sábado, 14 de abril de 2012

Videla: A confesión de partes…

No hacía falta que el dictador Jorge Videla tuviera que confesar que su dictadura asesinó e hizo desaparecer a entre siete y ocho mil personas para no "para no provocar protestas dentro y fuera del país", como relata el periodista argentino Ceferino Reato en su libro "Disposición final" que saldrá este lunes.

Seguramente la limpia social fue mayor en aquella época en el que régimen militar usaba con sarcasmo el slogan de “Derechos y Humanos” con el que contrarrestaba a los activistas de derechos humanos que en todo el mundo protestaban contra la dictadura durante el Mundial de Fútbol 78.
Videla sostiene ahora con cierta tardanza, pero sin arrepentimiento, que el golpe del 24 de marzo de 1976 fue un error y que no se justificaba desde el punto de vista militar, aunque recalcó que “no había otra solución”.

“No había otra solución. (En la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas (...) Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión", relató Videla, según se recoge en la edición digital de hoy de Clarín.

“A confesión de partes, relevo de pruebas”, dice el refrán, que de usarse podría significar un adelanto significativo en todos los procesos judiciales finiquitados ya contra los integrantes de los gobiernos militares entre 1976 y 1983.

Guillén, Maradona y Fidel

Guillén, Maradona y Fidel - Ricardo Trotti

jueves, 12 de abril de 2012

Una Cumbre sin Cuba

Muchos se lamentan todavía de que Cuba no esté en la Cumbre de las Américas que empieza oficialmente hoy con 33 presidentes del continente a excepción de Raúl Castro y de Rafael Correa quien no quiso participar hasta que en estas reuniones se invite a la dictadura de los Castros.

Andrés Oppenheimer en su columna de hoy se refiere al caso y dice que en una entrevista el presidente Juan Manuel Santos le dijo que no solo Ecuador sino muchos países latinoamericanos quieren que Cuba participe. http://www.elnuevoherald.com/2012/04/11/v-print/1176230/la-ausencia-de-cuba-en-la-cumbre.html

También dijo Santos que se tienen que respetar los diferentes criterios que los países tienen en materia de libertad de prensa y de expresión.

En ambos casos disiento de esas opiniones. Primero, porque traer a Cuba a la Cumbre implicaría que se violen los principios de la Carta Democrática Interamericana que rechazan a cualquier estado que no respete principios democráticos, como elecciones libres, multipartidismo, libertad de expresión y de asociación. Y segundo, como bien me cita Oppenheimer, no se puede dejar al arbitrio de cada país la interpretación de los principios de libertad de expresión y de prensa, ya que se trata de preceptos universales fundamentados por las cartas de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la OEA.

Da la sensación de que Santos interpreta a la política como el arte de buscar consensos, y en el camino, permite que se pisoteen principios democráticos.

Crímenes de odio y discriminación

Comparto mi columna de fin de semana pasado, antes de que ayer se diera a conocer que George Zimmerman, el vigilante de barrio, quien dio muerte a Trayvon bajo el argumento de que había actuado en defensa propia, fuera acusado por los fiscales de homicidio de segundo grado.

Más allá de que este agravante penal no tendrá chance de ser probado por la Fiscalía o de que los fiscales hayan accedido a las presiones y el clamor popular para procesar a Zimmerman, comienza ahora un nuevo proceso que tal vez, como muchos otros, será negociado extrajudicialmente para llegar a un acuerdo sobre el castigo que espera al victimario, lo que, lamentablemente, terminará evitando que se de un debate abierto sobre el tema de los prejuicios raciales.

Esta es mi columna:

“Los  crímenes contra el adolescente estadounidense Trayvon Martin y el joven chileno, Daniel Zamudio, relanzaron la polémica moral y legal sobre la intolerancia y los prejuicios sociales que existe en contra de las personas catalogadas como diferentes, ya sea por su raza, género u orientación sexual y religiosa.

Las estadísticas muestran que los crímenes de odio y discriminación se dan en todos los países sin distinción del grado de desarrollo alcanzado por sus sociedades. Grupos de homofóbicos, xenofóbicos, neonazis, escuadrones de la muerte o pandilleros juveniles asesinan tanto a mujeres en Ciudad Juárez o en ciudad de Guatemala; como agreden a miembros de la comunidad judía en Buenos Aires; discriminan a indígenas en La Paz; persiguen a homosexuales y lesbianas en Sao Paulo; embisten a disidentes en La Habana y atacan a asiáticos, hispanos o afroamericanos en Nueva York o Los Angeles.

Estos delitos son motivados por el clima de impunidad en un país, el vacío legal y la deficiencia policial que hace ineficiente al Estado para perseguir a los responsables; y hasta por gobernantes que atacan públicamente a ciudadanos de otras ideologías, generándose polarización y tolerancia al odio y la violencia.

En el caso de George Zimmerman, un vigilante vecinal voluntario que mató a Trayvon de un disparo el 26 de febrero en una ciudad del centro de la Florida, argumentó que actuó en defensa propia. Zimmerman, se amparó en la ley “Stand your ground”, que permite a un individuo usar fuerza letal para defenderse cuando ve comprometida su integridad, aún fuera de su propiedad.

La indignación social fue por partida doble. Primero, por el prejuicio sobre la víctima, un joven de 17 años que por su color y usar capucha durante la noche “debería estar buscando drogas”, cuando solo portaba un paquete de golosinas y una lata de té mientras hablaba con su novia en el celular. Segundo, porque el agresor, aunque llamó a la policía no esperó su llegada, hizo justicia por manos propias y no fue arrestado. Lo que todos se preguntan es si en el caso de que el afroamericano hubiera sido el agresor, la policía le hubiese permitido seguir en libertad. La respuesta es obvia.

El crimen también reabrió la polémica sobre portación de armas entre quienes no integran cuerpos oficiales de seguridad y sobre la ley de defensa propia vigente desde 2005 en Florida y propagada a 25 de los 50 estados del país, que permite que muchos se escuden en ella para matar, pero preservando su inocencia.

En el caso de Chile, Daniel  Zamudio, de 24 años, murió en un hospital el 27 de marzo con esvásticas marcadas en su cuerpo, víctima de una paliza que le propinó un grupo de neonazis por su condición de homosexual. El crimen consternó a la sociedad y atrajo el compromiso del presidente Sebastián Piñera, para reavivar una ley anti discriminación que duerme en el Congreso desde hace seis años, con la que se busca agravar el castigo para crímenes de odio.

Si bien en ambos casos se contempla revisar y crear leyes para disuadir a los violentos, también debe considerarse que las exageraciones en la legislación pueden condicionar otros derechos, como el de expresión. Sucedió en Bolivia, cuando el fin loable de una ley antirracista en vigencia desde hace dos años, terminó por coartar y condenar el derecho del público a estar informado y expresarse. 

Aun así, las leyes deberían ser duras contra quienes incentivan el odio o quieren administrar justicia por manos propias.  Como contra el Nuevo Partido Panteras Negras, que bajo el lema de “ojo por ojo, diente por diente”, ofreció 10 mil dólares de recompensa a quien capture a Zimmerman y lo entregue a esa agrupación; o contra el famoso director de cine Spike Lee, quien a través de su cuenta en Twitter dio a conocer el domicilio de la familia Zimmerman.

Trayvon y Daniel nos recuerdan que en muchos países es necesario un ordenamiento legal más adecuado, no solo para evitar que se aterrorice a algunas minorías o se proteja a quienes por sus actos o pensamientos se sienten más vulnerables, sino para crear una cultura de mayor tolerancia que permita neutralizar el odio y la discriminación”.

miércoles, 11 de abril de 2012

Dilma Rousseff: Una estadista en Harvard

La presidenta de Brasil no perdió el tiempo en su visita a EE.UU. esta semana y más allá de sus compromisos políticos, acertó en cimentar los objetivos de desarrollo y competencia que tiene a largo plazo para su país, muchos de los cuales tienen que ver con la enseñanza de las ciencias, las matemáticas y las tecnologías. 

Más allá de su reunión del lunes con el presidente Barack Obama, durante la que se enrostraron responsabilidades comerciales, financieras y monetarias, Rousseff visitó ayer la prestigiosa Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, firmando varios acuerdos. Mediante éstos, se comprometió a financiar y otorgar becas a estudiantes universitarios brasileños graduados y de post grado, de cualquier condición social y económica, para que puedan proseguir sus estudios en los centros de Cambridge.

El acuerdo para estas becas durará cinco años, alcanzará a unos 75 estudiantes brasileños, quienes deberán someterse a los procesos normales de admisión de la universidad.

Con sus actitudes y acciones, Rousseff está mostrando que la búsqueda del desarrollo sostenido de Brasil no es solo un sueño. Con ella, en búsqueda de la estabilidad política y económica, quedan en evidencia muchos otros presidentes latinoamericanos que solo atinan a pensar en reformar todo lo que mandatarios anteriores construyeron, en perpetuarse en el poder y gobernar solo para aquellos que le dan sus votos.

martes, 10 de abril de 2012

Ozzie Guilén: Cómo perder 10 millones

La pregunta no es difícil o al menos tiene una respuesta fácil. Haga lo mismo que
Oswaldo "Ozzie" Guillén, el gerente del equipo de béisbol de los Miami Marlins, quien hizo uso de su libertad de expresión, pero sin nada de sentido común.

El manager, que acaba de recalar a tiempo en Miami para la inauguración la semana pasada del nuevo estadio con techo retractil y en un equipo con posibilidades, cometió la gran torpeza de haber declarado a la revista Time que ama a Fidel Castro, justamente en una ciudad donde vive, trabaja y convive con decenas de miles de cubanos perseguidos, expulsados y escapados de la dictadura más larga del orbe.

Antes de su conferencia de prensa esta tarde, en la que se preveía que pediría los perdones correspondientes, el equipo decidió suspenderlo por cinco juegos, lo que para muchos fanáticos no fue suficiente. Quieren su renuncia.

Guillén es muy conocido por sus torpezas, pero su declaración de amor a Castro sobre las que se supo el sábado, fue la que rebazó la copa. Antes había declarado que se emborrachaba después de cada partido, pero mitigó su declaración diciendo que como lo hacía en la soledad de su cuarto de hotel, era una cuestión de índole privada. Luego gritó “Viva Chávez”, mientras blandía una bandera venezolana cuando su equipo de los Medias Blancas ganó el campeonato en 2005. Pero la diferencia de auellas declaraciones con éstas, es que las hizo en Chicago, donde pasaron más inadvertidas y sin ofender a una comunidad que no tiene relación directa y experiencias con el Presidente venezolano.

Si bien cada individuo tiene derecho a la libertad de expresión, ésta no solo conlleva responsabilidades sino también sentido común, lo que ayuda a neutralizar las consecuencias. A veces la irresponsabilidad de lo dicho puede transfromarse en apologia de la violencia, incentivar el odio u ofender sin ninguna razón a una serie de víctimas. Gritar o hacer propaganda a favor de grupos neonazis es penado por la ley tanto en Israel como en Alemania; participar en una congregación de afroamericanos y gritar a favor del Ku Klux Klan sería irresponsible así como también gritar fuego en una Iglesia o un cine atestado de gente.

Las personas públicas, como Guillén, tienen más responsabilidades por más que crean que sus actos y dichos sean privados. Y los fanáticos de Miami tienen derecho a reclamar una mejor conducta de los integrantes del equipo de los Marlins, después de todo, gran parte del estadio fue construido con fondos públicos.
Es probable que los cinco juegos de suspensión no sean suficientes y Guillén, ante la presión, deberá renunciar. A veces la irresponsabilidad hace que una frase valga 10 millones de dólares, monto del contrato por cuatro años de Guillén en Miami.

lunes, 9 de abril de 2012

Trayvon Martin según Twitter y Facebook

He recibido varios comentarios sobre mi columna de este fin de semana criticándome por haber expresado que el crimen de Trayvon Martin se debió a un tema racial. En realidad puse el ejemplo de este caso de un joven afroamericano por las cuestiones de prejuicios sociales de la misma forma que lo hice con el caso del joven chileno Daniel Zamudio, asesinado por su orientación sexual.

Pero más allá de eso, destaco que quienes criticaron mi columna de sesgada, también fueron sesgados al afirmar que Martin era un joven violento, drogadicto y no un joven normal, con los aciertos y desaciertos de sus 17 años respecto a lo que pensaba de su escuela, de sus profesores, de las chicas, del sexo, de sus ganas y preocupación por ir a la universidad y de otros aspectos sobre los cuales fue muy transparente en su cuenta de Twitter y Facebook, las cuales fueron escudriñadas por varios blogs y páginas de internet para demostrar que el joven no era un buen chico.

Una nota de hoy en The Miami Herald, cuyos periodistas se dieron a la tarea de mirar el perfil de Martin en sus cuentas de redes sociales, descubrió que se trataba de un chico normal y que no destilaba la violencia ni las drogas que podrían exonerar fácilmente a George Zimmerman.

No estoy diciendo que Zimmerman haya cometido un asesinato hasta que la justicia tenga las evidencias necesarias. Pero lo que sí plantee es que Martin puso haber sido víctima de los prejuicios raciales.

http://www.miamiherald.com/2012/04/08/2738118/what-trayvon-martins-social-media.html