sábado, 6 de junio de 2020

Black Lives Matter: ¿Punto de inflexión contra el racismo?


Ojalá que la muerte de George Floyd no sea en vano. Ojalá que la incordia, enojo e impotencia por el marcado racismo de la policía que quedó en evidencia con la asfixia y asesinato de Floyd, convierta a las manifestaciones pacíficas en un movimiento que no solo reclame justicia como un valor social y moral, sino que aliente y desemboque en medidas concretas.

Ojalá que el movimiento no desvanezca tal suele ocurrir con otros debates trascendentes que se apagan a las pocas semanas como el de la posesión de armas cada vez que hay una nueva matanza en un shopping, escuela, iglesia o cuartel.

La fuerza desproporcionada, brutal y exagerada de la policía contra los afroamericanos y en general es habitual y está siempre latente. En los últimos seis años fueron asesinados por la policía 1.994 afroamericanos o el 24% de un total de 7.663 personas.

Ante estas cifras espeluznantes, la peor de todas es la que marca que el 97% de los asesinos queda en la impunidad, ya sea protegidos por códigos internos de lealtad policial o por los fiscales que no quieren acusar a los oficiales sabiendo que tienen pocas chances ante jueces que interpretan y justifican el uso de fuerza letal si el oficial arguye que estaba en peligro su vida o la de otras personas.

La violencia policial tampoco se erradicará hasta que las policías sean más inclusivas, ya que están desproporcionadamente compuestas por agentes blancos en ciudades de predominancia afroamericana. Y también se debe reconocer que el racismo no es solo una cuestión de violencia per se. Como talón de Aquiles de la sociedad estadounidense, está arraigado al problema de desigualdad económica y la pobreza de los afroamericanos, su segregación demográfica y los desacuerdos sobre los alcances de la acción afirmativa, una política pública que devino del movimiento de derechos civiles de los 60.

Ojalá que el caso de Floyd se mantenga sobre el tiempo y sea el punto de inflexión que desemboque en un verdadero cambio de políticas públicas para contrarrestar la fuerza brutal y desproporcionada de la policía y erradicar el racismo y la discriminación en general.

Los movimientos por los derechos civiles, por la igualdad de la mujer, el #metoo, las acciones en contra de la pederastia y a favor de los derechos de las personas con distinta orientación sexual, demuestran que los cambios son posibles. Cada uno de ellos devino de una crisis o tras la denuncia de un hecho espeluznante que atrapó la atención ciudadana y, asqueada de tanta impotencia e impunidad, convirtió su protesta en un movimiento por el cambio.

La apuesta para que el movimiento Black Lives Matter sea el punto de inflexión del cambio está en mantener el caso de George Floyd  en la agenda pública y no dejarlo desvanecer como ocurrió con tantos casos similares. La responsabilidad es de todos, de los políticos, los líderes de la sociedad civil, los activistas, los medios de comunicación y de nosotros los ciudadanos.