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abril 06, 2015

Cuba: la fruta prohibida

Cuba es una isla, con el agravante de que el comunismo castrista y el embargo estadounidense la aislaron aún más en los últimos 50 años. Sin embargo, las nuevas relaciones con el gobierno de Barack Obama la han proyectado como la fruta prohibida que todos quieren saborear.

Los beneficios y desventajas del aislamiento de la sociedad cubana dependen del observador. El extranjero la ve como una sociedad oprimida, fracasada y pobre. El gobierno cubano la muestra impoluta, con buena salud, alfabetizada y sin las imperfecciones que atrae el capital: narcotráfico, criminalidad y consumismo alienado.

No obstante, para que Cuba se integre y sea continental, el camino está lleno de piedras. Las más grandes tienen que ver con un sistema político que no se concibe fuera del monopolio del Estado; cuya Constitución no reconoce las libertades del individuo, sean de asociación, reunión o de expresión.

Otras trabas son de orden económico, por más que hace tiempo Raúl Castro esté lidiando con reformas económicas que no terminan de cuajar. Cree en abrir el mercado, pero manteniendo el férreo control estatal, desconociendo que se necesita un sector privado vigoroso y libre para alcanzar competencia e innovación.

Cuba prefiere el sistema chino, con un capitalismo controlado y sin libertades políticas, tal como Beijing lo viene demostrando y lo confirmó con Hong Kong. Hasta para lograr esto, los Castro tendrán que confiar el cuentapropismo a sus ciudadanos y que varias compañías privadas peleen por el mercado. Un mal ejemplo lo ofrece la primera telefónica que desembarcó en esta nueva era. Es única y debe trabajar en sociedad con la estatal e ineficiente Etecsa. Sin competencia, las tarifas serán caras, el desarrollo escaso y no se avizora buen futuro para el internet como pretende la ONU; que la conexión en los hogares sea del 50% para 2020, del 4% actual. Una quimera.

En el terreno político las esperanzas son menores. Cuba no está ofreciendo multipartidismo, elecciones libres ni libertad de reunión ni de expresión. Esto representa un gran desafío para el Congreso de EEUU que debe ser coherente con sus políticas y sanciones, pese a los anuncios de Obama de abrir embajadas y considerar retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo.

El problema es que Cuba fue y sigue siendo una cárcel. Solo a un puñado de personas se les permite entrar y salir; hasta los “embajadores” – músicos, bailarines, deportistas – suelen desertar. La diáspora cubana está compuesta por los movimientos Peter Pan y Mariel, la lotería de visas de EEUU que beneficia a 20 mil personas por año, los que escaparon en balsas improvisadas a través del Estrecho de la Florida y los miles que murieron en el intento.

Este desgarro no permite a los cubanoamericanos olvidar el pasado, aunque empiezan a acostumbrarse a la idea de una Cuba libre. Una encuesta conocida esta semana muestra que el apoyo de los cubanoamericanos saltó del 48% en diciembre, apenas se anunció el acuerdo político, al 69% actual. Los mayores de 65 años, aquellos que optaron por irse o fueron expulsados apenas Fidel Castro bajó de la Sierra Maestra, son los más resistentes al cambio. Sin embargo, la mayoría no quiere ni viajar ni invertir en la isla hasta que los Castro no hayan desaparecido. Nadie confía.

Las conversaciones de esta semana entre funcionarios de ambos países estuvieron enfocadas en las violaciones a los derechos humanos. A ninguno le fue bien. EEUU no consigue promesas de apertura y Cuba insiste en su estrategia de reciprocidad. Quiere que EEUU reconozca sus propias violaciones, sin entender que lo que está en juego es la transparencia. En EEUU todo es público y a debate, gracias a un periodismo libre, una sociedad acostumbrada a la autocrítica y a que se acepta la protesta y la rebelión. El problema en Cuba es el secretismo, la censura y que no se acepte la supervisión internacional sobre los derechos humanos.

La VII Cumbre de las Américas en Panamá servirá de termómetro. Habrá que observar si Raúl juega con sus aliados y quiere mantenerse como la fruta prohibida que le dio tantos réditos políticos externos como miseria interna o si, fiel a los acuerdos con Obama, anunciará reformas políticas para insertarse en el continente. Ya no tiene excusas. Es hora de definiciones. 

mayo 09, 2012

A propósito del posible atentado

Últimamente el gobierno de Estados Unidos ha tenido mayores éxitos desbaratando complejas conspiraciones y planes terroristas, que controlando los escándalos por el comportamiento indecente de sus fuerzas de seguridad, fuera de los campos de batalla.
Mientras el presidente Barack Obama tomaba esta semana como lema de campaña electoral el golpe mortal de hace un año contra Osama Bin Laden y el FBI desarticulaba una red de jóvenes anarquistas que planeaba atentados explosivos contra puentes y carreteras en el estado de Ohio, el Servicio Secreto afinaba un nuevo código de ética interno, en respuesta al bochorno internacional causado por sus agentes en la Cumbre de las Américas.
Once agentes y 10 militares condenaron su suerte laboral y la reputación del Servicio Secreto, entreverándose en una necia festichola con prostitutas, horas antes de que el presidente Obama llegara a la reunión de Cartagena. Ahora, el envío de chaperones a los viajes presidenciales, para controlar que los agentes no se involucren con alcohol y prostitutas, se asemeja a los recaudos que se toman para viajes de egresados o para el seleccionado juvenil de fútbol mexicano involucrado en los mismos menesteres el año pasado en Lima, más que para una agencia que salvó la vida de Ronald Reagan en 1981, pero que todavía repasa su responsabilidad sobre el asesinato de John Kennedy en 1963, como el yerro más grande de sus 147 años de historia.
La conducta indecente no es patrimonio de las fuerzas de seguridad estadounidenses, muchos candidatos presidenciales terminan sus aspiraciones por problemas de faldas; así como le costó el puesto al ex director francés del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn; o hizo pasar a la historia el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi o quedó en entredicho con el reciente viaje del rey español Juan Carlos al África, dicen, para cazar princesas y plebeyas, más que elefantes.
El escándalo del servicio secreto norteamericano, que todavía pudiera subir de tono si Dania Suárez logra contar su historia a la revista Playboy tras quejarse que no le pagaron por sus servicios sexuales, no es para rasgarse las vestiduras, pero sí tira por la borda los esfuerzos de un gobierno que en el mundo entero sermonea sobre ética y anticorrupción.
Aunque el jolgorio quedará para la anécdota, el tema no deja de ser grave, porque desnuda la vulnerabilidad del gobierno a merced de su propia gente, en casos que comprometen desde la seguridad del Presidente hasta la seguridad nacional. Los escándalos son muchos y poco graciosos, solo basta recordar al soldado Bradley Manning, después que filtrara a Wikileaks millones de documentos clasificados de la diplomacia estadounidense, comprometiéndose las relaciones con gobiernos aliados y enemigos.
Peor aún fueron las fotografías que surgieron en 2004 desde la cárcel en Irak de Abu Ghraib, que mostraban a soldados aterrorizando a los detenidos con perros o posando entre cadáveres desnudos como si fueran trofeos de caza, escenas que hasta inmortalizó el colombiano Fernando Botero en sus pinturas. O la de retratos recientes de soldados en la guerra de Afganistán, haciendo gestos obscenos a víctimas y símbolos musulmanes o la denuncia sobre aquellos guardias carcelarios de la prisión de Guantánamo, tirando copias del Corán por los retretes.
Pese a los golpes certeros contra Al Qaeda el gobierno de EE.UU. ha dejado traslucir muchas deficiencias graves. Desde sus yerros por no poder anticipar el 9/11 en Nueva York o justificar la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, hasta su impotencia por no detener una epidemia de suicidios que afecta a sus soldados y veteranos. O desde sus promesas incumplidas de cerrar la cárcel de Guantánamo, hasta acabar con métodos de interrogatorio lindantes con la tortura, ya sea en vuelos secretos o en cárceles clandestinas regenteadas por la CIA en Tailandia, Afganistán y varios países europeos.
Tal vez la mejor lección que emerge de la mala conducta de algunos agentes del Servicio Secreto, así como de los actos corruptos enumerados que conspiran desde el interior contra el propio gobierno, es que en una sociedad abierta donde se permite que la información y las denuncias fluyan libremente, se hace mucho más fácil la tarea de buscar y aplicar correctivos.

abril 16, 2012

Cuba, excusa para evadir lo importante

La Cumbre de las Américas terminó este domingo sin el brillo que le pronosticaban. No hubo declaración final y los temas políticos, no los importantes, como el ingreso de Cuba a este tipo de reuniones hemisféricas que piden los países del ALBA, la despenalización de las drogas que solicitó la Presidencia de Guatemala y la soberanía por las Islas Malvinas que reclama Argentina, bloquearon los consensos que se pudieran haber conseguido.

Los temas importantes tenían que ver con cuestiones económicas y el crecimiento para el futuro. Sin embargo, desde que el presidente Juan Manuel Santos, fue a Cuba a disculparse con los Castro de que no lo podía invitar a la Cumbre, se notó que realmente este era el tema con los que Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Venezuela tratarían de ocultar otras cuestiones importantes para los ciudadanos de sus países.
Con esta excusa de Cuba y todo el ruido producido, nadie entonces prestó atención a temas importantes como la ausencia de libertad de prensa en Ecuador, la enfermedad del presidente Hugo Chávez  de la que los venezolanos poco saben, el problema agudo de fraude electoral ininterrumpido que viven los nicaragüenses y el choque constante que el Presidente boliviano está teniendo con grupos  indígenas y de sindicalistas que lo legitimaron en el pasado.

Las ausencias de Rafael Correa, Hugo Chávez y Daniel Ortega, así como el tempranero despido de Evo Morales – acompañado de Cristina de Kirchner, molesta por la exclusión de las Malvinas en un texto final que nunca hubo – evidencia lo poco que estos presidentes se querían exponer a lo que está pasando en sus países. Favorecer a Cuba que es el único país que abiertamente desafía la Carta Democrática Interamericana en todos sus artículos, no habla realmente muy bien de una cumbre democrática.

Ya este tema de Cuba lo habíamos vivido cuando estos mismos países pidieron el ingreso a la Organización de Estados Americanos, y una vez que consiguieron el consenso se vio como Cuba desairó el ofrecimiento diciendo que no le importaba ingresar a un club que servía para el colonialismo del imperio. Probablemente una vez que inviten a los Castro a esta Cumbre de las Américas tengan la misma actitud, mientras tanto, todas estas negociaciones sirven para desviar la atención y evadir los temas importantes.

Pan y circo.

abril 12, 2012

Una Cumbre sin Cuba

Muchos se lamentan todavía de que Cuba no esté en la Cumbre de las Américas que empieza oficialmente hoy con 33 presidentes del continente a excepción de Raúl Castro y de Rafael Correa quien no quiso participar hasta que en estas reuniones se invite a la dictadura de los Castros.

Andrés Oppenheimer en su columna de hoy se refiere al caso y dice que en una entrevista el presidente Juan Manuel Santos le dijo que no solo Ecuador sino muchos países latinoamericanos quieren que Cuba participe. http://www.elnuevoherald.com/2012/04/11/v-print/1176230/la-ausencia-de-cuba-en-la-cumbre.html

También dijo Santos que se tienen que respetar los diferentes criterios que los países tienen en materia de libertad de prensa y de expresión.

En ambos casos disiento de esas opiniones. Primero, porque traer a Cuba a la Cumbre implicaría que se violen los principios de la Carta Democrática Interamericana que rechazan a cualquier estado que no respete principios democráticos, como elecciones libres, multipartidismo, libertad de expresión y de asociación. Y segundo, como bien me cita Oppenheimer, no se puede dejar al arbitrio de cada país la interpretación de los principios de libertad de expresión y de prensa, ya que se trata de preceptos universales fundamentados por las cartas de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la OEA.

Da la sensación de que Santos interpreta a la política como el arte de buscar consensos, y en el camino, permite que se pisoteen principios democráticos.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...