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abril 02, 2015

Silencio cómplice sobre Venezuela

Hace rato que la democracia dejó de ser real en Venezuela; solo existe en apariencias. El régimen de Nicolás Maduro mantiene los procesos electorales y se aferra a su discurso antiimperialista para distraer la atención sobre la creciente inestabilidad.

Con elecciones y retórica, sin embargo, no le alcanza para esconder lo obvio: Violaciones sistemáticas a los derechos humanos, Congreso inoperante, Justicia incautada y opresión de las libertades políticas y de expresión; todo esto sumado a la desorientación del venezolano que se ve cada vez más reflejado en la miseria cubana.

Pese a todo, Maduro, así como su antecesor, se las ha ingeniado para comprar silencio. Generó censura y autocensura a fuerza de denunciar conspiraciones y golpes de Estado. Es que el silencio es para el chavismo parte esencial de su política de comunicación. Quienes desafían al régimen a nivel interno terminan golpeados, perseguidos, encarcelados y hasta denunciados y controlados por las milicias populares. Hacia afuera, su dispendiosa generosidad petrolera le ganó aliados, mientras el Alba, Unasur, Celac y Petro Caribe, organismos creados a imagen y semejanza, le sirvieron de autodefensa.

Muy pocos se atreven a criticar abiertamente a Maduro por estas razones, las mismas que supo aupar Fidel Castro por más de medio siglo. Pero está visto que Maduro no es Hugo Chávez ni Raúl es Fidel, de ahí que hasta los intelectuales de izquierda estén cautos y a la expectativa de lo que pase. Todos pueden celebrar cierta retórica antiyanqui, como la disparó en estos días el presidente ecuatoriano Rafael Correa, pero nadie puede justificar que los alcaldes opositores Leopoldo López, Antonio Ledesma y Daniel Ceballos sigan presos por rebelión y conspiración.

Los ruidos en contra de Maduro son cada vez más fuertes. Esta semana cosechó varios de importancia, como la del premio Nobel, Mario Vargas Llosa, quien arremetió contra los gobiernos más democráticos de la región, por guardar el mismo silencio que aquellos aliados del chavismo. Pero la voz más decidida surgió en España, cuando Felipe González anunció que asumía la defensa de López y Ledezma.

La decisión de González apareció en el momento justo. Desorientó a Maduro que por semanas ya venía construyendo toda una batahola contra el gobierno de Barack Obama tras haber sancionado a siete autoridades venezolanas por violación a los derechos humanos. Ingenioso con las palabras rimbombantes, Maduro aprovechó el “bad timing” de EEUU para petardear el protagonismo que Obama y Castro tendrían en la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, después de que ambos países reiniciaron las relaciones diplomáticas.

Además de desencajar a Maduro, lo de González sirvió para marcarle la cancha a los gobernantes latinoamericanos y crearle, al menos, cierta vergüenza pública por no criticar el totalitarismo cada vez más arraigado en Venezuela. Y pese a que el ex presidente colombiano, Ernesto Samper, ahora al frente del Unasur, siga criticando a EEUU por su injerencia en asuntos internos, todo gobernante sabe que las violaciones a los derechos humanos deben denunciarse aquí y en la china, porque escapan a temas de soberanía nacional como lo indican los tratados internacionales.

Es por demás sabido que EEUU, con sus políticas expresas y sus omisiones, es responsable de muchos desmanes así como de grandes avances en América Latina. Pero en este caso de las sanciones, es innegable que se ha convertido en una gran voz y la única de un gobierno en ejercicio para criticar y actuar en contra de los violadores de derechos humanos. Y aunque ahora el proceso parezca tortuoso, en el futuro, cuando se lea la historia, se podrá diferenciar a quienes quedaron callados de los que sintieron la responsabilidad de denunciar.

Además de lo meritorio por asumir la defensa de presos políticos, lo de González es relevante porque ilumina el deterioro democrático de Venezuela. Anima a muchos a salir al ruedo; pero, principalmente, aísla aún más a Maduro, que había aprovechado las sanciones de Obama para retomar las banderas del nacionalismo, realizar ejercicios militares y, lo más peligroso, legislar de espaldas al Congreso mediante una “ley habilitante antiimperialista” con la que volverá a limitar a la Justicia y controlar todavía más a los ciudadanos venezolanos. 

febrero 22, 2015

El populismo y las nuevas mayorías

Con las marchas de #F18 en Buenos Aires y Caracas pidiendo justicia por un fiscal muerto y un alcalde preso, el ciclotímico péndulo de la política latinoamericana pareciera que está iniciando su oscilación hacia el otro extremo.

Los gobiernos populistas de Cristina de Kirchner y Nicolás Maduro recordarán que en esta fecha no fueron desafiados sus gobiernos, sino la forma de gobernar. Las protestas por la muerte dudosa del fiscal Alberto Nisman y el arbitrario encarcelamiento del alcalde Leopoldo López desde hace un año, son síntoma de dos sociedades que se cansaron de la impudicia y la inmunidad del poder.

Ambos gobiernos perdieron mucho de la popularidad que ostentaban en otras épocas, en parte real y en parte ficticia, creada con clientelismo, demagogia y propaganda. Hasta ahora reinaron a base de divisiones y polarización, pero en el camino generaron más desigualdades de las que prometieron remediar.

Así como otros discursos e ideologías se fueron extinguiendo, desde la neoliberal a la nacionalista o de la socialdemócrata a la progresista, el populismo latinoamericano está tocando fondo y desacreditado. En Argentina y Venezuela la inflación es agobiante, la corrupción exorbitante y la inseguridad desconcertante, razones que han dejado a estos populistas sin sus acostumbradas mayorías. Ni Kirchner ni Maduro juntan más del 20 por ciento de aprobación y las nuevas mayorías los culpan del desparpajo actual.

Las nuevas mayorías son espontáneas y heterogéneas. Ya no son cacerolazos en barrios pudientes o mitines liderados por opositores en sedes de partidos, sino marchas, tuits y desesperanza convocadas por fiscales y jueces asediados. Las nuevas mayorías incluyen a desesperados de todos los estratos sociales, cansadas de tanta inseguridad e injusticia, y que el derecho a la expresión y el disenso siempre sea descalificado por apátrida y golpista.

Las protestas del #F18 desafiaron la arrogancia y el atropello como forma de gobernar. Las nuevas mayorías están molestas de que sus gobiernos no reconozcan errores y desestimen la autocrítica. Que miren hacia otro lado o hacia Atucha, que sigan armando contramarchas y actos oficiales con militantes pagados o usando cibermilitantes para invadir redes sociales con etiquetas #TodosconCristina, cuando el clamor es por justicia y #TodosconNisman.

Las nuevas mayorías son desconfiadas. Ya no creen en la cancillería argentina cuando envía cartas acusando a los servicios de inteligencia israelíes y estadounidenses de todos los males, desde la muerte de Nisman al atentado de la AMIA. Tampoco creen en el encarcelamiento intempestivo y violento esta semana del alcalde opositor de Caracas, Antonio Ledezma, a quien Maduro acusa de conspirar en EEUU y estar detrás del intento número mil de golpe de Estado, a razón de dos por día de su corta presidencia.

Las nuevas mayorías están cansadas de las excusas y máscaras, de las mentiras y chivos expiatorios. Quieren saber la verdad. Y aunque la mala economía agobie, las marchas no reclaman pan sino que se termine el circo. Reclaman justicia tanto por Nisman como antes por María Soledad, José Luis Cabezas y Axel Bloomberg. En Venezuela no se reclama por la fastidiosa escasez de papel higiénico, sino por la impúdica muerte de decenas de estudiantes que hace un año fueron asesinados por la seguridad del Estado, disfrazándoseles de golpistas.

Los gobiernos populistas han perdido el norte porque se han creído dueños del Estado. Han utilizado recursos de todos como si fueran propios. Han confundido su llamado a ocupar oficinas para administrar la cosa pública, con la plaza para fabricar ideología. Han arengado a las masas, pero no han empoderado a los ciudadanos. Por más de una docena de años en Argentina o más de 15 en Venezuela, los populistas han perdido las oportunidades y están desgastados. Difícilmente podrán recuperar en meses lo perdido en años.

Aunque nunca se debe pecar de ingenuos ante regímenes que usan los recursos de todos para reinventarse y contraatacar, los numerosos frentes abiertos en lo económico y político terminarán por condenar a estos gobiernos. La memoria de Nisman y los casos de López y Ledezma, pesarán demasiado en los procesos electorales de fin de año en ambos países. Las nuevas mayorías están hartas y sentenciarán. 

marzo 26, 2014

A juicio, la eficiencia de UNASUR

La misión de UNASUR, aquella entidad orquestada por Hugo Chávez para neutralizar a la OEA a la que acusaba de estar manipulada por EE.UU., está en Venezuela con el firme propósito de Nicolás Maduro de que debe respaldar su posición y acusar a la oposición, incluidos los estudiantes, de que se sigue planeando la mayor conjura de todos los tiempos.

La UNASUR está entre la espada y la pared. Por un lado, a su llegada, Maduro anunció la detención de tres generales de la Fuerza Aérea que estarían intentando un golpe de Estado bajo mandato de la oposición, una especie de golpe de suerte – si fuera verdad – o de golpe propagandístico desvergonzado para minar las intenciones de los cancilleres de Paraguay y Colombia que querían que su misión no esté atada a los designios del gobierno y así poder entrevistarse con miembros de la oposición.

Por otro lado, la misión no podrá dejar de evidenciar que la mayoría de los 34 muertos, centenares de heridos y detenidos son causa y efecto de los abusos de Estado para controlar las protestas, situación agravada por la ilegítima quita de fueros a la parlamentaria María Corina Machado, el encarcelamiento de Leopoldo López y de otros dos alcaldes no chavistas, por una Justicia que actúa al son del poder político y unos medios de comunicación y redes sociales que deben sobrevivir bajo la censura directa y la autocensura por temor a mayores represalias.

A la luz de los estándares internacionales sobre derechos humanos y principios democráticos no harían falta muchos más elementos para considerar a este gobierno venezolano como el más totalitario y fascista de la región, a excepción del cubano de los hermanos Castro, por supuesto.

Justamente a imagen y semejanza de Cuba, en Venezuela, donde no se permite  a la Comisión de Interamericana de Derechos Humanos ni a la OEA ni a organismos europeos evaluar in situ la situación, sino solo a aquellos organismos de conclusiones predeterminadas, la UNASUR llega como anillo al dedo para un régimen que pide a gritos que se le siga legitimando su accionar autoritario y fachada democrática.


Así, a no ser que prevalezca la independencia de criterios, la corta vida de la UNASUR se verá aún más acotada, utilizada y manipulada por un régimen que tiene en sí mismo todos los vicios y pecados que les achaca a los demás.

febrero 16, 2014

Maduro enfrenta a la verdadera revolución

Reprimir y disentir son las dos caras de una misma moneda que en Venezuela se ha acuñado gracias a la polarización que por años generó el chavismo y que hoy promueve con determinación el presidente Nicolás Maduro, a instancias de instalar un régimen cada vez más parecido al anacrónico cubano.

Maduro sigue el libreto perfecto de los hermanos Castro que han ideado reformas para conseguir simpatías y justificar un comunismo decadente que solo ha servido para acaparar miseria, destrucción y enajenar libertades de reunión y expresión, mediante represión y cárcel.

En ese ambiente polarizado, donde no existe autocrítica y las culpas las tienen todos los demás -  opositores, empresarios, gobiernos extranjeros y periodistas - Maduro ha cerrado los puños. Denuncia conspiraciones y acusa golpes de Estado, justificándose para seguir disparando fusiles y defender la revolución, en un juego maquiavélico que le sirve para desviar la atención de una crisis de ilegitimidad política e ineficiencia económica.

A sabiendas que no puede legitimarse acusando a los estudiantes universitarios de desestabilización, Maduro arremetió contra la oposición tras la marcha del miércoles que dejó tres muertos, cientos de heridos y detenidos. Mandó a encarcelar a Leopoldo López, amenazó a María Machado y se desmarcó de Henrique Capriles, incentivando la división de un grupo opositor que ya no es sólido y que diluyó sus denuncias, así sean por fraude electoral, corrupción, el lugar de nacimiento del Presidente o por la escasez de repuestos, medicamentos y alimentos.

Argumentan desde el gobierno que la defensa del régimen proviene del pueblo, pero se esconde que ese “poder popular” no es otra cosa que populismo y clientelismo acérrimos. Todo venezolano sabe que resistir al régimen es en vano, no votar a su favor implica acumular represalias, desde ser despedido o no conseguir trabajo, hasta no acceder a cupo en la escuela para sus hijos o una cama de hospital.

En esa manía por asemejarse a su idolatrada Cuba, el gobierno apunta contra los derechos de reunión y de expresión. Contra el primero, como se vio este miércoles, azuza a sus milicias populares armadas hasta los dientes y sin control, para que se filtren en las marchas a disparar y matar, y así sembrar caos y miedo.

Contra la expresión no es menos burdo. Crea leyes restrictivas e impone multas desproporcionadas para que los medios controlen su lenguaje. Para ese control  informativo, perseguido desde la época de Hugo Chávez, el gobierno se armó de periódicos, televisoras y agencias de noticias, ya sea creando nuevas o comprando privadas a las que asfixió con multas y procesos judiciales. Maduro siempre encuentra excusas para controlar. Por fotos con sangre y estadísticas de criminalidad, prohíbe a los diarios importar papel, y esta semana por mostrar la violencia en las protestas callejeras ordenó sacar del aire a las televisoras, con el mismo empeño que la semana pasada mandó a controlar su contenido por los desvalores que promocionaban sus telenovelas.

A diferencia de la primera década del gobierno de Chávez, cuando los petrodólares aceitaban la maquinaria de clientelismo de gobiernos extranjeros y su base interna, hoy Maduro no puede darse esos lujos. La gente siente el cansancio por una revolución que no terminó de cuajar. La mayor inflación del mundo, el desabastecimiento de productos básicos, la corrupción galopante y los altos índices de criminalidad, han hecho que el público vea con nostalgia épocas anteriores cuando la vida era opípara, más tranquila y menos polarizada.

Desde que Maduro asumió en abril, quemó etapas mucho más rápido que Chávez en más de una década. Primero, por su ilegitimidad, perdió credibilidad y confianza; luego, por su ineficiencia, la gente perdió miedo y respeto. Habrá que ver qué opciones quedan ahora. Algunos, como los opositores, desean “la salida”, otros creen que el régimen agudizará el control.

Es difícil predecir si el mandato popular – que ya no es más que milicias armadas y una mayoría adulada con clientelismo - le dará sostén a Maduro. Con una oposición fácil de neutralizar, quedan los estudiantes y sus marchas como los únicos para torcer el destino. Ellos saben que cuando las verdaderas revoluciones se disparan, no hay armas que las paren. 

febrero 12, 2014

Maduro dictador y democrático al mismo tiempo

El presidente venezolano Nicolás Maduro se atribuye atributos contradictorios, ser dictador y ser democrático, aunque acusa a todo el mundo de desestabilización y de que aplicará la Constitución ante los impostores, conspiradores y golpistas.

Y todo esto lo hace en pocas horas de diferencia y en reacción por las movilizaciones de protesta callejera que se suman todos los días. En su intervención del lunes, admitió que no le importa ser un dictador si para ello debe censurar a la prensa para que no siga empañando a la revolución. Al torniquete de censura que aplica a la prensa en general, está destinado a no permitir que los periódicos obtengan el permiso de su propio gobierno para que puedan importar papel para seguir circulando.

Ayer se auto calificó de democrático reaccionando contra políticos de oposición como María Corina Machado y Leopoldo López, quienes convocaron una marcha para hoy para reclamar por la renuncia de un gobierno que administra un país con un libreto escrito por el régimen militar de Cuba. A estos políticos los calificó de desestabilizadores, que aplicará la Constitución por una postura que, dijo, no se permite en ningún país del mundo.

Como siempre, Maduro yerra y yerra feo, apelando siempre a la cansina propaganda populista, con la que embauca al pueblo monopolizando todos los poderes para sí mismo. En realidad, en cualquier país del mundo libre no hay represalias por las expresiones ni por lo que pueda hacer la oposición, solo en Cuba o en países dictatoriales es donde la libertad para opinar o disentir es penado con cárcel.


Con todo el ruido generado, Maduro aprovecha para hablar de otros conspiradores, cuando es él quien conspira contra la Constitución haciendo de Venezuela un país menos libre; y de otros impostores, cuando sobre él pesa la acusación de que no puede ser Presidente porque la Constitución demanda haber nacido en el país.  

octubre 31, 2013

Maduro y su cuento en Halloween

El increíble presidente Nicolás Maduro sigue a las andanzas tratando de endiosar a Hugo Chávez, pero aunque su cuento coincide con el día de Halloween, hay que tener en cuenta que su treta, por jocosa que aparente, lleva implícito el peligro de seguir disminuyendo los espacios de democracia.

Esta vez dijo que se vio la cara del ex comandante en un túnel en construcción del metro de Caracas, algo parecido a las grutas donde aparecen vírgenes y santos de la devoción católica. Una forma de tratar de elevar la figura de Chávez a nivel de veneración religiosa que se suma a las “apariciones” más recientes del fantasma, a quien ya hizo reencarnar en pajarito, en las caras de los pobres y en la de todos los caraqueños que deambulan por ahí; sin contar aquella vez que propuso embalsamar al ex presidente para que lo gozaran las generaciones venideras.

En esta nueva saga de cuentos de Halloween, Maduro no es muy creativo. Ahora le sumó la denuncia y el escarnio de lo que él considera la “trilogía del mal” encarnada por Henrique Capriles, María Corina Machado y Leopoldo López, políticos de la oposición a quienes acusa de conspiración contra su poder y estar detrás del desabastecimiento, la crisis de seguridad, la crisis energética y cualquier otra crisis sin dueño.

Al tiempo que Maduro hacía aparecer por obra y gracia la imagen del rostro de Chávez en el metro, Caracas amaneció con afiches con las caras de los tres opositores bajo el título de “Trilogía del Mal” y con las leyendas siguientes: “Reconócelos. La trilogía del mal”. “Te quitan la luz. Te quitan la comida. Te quitan la paz. Basta de violencia”.

Maduro no es nada creativo. Sin poder acusar a los medios de comunicación, ya que muchos de ellos han sido “domesticados”  por medio de golpes y golpes durante más de una década, a Maduro no le queda otra que denunciar y desprestigiar a quienes le pueden hacer sombra a sus sueños cubano revolucionarios.

Copiado del manual del desprestigio de Hugo Chávez, que machacaba contra los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, calificativo que endilgaba a las canales televisivos Globovisión, Televen, RCTV y Venevisión, Maduro ahora insiste contra la trilogía del mal, habiendo cambiado a los medios por los opositores, aunque siempre con la misma intención de expiar pecados, acusar a los de todo mal y destruir cualquier espacio de crítica.


Pero no hay que tomar estos lemas a la ligera ni creerse que se trata solo de cuentos de Halloween. Tanto fue lo que Chávez hizo contra los medios y la libertad de prensa, que hoy a aquellos cuatro jinetes se los puede ver cerrados, comprados o domesticados. Es obvio que Maduro insistirá contra la “trilogía del mal” y contra cualquier otro líder opositor que aparezca, y como quedó demostrado con los “cuatro jinetes” no se trata solo de una táctica electoral, sino de una estrategia para neutralizarlos de por vida.

octubre 20, 2011

Chávez y sus anticuerpos políticos

El chavismo está tan aceitado para rechazar y destruir todo lo que huela a oposición y crítica que, pese a que él no esté liderando las acciones debido a su delicado estado de salud, todos los funcionarios (así sean administrativos o del Poder Judicial dependiente) actúan como anticuerpos, tratando de combatir y limpiar todo agente exógeno que pueda poner en peligro el sistema político.

Los dos últimos casos son emblemáticos. El máximo tribunal del país rechazó el fallo vinculante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre que el proscrito político de oposición, Leopoldo López, debe ser de inmediato habilitado para que pueda desarrollar su carrera política y aspirar a ser candidato para las elecciones presidenciales. Es obvio, que la falta de independencia del Poder Judicial terminó por no reconocer el fallo de la Corte IDH en una muestra más de lealtad absoluta al presidente Hugo Chávez.

Y también esta semana, la CONATEL multó y sancionó a la televisora Globovisión por hacer periodismo. Lo increíble es que la televisora, por relatar los hechos y dar la oportunidad de expresión a los familiares de los amotinados de la cárcel de El Rodeo, fue acusada de alterar el orden público y se le aplicó lo que determina la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión. La sanción alcanzó a 2.1 millones de dólares. Se trata de una multa confiscatoria y desproporcionada, que deja en evidencia a un gobierno con la intención de cerrar y callar a la televisora.

Así como los anticuerpos combaten los males de su cuerpo, el sistema político de Chávez ha creado los propios para evitar fisuras y deterioros.

septiembre 18, 2011

Chávez vs. la Corte IDH

El presidente Hugo Chávez no puede con su genio, siempre trata de desairar a todo el mundo especialmente cuando se trata de instituciones internacionales que no comulgan con su forma de gobernar.

Esta vez el turno – y ya en forma repetida – le tocó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que esta semana falló a favor del político Leopoldo López quien había sido inhabilitado para ejercer la política o aspirar a cargos electivos, debido a una resolución del Contralor General de Venezuela, que bajo las órdenes de Chávez, lo inhabilitó por un término de 6 años bajo sospechas de corrupción. Exactamente lo que le sucedió a decenas de políticos de oposición que justamente antes de las elecciones fueron empujados fuera de la política sin juicio ni proceso judicial de ninguna naturaleza, solo con la idea de sacarlos de la contienda.

Como era obvio, Chávez arremetió este sábado en contra de la CIDH con el argumento de siempre de que esa institución interamericana se presta a la voluntad del imperialismo; claro que distinto hubiera sido su parecer si la Corte hubiera dictaminado a favor del Estado venezolano.

Chávez insiste que la UNASUR o los países del Alba tengan su propia Corte de Derechos Humanos. Todos pudieran imaginarse para qué lado se inclinarían siempre sus fallos.

Venezuela ya ha desconocido varios fallos de la Corte y numerosas decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; y por esas violaciones a tratados internacionales y compromisos adquiridos en materia de derechos humanos, debería aplicársele al país lo que establece la Carta Democrática Interamericana, suspendiendo a Venezuela por violar el Pacto de San José de Costa Rica.

marzo 25, 2009

Venezuela y la prohibición democrática

La autocracia de Hugo Chávez sigue haciendo de las suyas, esta vez contra el ex candidato a presidente Manuel Rosales, actual alcalde de Maracaibo, a quien el gobierno nacional le sigue un proceso por presunta corrupción por “enriquecimiento ilícito” mientras era gobernador del estado de Zulia.
Ahora, la sala penal del Tribunal Supremo de Justicia decidió que su caso se ventile en tribunales de Caracas en lugar de hacerlo en Maracaibo según el proceso iniciado por la Fiscalía General en Maracaibo, debido a que Rosales se habría reunido con jueces de su estado.
Sin embargo, según los críticos, se trataría de una nueva medida ambientada por el gobierno nacional para “salirse con la suya” y terminar de encausar al alcalde, de tal forma de sacarlo del ruedo político y de cualquier eventualidad electoral futura en la que le pudiera hacer sobra a Chávez, que tiene el objetivo de eternizarse en el poder a toda costa.
Esta forma legal y jurídica es una forma bien orquestada que el gobierno viene utilizando para espantar a los políticos de oposición. Justamente ayer, el alcalde del municipio de el Chacao en Caracas, Leopoldo López, quien fue proscripto para cargos electorales por el gobierno de Chávez, tuvo una comparecencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en donde denunció las repercusiones negativas que su caso tiene para el futuro de la democracia en Venezuela.
El único pecado del joven López en su carrera política – quien no ha cometido delito alguno aunque se lo acusa, sin proceso alguno, de corrupción – es haber subido en popularidad, lo que lo convierte en un potencial contrincante de Chávez en un escenario próximo futuro. Eso, en la Venezuela chavista, no se perdona, por lo que de inmediato los dependientes poderes Legislativo y Judicial actúan en consonancia con los deseos del Ejecutivo.
Es tan poca la democracia que hay en Venezuela, que López – proscripto por seis años de la actividad política - es sólo uno de los 270 políticos opositores que Chávez ha mandado proscribir.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...