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enero 26, 2019

Maduro, acorralado, y las hipocresías del chavismo y la izquierda internacional



Primero lo primero: Nicolás Maduro debería llamar a elecciones, libres claro. Pero como no lo hará, debería ir a Cuba como excusa y desde allá, arropado en su victimización y martirologio, renunciar por email, como por fax lo hizo Alberto Fujimori desde Japón. Sería la salida más airosa posible para evitar el embate del presidente autoproclamado, Juan Guaidó que, apoyado por el Grupo de Lima, EE.UU. y gran parte de la comunidad internacional democrática, están ofreciendo una amnistía a los militares y exigiendo elecciones libres lo antes posible, como ahora piden España, Francia y Alemania.

Dejando los sueños de lado: Estoy harto hasta la coronilla de la hipócrita victimización de Nicolás Maduro y del chavismo y la izquierda internacional de que la “actual democracia venezolana” es víctima de una gran conspiración internacional comandada por el “imperio” y sus acólitos, cuya única intención es desestabilizar a la “república” bolivariana mediante un golpe de Estado.

Máxime, porque casi como ningún otro movimiento, el chavismo tuvo un cheque en blanco para profundizar su estilo destructivo gracias a la apatía y la indiferencia que la comunidad internacional le prodigó hasta hace poco.

Fieles al martirologio hipócrita acostumbrado de la izquierda radical, Hugo Chávez y Maduro siempre usaron la propaganda, la desinformación o las noticias falsas, como se les llama ahora, para auto proclamarse defensores del pueblo, de la democracia y la república, justamente los tres adjetivos que han defenestrado y pisoteado a base de autogolpes de Estado desde que el chavismo asumió el poder. En su historia, el chavismo se auto gestó mediante ocho auto golpes de Estado, para ser más precisos: 1999, 2001, 2007, 2010, 2013, 2015, 2016 y 2018. No hay dudas de que los autogolpes son parte del ADN del chavismo, como veremos a continuación.

Primero desmitifiquemos la hipocresía de la revolución democrática y republicana del chavismo. Una república como la pensaron los griegos y adoptaron los países occidentales, se distingue por la independencia y división de poderes; por los mecanismos de fiscalización y chequeos permanentes sobre quienes ostentan el poder, pero sobre todo por una Justicia equitativa e independiente; por los privilegios y beneficios que se le da a las minorías; por la libertad de la prensa para informar y por la de los ciudadanos a expresarse, asociarse y movilizarse, sin trabas ni represalias, en igualdad de condiciones ante la ley. Nada de esto respetó el chavismo.

Los máximos atributos de una democracia son la Constitución y la libertad del pueblo para elegir a sus gobernantes. Una buena Constitución no solo remarca los derechos y garantías del pueblo, sino que impone límites al gobierno a fin de que no pueda pisotear el derecho natural o el libre albedrío de los ciudadanos. La democracia demanda elecciones libres, pero sobre todo limpias, en igualdad de condiciones. Tampoco, nada de esto respetó el chavismo.

La Venezuela chavista no es república ni democracia. Pasó del autoritarismo a engalanarse hoy con las mismas propiedades de una dictadura. Ni siquiera los que defienden que el régimen cumple con calendarios electorales se cree esa hipocresía. El chavismo dilapida recursos públicos; utiliza fuerzas de choque ilegales para generar caos y pánico; y criminaliza la protesta, justificando así su necesidad de reprimir la expresión disidente para mantener la paz y el orden.

Desmitifiquemos ahora la revolución del pueblo. Es cierto que el chavismo llegó al poder arropado por casi todos los sectores cansados de tanta corrupción y desidia de los partidos políticos tradicionales. Pero también es cierto que ha dejado a Venezuela peor de la que recibió, con mayor crisis social, más pobreza y demasiado más corrupción. El agravante es que el chavismo ha sido un pésimo administrador. Ha dilapidado casi una década de bonanza con precios del petróleo en la estratósfera para usar esa billetera abultada en la expansión de su ideología por Latinoamérica. En su lugar, hubiera podido invertir las ganancias en su gente, creando fuentes alternativas de recursos y empleos, infraestructura, y en educación y salud desideologizadas. Realmente desperdició la bonanza y traicionó a su propio pueblo.

Sigamos. Pese a la farsa electoral de las presidenciales en mayo de 2018 y a que pocos gobiernos reconocieron el triunfo de Maduro, él se auto legitimó mediante un nuevo autogolpe. Cerró el Congreso elegido por el pueblo. Creó una Asamblea Constituyente de facto con la que legalizó la proscripción de los partidos políticos y creando la hegemonía del partido oficial. Siguió manipulando a la Justicia, expulsando a los organismos internacionales, incentivando el cierre de medios e imponiendo nuevas formas legales de censura al internet. Si Maduro siempre proclamó su idolatría por el régimen comunista de los Castro, todas esas medidas no hicieron más que certificar el destino de Venezuela: Hacerla a imagen y semejanza de la altanera pero desdichada Cuba.

Maduro ya había sofocado lo poco que le quedaba a Venezuela de democracia en mayo de 2016. Entonces desconoció al Congreso con un autogolpe. Repudió leyes y el proceso legítimo de referéndum revocatorio; y con el Estado de Excepción y de Emergencia Económica, borró al Congreso auto proclamándose como el único legislador. Aquellas medidas suspendieron las garantías constitucionales y deslegitimaron la “toma de caracas” aquellas marchas masivas con las que la oposición exigía el respeto a los resultados del referendo revocatorio, una cláusula constitucional creada por el propio chavismo. La excusa cansina de siempre para reprimir fue la de “evitar el golpe”, intento que perseguían Colombia, España y la OEA, liderados por EE.UU. y los “gusanos de Miami”.

Antes, en diciembre de 2015, Maduro ya había dado el segundo autogolpe al crear el Parlamento Comunal, una especie de “congreso del pueblo” que tenía como misión contrarrestar a “la nueva burguesía” que de nuevo había ganado la mayoría en la Asamblea Nacional. El primer autogolpe lo pegó en noviembre de 2013, cuando la Asamblea Nacional le otorgó al entonces, como flamante presidente, el título de legislador máximo o único, delegándole el derecho de legislar por decreto por 12 meses. Maduro consiguió aquella habilitación con una buena coartada. Diosdado Cabello fue el gestor. Desaforó a una diputada de la oposición fabricándole un caso de corrupción. Con el desafuero llegó a contar 99 votos a favor, necesarios para hacer a Maduro legislador absoluto.

Con todos esos autogolpes Maduro igualó a su progenitor. Chávez practicó la misma metodología en cuatro ocasiones. En 1999, su primer año, y en 2001, 2007 y 2010, arropándose con poderes especiales y leyes habilitantes para gobernar a su antojo y sin Congreso. Lo de diciembre de 2010 fue el de las mayores hipocresías del régimen chavista. Chávez presentó varias propuestas de ley para permitirse legislar sin Congreso, excusándose en una crisis social provocada por las inundaciones. Entonces frenó a la oposición unas semanas antes del 5 de enero de 2011, fecha en que debían incorporarse 67 legisladores de la oposición a la Asamblea Legislativa, después de ser elegidos democráticamente. Los legisladores oficialistas y chavistas de entonces le ofrecieron a Chávez en bandeja de plata su autodisolución. Se auto marginaron dos años, más del tiempo que Chávez les había solicitado. El servilismo y la hipocresía ya campeaban por entonces.

Antes, a fines de 2000, Chávez logró que el Congreso le habilitara a gobernar por decreto por 18 meses, y empezó a hablar de la “quinta república”, en la que se buscaría la redistribución de la riqueza por los ingresos del petróleo, lo que nunca se plasmó. Aquel autogolpe le dio excusas perfectas para reformar la Constitución. De esa forma se autorizó a expropiar empresas, crear y armar las milicias urbanas llamada círculos bolivarianos, militarizar su gabinete, ideologizar la educación en las escuelas primarias, encarcelar y echar al exilio a sus opositores, privilegiar a los revolucionarios por arriba de otros ciudadanos y crear alianzas con gobiernos extranjeros mediante regalos y subsidios petroleros.
Reitero: los autogolpes son el ADN del chavismo.
Conclusión: A Maduro no le quedan muchas opciones, aunque siempre tendrá a su disposición la propaganda, el arma de agitación predilecta, que no es más que un artilugio de su mercadeo.
Maduro sueña con una conspiración e intervención internacional. Sueña con un golpe de Estado que lo victimice y convierta en mártir, como escribí tras el autogolpe de 2016 cuando se avizoraron las primeras críticas serias contra el régimen.
Sin embargo, el golpe, tarde o temprano, no vendrá desde afuera, sino arropado por su propia gente, cansada de no gozar de las mieles de una república. Las minorías despreciadas ya se han convertido en la nueva mayoría y están, ahora sí, empoderadas por la comunidad internacional, esa que fue cambiando gracias al infatigable látigo del secretario general de la OEA, Luis Almagro, que, en 2017, con informe investigativo de 75 páginas en mano, hablaba de que en Venezuela existía una "ruptura total con el orden democrático”.
Maduro si quiere sostenerse en su puesto tendrá que ser mucho más autoritario que nunca, pero el régimen ya no tiene el plafón político de antes. Sus opciones se agotan. Cuaba es su mejor salida, su coartada. trottiart@gmail.com




noviembre 18, 2017

Almagro: Un David contra Goliat

Luis Almagro asumió en marzo de 2015 las riendas de la Organización de Estados Americanos. Desde el arranque enfiló sus cañones contra el gobierno de Nicolás Maduro, en momentos que todos los gobiernos del continente y del mundo eran indiferentes o guardaban silencio ante las atrocidades del régimen venezolano.

Fue entonces, y todavía ahora, una lucha ciclópea de un David contra Goliat. Maduro mantenía una retórica antiimperialista seduciendo con la idea de la revolución forjada por Hugo Chávez y una billetera todavía amplia para comprar voluntades. Almagro se basó en su eslogan “más derechos para más gente”, obligándose a denunciar a una dictadura disfrazada de oveja.

Al principio, Almagro consiguió más repudios que adhesiones por su mensaje anti chavista. Habiendo sido canciller del izquierdista José Mujica, traidor y burgués renegado fueron los calificativos más benignos que recibió de la izquierda latinoamericana. No le importó. Siguió machacando, y así como el cántaro a la fuente, logró que finalmente muchos gobiernos admitieran que el régimen de Maduro es una dictadura.

“Una dictadura que criminaliza toda forma de disenso” subrayó Almagro ante la Sociedad Interamericana de Prensa al recibir el Gran Premio a la Libertad de Prensa 2017. Fue a fines de octubre, días antes que Maduro aprobara su ansiada ley para encarcelar a los disidentes y neutralizar las críticas en las redes sociales y de los medios independientes.

La ley sanciona el odio, la discriminación y la propaganda, paradójicamente desvalores que practica y promueve el chavismo. A Maduro la ley le servirá para demorar la caída, pero no para evitar el porrazo definitivo. Es cuestión de tiempo.
Tampoco se puede ser ingenuo. Maduro siempre se ingenia las armas adecuadas para retrasar su debacle. Engaña a la oposición y a los negociadores incautos del mundo con procesos de diálogo que nunca cumple. Cierra el Congreso y abre una Asamblea Constituyente que busca inventar la nueva democracia, un atajo para construir un sistema a semejanza de la Cuba gastada y colapsada.

Gracias a su retórica antiimperialista o anti títeres del imperio, de lo que acusa a Almagro o Juan Manuel Santos, consigue salvatajes que le prolongan la vida, pese a ser un narco estado y cometer crímenes de lesa humanidad, evidenciados por la suma de más de 140 muertos como consecuencia de la brutal represión de las protestas públicas.

El salvavidas más audaz lo arrojaron Rusia y China. Estas potencias no se presentaron en una reunión no oficial del Consejo de Seguridad de la ONU, donde se buscaba concertar estrategias para neutralizar la desestabilización que crea el régimen venezolano en la región. Convertido en la piedra en el zapato, Almagro criticó ahí el silencio que todavía se le prodiga al régimen. Responsabilizó a Maduro por las muertes, la pobreza y el sufrimiento de los venezolanos y por ser un “esquema criminal con vínculos con el narcotráfico”.

Rusia no le prestó atención, y pese a la reprobación de la calificadora crediticia Standard & Poors por no pagar la deuda externa, renegoció y dio a Maduro más tiempo. No le servirá de mucho. Venezuela está en bancarrota. Su economía adicta al petróleo ya no produce como antaño, los precios del barril singuen desplomados y el régimen desperdició dos décadas en las que habría podido diversificar la economía, en lugar de haber estado imponiendo ideología a fuerza de petróleo subsidiado o regalado.

Es verdad que esta vez Almagro no consiguió nada en la ONU. Pero es sagaz. Sabe que su prédica constante en otros foros motivó a EE.UU. a disponer de tres olas de sanciones a funcionarios venezolanos y que Canadá y España se sumaran con medidas similares. También esta semana la Unión Europea dispuso impedir la venta de equipos y armas para evitar que sean usados en la represión interna.


Almagro, aunque tenga apariencia de pequeño David ante un enorme Goliat, sabe que el sentido común y la denuncia permanente permitirán cambiar las percepciones y que tarde o temprano, así como las Américas y Europa, el resto del mundo terminará avergonzado por su silencio. Almagro sabe que su misión es cuestión de perseverancia y de seguir luchando por “más derechos para más…” venezolanos. trottiart@gmail.com

mayo 21, 2016

Arepas y autogolpes. Maduro toca fondo

Venezuela está de patas para arriba. Hay señales inequívocas de que el país tocó fondo y de que el presidente Nicolás Maduro pronto hará honor a su apellido y caerá de la mata.

Maduro sofocó lo poco que restaba de democracia. Desconoció al Congreso con un nuevo autogolpe, esos que el chavismo ha institucionalizado a lo largo de una revolución que nunca tuvo tracción. Hugo Chávez fue el máximo exponente de los autogolpes. Asestó cuatro. Uno en 1999, su primer año, y en 2001, 2007 y 2010. Siempre se arropó con poderes especiales y leyes habilitantes para gobernar a su antojo y sin Congreso.

Maduro siguió el camino de su mentor. El de esta semana es uno de los varios que pegó contra las instituciones estatales. A principios de año, apoyado por una Justicia esclava, evitó que asuma un grupo de diputados que a la oposición le significaban mayoría. Repudió leyes y el proceso legítimo de referéndum revocatorio; y esta semana, con el Estado de Excepción y de Emergencia Económica, borró al Congreso auto proclamándose como el único legislador.

Estas medidas suspendieron las garantías constitucionales. La excusa es la cansina de siempre, evitar el “golpe”. Esta vez sumó a Colombia, España y la OEA ser parte de esa conspiración internacional liderada por EEUU y los “gusanos de Miami”. Meses antes creó el Parlamento Comunal o “congreso del pueblo” para arrinconar a la “nueva burguesía opositora” instalada en la Asamblea Nacional.

La contradicción del chavismo entre las palabras y los hechos es abismal. Siempre diciéndose defender al pueblo, este régimen es el que más lo atropelló. Las evidencias son palpables. En economía, Venezuela tiene la inflación más alta del mundo y escasez de todo, desde arepas, cerveza, papel higiénico, electricidad, agua, salud e infraestructura. En política el sistema es oportunista y acomodaticio. A los disidentes los persigue. Y siempre manipuló al pueblo como masa y lo arengó para reprimir a la oposición, ya sea mediante sistemas de vigilancia de vecinos contra vecinos o en masivas manifestaciones subsidiadas. Ahora, cuando el pueblo cambió de lado, simplemente le arrebató su derecho más preciado: el de reunión.

La fuerza pública reprimió a todos los líderes y ciudadanos que se aproximaron al Consejo Nacional Electoral para entregar más de un millón y medio de firmas, de las 200 mil que se necesitan para iniciar el revocatorio y para que el término presidencial baje de seis a cuatro años. La represión esta semana no necesitó ser tan férrea. El pueblo se dispersó rápido sabiendo que el abuso de poder está a flor de piel durante las crisis y es impune, como aquella en la que 43 estudiantes perdieron la vida por desafiar el poder.

A Maduro no le queda pueblo que lo apoye. No tiene una pizca de credibilidad y nadie lo respeta. El ex presidente uruguayo, José Mujica, dijo que estaba “más loco que una cabra” al criticar su forma torpe de gobernar. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, fue más lejos. Lo tildó de “dictadorzuelo” por desconocer al pueblo, al Congreso y advirtió que se le podría aplicar la Carta Democrática. Los dichos de Almagro resultaron agradables, por venir de una institución a la que por muchos años se la apreció de “insulza”, en honor al apellido de quien la dirigía.

El pueblo sabía que Chávez y Maduro no eran buenos administradores y desconfiaba que la “quinta república” sería la fórmula mágica prometida para redistribuir la riqueza. Pero calló por mucho tiempo debido a los subsidios y el clientelismo, moneda corriente que el gobierno usó para tapar robos, corrupción y escasez. En época de vacas flacas, cuando el precio del petróleo está por el piso y se produce el doble menos que hace dos décadas, se advierte con claridad que el chavismo desperdició sus mejores años exportando ideología en lugar de diversificar la economía.

No es difícil sugerir que Maduro es un mal político, pésimo administrador y que su tiempo se acorta. Quedó en evidencia esta semana cuando arengó al pueblo en cadena nacional a usar harinas alternativas a la del maíz para hacer arepas y arremetió contra la empresa Polar por no producir más cerveza. Es que la regla de oro indica que un Presidente o un líder dejan de serlo, cuando el micromanagement ocupa gran parte de su tiempo. trottiart@gmail.com


abril 02, 2015

Silencio cómplice sobre Venezuela

Hace rato que la democracia dejó de ser real en Venezuela; solo existe en apariencias. El régimen de Nicolás Maduro mantiene los procesos electorales y se aferra a su discurso antiimperialista para distraer la atención sobre la creciente inestabilidad.

Con elecciones y retórica, sin embargo, no le alcanza para esconder lo obvio: Violaciones sistemáticas a los derechos humanos, Congreso inoperante, Justicia incautada y opresión de las libertades políticas y de expresión; todo esto sumado a la desorientación del venezolano que se ve cada vez más reflejado en la miseria cubana.

Pese a todo, Maduro, así como su antecesor, se las ha ingeniado para comprar silencio. Generó censura y autocensura a fuerza de denunciar conspiraciones y golpes de Estado. Es que el silencio es para el chavismo parte esencial de su política de comunicación. Quienes desafían al régimen a nivel interno terminan golpeados, perseguidos, encarcelados y hasta denunciados y controlados por las milicias populares. Hacia afuera, su dispendiosa generosidad petrolera le ganó aliados, mientras el Alba, Unasur, Celac y Petro Caribe, organismos creados a imagen y semejanza, le sirvieron de autodefensa.

Muy pocos se atreven a criticar abiertamente a Maduro por estas razones, las mismas que supo aupar Fidel Castro por más de medio siglo. Pero está visto que Maduro no es Hugo Chávez ni Raúl es Fidel, de ahí que hasta los intelectuales de izquierda estén cautos y a la expectativa de lo que pase. Todos pueden celebrar cierta retórica antiyanqui, como la disparó en estos días el presidente ecuatoriano Rafael Correa, pero nadie puede justificar que los alcaldes opositores Leopoldo López, Antonio Ledesma y Daniel Ceballos sigan presos por rebelión y conspiración.

Los ruidos en contra de Maduro son cada vez más fuertes. Esta semana cosechó varios de importancia, como la del premio Nobel, Mario Vargas Llosa, quien arremetió contra los gobiernos más democráticos de la región, por guardar el mismo silencio que aquellos aliados del chavismo. Pero la voz más decidida surgió en España, cuando Felipe González anunció que asumía la defensa de López y Ledezma.

La decisión de González apareció en el momento justo. Desorientó a Maduro que por semanas ya venía construyendo toda una batahola contra el gobierno de Barack Obama tras haber sancionado a siete autoridades venezolanas por violación a los derechos humanos. Ingenioso con las palabras rimbombantes, Maduro aprovechó el “bad timing” de EEUU para petardear el protagonismo que Obama y Castro tendrían en la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, después de que ambos países reiniciaron las relaciones diplomáticas.

Además de desencajar a Maduro, lo de González sirvió para marcarle la cancha a los gobernantes latinoamericanos y crearle, al menos, cierta vergüenza pública por no criticar el totalitarismo cada vez más arraigado en Venezuela. Y pese a que el ex presidente colombiano, Ernesto Samper, ahora al frente del Unasur, siga criticando a EEUU por su injerencia en asuntos internos, todo gobernante sabe que las violaciones a los derechos humanos deben denunciarse aquí y en la china, porque escapan a temas de soberanía nacional como lo indican los tratados internacionales.

Es por demás sabido que EEUU, con sus políticas expresas y sus omisiones, es responsable de muchos desmanes así como de grandes avances en América Latina. Pero en este caso de las sanciones, es innegable que se ha convertido en una gran voz y la única de un gobierno en ejercicio para criticar y actuar en contra de los violadores de derechos humanos. Y aunque ahora el proceso parezca tortuoso, en el futuro, cuando se lea la historia, se podrá diferenciar a quienes quedaron callados de los que sintieron la responsabilidad de denunciar.

Además de lo meritorio por asumir la defensa de presos políticos, lo de González es relevante porque ilumina el deterioro democrático de Venezuela. Anima a muchos a salir al ruedo; pero, principalmente, aísla aún más a Maduro, que había aprovechado las sanciones de Obama para retomar las banderas del nacionalismo, realizar ejercicios militares y, lo más peligroso, legislar de espaldas al Congreso mediante una “ley habilitante antiimperialista” con la que volverá a limitar a la Justicia y controlar todavía más a los ciudadanos venezolanos. 

febrero 08, 2015

Crudo y cruda corrupción

A más de 100 dólares el barril el año pasado o ahora a menos de 50 dólares, el petróleo sigue siendo la gasolina que mueve al mundo. Influye en la geopolítica, transforma las relaciones diplomáticas y cambia nuestros hábitos de consumo.

Con menores ingresos por venta de crudo, a Vladimir Putin le resulta difícil mantener sus sueños por Ucrania y al gobierno de Irak detener el avance de los terroristas del Estado Islámico. El precio bajo permite a China reducir a la mitad su déficit comercial y en EEUU, con una gasolina que cayó de un dólar a 50 centavos el litro, los consumidores gastan la diferencia en gadgets y restaurantes, aunque también en camionetas de alto consumo, lo que pone en jaque los esfuerzos contra el calentamiento global.

La decisión de la Opec de mantener la producción alta y, por ende, los precios bajos, tiene efectos inconmensurables. Las nuevas relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba que iniciaron Barack Obama y Raúl Castro, impensadas meses atrás, fueron precipitadas por la caída del precio del crudo. Los Castro se volvieron más prácticos al quedarse otra vez sin flujo de caja, desde que observaron que la exportación de algo de los 100 mil barriles de petróleo que les regala el gobierno venezolano no tiene mayor impacto en sus finanzas. Advirtiendo que Venezuela ya no les resulta útil, así como antes descartaron a sus benefactores históricos, Rusia y China, los Castro se acercaron a su eterno rival, EEUU, su última y única carta de sobrevivencia.

Más drástico es el caso de Venezuela. El presidente Nicolás Maduro pasó de ser protagonista a tener influencia mínima en América Latina. En su nuevo papel de pordiosero, aprovechó esta semana foros del Alba y Unasur - creados por Hugo Chávez en épocas de esplendor petrolífero - para pedir a sus aliados que influyan ante EEUU por una “diplomacia de paz” y así recibir el mismo trato que el “imperio” le prodiga ahora a los Castro.

Lejos de lograrlo, en el frente interno Maduro disfraza su ineficiencia administrativa achacándole todos los males al gobierno estadounidense, al que acusa de propiciar la caída de los precios e iniciar así una guerra económica con el fin de derrotarlo. Ya nadie se traga el anzuelo. Las colas interminables y el desabastecimiento de carne de pollo, tampones o baterías para autos, fueron siempre característica intrínseca del chavismo, aun cuando el barril de crudo se cotizaba por arriba de los 100 dólares.

La adicción al petróleo condenó al chavismo a su autodestrucción. La caída del precio no tendría mayor impacto si el gobierno hubiera apostado a la diversificación económica. En cambio, malgastó recursos. Se dedicó a vender ideología y comprar alianzas para pelear contra EEUU en todos los frentes, sin advertir que la perorata ideológica, al mejor estilo cubano, no es suficiente para mantener ni a un régimen ni a un país.

En épocas de vacas gordas, Chávez y Maduro no ahorraron pensando en el futuro. Malgastaron recursos, no construyeron infraestructura, no diversificaron industrias, no invirtieron en educación especializada. Al contrario, mataron a la empresa privada, hicieron propaganda con educación y salud de cuarta, polarizaron y crearon mayor desigualdad entre clases sociales.

Distinto panorama tendría Venezuela si el gobierno en lugar de imitar al retrógrado y fracasado modelo cubano, hubiera mirado hacia los emiratos árabes, donde se comprendió que el petróleo es una materia prima agotable. Hoy los venezolanos gozarían de puentes y carreteras, industrias variadas, empleo, educación de primer mundo y menos pobreza.

El chavismo no es el único gobierno que deberá pagar factura histórica por haber malgastado tanta riqueza. Además de la malograda PDVSA, la mexicana PEMEX y la brasileña PETROBRAS también están condenando la ineficiencia de Enrique Peña Nieto, Dilma Rousseff y a sus antecesores. Recién ahora, en época de vacas flacas, cuando no hay dinero público para gastar y se debe raspar la olla de estas empresas, salió a relucir cuán profunda, arraigada y protegida está la corrupción en América Latina.

Es evidente que el precio del crudo tiene influencias geopolíticas insoslayables, pero no hay que dejarse engañar. La cruda realidad es que la mala administración pública de este recurso es lo que tiene mayor impacto negativo en nuestras sociedades.

diciembre 12, 2013

Maduro, eficiente en controlar la conversación

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, se distingue entre los líderes mundiales. Es el único que sobre la base de sus palabras, así sean estúpidas, cansinas o elocuentes, se mantiene vigente en la opinión pública nacional e internacional, a semejanza de su antecesor, el histriónico Hugo Chávez.

Como en los regímenes fascistas de antaño y utilizando el sistema de propaganda “gobbeliano” que los asesores cubanos reinventaron y le recomiendan a diario, Maduro no se priva de hablar de nada con tal de acaparar los titulares y controlar la conversación pública. Pero su sagacidad no está en el hecho de producir temas y titulares, sino en reinventarse con nuevos titulares cada siete días, y así desorientar a agencias internacionales, medios, ciudadanos, opositores,  que se quedan entretejiendo hipótesis, críticas e interpretaciones sobre los dichos de Maduro que él mismo se encarga de dejarlos en la historia unos días después.

En ese terreno, Maduro es líder. Rara vez se compromete en una conversación que otro haya iniciado, así sea un país extranjero o un medio local. Los titulares y las conversaciones los comienza y los termina él. Y en esa vorágine y cambalache de titulares consigue con desfachatez sus objetivos, porque cuando la crítica se centra en “millones y millonas de venezolanos y venezolanas”, él ya saltó a exigir una Ley Habilitante, cinco días después a propiciar saqueos en negocios de electrodomésticos, luego a controlar la reducción de precios por decreto y amenazas, luego a pertrechar a la población porque su cuerpo de inteligencia advirtió una conspiración yanqui, luego a decir que ganó las elecciones municipales por amplia mayoría o a crear alcaldes paralelos en las alcaldías que el chavismo perdió en las elecciones municipales del domingo pasado. Y así sucesivamente, Maduro se convierte en una usina de temas, titulares y conversaciones.

Desde hace 15 años, sobre la base de este tipo de propaganda, el chavismo se las ha ingeniado para estar en la cresta de la ola, haciendo que Venezuela se destaque en el contexto internacional, pese a que no es un país gravitante; de la misma forma que los hermanos Castro lo lograron con Cuba durante toda la Guerra Fría, algo desconcertante si uno considera que su PBI es más bajo que el de alguna mega ciudad latinoamericana como Sao Paulo o México.

Chávez y ahora Maduro, con diferente estilo, pero bajo la misma convicción de hablar hasta por los codos y sobre cualquier cosa, han sido muy eficientes en sus fines. Prueba de ello es que sobre la base de su gigantesco aparato de propaganda, a las ideas impuestas a nivel interno y externo, al control de la oposición y a las continuas victorias electorales, sin importar los medios utilizados, han podido tapar su ineficiencia administrativa, la corrupción galopante entre el liderazgo chavista y todos los demás vicios que formaron parte de todo movimiento fascista y anti democrático.


Se equivocaría aquel que piense que Maduro es un simple oportunista advenedizo víctima de su espontaneidad. Maduro, como Chávez, utiliza las siempre vigentes tácticas y estrategias de la propaganda de la que se han valido hombres insignificantes para convertirse en gestores de la historia. 

septiembre 10, 2013

Maduro contra los derechos humanos

Los ciudadanos venezolanos ya no tendrán donde acudir cuando se agoten los recursos judiciales internos de administración de justicia y sus derechos humanos sean violados.
Nicolás Maduro, fiel a la retórica del ex presidente Hugo Chávez que el 9 de setiembre de 2012 solicitó a su canciller renunciar a la Convención Americana de los Derechos Humanos y por ende a la jurisdicción de la Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), continuó con el proceso y a partir de hoy Venezuela ya asumió no tener responsabilidad internacional en estas materias.
La estrategia solo confirma que el gobierno venezolano, bajo la excusa siempre del intervencionismo extranjero, deja de asumir su responsabilidad internacional en materia de derechos humanos y a conveniencia deja los estándares de algunas organizaciones (CIDH/OEA) para estar bajo la tutela de otras que domina y donde no puede ser cuestionado (UNASUR).
Ayer, Maduro volvió a repetir y a reiterar los numerosos dichos de Chávez: “La Comisión y la Corte lamentablemente degeneraron. Se creen un poder supranacional, se creen un poder por encima de gobiernos legítimos del continente”, y con ello dejó por sentado que Venezuela se une a Trinidad y Tobago y al Perú de Alberto Fujimori como los países que se retiraron de la Convención después de estar suscriptas y haber ratificado el Pacto de San José.
Aunque Chávez y Maduro se hayan esforzado en criticar y desconocer cada opinión y fallo de la Comisión y la Corte, al considerar que ambas instituciones están secuestradas por el poder político del imperio estadounidense, en realidad lo que están haciendo es dejar desprotegidos a todos los ciudadanos venezolanos que antes acudían a la jurisdicción internacional en busca de justicia, reparaciones y desahogo cuando se les negaban sus derechos en el país.
Nunca Chávez y menos Maduro aceptaron esa jurisdicción y con ello el Estado (no el gobierno) jamás reconoció los derechos violados de sus ciudadanos, desconociendo pagar indemnizaciones por reparación moral o excarcelar a presos políticos o reabrir causas judiciales.
El retiro de Venezuela (el mismo día que Henrique Capriles introduce ante la CIDH una denuncia para desconocer los resultados de las elecciones que perdió por estrecho margen ante Maduro) es congruente con la política de aislamiento en materia de derechos humanos que hace dos años busca también el presidente ecuatoriano Rafael Correa que ha llamado a desmantelar el sistema y, al menos, que la CIDH no tenga sede en EE.UU. un país que junto a Canadá no ha ratificado la Convención.

Este retiro deja por el aire varios temas incumplidos por Venezuela, entre ellas 16 sentencias condenatorias e indemnizaciones por 9.700 millones de dólares en reparación para unas 300 víctimas, según datos que se desprenden de fallos de la Corte Interamericana.

agosto 06, 2013

Maduro, Murillo y Dios (en vano)

El presidente venezolano Nicolás Maduro apela cada vez más al sentido religioso como la primera dama nicaragüense, Rosario Murillo, con su “revolución rosa” con la que se confunde lo religioso con lo mítico, al usar el nombre de Dios en vano y con sentido netamente demagógico.

Esta vez, al cumplirse cinco meses de la muerte de Hugo Chávez, Maduro comparó a Chávez con el Cristo redentor, diciendo que el “Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez”, quien también vino a la Tierra para ayudar a los desprotegidos y a “proteger a los que nada han tenido”.

No es la primera vez que a la imagen de Chávez se la trata de endiosar para que su figura trascienda las épocas. Ya lo había comparado a Cristo el ex presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, durante su funeral el 5 de marzo pasado.

Maduro, este lunes, dijo que “Hugo Chávez, en el encuentro que tuvo con este mundo, se encontró con los valores de Cristo y se compenetró con sinceridad de corazón con los valores de nuestro redentor, el Cristo de los pobres, el Cristo de los humildes”.

La trascendencia religiosa de Maduro suena tan hueca y demagógica como la de la primera dama nicaragüense, quien compartió al lado del “compañero” Daniel Ortega, décadas de ateísmo sandinista, hasta que por obra y gracia de las divinidades de la política, cambió el rojo y negro sandinista, por el fucsia y el carmín. El fucsia representa su misticismo con el que ha pintado la mayoría de edificios públicos, de ahí que esta época haya sido tildada como la “revolución rosa”; mientras que el carmín, un color religioso, es el que representa el color de su amistad con su enemigo de antaño, el cardenal Miguel Obando y Bravo.

Su devoción por el cardenal la demuestra a diario, pero más convencida que nunca fue cuando le tocó presentarlo en la Plaza de la Fe el 19 de julio en el 34 aniversario de la revolución sandinista, mientras compartía el estrado con el venezolano Diosdado Cabello, su marido el “compañero” Daniel y el prelado: “Para invocar al Altísimo, al Todopoderoso, al Gran Espíritu, al Supremo Hacedor, a la Fuerza que nos mueve, desde la vida, hacia la vida, con nosotros en esta Plaza de la Fe San Juan Pablo II, su Eminencia Reverendísima Cardenal Miguel Obando y Bravo”, dijo Murillo como si se tratara de una centellante presentadora de circo.  

En esta nueva religiosidad de izquierda, tanto Maduro como Murillo – incluso Ortega – siempre invocan a Dios, la Fe y a Chávez como si se tratara de la misma Trilogía Divina. En esta invocación en vano del nombre de Dios, tratan de acercarse a las masas manipulando sus sentimientos religiosos para perpetuarse en el poder. 

junio 06, 2013

Hugo Chávez, el periodista

El régimen chavista se las ingenia todos los días para mantener la memoria de Hugo Chávez intacta y seguir con la agitación propagandística en torno al extinto  líder. Ahora, una fundación venezolana le acaba de otorgar a Chávez un galardón post morten, el Premio Nacional de Periodismo 2013.

El premio a Chávez por periodismo recuerda a la jugada de mal gusto que prestó en los últimos años la Universidad de la Plata en Argentina que otorgó distinciones similares tanto a él como al presidente ecuatoriano Rafael Correa, quienes no se destacan justamente por defender la libertad de prensa ni al periodismo independiente, sino todo lo contrario.

El premio a Chávez es una burla y un insulto a la profesión de periodistas. Tiene la misma intensidad que podría tener el premio Nobel de la Paz si se lo otorgaran al ex presidente estadounidense George Bush, el de la niñez feliz al ex cantante Michael Jackson o el del apoyo al desarrollo de las mujeres al ex director del FMI, Dominique Strauss-Kahn.  

El galardón a Chávez le fue otorgado por su lucha en contra de “la mentira y la manipulación mediática”, información que él consideraba estaba siempre obedeciendo a las directivas del imperio, lo que le permitía siempre insultar y agredir a periodistas, así como cerrar medios de comunicación.

También se argumenta que Chávez devolvió la palabra y el protagonismo al pueblo venezolano, hizo suya la causa de los oprimidos del mundo, de Latinoamérica y el Caribe, a través de los medios públicos que creó en su país. Pero eso no puede estar más ajeno a la realidad. Chávez no creo medios públicos, sino estatales, diseñados para el mensaje gubernamental y para excluir a cualquier otro sector de la sociedad.

Aún peor, Chávez, y muy especialmente ahora Maduro, tienen una política “muy argentina y ecuatoriana” de lidiar con el tema de los medios, ya que en lugar de cerrarlos directamente para evitar la crítica internacional, los amenazan y extorsionan hasta ahogarlos financieramente para que sus propietarios estén dispuestos a vender como única y última alternativa.

De esa forma, Globovisión, la única televisora crítica e independiente, acaba de ser vendida a allegados al chavismo que ya cambiaron por una política editorial más azucarada para el régimen de Nicolás Maduro, así como la cadena Capriles que publica el tabloide de mayor circulación, últimas Noticias y los diarios especializados El Mundo y Líder, dedicados a los negocios y deportes, respectivamente.


Si de algo ni siquiera Chávez se lo hubiera podido creer, es haber recibido este premio nacional de periodismo. Lisa y llanamente es una burla.

abril 21, 2013

La UNASUR parcializada


La OEA no es una institución que se haya destacado por su eficiencia, pero al menos ha mantenido cierta coherencia frente a otras instituciones hemisféricas, como la UNASUR, que se ha destacado por su parcialidad.

Creada bajo la influencia de Hugo Chávez, esta organización demostró esta semana ser totalmente parcial favoreciendo al presidente electo de Venezuela, Nicolás Maduro, durante la reunión de emergencia de presidentes en Lima, que sirvió para avalar una elección sin reparar que el proceso electoral fue denunciado por graves vicios.

Se sabía que la discusión de UNASUR tendría resultado previsible, por cuanto hasta Maduro estuvo presente, habiéndose tenido que disculpar para no generar presiones en sus miembros y para que no haya siquiera apariencia de conflicto de interés. Pero a Maduro no le importan mucho las apariencias.

El año pasado esta organización se expresó muy fuerte contra la destitución de Fernando Lugo en Paraguay, favoreciendo el pedido de Venezuela y de Argentina para que Paraguay fuera apartado del Mercosur. Se trató de una medida que le vino a Chávez como anillo al dedo, justamente por el Senado paraguayo era el único escollo que bloqueaba la entrada de Venezuela a esa entidad comercial.

En esos días UNASUR tampoco recriminó que Maduro estuviera en los cuarteles militares paraguayos tratando de convencerlos de que se levantaran en armas ante el inminente juicio político contra Lugo.

Tampoco se puede esperar que UNASUR vaya a decir algo ahora que el gobierno de Evo Morales está haciendo una intrincada interpretación de la Constitución para volver a intentar su reelección. Hacerlo, claro, sería intervenir en los asuntos internos de un país por lo que irónicamente esa será la excusa para su silencio.

UNASUR es un club de conveniencias y parcializado.     

marzo 29, 2013

Nombre de Chávez en vano


El presidente Hugo Chávez no fue embalsamado como dijo Nicolás Maduro ni bajará de los cielos con Jesucristo en el Juicio Final como pretende el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, ni debe haber sido recibido en el cielo por Bolívar y otros próceres políticos y religiosos venezolanos como describe el video de la televisión gubernamental. Pero, igualmente, la maquinaria chavista está jugando con armas de la religiosidad popular, la propaganda y el sentimiento de la gente para convertirlo en símbolo viviente de la campaña electoral.

Sin Chávez, Maduro no se siente seguro frente a Enrique Capriles, con Chávez difícilmente habrá otro resultado que su victoria, de ahí la necesidad de que el duelo por Chávez continúe, tal cual la necesidad de un deportista de consumir esteroides para mejorar su rendimiento y posibilidades de ganar.

Que haya gente que lo ubique a Chávez tan profundo en sus sentimientos como a cualquier imagen de veneración debe ser entendido y respetado. Pasó ya con varias imágenes de personajes y figuras de otros países, como el caso de Evita en Argentina, a quien muchos, todavía ahora, le anteceden el adjetivo santa, antes de citar su nombre, o critican a la Iglesia por no haber hecho nada por beatificarla.

Pero más allá del entendimiento por la gente que ha tenido y siente una conexión especial con Chávez, lo que no puede ser respetado es la manipulación que de su imagen hace el gobierno con tal de hacer cualquier cosa para lograr la victoria. De la misma forma en vano que lo hacía Chávez, con tal de envolver su enfermedad y vida en una burbuja de religiosidad, esa misma soberbia la está usando Maduro a su favor. El otro día en campaña proselitista – contraria a las disposiciones vigentes – habló de resurrección de Chávez y si bien no aludió el tema directamente como la estupidez de presidente iraní, utilizó el verbo para confundir y manipular a la gente. Maduro dijo que el 14 de abril se verá el triunfo chavista como la “revolución de resurrección”, hablando en términos de paz y amor, como si estuviera en una parroquia católica o en un templo evangélico en lugar de en plena calle y en campaña proselitista.

Esto, horas antes de que la televisión gubernamental – no existe TV pública en Venezuela – Vive TV, sin ningún tipo de tapujo mostrara un video de dibujitos animados en el que Chávez entra a los cielos y se sorprende por estar en compañía de Simón Bolívar, Ernesto “che” Guevara, Salvador Allende, Augusto César Sandino y Eva Perón, entre otras figuras.

Lo mismo está ocurriendo ahora en el Cuartel de la Montaña, donde el chavismo ha permitido a la gente la construcción y uso de un pequeño oratorio llamado “Santo Hugo Chávez”, una pequeña capilla precaria con techo de hojalata, que sirve a los peregrinos para depositar sus ofrendas y elevar plegarias a quien ya consideran más santo que a cualquier otro.

Seguramente este será el lugar de oración y culto que Maduro escogerá apenas termine la elección y se sepa de su posible triunfo, para venir a agradecer al comandante y seguir prometiéndole un liderazgo leal a los ideales que implantó en vida. La gente delirará y Chávez seguirá resucitado para muchos quienes le deben haber recuperado su dignidad que otros gobiernos no supieron darle.

Lo más lamentable es que el nombre de Chávez en vano seguirá utilizándose para tapar todo lo que Chávez y su movimiento autoritario - como otros populismos – ha hecho para continuar en el poder, como la utilización de los recursos públicos de todos los venezolanos y la usurpación de todos los poderes del Estado para su propio beneficio.



marzo 25, 2013

Capriles con pocas chances


Todavía sin que se haya abierto oficialmente el tiempo de campaña electoral para las elecciones presidenciales de Venezuela, el presidente encargado, Nicolás Maduro, aventaja a Enrique Capriles en la cantidad de actos públicos, en los recursos públicos utilizados en su campaña que comenzó en diciembre cuando Hugo Chávez se fue para La Habana y en la cobertura que recibe en los medios gubernamentales de comunicación.

En Venezuela no existen medios de comunicación públicos. De las nueve cadenas de televisión cinco son del Estado o mejor dicho del gobierno, ya que son usadas para hacer propaganda a favor del chavismo y donde el gobernador Capriles solo consigue algunos minutos de crítica. Del resto de televisoras, la única crítica es Globovisión, cuyo propietario mayoritario, anunció desde el exilio, que ya la puso a la venta; mientras se sabe que el comprador es un allegado del chavismo. Otros medios privados, como muchas radioemisoras, si no se ajustan a la pauta oficial, corren el riesgo de ser cerradas, como ya le ocurrió a varias decenas de ellas, por lo que la autocensura a favor del régimen es galopante.

Es muy poco probable que en 15 días hábiles de campaña, Capriles pueda hacer mucho. La campaña continuada de Maduro, la movilización de las bases del chavismo, el duelo por la muerte de Chávez y la revitalización de su imagen en el marketing popular, ayudan para que la fuerte crisis económica, la inflación, el desempleo pasen por ahora desapercibidas o para hacer ver que el problema de la inseguridad perteneció a un gobierno del pasado, como si no se tratara del mismo.

Será muy difícil que Capriles pueda sobreponerse a la gran mentira del chavismo - de violar la Constitución con un presidente encargado por el solo hecho de que Chávez lo designó su sucesor y de haber creído en un Chávez que en plena campaña de octubre dijo que estaba curado del cáncer – y quedar en igualdad de condiciones para tratar de acceder a la Presidencia. Tiene pocas chances.

marzo 09, 2013

Chávez "forever"


La despedida de Chávez terminó siendo una prolongación de la polarización constante que el chavismo y el propio Hugo Chávez crearon en Venezuela. Nicolás Maduro tenía la oportunidad de mostrarse diferente, conciliador, pacificador, en cambio dio un discurso en el que mostró que quiere seguir en la misma tónica.
Se trata de una fórmula calculada, tal vez la única que conoce para retener el poder. Un  chavismo diferente seguramente perdería su base movilizada. Un chavismo diferente jamás hubiera permitido transgredir la Constitución como se hizo, pisoteando la institución presidencial, sirviéndose de un Tribunal Supremo totalmente dependiente del Ejecutivo.
En su encendido discurso Maduro dijo que “jamás en 200 años se mintió tanto sobre un hombre, ni aquí, ni en el mundo" y volvió a acusar a los enemigos por “traición de la patria”, es decir prácticamente el 43% de los venezolanos que no han votado por Chávez en las elecciones de octubre y muchos otros que tampoco creyeron que Chávez se caracterizaba por decir la verdad. Luego se extralimitó cuando al hacer comparaciones con Bolívar, estableció que Chávez sufrió más, tratando de emanciparlo como la gran víctima del mundo, vilipendiado por los de adentro y por los de afuera, sobre la base no solo de malentendidos sino también de conspiraciones constantes.
Lo más contradictorio de su discurso fue cuando dijo que “si alguien quiere saber quién fue Hugo Chávez, lean su Constitución, conozcan su letra y su acción. Aquí esta nuestra guía", una Constitución que el propio chavismo y Chávez pisotearon cientos de veces, especialmente horas después cuando Maduro asumió como presidente encargado, contrario a lo que establece la Carta Magna. ¿Cómo se puede pensar bien de un gobierno, cuando su primer acto es ilegítimo?  
Lo bueno en el sepelio es que confluyeron personajes y representantes de gobiernos de distintas ideologías para rendir sus respetos, incluidos algunos líderes alejados del pensamiento de Chávez, como Sebastián Piñera y Enrique Peña Nieto. Me extrañó, no obstante, que se le haya dado la ovación más grande al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, por encima de Raúl Castro, Rafael Correa y Evo Morales o del reverendo estadounidense Jesse Jackson, quien habló de la cultura, el deporte y el petróleo como características que unen a Venezuela y EE.UU., pero no dijo nada sobre la democracia y los derechos humanos que siempre fueron los puntos débiles del chavismo.
Lo del líder iraní fue sorprendente porque prometió muchas cosas para Venezuela que nunca cumplió, quedándole en el tintero grandes proyectos de infraestructura o habiendo dejado algunas frases célebres demasiado sarcásticas y cínicas para el cristianismo como aquella de que Chávez resucitará y junto a Jesucristo bajará a la tierra para imponer paz y justicia.
Lo del iraní no es otra cosa que un favor al chavismo para seguir alimentando el narcisismo y el culto a la personalidad de la figura de Chávez, lo que siempre ha impuesto como objetivo principal en el país para mantener lo que en propaganda se llama agitación de las masas. De ahí luego que el hecho de embalsamar el cuerpo de Chávez haya sido un paso natural del rito y culto a la personalidad que se quiere eternizar.
De esa forma, como lo hicieron otros regímenes populistas en el mundo - al contrario del pensamiento sublime de los egipcios sobre la trascendencia de la vida en el más allá - el movimiento chavista se aprovecha de la inercia de las masas para instalar a un Chávez forever, que le sirva de gasolina y oxígeno para todos sus fines terrenales.
Es probable que la figura de Chávez le alcance al chavismo para mantener el poder, especialmente porque 30 días es un lapso de tiempo escaso en el que el duelo y las emociones seguirán siendo reivindicados por el gobierno no solo como armas de respeto, sino también de propaganda proselitista.
El futuro es incierto. La profunda crisis económica en la que Chávez dejó sumida a Venezuela jugará un papel clave y pudiera ser un punto de inflexión en la política venezolana. El autoritarismo, como el de Cuba, puede ser la única fórmula capaz de mantener la cohesión política cuando la economía falla, pero aun así, ni la Unión Soviética pudo sobrevivir a la presión económica.
Un Chávez forever, políticamente hablando, solo será posible mientras la economía arroje índices razonables.  

marzo 04, 2013

Democracia y poder popular


La cantidad de votos que consigue un candidato no define el nivel de democracia de un país. Por eso ni el impresionante 57% conseguido por Rafael Correa en su reelección del domingo, ni el 55% de Hugo Chávez en 2012 o el 54% de Cristina Kirchner en 2011, los convierte automáticamente en presidentes democráticos.

El proceso electoral es solo un aspecto de la democracia. También es importante la división de poderes, los métodos de fiscalización y contrapesos, la transparencia de la gestión pública, la libertad de prensa, la tolerancia y respeto por las minorías.

El argentino Juan Domingo Perón, el peruano Alberto Fujimori y varios líderes mexicanos durante los 71 años del PRI en el mando, son algunos ejemplos de presidentes que ganaron elecciones con amplio apoyo popular. Sin embargo, fueron tan o más autoritarios que algunas dictaduras que usurparon el poder.

Antes como ahora, medir la democracia solo por el número de votos sería una equivocación. Siempre el “poder popular” fue amasado con vicios y clientelismo político en base a reformas constitucionales, prebendas, compra de votos, fraude, propaganda desmesurada, presiones y contubernios políticos a cambio de privilegios o favores futuros.

No se puede desconocer que Correa logró importantes avances económicos y que sacó a millones de la pobreza a través de un nacionalismo que considera revolucionario. Pero esos logros tampoco definen una democracia; el tirano chileno de derecha, general Augusto Pinochet, y el dictador de izquierda peruano, general Juan Velasco Alvarado, también desarrollaron la economía de sus países.

Correa fue construyendo su poder político imponiendo cortapisas a los otros poderes, a los que ha descalificado por corruptos, desestabilizadores y oligarcas. Así, como Chávez, Daniel Ortega en Nicaragua y ahora pretende Kirchner en Argentina, la “democratización” de la justicia, fue para asegurarse que los jueces siempre favorecieran las pretensiones de su gobierno.

En materia de libertad de prensa Correa fue más radical y ya anunció que lo será aún más en su nuevo mandato. Al celebrar su victoria dijo que la prensa “mercantilista, manipuladora y corrupta” fue derrotada en las elecciones (¿?), por lo que prometió que el congreso, ahora de mayoría oficialista, aprobará la Ley de Comunicación.

A su democratización de los medios la vende muy bien, pero es solo excusa para coartar el último bastión de crítica y gobernar a sus anchas, ya que la futura ley tiene el mismo diseño “democratizador” que la reforma judicial. Entre sus aspectos más graves, establece una nueva recomposición de medios dejando en manos privadas solo al 33%, mientras que al Estado y a los sectores comunitarios también les otorga un 33% de propiedad a cada uno.

A simple vista, la distribución es pareja y la comunicación pinta más plural. Pero la  democracia y la libertad de prensa requieren de una gran diversidad de medios independientes para que fiscalicen al poder, característica que solo tienen los medios privados comerciales. El Estado, por la experiencia actual en Ecuador, Argentina, Venezuela y Nicaragua, ha creado gigantescos aparatos de medios gubernamentales que no usa como públicos (autónomos, con espacio para todos los sectores, incluidas las minorías), sino para diseminar propaganda, por lo que su función es demagógica, no democrática.

Con los medios comunitarios o del “poder ciudadano” - que bien servirían para dar voz a las comunidades que no la tienen – sucederá lo mismo que en Venezuela, donde fueron entregados solo a instituciones chavistas y acríticas del gobierno. Además, su debilidad radica en que no tienen función fiscalizadora ni investigativa y, debido a que reciben subsidios estatales, son fácilmente controlables.

El presidente hondureño Porfirio Lobo, cansado de las denuncias en su contra, también quiere “democratizar” a los medios. Ya tiene un anteproyecto de ley de comunicación muy “estilo Correa”, con los mismos beneficios para el gobierno, en detrimento del sector privado al que busca “disciplinar”.

En fin, cada presidente se busca un lugar en la historia. Todas estas trabas que ahora les otorgan grandes facilidades para gobernar, son las mismas que identificarán los historiadores del futuro para distinguir entre mandatarios demócratas y autoritarios. 

marzo 02, 2013

Venezuela insostenible


Los rumores arrecian y las tropas también. Ayer, camiones militares cargados con soldados se vieron en varios puntos del país, mientras el vicepresidente Nicolás Maduro admitía que Hugo Chávez está muy delicado, sometido a quimioterapia, mientras acusaba a los “medios fascistoides” de crear rumores, incertidumbre e inestabilidad.

En realidad, no fue tan así, los medios y los periodistas, debieron salir a corroborar noticias sobre si era verdad lo que inundaba las redes sociales, en relación a saqueos en los supermercados y comercios, lo que no pudieron comprobar.

Uno puede admitir que los partidarios chavistas, como Maduro, hablen de que la obra de Chávez es hermosa, pero no por ello se puede dejar de criticar y denunciar el engaño que este gobierno ha creado alrededor de la salud del Presidente.

Los rumores son un estadio natural de la comunicación cuando se escatima la información, se desinforma y se manipula la información sobre asuntos de sumo interés público como la salud de un mandatario.  

Tarde o temprano la verdad se sabrá, ya el gobierno no puede sostener mucho más sus intenciones ni mentiras. Y tendrá que asumir responsabilidades.

febrero 08, 2013

Chávez: Ver para creer


Los refranes son pura sabiduría popular. Uno de los más notables es “ver para creer” que recomienda dar credibilidad solo a aquello que podemos constatar con la vista.
Es tal vez el menos práctico en Venezuela, a dos meses de la desaparición física de la esfera de la opinión pública del presidente Hugo Chávez. Su ausencia, permitida por la enfermedad, y la continuidad de su Presidencia, justificada por la Corte Suprema de Justicia, levantan razonables sospechas sobre la suerte del Presidente.

Es muy raro que un presidente tan personalista como Chávez esté firmando cartas como la leída por Nicolás Maduro en Chile, enviando saludos a los venezolanos o reuniéndose y haciendo bromas con sus ministros, sin siquiera hablar por segundos ante una cámara o efusivamente descargar alguna frase por el micrófono de una radio o por su cuenta de twitter.

Su personalidad, tan autoritaria, narcisista y personalista no se lo permitiría. Si estuviera por volver a tomar el poder, ya hace rato que hubiera dado signos de vida o recuperación.

Muchos recuerdan que el hermético gobierno de La Habana, por lo menos cuando se trató de la convalecencia de Fidel Castro, siempre se las arreglaba para sacar una foto en su traje adidas, ante la visita de algún mandatario. Chávez está desaparecido totalmente, de ahí que Henrique Capriles haya exigido que se muestre o que de una vez por todas, si las intenciones son proceder con las elecciones, hacerlo pronto y de una vez.

Muchos temen que Chávez haya muerto pero evitan decirlo por miedo a que el chavismo tenga un as debajo de la manga para mostrar su mejor carta en las próximas semanas. Otros creen que la recuperación que acusó Maduro no es tal y que la demora es solo encontrar tiempo para acicalar al chavismo e ir unido a las próximas elecciones. Otros sueñan con que Chávez se ponga bien y retome las riendas del país.

El panorama no es fácil. Chavismo sin Chávez será, tarde o temprano, chavismo dividido. Maduro y Diosdado Cabello tendrán que negociar para tomar poder, y en esa negociación algo tendrán que dar a cambio, lo que terminará por debilitarlos. Ninguno, además, tiene el carisma ni el consenso ni el arrastre que genera Chávez.

Más se demora el gobierno en ser trasparente sobre este asunto, menos legitimidad tendrá para gobernar, pese a que pueda incluso ganar una elección.

Ver para creer. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...