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marzo 12, 2013

Británicos tan populistas como…


Los habitantes de las Islas Malvinas, sin ninguna sorpresa, se manifestaron 1.513 a 3 por el YES en el referéndum que les preguntaba si querían seguir siendo británicos. Con este referéndum de resultado muy previsible, el Reino Unido actuó no solo como potencia colonialista que desoye los reclamos de la ONU de sentarse a una mesa de negociaciones desde 1965, sino como una republiqueta bananera y populista en el que el régimen autoritario siempre incluye un plebiscito con el fin de justificar un resultado favorable.

El ex presidente Hugo Chávez y el mandatario Rafael Correa siempre han utilizado este tipo de referéndums para buscar consensos, desestabilizar a la oposición y neutralizar a los congresos para lograr las reformas que les quedaban trabadas por las vías democráticas. Los referéndums cuando se utilizan de esta forma, como ahora por el Reino Unido, son simplemente mecanismos de propaganda.

El referéndum en Malvinas no fue serio ni legitima la usurpación de parte del imperio británico en 1833. El mismo resultado pero a la inversa se conseguiría si a los argentinos se les preguntara que decidan si las Malvinas son o no argentinas. De nada sirve un plebiscito cuando se realiza sobre una población homogénea. ¿Es decir, qué resultado obtendría Sebastián Piñera y Evo Morales si proponen un referéndum en sus respectivos países sobre la salida al mar de Bolivia? Es obvio que en cada país los resultados serán previsibles, según la cultura y educación que sus poblaciones recibieron por décadas.

A los malvinenses no se les puede culpar, porque han sufrido el desaire de Gran Bretaña por décadas y luego la invasión de las tropas argentinas, siendo disputados mediante guerra. Es bueno que hayan manifestado su predilección sobre lo que desean para su destino, pero es ilegítimo que quieran comparar su voluntad o patriotismo – o como lo ha pedido el primer ministro inglés – a un derecho de pertenencia.

Las Islas Malvinas son una colonia británica, un territorio usurpado dentro de la plataforma continental argentina, que distintos gobiernos argentinos vienen reclamando desde siempre. La guerra de Malvinas de 1982 no puede ser la excusa permanente para que Gran Bretaña no se siente a la mesa de negociaciones.

La única dispensa británica cabría en caso de que el gobierno argentino fuera militar. Hoy por hoy, la Corona Británica no tiene ninguna excusa para sentarse en la mesa de negociaciones. 

junio 13, 2012

Malvinas: obvio y estúpido referéndum

Los políticos británicos de las Islas Malvinas anunciaron un referéndum en el que le consultarán a los ciudadanos malvinenses si querrán seguir con su estatus de británicos o preferirán ser argentinos y regidos por el gobierno de Buenos Aires.

Más que un referéndum se trata de una treta de propaganda para dejar por sentado lo que ya todos saben. Por ello, cuando la noticia surcó los cielos del Atlántico Sur – justo en momentos que el gobierno de Cristina de Kirchner está por demandar a petroleras internacionales que explotan el subsuelo submarino cerca de las islas y se apresta a viajar a Nueva York para representar a la Argentina en la sesión por Malvinas del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas – el primer ministro británico, James Cameron, ni lerdo ni perezoso, dijo que el Reino Unido “respetará y defenderá” el resultado de la votación.

El referéndum, anunciado para la “primera mitad de 2013” por el presidente de la Asamblea Legislativa de las islas, Gavin Short, carece de validez. Primero porque se trata más de un resultado que puede buscarse por medio de una simple encuesta sobre empatías. Un referéndum sirve para decidir entre un sí y un no sobre un tema conflictivo entre dos posiciones polarizadas. En este caso no hay polarización, siempre se supo que los malvinenses quieren ser británicos, de eso nadie tiene dudas, ni siquiera el gobierno argentino. Además un referéndum no tiene validez cuando se consulta solo a una parte de dos en conflicto. Es como si preguntarle a los chavistas si quisieran que Chávez sea el candidato del PSU; o, en un caso internacional, como si se les preguntara a los chilenos o a los bolivianos si Chile debiera entregarle a Evo Morales una salida al mar. Los resultados serían obvios.

Tanto el argumento del referéndum como los dichos de Cameron (“Sólo el pueblo de las Falklands (sic) puede decidir cómo quiere ser gobernado. Por eso respaldo ampliamente esta iniciativa. De hecho, creo que llega en un momento muy significativo y le permitirá al pueblo de las islas enviar un mensaje claro a la Argentina y a toda la comunidad internacional de que son los únicos dueños de su destino”), son realmente obvios, estúpidos y propagandísticos.

Para cualquier tipo interpretación que se haga sobre Malvinas hay ciertas consideraciones a tener en cuenta. Las Islas Malvinas son una colonia británica y no existe otro modo de clasificarlas. Los británicos las usurparon a Argentina en 1833; posteriormente tras décadas tímidas de reclamos, la dictadura militar las invadió en 1982 perdiendo una guerra contra el Reino Unido, bajo alianzas regionales de Estados Unidos, Canadá y Chile, entre otros países americanos, que le dieron la espalda al tratado del TIAR. Ahora el gobierno argentino actual, por consideraciones nacionalistas que algunos piensan están motivadas por los mismos argumentos de la dictadura, de nuevo trae a colación el tema de la soberanía, con el apoyo de resoluciones de la ONU que son ignoradas por Gran Bretaña y otras grandes potencias. A largo plazo – décadas quizá - no habrá forma que el Reino Unido pueda ignorar este reclamo, como así sucedió con territorios como el de Hong Kong.

La posición de los británicos no se sostiene; solo les queda la excusa de la invasión militar argentina. No tienen otro argumento.

abril 03, 2012

Mis recuerdos sobre Malvinas

Siempre recordamos lo que hacíamos en el preciso momento que sucede un acontecimiento importante de la historia. La perplejidad del hecho pareciera que deja una cicatriz en el cerebro.

En mi caso son muchas esas fechas, entre ellas: El 11 de setiembre de 2001 estaba yendo hacia mi trabajo aquí en Miami cuando en el auto escuché por Radio Caracol la noticia de que un avión había chocado contra una de las torres; media hora después ya en mi oficina la noticia era otra, no se trataba de un simple accidente como los periodistas habían originalmente reportado.

El 24 de marzo de 1976 estaba en Buenos Aires pronto a atender una de mis primeras clases de universidad sobre organización de empresas en la UADE, cuando escuché el primer parte del triunvirato militar sobre el golpe de Estado.

El 1 de julio de 1973, la noticia sobre la muerte de Juan Domingo Perón, nos la dieron cuando estaba practicando básquet para el equipo de mi escuela secundaria, de los Hermanos Maristas, en la cancha de Alumni, en San Francisco, Córdoba.

El 2 de abril de 1982 me enteré del inicio de la guerra de las Islas Malvinas en Menomonie, en el estado de Wisconsin, a través de un viejo televisor en la escuela secundaria del pueblo donde trabajaba como profesor visitante, enseñando español. Con la noticia recordé los sin sentidos que había vivido meses antes cuando trabajaba como personal administrativo en la Embajada Argentina en Washington DC, a una cuadra del Dupont Circle.

Recordé que a principios de diciembre anterior, de 1981, tuve que trasladar al teniente general Leopoldo Galtieri junto a dos diplomáticos argentinos a algún lugar de Washington, y durante el traslado escuché hablar de las Islas Malvinas, de soberanía, de relaciones con EE.UU. y una postura esquiva de Ronald Reagan ante Argentina, aunque ninguna mención ni referencia se hizo a la guerra o a una futura invasión. En realidad, era tan casual la charla que ni le presté atención, menos a un tema como las Malvinas que no generaba interés de parte de los ciudadanos comunes, menos a mí que había llegado a Washington en agosto de 1981 a buscar trabajo, con una mano atrás y otra adelante.

Por aquellas cosas del destino y la ayuda de Dios, llegué a Washington el día de mi cumpleaños y ese mismo día me dieron trabajo en la Embajada Argentina como personal administrativo. Quien me contrató me dijo que debía empezar de inmediato ya que estaba por llegar el canciller argentino, Nicanor Costa Méndez.

Todavía hoy recuerdo aquel 2 de abril de 1982 y como recordé que meses antes conocí personalmente a dos personas, que serían tan importantes en cuanto a la decisión de invadir las Malvinas como Galtieri y Costa Méndez. Aunque en ese momento ni idea que Galtieri sería el presidente reemplazando el 22 de diciembre al general Roberto Viola que había sido destituido por los militares por incapacidad para gobernar unos diez días antes.

Calculé, en aquel entonces desde Menomonie, que Galtieri, recibido con honores en la embajada y con mucho whisky, ya sabía que sería el presidente, que la cruzada por Malvinas ya estaba trazada y que Reagan no apoyaría a la Argentina despreciando a su histórico aliado, Inglaterra, y a su alma gemela, Margaret Thatcher.

Semanas posteriores en Menomonie me convertí en curiosidad de periodistas del diario y la radio locales y empecé a vivir una ansiedad frenética mirando por televisión como la Plaza de Mayo estaba efervescente, como en el Pentágono especulaban sobre mapas y tiempos en los que arribaría la Armada Británica a las Islas Malvinas, y leyendo las cartas de mi papá en las que defendía la posición de los militares y hablaba de bajas de soldados ingleses y barcos hundidos, con el mismo fervor que me escribía o llamaba por teléfono sobre las victorias de River.

Mi televisión, radio y la revista Time hablaban de otra guerra diferente a la que me describían las cartas de mi papá y de mis amigos. En aquel entonces, cuando ni los fax ni e-mails y redes sociales se soñaban como parte del futuro, sabía que el destiempo entre las dos realidades – la comunicada por las autoridades argentinas y la que se sabía en EE.UU. –  beneficiaba las estrategias de guerra psicológica que empleaban las partes en conflicto y el mediador, EE.UU., que nunca lo fue.

Luego el 14 de junio de 1981, cuando el gobernador argentino de Malvinas, Mario Benjamín Menéndez, firmó la esperada e irremediable rendición, yo todavía estaba en Menomonie. Sin embargo, jamás pude recordar que hacía en ese momento. Fue un día doloroso, eso sí, aunque ya hacía tiempo que venía racionalizando que la guerra era una locura pese a la elocuencia y legitimidad de recuperar un territorio que por aquel entonces ya tenía 150 años de haber sido usurpado por los ingleses. 

abril 02, 2012

Las Malvinas son argentinas

La soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas no se puede prestar a discusión, pese a que algo más de tres mil isleños quieran seguir perteneciendo a la Corona Británica después de que ese país las usurpara al gobierno libre e independiente argentino el 3 de enero de 1833.

En este día en que se conmemora el 30 aniversario de la guerra de las Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña, es bueno reflexionar sobre la vida de los 649 veteranos argentinos, 255 británicos y tres malvinenses  muertos en la guerra. En honor y memoria a ellos y todos los soldados, oficiales y civiles que les sobrevivieron, sería importante que las partes en conflicto se sentaran a la mesa de negociaciones para discutir sobre la soberanía de las islas como la ONU reclama desde 1965.

Existe hoy un contexto diferente al que reinaba 30 años atrás cuando la invasión argentina a las Islas Malvinas ocurrió por sorpresa y cuando todos pensaban que antes de que llegara la Armada Británica al archipiélago sur, habría una salida pacífica a la disputa. Lamentablemente, el hundimiento del crucero General Belgrano por parte del submarino HMS Conqueror no solo sepultó la vida de 323 marinos argentinos sino también la esperanza de un acuerdo diplomático.

Está claro que la reivindicación por las armas de parte de Argentina fue una manera de incentivar el nacionalismo para extender a un gobierno militar, al mando del general Leopoldo Galtieri, que por entonces hacía agua. Pero también es cierto que esas mismas condiciones las encontró la primera ministra Margaret Thatcher, a quien la guerra le vino como anillo al dedo.

También es cierto que la actual presidenta Cristina de Kirchner tiene en la escalada de este conflicto diplomático una razón valedera para mantener y aumentar su popularidad, menguada por una economía proteccionista que compromete la estabilidad de su gobierno. Sin embargo, más allá de sus formas, las intenciones de la Presidenta coinciden con la de millones de argentinos que, con sentido común, piensan que un territorio tan cercano, dentro de la plataforma territorial y habiendo sido usurpado hace 179 años, no puede permanecer como colonia de ninguna potencia extranjera.

Para muchos no solo se trata de un tema político, como cuando Gran Bretaña devolvió Hong Kong a China, sino un tema profundamente económico desde que ya hay perforaciones que indican reservas petrolíferas de consideración en el mar cerca de las islas; además de su estratégica posición geográfica a solo cientos de kilómetros de la Antártida, el reservorio de agua potable más importante del planeta.

Aunque coincido con el periodista Andrés Oppenheimer, del The Miami Herald, de que la posición del gobierno argentino se fortalecería si tratara de alcanzar un mejor acuerdo con los isleños (como promover viajes gratuitos de los malvinenses al continente), en vez de tener una política de confrontación con el gobierno británico; creo, sin embargo, que igualmente el gobierno argentino tiene derecho a generar presiones económicas y financieras con la finalidad de presionar a su contraparte para acordar un diálogo en el marco de la petición de la ONU.

No estoy muy seguro si las presiones contra entidades económicas y financieras de EE.UU. y de Gran Bretaña que asisten a compañías petroleras multinacionales encargadas de las perforaciones tendrán éxito por sí solas. Pero estimo que son medidas adecuadas de presión que tanto EE.UU. como Gran Bretaña utilizan a menudo y en forma sistemática para lograr sus fines. Leáse el embargo económico en vigencia más antiguo, como el de EE.UU. a Cuba con cinco décadas de duración y las medidas económicas más recientes impuestas por ambas potencias a Irán por su política nuclear y a Libia y Siria por sus violaciones a los derechos humanos de sus disidentes y rebeldes.

Estimo que esta presión económica anunciada por la Presidente, sumada a la de varios gobiernos sudamericanos de impedir que los barcos de bandera de las Falkland Islands atraquen en sus puertos, además de la posibilidad de generar incertidumbre en el Reino Unido, permite dar un mensaje simbólico sobre la ex temporalidad de las colonias imperiales en plano siglo 21.

Estas medidas de presión, junto al mensaje de hoy desde Usuahia de la presidente Kirchner, sobre que la Argentina solo aspira a dialogar y respetar los derechos de los isleños, son totalmente elocuentes.

marzo 02, 2012

Cristina esquizofrénica

Cristina de Kirchner no se pareció tanto a una estadista como sí a una líder esquizofrénica. Un día después de que sus funcionarios pidieron a las compañías privadas argentinas boicotear productos ingleses y que en Tierra del Fuego el gobierno provincial no dejó atracar a dos buques cruceros en el puerto de Usuahía, la presidenta ofreció desde el Congreso abrir tres vuelos semanales desde Buenos Aires a las Islas Malvinas.

El ofrecimiento pareció desbaratado. Los isleños temían todo lo contrario. Temían que el gobierno argentino hubiera cumplido su amenaza de no permitir que la aerolínea de Chile pudiera usar el espacio aéreo argentino para sus dos viajes semanales entre la ciudad chilena de Punta Arenas y las Islas. En cambio, dijo que los vuelos debían ser de Aerolíneas Argentinas y desde su territorio.

Todos esperaban que Cristina anunciara una agudización del boicot, incentivada por el apoyo de otros gobiernos sudamericanos que no permiten que barcos de bandera malvinense se abastezcan en sus puertos; y por el apoyo conseguido entre varios países en la ONU que piden a Gran Bretaña que se siente en la mesa de negociaciones y el que también ofrecieron músicos ingleses que por estos días están en Argentina de concierto en concierto.

Probablemente haya motivos más de fondo y Cristina haya recibido algunas señales como para hacer este anuncio que poco tiene de sentido común en una política de presión económica. A no ser, que una vez logrado los vuelos y la aerolínea chilena sea desbancada, Cristina se sentiría con el sartén por el mango. Esta posibilidad es la que advirtió el gobierno isleño, por lo que la rechazaron de cuajo.

febrero 29, 2012

Buena decisión de gobierno argentino

El gobierno argentino insiste en una lucha de muchas décadas que lamentablemente se precipitó por una tonta guerra en 1982: recuperar las Islas Malvinas.

El gobierno de Cristina de Kirchner ha puesto todo su empeño, a casi 30 años de aquella guerra que comenzó un 2 de abril, para que Gran Bretaña se siente a la mesa de negociaciones para discutir la soberanía de las Malvinas como ha solicitado la ONU y muchos países en forma individual, incluso EE.UU.

La arrogancia de Gran Bretaña se coronó hace un par de semanas cuando el primer ministro James Cameron tildó a la Argentina de colonialista, un aspecto que no sólo fue grosero sino que además sirvió para las chanzas internacionales a sabiendas de la actitud histórica de los ingleses en ese rubro.

Los ingleses consideran que los malvinenses no pueden estar fuera de la ecuación y tienen derecho a la autodeterminación, en realidad un juego político de palabras si se piensa que ese no fue el tema que se tuvo en cuenta con los pobladores de Hong Kong que se resistieron siempre a ser abrazados por China y por lo tanto se les permitió un status híbrido, y que las islas fueron argentinas hasta 1833 cuando los ingleses las invadieron.

Lo importante que Argentina escale los sistemas de presión hasta que Inglaterra se siente a dialogar y para ello es muy válido que la solidaridad de varios países sudamericanos que no permiten atracar en sus puertos a buques de bandera de Las Malvinas, así como la decisión de este lunes del gobierno de la provincia argentina de Tierra del Fuego.
La gobernadora de esa provincia, Fabiana Ríos, no permitió que los buques cruceros de turismo Star Princess y Adonia, ambos de Carnival Corporation con bandera británica, pudieran atracar en Usuahía.
Pese a que la decisión es un duro golpe a la economía de la ciudad y provincia por cuanto dejó de percibir ingresos de unos cinco mil turistas por un par de días, lo importante es que la decisión política mantiene la presión contra el gobierno inglés, una medida que tan lejos de su territorio les pesará neutralizar cada vez más.

enero 18, 2012

Las Malvinas y los amigos de Cristina


(comparto con ustedes mi columna del fin de semana pasado)

En coincidencia con la recepción de alfombra roja que recibió esta semana en América Latina el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, los 30 años de la guerra por las Islas Malvinas y los 20 del atentado contra la embajada israelita en Buenos Aires, es hora que el gobierno argentino elija mejor a sus amigos latinoamericanos.

Ahmadinejad, en su quinto viaje a la región para contrarrestar el anuncio de EE.UU. y la Unión Europea de mayores sanciones por su dudoso programa nuclear con fines pacíficos y su amenaza de cerrar el grifo petrolero en el Estrecho de Ormuz, paseó su propaganda anti estadounidense por Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, recogiendo flores que en su país se le niegan.

En ese banquete anti imperialista, a Raúl Castro, Rafael Correa, Daniel Ortega y Hugo Chávez se les olvidó reparar en el reclamo de sus colegas Cristina de Kirchner, de su esposo fallecido, Néstor y de la justicia Argentina, que acusan a Irán de la autoría intelectual de los atentados en Buenos Aires contra la embajada israelí en 1992 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994.

Cristina no debería ser ingenua. Sus cuatro “amigos” jamás criticarán las pericias anti democráticas de su aliado persa porque ellos mismos las practican, con fraude electoral, apoyo a movimientos terroristas y persecución a la prensa independiente. En Cuba están prohibidas las expresiones y reuniones, se reprime y encarcela a disidentes; en Nicaragua, Ecuador y Venezuela se han vivido procesos electorales irregulares; se persigue judicialmente a los medios provocando su cierre y forzando a periodistas al exilio; mientras que los cuatro gobiernos tienen un largo historial de apoyo a las narco guerrillas de las FARC.

La revolución de Ahmadinejad es responsable de tres millones de votos irregulares que en el 2009 le dieron la reelección; de la represión salvaje contra manifestantes que precedió a la Primavera Árabe; de ser la mayor prisión de periodistas del mundo, con 42 encarcelados el año pasado y de haber planificado ataques contra plantas nucleares estadunidenses y otros atentados contra embajadas sauditas e israelitas en Buenos Aires y Washington, según evidencias descubiertas en meses pasados.

Los mismos cuatro gobiernos justificaron su soberanía para recibir al régimen terrorista iraní y no faltaron críticas al embargo estadounidense contra Cuba. Pero ignoraron que es ejercicio soberano de las naciones observar o implementar bloqueos como el que ratificaron esta semana los países miembros del Mercosur, al prohibir que barcos con bandera de las Islas Malvinas recalen en sus puertos.

Los embargos y bloqueos económicos, aunque no tengan los efectos deseados, como el de reinstaurar la democracia en Cuba después de 50 años, sirven para presionar e instalar posiciones políticas en la agenda internacional, como el efectuado por las Naciones Unidas contra Sud África, en solidaridad con las víctimas del apartheid.

Bajo esas premisas solidarias, esta semana los gobiernos de Dilma Rousseff, Sebastián Piñera, Fernando Lugo y José Mujica ratificaron la decisión del Mercosur de su reunión en diciembre, para apoyar a Argentina en su reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas que intentó recuperar en la guerra de 1982.

Gran Bretaña trató de revertir esa decisión con fuerte presión diplomática contra Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, pero bastó que el gobierno argentino recordara las decenas de resoluciones emitidas por las Naciones Unidas que solicitan a los ingleses sentarse a la mesa de negociaciones y abandonar su absurda tozudez por mantener el colonialismo.

Sin dudas, el bloqueo del Mercosur es un espaldarazo para las aspiraciones argentinas sobre las Islas Malvinas; pero es insuficiente, debido a que los barcos malvinenses pueden burlarlo cambiando sus banderas por la del Reino Unido. Sería más efectivo si el bloqueo se aplicara a todos los navíos ingleses y si se lograra que Chile también cierre la línea de vuelos comerciales entre Punta Arenas y el archipiélago.

Por otro lado, sorprende que Correa y Chávez desaprovechen sumarse solidariamente al bloqueo para revalidar sus aspiraciones de ser socios plenos del Mercosur; aunque es buena oportunidad para que el gobierno argentino sepa quiénes son realmente sus buenos amigos.

marzo 24, 2011

Bolivia y el justo reclamo de salida al mar

No comparto para nada la visión de Evo Morales sobre la forma de hacer gobierno ni como mira a la realidad o al mundo. Me identifico mucho más con la manera ordenada de gerenciamiento de Sebastián Piñera y las características de un gobierno plenamente democrático como el chileno.

Sin embargo, me parece adecuado y legítimo que el presidente boliviano quiera buscar en los tribunales internacionales una salida al mar después de que su país, con la ayuda de Perú, perdió la guerra con Chile hace 132 años y con ello 400 kilómetros de costa en el Océano Pacífico y 120 mil kms cuadrados de territorio.

Aunque con su anuncio de que creará una Dirección General de Reivindicación Marítima, para crear estrategias de lucha ante los tribunales internacionales, Morales sepultó el diálogo con su homólogo chileno que contenía algunas esperanzas de obtener una salida al mar, creo que tiene todo el derecho de buscar otras alternativas, tal vez menos políticas y más rápidas.

La salida al mar de Bolivia no es un tema fácil y despierta nacionalismos y pasiones a ambos lados de la frontera. Muchos creen que nada avanzará a favor o en contra a pesar de los diálogos. Creer que Bolivia no puede reclamar porque ha perdido una guerra, sería como para la Argentina renunciar a la soberanía de las Islas Malvinas porque ha perdido varias veces esas islas en los campos de batalla.

Bolivia tiene todo el derecho de trenzarse una vez más en una disputa jurídica internacional. Lo peor que le pueda pasar es que todo el peso de la ley quede del lado chileno y se le cierren las puertas al diálogo y la salida al mar a varias generaciones bolivianas futuras.

febrero 20, 2010

Malvinas, pero sin Chávez por favor

El gobierno de Cristina de Kirchner se acordó de las islas Malvinas y comenzó nuevamente a reclamar su derecho soberano, después de que los ingleses empezaran de nuevo su derrotero con sacar ventaja petrolífera de la zona en disputa.
Hace muy bien el gobierno argentino en volver a reclamar ante la ONU y en los foros internacionales, como la reunión del Grupo de Río la próxima semana – aunque da risa que advierta que no tiene intenciones bélicas para reconquistar las islas – aunque en una especie de “galtierismo”, se pueda apreciar que las Malvinas en este momento sirven para cohesionar el pensamiento nacionalista y neutralizar así las divisiones internas.
Lo que resulta un flaco favor a las aspiraciones argentinas es que el boquiabierto de Chávez se sume al reclamo, un presidente que está totalmente desprestigiado a nivel internacional y que su imagen, pero sobre todo su palabra, valen menos que un centavo. Preferible sería que el reclamo pudiera venir de algún líder creíble de la región o de sectores populares, opiniones que podrían convergir desde encuestas y sondeos no solo de argentinos sino de los ciudadanos latinoamericanos.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...