El presidente
Rafael Correa es uno de los presidentes más peligrosos de América Latina,
destacándose entre un grupo que incluye a Cristina de Kirchner y Hugo Chávez.
Sigue proponiendo, y con mayor vehemencia ahora, que la libertad de prensa debe
ser una función del Estado ya que considera que para lo único que sirve es para
que los medios de comunicación y las asociaciones de defensa de la libertad de
prensa antepongan sus intereses económicos al bien común. Considera que la
libertad de prensa es una excusa y antro de corrupción.
Correa es
peligroso por su arrogancia para creer que todas las funciones de la vida
diaria deberían depender del Estado – en su caso confunde Estado con gobierno o
su propio gobierno – sin entender cual es la función de la libertad de prensa
como ente fiscalizador de la función pública en una democracia y como esencia de
expresión del ciudadano común cuando a esta se la incluye dentro de la libertad
de expresión.
Al contrario de
lo que piensan los líderes democráticos, Correa cree que las críticas a su
gestión son una conspiración. Está obstinado a controlar a la prensa para
evitar la crítica -y aunque viole el derecho del público a estar informado- ya
que considera que la prensa tergiversa y manipula a los ciudadanos con la única
intención de desestabilizar al gobierno.
Esta
esquizofrenia paranoica hecha por tierra los principios más elementales de los
tratados internacionales y de las luchas que por siglos la humanidad ha
mantenido contra represores y opresores para hacer valer el derecho a la
información y a la comunicación.
Lo peor de todo
esto es que Correa está convencido de que deben existir “controles democráticos”
para que la libertad de expresión sea “una función del Estado” como lo dijo
esta semana al finalizar la Cumbre Iberoamericana en Cádiz. Sigue de esta forma
haciendo propaganda de su futura Ley de Comunicación, una de las más peligrosas
de América Latina.
Correa debe creer
que los modelos arcaicos de libertad de expresión como los de Cuba y China
deben prevalecer en el mundo.