sábado, 22 de septiembre de 2012

Obama y Romney en aprietos


Fieles a su condición de buenos entrevistadores y periodistas, María Elena Salinas y Jorge Ramos de Univsión tuvieron a maltraer a los dos candidatos presidenciales, Barack Obama y Mitt Romney.

De las dos noches de “encuentros” de la cadena hispana, el más castigado fue el presidente Obama, algo que debía esperarse ya que después de cuatro años de trabajo en la Casa Blanca mucho hay de lo que prometió y no cumplió. Ramos y Salinas se sintieron aliviados cuando lograron en forma insistente que Obama se refiera a su peor fracaso con los hispanos: No haber logrado una reforma migratoria integral como prometió en 2008.

Después con cierta maestría que la da la experiencia en el salón Oval, Obama se despachó en contra del Congreso bipartidario, dijo que no todo depende de él, como para acumular puntos en contra de los Republicanos y dijo, como ya lo viene haciendo hasta el cansancio, que necesita cuatro años más para que el país despegue en materia económica, ya que en sus primeros años solo se dedicó al rescate de la economía.

Me parece que a Romney le fue mucho mejor en los encuentros. No le fue muy difícil hablar del 100% de la gente para dejar atrás lo que en un video clandestino se refirió a que no debía preocuparse por el 47% que seguro votaría por Obama y que de ello nada podría cambiar. Aunque el tema fue tomado como parte central de la propaganda de los Demócratas en esta semana, el propio Ramos admitió que ya sobre eso Romney se había manifestado públicamente en varias ocasiones.

Romney no dudó en hablar de los impuestos que no paga como los demás – ayer viernes justamente mostró su récord de los impuestos de 2011, con algo más del 14% de pago al Tío Sam – y se enfocó en los 12 millones de trabajos que creará, lo que hará reducir también la tasa de desempleo más alta que tienen los hispanos, casi del 12%, más de tres puntos por arriba de la tasa nacional de 8.1%

Aunque me pareció que Romney tuvo más aplomo, no creo que los encuentros ayuden a que el panorama electoral hispano haya cambiado en algo. Obama, por Demócrata, seguirá recibiendo más votos que los Republicanos. Lo interesante es que ninguno de los dos hizo nada tan malo como para espantar a su capital electoral.

jueves, 20 de septiembre de 2012

La provocación contra los musulmanes


Las caricaturas insultantes contra el profeta Mahoma por una publicación satírica francesa llegaron en mal momento, luego de que cientos de miles de ciudadanos de países musulmanes en el Medio Oriente, organizaran revueltas violentas frente a las embajadas estadounidenses y de otros países occidentales en protesta por la película "La Inocencia de los Musulmanes".

La película puede ser amparada bajo premisas de libertad de expresión, pese a que haya tenido la intención de provocar; sin embargo las carictauras francesas publicadas por la revista Charlie Hebdo, debido a cuándo fueron publicadas (en el peor momento de las revueltas)  no pueden defenderse desde este ángulo, teniendo en cuenta que hubo una intención de agitar más las aguas, echando más gasolina al fuego.

Antes de entrar en disquisiones sobre los efectos que pueden tener las imágenes, lo que será parte de mi columna para este fin de semana - en consideración del video de Miit Romney, las fotos prohibidas del la princesa Kate en topless - comparto aquí mi columna de la semana pasada titulada La Excusa de la Inocencia.  

Difícil saber en que terminarán las violentas revueltas musulmanas contra sedes diplomáticas estadounidenses en Libia, Egipto y Yemen, así como impredecible fue presagiar el contagio democrático que acarreó la Primavera Árabe en el Medio Oriente, tras la inmolación de un vendedor ambulante en Túnez.

Lo más probable es que las protestas mengüen y queden como referencia histórica pasada la ofuscación inicial que despertó la desconocida y blasfema película “La inocencia de los Musulmanes”, en la que se retrata a un mundano profeta Mahoma, como acosador sexual, pedófilo, homosexual y ladrón.

Así sucedió tras la publicación de caricaturas de Mahoma en un diario de Dinamarca, que primero provocó seis muertos en un ataque contra la embajada danesa en Pakistán; después de la quema de ejemplares del Corán por parte de soldados de EE.UU. en Afganistán, que incitó la muerte de 30 afganos y seis soldados estadounidenses y tras la creación de la película “Sumisión”, que provocó el asesinato del holandés Theo van Gogh, cuyo objetivo fue denunciar la discriminación contra mujeres musulmanas.

El mayor riesgo, sin embargo, es que las protestas sean aprovechadas por ultraconservadores y terroristas para minar la alianza entre EE.UU. y los gobiernos árabes, como sucedió en Bengasi. Enmascarados detrás de la protesta, fue un grupo armado el que planificó el ataque, en el que resultaron muertos el embajador Christopher Stevens y otros tres diplomáticos estadounidenses.

Esta violencia premeditada y la tibia reacción inicial de las autoridades de países que asumieron tras revueltas apoyadas por EE.UU. y otras potencias occidentales, como en Egipto y Libia, demuestra que los procesos democráticos en Medio Oriente son muy complejos y que el terrorismo no bajó la guardia tras el asesinato de Osama Bin Laden y de miles de terroristas que fueron alcanzados por los drones en las montañas de Afganistán o Pakistán.

Lo que sí queda bien claro es que no solo persiste un movimiento anti estadounidense, sino que las diferencias culturales entre Occidente y Medio Oriente están lejos de minimizarse. A los ciudadanos que viven bajo gobiernos teocráticos o donde predomina el fundamentalismo religioso, les resulta difícil entender como alguien puede escribir un texto, dibujar una caricatura, crear una película contra valores religiosos y quemar símbolos patrios sin represalias ni castigos o que esa exagerada libertad de expresión se dirima solo en discusiones sobre conducta moral y ética.

Pero sucede que a Occidente no le fue fácil alcanzar esa mayor tolerancia. Pasaron siglos y décadas de guerras y conflictos; separación de Estado e Iglesia; luchas contra la discriminación racial y de género; leyes, fallos judiciales y persistencia educativa para combatir la intolerancia, lo que todavía sigue siendo una lucha de todos los días.

El mayor escollo parece ser esa incomprensión sobre la división entre gobierno y religión, de ahí que la canciller estadounidense Hillary Clinton quiso de inmediato desmarcarse de la película realizada en forma privada por el californiano Basseley Nakoula, calificándola de “desagradable y reprensible", con la intención de “denigrar a una gran religión y provocar ira". Está por verse si el gobierno se quedará solo en la crítica o tratará de bajar los ánimos de los países musulmanes, presentando cargos contra Nakoula, quien al momento de hacer la película estaba en libertad condicional por otros crímenes, por lo que tendría su libertad de expresión restringida.

Más allá de la confusión, lo cierto es que los eslóganes deseándole la muerte a EE.UU. después de que Barack Obama estaba cómodo en su papel de liberador y promotor democrático del Medio Oriente, atrajeron el tema de las relaciones internacionales a la campaña electoral, el que estaba relegado por las urgencias de la economía. Obama y Mitt Romney tienen ahora el gran desafío de mostrarse firmes ante la presión interna en busca de justicia por los ataques, y comprensivos por las ofensas que causó la película, para no seguir azuzando la violencia en los países musulmanes.

Lo más evidente, es que cada vez se hace más imprescindible mayor educación, comprensión y tolerancia, ya que no todos los musulmanes son ultraconservadores y terroristas, ni todos los occidentales son blasfemos y desalmados. 

martes, 18 de septiembre de 2012

Falta transparencia en Derechos Humanos


El Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) está en peligro de ser debilitado a través de recomendaciones que buscan reformarlo, hechas principalmente por los presidentes Rafael Correa y Hugo Chávez, en represalia por las decisiones de la Comisión y de la Corte interamericanas en contra de los Estados de Ecuador y Venezuela y a favor de los ciudadanos de ambos países.

La idea de Correa y Chávez es neutralizar al SIDH para que pierda autonomía e independencia a favor de los gobiernos, lo que en definitiva sería una forma de neutralizarlo. Debido a ello, y bajo responsabilidad ciudadana de defender y promover los derechos humanos, un grupo de intelectuales y personalidades desatacadas, reunidas en Bogotá la semana pasada, adoptaron la iniciativa redactar la Declaración de Bogotá.

Los ex presidentes colombianos, César Gaviria y Andrés Pastrana; y los ex mandatarios de Ecuador y Perú, respectivamente, Rodrigo Borja y Alejandro Toledo, firmaron la Declaración; que también lleva la rúbrica de unas 86 personalidades, entre ellas el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y el Premio Nobel de la Paz 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel.

La máxima expresión de la Declaración es su pedido de transparencia, quizás en respuesta a un proceso de reforma que por el momento es mantenido dentro del ejido de los gobiernos integrantes de la OEA sin participación de ongs ni de la sociedad civil. Los firmantes demandan que “el debate esté dirigido a que el SIDH sea un mecanismo fuerte y eficaz de promoción y protección de derechos fundamentales, que contribuya a la protección y dignidad de quienes habitan este continente”. También solicitan que “se consideren especialmente las voces y experiencias de las víctimas a quienes el sistema está obligado a proteger y quienes deben beneficiarse de su fortalecimiento”.

En todo este proceso se puede entender que tanto Correa como Chávez busquen quitarle transparencia a este debate para poder acomodar mejor sus estrategias; pero lo que no se comprende es cómo países cuyos presidentes siempre se han manifestado en apoyo a los derechos humanos o han tomado acciones recientes a favor de éstos, permanezcan callados y permitiendo que el proceso de reforma continúe oscuro. Entre ellos, los casos más notables son los de Cristina de Kirchner, Juan Manuel Santos, Ollanta Humala y Dilma Rousseff, presidenta esta última que propuso la reforma en represalia por las medidas cautelares que el año pasado determinó la Comisión (CIDH) en contra de la construcción de una represa en el Amazonas por no haberse escuchado la voz de los aborígenes. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

La perversión de los Boy Scouts

Gracias a informes periodísticos se pudo saber que la pederastia también existió en el seno de la organización juvenil los Boy Scouts, y que poco hizo esa entidad para denunciar el abuso infantil, llevar a la justicia a los adultos que cometieron esos actos y, mucho peor, que la organización mantuvo esa información en forma confidencial. La falta de transparencia, así como sucedió en el seno de la jerarquía de la Iglesia Católica, es el mayor pecado cometido por la organización, ya que muchos de los pederastas a los que encubrió por años, terminaron reincidiendo en sus crímenes, destruyendo la confianza de los padres de familia que enviaban a sus hijos para aprender sobre liderazgo y camaradería de grupo. Según el diario Los Angeles Times, los Boy Scouts por dos décadas no informaron a las autoridades sobre los casos de abusos - varios cientos - y en una revisión de mil seiscientos expedientes confidenciales entre 1970 y 1991, encontró que las autoridades de la organización siempre pedían la renuncia del abusador pero escondiendo los motivos del despido o que los abusadores argumentaran razones falsas para su alejamiento. Según el diario "en las décadas de 1970 y 1980, el secreto estaba incrustado dentro de las políticas y procedimientos de los Scouts para manejar el abuso sexual infantil". Como siempre ocurre, los abogados de los Boy Scouts han alegado desde hace mucho tiempo que mantener confidenciales esos expedientes es clave para proteger la privacidad de las víctimas, de los que informaron del abuso sexual y de cualquiera falsamente acusado. Pero por años, cientos de expedientes se han admitido como pruebas – usualmente sellados – en demandas presentadas por las supuestas víctimas. Por suerte, las cortes del país ya están actuando sobre estos expedientes y obligando a la organización a hacerlos públicos, para que las víctimas se puedan defender abiertamente, con la informacion necesaria y para que la organización pueda, con los castigos necesarios, aprender de sus errores e indemnizar a las víctimas.