Fue el mejor golazo de Lionel
Messi; pero esta vez sin pelota. Punzante. Inteligente. Otros jugadores de
inmediato se alinearon detrás de él, pese a que Diego Maradona y Pelé
coincidieron durante una venta de baratijas en París, que a la Pulga le faltaba
personalidad para ser líder.
La Pulga pegó el portazo una
hora después de un penal a las nubes en la Copa Centenario, su peor pesadilla.
Sin embargo, cuando los argentinos y el mundo estaban a punto de tirarlo a la
hoguera de los fracasados y convertirlo en meme global, Messi, consciente o
inconscientemente, cambió la conversación: “Se terminó
para mí la selección”.
Fue tan fuerte
el poder de “la frase”, que el Brexit y la renuncia del primer ministro
británico, David Camerón, quedaron en segundo plano. Tan sorpresiva y atrapante
que Chile disfrutó de una celebración tan efímera como la duración de
la oración, convertida ya en una de las más significativas de la historia del fútbol.
Messi siempre supo de su
fama y magnetismo, pero nunca había experimentado el poder de sus dichos. La
contundencia y credibilidad de su frase deviene de haberla dicho en el momento
oportuno y porque nadie la hubiera esperado de alguien tan moderado y parco en
el habla. Es que su humildad no le permite darse cuenta de la magnitud de su figura y las consecuencias de sus
expresiones. Jamás hubiera imaginado, ni esperado, que el presidente Mauricio
Macri convirtiera su frase en cuestión de Estado.
Messi
aprendió de golpe que ya no es Messi. Sus dichos tienen vida propia y pueden
impactar más allá del campo de juego. Algo que solo está reservado para aquellos
cuyo inmenso talento los transforma en deportistas universales, más allá de los
colores que defienden y de los resultados que obtienen. En ese olimpo de la
popularidad y celebridad, la frase de Messi tiene su espejo en la de Lebron
James, cuando en “La Decisión”, un programa especial de ESPN en 2010, el
basquetbolista derrumbó a toda la población de Ohio y sacudió al mundo entero
con su anuncio: “Me llevaré mis talentos al sur de la Florida”.
No hay seguridad si Messi fue
espontáneo, si fue inducido con la intención de crear un mecanismo de autodefensa
para evadir el ridículo de una tercera final consecutiva desperdiciada o si fue
un tiro por arriba de la barrera para sacudir los cimientos de una AFA que
sigue corrupta y sin cambios.
Pero de lo que sí hay
seguridad, es que sin Messi la selección albiceleste perderá millones en
auspicios, en derechos televisivos y, sobretodo, en seguidores. Habrá menos ganas
de ir al estadio y se pierde aquel efecto de ver de parado los partidos, ante
la expectativa de la magia de una gambeta irreverente, una asistencia precisa o
un gol milimétrico junto al travesaño.
También es cierto que pese a
los reclamos populares y la campaña de #LioNoTeVayas, tendrá que seguir
soportando a los agoreros de siempre, que pese a la calidad desplegada, los
cinco balones de oro, los records quebrados, el oro olímpico en Pekín y la copa
mundial sub-20, no lo dejarán en paz porque no ganó un Mundial, como si esa
fuera la única vara para medir a los grandes.
El periodismo deportivo no
ayuda mucho en esta ecuación. Es exitista y superficial, y en materia de
selecciones, muy nacionalista. Así que cuando no pueda justificar a Messi por
los resultados, siempre sacará a relucir las dudas sobre su argentinidad o lo comparará
injustamente con otras leyendas futbolísticas de épocas pasadas.
La contundencia del “se terminó para mí la selección” es que, de golpe
y porrazo, los argentinos y muchos de sus fanáticos universales, tuvieron que
hacerse a la idea catastrófica de una Argentina o un fútbol sin Messi. Es
decir, de sentir que se esfuman las posibilidades ciertas de llegar a Rusia
2018 y de potencialmente alcanzar otra final para tomarse la revancha. Es que “la
frase” es pura desesperanza, nociva, más agobiante que la derrota en cualquier
final.
Sin embargo, pasados los días y con las heridas cicatrizando, todos, incluido el otro Messi, están al tanto que “la frase” tuvo un contexto determinado. Él y todos saben que la competencia es su sabia y la superación su objetivo. En el fondo, todos estamos convencidos que ese carácter competitivo y el amor por la pelota le impedirá desertar. trottiart@gmail.com