Es difícil no enojarse con
las políticas de EEUU que muchas veces han pecado por ser bruscas y otras veces
por ingenuas o, al menos, que no tengan el timing
adecuado, transformándose en desacertadas por decir lo mínimo.
Sin dudas un nuevo caso es
el de haber declarado a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional. Si
bien EEUU puede tener las justificaciones para sancionar a siete funcionarios
venezolanos por violación a los derechos humanos, y que haya tenido que
técnicamente usar una ley que exige la figura de la amenaza a la seguridad
nacional para explicar el porqué de las sanciones, lo que quedó en el ambiente
es que la política exterior estadounidense ha desaprovechado el viento de cola
que traía con las nuevas relaciones diplomáticas con Cuba.
EEUU estaba en inmejorable
posición para llegar a la VII Cumbre de las Américas que se celebrará el 11 de
abril en Panamá, tras el anuncio y las posteriores negociaciones con Cuba sobre
el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. El
repentino anuncio hecho por Barack Obama y Raúl Castro al unísono el 17 de
diciembre, de golpe y porrazo dejó a Venezuela y su mandamás, Nicolás Maduro, totalmente
descolocado. Entonces pareció ser una obra maestra de la política
estadounidense, obligando a un cambio de paradigmas en la geopolítica del
continente americano.
Pero así como aquella
decisión tuvo un golpe de efecto virtuoso y asomaba como un hito que
replantearía la agenda menos antiimperialista de todas las Cumbres de las
Américas anteriores, el bad timing de
las medidas anunciadas contra Venezuela, retrotraen la agenda a la situación de
entonces.
Aunque las sanciones contra
los siete funcionarios pueden estar justificadas, los funcionarios de la
política exterior estadounidense tendrán que esforzarse al máximo para
neutralizar la propaganda de Maduro. Ni lerdo ni perezoso, era fácil advertir
que volvería al ruedo internacional con la parafernalia propagandística del
chavismo que tantos éxitos le dio en el pasado para desviar la atención sobre
sus problemas internos galopantes: inflación, desempleo, escasez, violencia e
inseguridad, por hablar de algunos.
EEUU le dio suero y vida a
un Maduro que estaba en terapia intensiva. Maduro irá renovado a la Cumbre,
encumbrado, además, por un montón de líderes regionales que si bien antes mantuvieron
silencio por la situación antidemocrática en Venezuela, ahora se verán
obligados a declarar su apoyo al régimen.
Y aunque todo parezca un acto de gran hipocresía, EEUU empoderó esta situación.