Adelanté mi voto. Fue en
blanco y a conciencia. Hubiese podido hacerlo por el mal menor o para castigar
a uno de los candidatos, como lo hice otras veces en Argentina o en este, mi
país adoptivo. Pero no tuve escapatoria. Ni Hillary Clinton ni Donald Trump me
atraen o generan confianza.
Como millones, adelanté mi
voto porque no creo que sucederá algo nuevo de aquí al martes. Esta campaña entre
Hillary y Trump, y las internas en que destruyeron a sus contrincantes, me
produjo hastío, desconcierto y mayor incredulidad en la política.
Soy independiente, no estoy
registrado en ningún partido, aunque me inclino por los principios del Partido
Republicano. Prefiero una economía abierta y menor participación del Estado en
todo. Sin embargo, Trump me desconcertó. Se presentó como el buen outsider del sistema político de
Washington, pero terminó siendo tan proteccionista y cerrado en economía como
un Demócrata. Y en materia de corrupción, sus emprendimientos privados están
tan o más sospechados que los públicos.
Me hartaron las reyertas
personales. Me ganó la incredulidad. ¿Cómo creer en que Hillary o Trump serán
buenos presidentes ante tanta evidencia de corrupción y falta de transparencia?
El director del FBI tiró la
última bomba. ¿Existe mucho más de parte de Hillary que la simple distribución
de correos oficiales en su cuenta personal, cuando era ministro de Obama y puso
en riesgo la seguridad nacional? Una nueva investigación sobre el contenido de
otros miles de emails, elevan a la estratosfera las sospechas sobre su
honestidad.
Esta indecencia “clintoniana”
también está plasmada en la conducta de su Fundación. Mientras fue secretaria
de Estado de Barack Obama, ofreció favores oficiales a aquellos gobiernos y
empresarios que le hicieron donaciones sustanciosas. A ello hay que sumarle la falta
de transparencia sobre sus antecedentes clínicos, el mal manejo del escándalo de
Bill con Mónica Lewinsky y el de todas sus amantes anteriores, así como la desfachatez
por haberse llevado de la Casa Blanca los regalos de Estado que otros gobiernos
les habían obsequiado, y que luego los Clinton debieron devolver.
Trump, por otro lado, es más
transparente. Es lo que es. Estridente, fanfarrón y mediático. Es un tipo sin
términos medios; todo lo polariza. Sí o no, blanco o negro, paz o guerra. El
riesgo es que conduzca al país como a sus empresas, saltando del éxito a la
bancarrota con total naturalidad.
Trump acumula inmoralidades
por doquier. Tiene discurso racista, sexista y divisionista. Estira la ley para
no pagar impuestos y juguetea con su Fundación. Ridiculiza a quienes piensan
diferente o son inmigrantes. Dice lo que muchos quieren escuchar y su sarcasmo
da miedo. Es la fórmula que usaron el derechista Alberto Fujimori y el
izquierdista Hugo Chávez, otros outsiders de la política, cuyos gobiernos
derivaron en el culto a la personalidad y el autoritarismo.
Aunque en el presente voté
en blanco y mi opinión no contará en el conteo, estoy tranquilo por no haber
escogido entre el pasado de Hillary y por el miedo al futuro con Trump; ni por
otros candidatos alternativos que no tienen buenas propuestas. Tendré que
lidiar luego con quien salga elegido, y ojalá el nuevo presidente se comporte
distinto que en la campaña o Mike Pence (R) y Tim Kaine(D) tengan mayor peso
como vicepresidentes.
En realidad, más que la
Presidencia, lo que siempre me preocupó es la composición de la Corte Suprema,
porque es la que delinea y construye la cultura del país. Es la que acabó con
la segregación, empoderó a la mujer, quitó los privilegios a los funcionarios,
fortaleció la libertad de expresión y prohibió que se impidan los casamientos
de personas del mismo sexo.
Además, me siento tranquilo
porque voté por buenos legisladores, jueces, alcalde y porque mi voto contará
en enmiendas constitucionales trascendentes sobre el uso medicinal de la
marihuana, el costo de la energía solar y la rebaja de impuestos para discapacitados.
Espero ansioso al martes. Todo
podrá suceder. Las encuestas son
erráticas y muestran un virtual empate. Creo que ganará Hillary, aunque mi
pronóstico no es muy confiable. Me equivoqué varias veces, hasta con el Brexit inglés
y el No de los colombianos por la paz. trottiart@gmail.com