte el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, Milton Coleman, los senadores criticaron la falta de libertad de prensa en Argentina, acusando al gobierno de varios desmanes en esta materia, en particular por la ley promulgada en diciembre pasado que permitió la nacionalización de la fabricación y distribución de papel para diarios.

Los senadores también calificaron de “inaceptable” que el gobierno mantenga una política de agresión sistemática contra los periodistas y medios de comunicación independientes.

Ambos senadores son representantes de sus partidos – Rubio del Republicano y Menéndez del Demócrata – en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso.

Fue importante que el senador Rubio dijera que el tema de las agresiones a la libertad de prensa sea parte de la discusión de las relaciones bilaterales entre Argentina y EE.UU. Según Rubio, como se destaca en la edición del diario Clarín de Buenos Aires, “EE.UU. no le puede decir a la Argentina lo que tiene que hacer; pero cada vez que en Argentina se violen esos derechos básicos es nuestra obligación hablar en favor de la libertad de prensa en todos los medios y lugares posibles, en la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en dos semanas, en la OEA, en la ONU y en nuestras relaciones bilaterales”.

Carta de periodistas al gobierno

Mientras en EE.UU. se daba esta conferencia, un nutrido grupo de periodistas argentinos enviaba una carta al jefe de Gabinete argentino, Juan Manuel Abal Medina, en respuesta a una declaración pública en la que el funcionario criticaba a los periodistas respondiendo que si el gobierno no daba conferencias de prensa “es porque estamos trabajando”.

Los periodistas recordaron que la Presidenta no da conferencias de prensa sino que habla por intermedio de actos públicos en los cuales a los periodistas no se les permite interactuar, a lo que calificaron de comunicación de “vía única”.

También aprovecharon para criticar al gobierno y a la Presidenta por un sinnúmero de agresiones verbales, físicas y simbólicas en contra de los periodistas, desde que son calificados de “nazis” hasta que se les hiciera un juicio público en plaza de Mayo, porque según organizaciones gubernamentales, fueron cómplices de la dictadura.

lunes, 2 de abril de 2012

Las Malvinas son argentinas

La soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas no se puede prestar a discusión, pese a que algo más de tres mil isleños quieran seguir perteneciendo a la Corona Británica después de que ese país las usurpara al gobierno libre e independiente argentino el 3 de enero de 1833.

En este día en que se conmemora el 30 aniversario de la guerra de las Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña, es bueno reflexionar sobre la vida de los 649 veteranos argentinos, 255 británicos y tres malvinenses  muertos en la guerra. En honor y memoria a ellos y todos los soldados, oficiales y civiles que les sobrevivieron, sería importante que las partes en conflicto se sentaran a la mesa de negociaciones para discutir sobre la soberanía de las islas como la ONU reclama desde 1965.

Existe hoy un contexto diferente al que reinaba 30 años atrás cuando la invasión argentina a las Islas Malvinas ocurrió por sorpresa y cuando todos pensaban que antes de que llegara la Armada Británica al archipiélago sur, habría una salida pacífica a la disputa. Lamentablemente, el hundimiento del crucero General Belgrano por parte del submarino HMS Conqueror no solo sepultó la vida de 323 marinos argentinos sino también la esperanza de un acuerdo diplomático.

Está claro que la reivindicación por las armas de parte de Argentina fue una manera de incentivar el nacionalismo para extender a un gobierno militar, al mando del general Leopoldo Galtieri, que por entonces hacía agua. Pero también es cierto que esas mismas condiciones las encontró la primera ministra Margaret Thatcher, a quien la guerra le vino como anillo al dedo.

También es cierto que la actual presidenta Cristina de Kirchner tiene en la escalada de este conflicto diplomático una razón valedera para mantener y aumentar su popularidad, menguada por una economía proteccionista que compromete la estabilidad de su gobierno. Sin embargo, más allá de sus formas, las intenciones de la Presidenta coinciden con la de millones de argentinos que, con sentido común, piensan que un territorio tan cercano, dentro de la plataforma territorial y habiendo sido usurpado hace 179 años, no puede permanecer como colonia de ninguna potencia extranjera.

Para muchos no solo se trata de un tema político, como cuando Gran Bretaña devolvió Hong Kong a China, sino un tema profundamente económico desde que ya hay perforaciones que indican reservas petrolíferas de consideración en el mar cerca de las islas; además de su estratégica posición geográfica a solo cientos de kilómetros de la Antártida, el reservorio de agua potable más importante del planeta.

Aunque coincido con el periodista Andrés Oppenheimer, del The Miami Herald, de que la posición del gobierno argentino se fortalecería si tratara de alcanzar un mejor acuerdo con los isleños (como promover viajes gratuitos de los malvinenses al continente), en vez de tener una política de confrontación con el gobierno británico; creo, sin embargo, que igualmente el gobierno argentino tiene derecho a generar presiones económicas y financieras con la finalidad de presionar a su contraparte para acordar un diálogo en el marco de la petición de la ONU.

No estoy muy seguro si las presiones contra entidades económicas y financieras de EE.UU. y de Gran Bretaña que asisten a compañías petroleras multinacionales encargadas de las perforaciones tendrán éxito por sí solas. Pero estimo que son medidas adecuadas de presión que tanto EE.UU. como Gran Bretaña utilizan a menudo y en forma sistemática para lograr sus fines. Leáse el embargo económico en vigencia más antiguo, como el de EE.UU. a Cuba con cinco décadas de duración y las medidas económicas más recientes impuestas por ambas potencias a Irán por su política nuclear y a Libia y Siria por sus violaciones a los derechos humanos de sus disidentes y rebeldes.

Estimo que esta presión económica anunciada por la Presidente, sumada a la de varios gobiernos sudamericanos de impedir que los barcos de bandera de las Falkland Islands atraquen en sus puertos, además de la posibilidad de generar incertidumbre en el Reino Unido, permite dar un mensaje simbólico sobre la ex temporalidad de las colonias imperiales en plano siglo 21.

Estas medidas de presión, junto al mensaje de hoy desde Usuahia de la presidente Kirchner, sobre que la Argentina solo aspira a dialogar y respetar los derechos de los isleños, son totalmente elocuentes.

Correa y su soberbia arrogante

El presidente ecuatoriano Rafael Correa está cada día más arrogante. Anunció que este lunes dará a conocer su decisión de si irá o no a la Cumbre Iberoamericana de Cartagena a mediados de mes, aduciendo que su decisión está enmarcada al rechazo hemisférico de que Cuba, como país no democrático, no se le ha autorizado a participar.

Más allá de sus razones, lo importante es ver cómo Correa últimamente está usando este tipo de “anuncios oficiales” para comunicar sus decisiones de “peso internacional” como si se tratara de un ser que trasciende el Ecuador, como siempre lo han hecho otros personajes autocráticos – léase Fidel Castro y Hugo Chávez – a quienes les encanta adoptar causas que afecten intereses foráneos para ser escuchados por la gran prensa internacional.

La última vez que Correa tomó un escenario internacional fue hace un par de semanas, también un lunes, cuando él mismo leyó una carta en la que perdonaba a un columnista y a tres propietarios del diario El Universo sobre quienes pesaba una condena de tres años de cárcel y 40 millones de dólares por una demanda que él había interpuesto.

A raíz del lío en que se metió con esta decisión judicial manipulada, Correa ahora adoptó una nueva causa también de carácter internacional. Se trata de una crítica acérrima contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque este organismo dictó medidas cautelares a favor de los condenados y porque en octubre pasado permitió a otros procesados, autores del libro El Gran Hermano, participar de una audiencia en la que criticaron a su gobierno.

El sábado, Correa dijo que la sede de la CIDH no debería estar en Washington dentro de un país que no ha firmado la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la que debería trasladar su sede a Panamá.

No existen motivos suficientes para este cambio de sede, ni estatutarias ni legales, además de que no habría consenso, pero el solo hecho de embanderarse detrás de su propia causa, le permiten a Correa estar en el candelero internacional, algo que está gustándole cada vez más.