sábado, 10 de octubre de 2015

Vargas Llosa: "Llegar vivo hasta el final"


Lúcido y cáustico como siempre, Mario Vargas Llosa quiere “llegar vivo hasta el final”, no solo para seguir con sus ficciones, sino para denunciar a todos aquellos autoritarios que reniegan de la libertad para beneficio propio o que hacen de la corrupción su modo de vida.

Con el mismo ímpetu que destacó Gabriel García Márquez en su autobiografía Vivir para Contarla, Vargas Llosa siente la necesidad de seguir denunciando todos los días los atropellos contra las libertades individuales y sociales. No quiere callarse. La diferencia entre ambos premios Nobel de Literatura, en el lado opuesto del dial político, es la estridencia de Vargas Llosa para asumirse liberal y sin pelos en la lengua contra la corrupción, esa plaga amenazante que, como los nacionalismos, lastran a Latinoamérica dejándola sin paz ni desarrollo.

En Charleston, EE.UU., durante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, Vargas Llosa se empachó en contra de los inmorales. Solo le faltó la FIFA y la Volskwagen, porque no dejó títere con cabeza. Se mostró ofendido por el milagro brasileño que desdibujó la corrupción de Dilma Rousseff y Lula da Silva. Tildó de “demagogia racista” al oportunista de Donald Trump. Vaticinó retroceso irreversible si Keiko Fujimori llega a la presidencia en Perú. Y puso énfasis sobre la “ficción maligna” que significan los nacionalismos, en especial, el lastre de la corrupción que nutrió al peronismo argentino y a la galopante podredumbre del chavismo mafioso.

Apuntó a la buena opción de Mauricio Macri, comparándola con la “perseverancia en el error” que significaría votar por Daniel Scioli. A esa vocación argentina por los yerros ciclotímicos se la endilgó a esa “gran tragedia” llamada peronismo, que ha hecho caer al país en el subdesarrollo, en el caos permanente y deambular en crisis tras crisis. “¿Cómo un país culto puede caer prisionero de esa maraña que es el peronismo?”, se preguntó.

Sobre el chavismo venezolano tuvo adjetivos aún más calificativos, siempre adornados por el maleficio de la corrupción. “El país es una putrefacción total”, dijo, sabiéndolo el más corrupto del mundo, con los mayores índices de criminalidad y en el que los jefes del gobierno y de las mafias no se diferencian, y los militares están sobornados por esos mafiosos. Acusó a Maduro de haber hecho todo lo necesario para convertir a un país rico en pobre.

Hace tiempo que Venezuela no goza de elecciones limpias y libres. Cree que esa putrefacción intencional, es la única esperanza que tiene el gobierno para salir victorioso. “La única manera que puede ganar… es con un fraude gigantesco”, señaló. Vaticinó que estas elecciones van a demostrar clarísimamente la desesperación de un Maduro impopular, “que va a cometer un fraude monstruoso”.

Las risas y aplausos más estentóreos en Charleston sonaron cuando Vargas Llosa satirizó a Maduro por no permitir a la OEA que supervise las elecciones legislativas de diciembre. “¿Le tiene miedo a la OEA?”. Y se respondió: “Si es la institución más inútil entre las inútiles… que no ha servido nunca para nada”.

Ante la “dictadura creciente” que continúa haciendo estragos desde la coacción de las libertades y el encarcelamiento de opositores, como Leopoldo López, lo que más le duele es la absolutamente lamentable hipocresía y la falta de coraje de los gobiernos de la región para manifestarse a favor de la democracia: “Una vieja tradición en nuestra región, la gran neutralidad frente a los gobiernos de extrema izquierda”.

La entrevista en el auditorio entre Vargas Llosa y Andrés Oppenheimer no podía terminar sin referencias a su vida íntima. De ahí que confesara que sufre en carne propia las críticas a la prensa del corazón que plasmó en su libro La Civilización del Espectáculo. Criticó hasta al New York Times por meterlo en “una chismografía de pésimo gusto” y sumarse a los diretes que causó tras romper su matrimonio de 50 años y su sonado romance con Isabel Preysler.

Más allá de no quedarle remedio más que bajar la cabeza y sortear los chismes como cualquier otro mortal o personaje público, Vargas Llosa seguramente hará honor a su dicho de que llegará muy “vivo hasta el final”. Es que la pobreza democrática y las paupérrimas libertades siempre necesitarán un delator de lujo. 

domingo, 4 de octubre de 2015

Libertad de prensa: Información y propaganda

Pese a las amenazas del huracán Joaquín y al estado de emergencia declarado por la gobernadora de Carolina del Sur, la Sociedad Interamericana de Prensa se reúne este fin de semana en la histórica ciudad de Charleston para repasar un nuevo y desastroso semestre en materia de libertad de prensa en el continente americano.

El peor embate contra la prensa lo debieron soportar los periodistas. Una docena de ellos fueron asesinados en los últimos meses a causa de su labor. Brasil y México, con tres crímenes cada uno, siguen siendo los países como mayores riesgos. Esto se debe a los casos que los periodistas venían destapando habían sobre dos temas que han crecido vertiginosamente en ambos países: la corrupción y el crimen organizado.

Además de otros asesinatos cometidos por los mismos motivos, en Colombia, Guatemala, República Dominicana y Honduras, en general se percibe un clima general de violencia contra la prensa en todos los países del área, entre agresiones y ataques contra periodistas y medios de comunicación. Las causas son variadas, pero predomina la intolerancia política y la polarización de las sociedades. En muchos casos, se trata de una consecuencia natural a los discursos de odio de presidentes como Nicolás Maduro y Rafael Correa, quienes diariamente arremeten e identifican a los periodistas como a sus máximos opositores, lo que incentiva a sus partidarios a hacer justicia por manos propias.

El retroceso en la región en materia de libertades es notable. Tal vez el mayor escollo que se ha convertido en un patrón común en cada país del continente, es la restricción que los gobiernos han impuesto a la información pública. Existen países como Argentina que permanecen rezagados, ya que todavía no posee una Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública. Otras naciones, con una larga tradición de transparencia, como Canadá y EEUU, que desde hace décadas tienen instrumentos legales que obligan a revelar información pública, han adoptado severos reglamentos para clasificar información. La lucha contra el terrorismo y la seguridad nacional se han convertido en la coartada perfecta para denegar información en cuestiones irrelevantes para la soberanía de los estados.

Paraguay es el país más joven en adoptar este tipo de legislación, México el más longevo y Honduras el más atrevido. Sin embargo, en ninguno de los casos, los gobiernos cumplen con ofrecer un acceso ilimitado a cuestiones administrativas públicas como indica la ley. Hecha esta, hecha la trampa. Encuentran en los trámites de solicitudes, burocráticos y caros, la mejor excusa para blindarse y seguir tan oscuros como antes de la legislación. Es obvio, como en Paraguay, que muchas veces la adopción de legislación es pura demagogia, utilizada por los partidos políticos para fortalecer sus promesas preelectorales; luego incumplidas.

La polarización y el abuso de poder, esos “pecados” de la política que la semana pasada el papa Francisco denunció ante el Congreso estadounidense, es fuente de las muchas cortapisas que se imponen al derechos de los ciudadanos a gozar de la libertad de expresión. Como producto de ello, se ve como los gobernantes, desde Correa a Cristina Kirchner, abusan del uso de cadenas nacionales para hablar sobre actos de gobierno y mezclarse en contiendas electorales, pese a que estos espacios están limitados por la Constitución para que se usen solo en estados de emergencia y por asuntos de interés y bien público.

El gasto de propaganda de los gobiernos ha aumentado en casi todos los países. Esto que en muchos casos solo aparentaría un dato económico algo desproporcionado aunque no muy relevante, dentro de los presupuestos, esconde el ansia de los políticos por aferrarse al poder. Los casos de Bolivia, Nicaragua y Honduras son notables, el aumento económico del aparato de propaganda de los gobernantes ha crecido tanto como las pretensiones de Evo Morales y Daniel Ortega de refundar las constituciones para aferrarse para siempre al sillón presidencial.

Este clima de poca información versus mucha propaganda, también evidente en el internet y las redes sociales más allá de los medios tradicionales, evidencian que la lucha a favor de la libertad de expresión y derecho a la información de los ciudadanos debe ser un norte constante.