sábado, 5 de noviembre de 2016

Ni por Hillary ni por Trump. Voté en blanco

Adelanté mi voto. Fue en blanco y a conciencia. Hubiese podido hacerlo por el mal menor o para castigar a uno de los candidatos, como lo hice otras veces en Argentina o en este, mi país adoptivo. Pero no tuve escapatoria. Ni Hillary Clinton ni Donald Trump me atraen o generan confianza.

Como millones, adelanté mi voto porque no creo que sucederá algo nuevo de aquí al martes. Esta campaña entre Hillary y Trump, y las internas en que destruyeron a sus contrincantes, me produjo hastío, desconcierto y mayor incredulidad en la política.

Soy independiente, no estoy registrado en ningún partido, aunque me inclino por los principios del Partido Republicano. Prefiero una economía abierta y menor participación del Estado en todo. Sin embargo, Trump me desconcertó. Se presentó como el buen outsider del sistema político de Washington, pero terminó siendo tan proteccionista y cerrado en economía como un Demócrata. Y en materia de corrupción, sus emprendimientos privados están tan o más sospechados que los públicos.

Me hartaron las reyertas personales. Me ganó la incredulidad. ¿Cómo creer en que Hillary o Trump serán buenos presidentes ante tanta evidencia de corrupción y falta de transparencia?

El director del FBI tiró la última bomba. ¿Existe mucho más de parte de Hillary que la simple distribución de correos oficiales en su cuenta personal, cuando era ministro de Obama y puso en riesgo la seguridad nacional? Una nueva investigación sobre el contenido de otros miles de emails, elevan a la estratosfera las sospechas sobre su honestidad.

Esta indecencia “clintoniana” también está plasmada en la conducta de su Fundación. Mientras fue secretaria de Estado de Barack Obama, ofreció favores oficiales a aquellos gobiernos y empresarios que le hicieron donaciones sustanciosas. A ello hay que sumarle la falta de transparencia sobre sus antecedentes clínicos, el mal manejo del escándalo de Bill con Mónica Lewinsky y el de todas sus amantes anteriores, así como la desfachatez por haberse llevado de la Casa Blanca los regalos de Estado que otros gobiernos les habían obsequiado, y que luego los Clinton debieron devolver.

Trump, por otro lado, es más transparente. Es lo que es. Estridente, fanfarrón y mediático. Es un tipo sin términos medios; todo lo polariza. Sí o no, blanco o negro, paz o guerra. El riesgo es que conduzca al país como a sus empresas, saltando del éxito a la bancarrota con total naturalidad.

Trump acumula inmoralidades por doquier. Tiene discurso racista, sexista y divisionista. Estira la ley para no pagar impuestos y juguetea con su Fundación. Ridiculiza a quienes piensan diferente o son inmigrantes. Dice lo que muchos quieren escuchar y su sarcasmo da miedo. Es la fórmula que usaron el derechista Alberto Fujimori y el izquierdista Hugo Chávez, otros outsiders de la política, cuyos gobiernos derivaron en el culto a la personalidad y el autoritarismo.

Aunque en el presente voté en blanco y mi opinión no contará en el conteo, estoy tranquilo por no haber escogido entre el pasado de Hillary y por el miedo al futuro con Trump; ni por otros candidatos alternativos que no tienen buenas propuestas. Tendré que lidiar luego con quien salga elegido, y ojalá el nuevo presidente se comporte distinto que en la campaña o Mike Pence (R) y Tim Kaine(D) tengan mayor peso como vicepresidentes.

En realidad, más que la Presidencia, lo que siempre me preocupó es la composición de la Corte Suprema, porque es la que delinea y construye la cultura del país. Es la que acabó con la segregación, empoderó a la mujer, quitó los privilegios a los funcionarios, fortaleció la libertad de expresión y prohibió que se impidan los casamientos de personas del mismo sexo.

Además, me siento tranquilo porque voté por buenos legisladores, jueces, alcalde y porque mi voto contará en enmiendas constitucionales trascendentes sobre el uso medicinal de la marihuana, el costo de la energía solar y la rebaja de impuestos para discapacitados.


Espero ansioso al martes. Todo podrá suceder. Las  encuestas son erráticas y muestran un virtual empate. Creo que ganará Hillary, aunque mi pronóstico no es muy confiable. Me equivoqué varias veces, hasta con el Brexit inglés y el No de los colombianos por la paz. trottiart@gmail.com