El Mundial de Fútbol arrancó
antes de lo pensado. En la semana que se disputaban los últimos amistosos, algunos
gobiernos politizaron la Copa anunciando un boicot a la anfitriona Rusia, en
represalia por haber envenenado a uno de sus espías desertores en Inglaterra.
El bloqueo convocado por los
ingleses al que se adhirió Islandia y se sumarán otros países, es desacertado y
desproporcionado. El Mundial y las Olimpíadas deberían estar blindados a
decisiones políticas que desnaturalicen su esencia deportiva, más allá del
contexto político del momento.
Un boicot contra un Mundial
debería circunscribirse a lo deportivo; y en ese terreno los rusos dan excusas bien
válidas. Hicieron trampa con un potente programa gubernamental de doping para
elevar el rendimiento de miles de atletas olímpicos, incluidos futbolistas, y
compraron su sede sobornando a más de un jerarca de la FIFA. Lamentablemente, esta,
cuyos estatutos le ordenan evitar injerencias extradeportivas, está
imposibilitada moralmente de actuar, desde que sus jerarcas vendieron sedes y
puestos al mejor postor, como desnudó el FIFAgate.
Un bloqueo político puede
abrir puertas peligrosas en el futuro. ¿Por qué no boicotear a Qatar 2022 por
la desigualdad de la mujer, a China por la esclavitud de obreros en sus
fábricas, a Egipto por tolerar a extremistas o a Kenia por no proteger animales
en extinción? El problema, además, es que la política cambia de inmediato y desorienta.
¿Quién hubiera imaginado que Donald Trump y Kim Jong-un tendrán una cumbre para
dirimir sus reyertas, cuando semanas atrás guapeaban a ver quién apretaba el
botón nuclear con más fuerza? ¿Y quién no se atrevería a imaginar que pronto Trump,
Vladimir Putin y Theresa May coincidan sonrientes en una foto, argumentando que
todo fue un malentendido y acusen a terroristas chechenos de haber manipulado
el químico contra el espía?
En todo caso, el boicot
anunciado es también desproporcionado. Existen causas mucho más graves para
excluir a Rusia que por el presunto envenenamiento de Serguei Skripal y su hija
Yulia. La injerencia en elecciones foráneas, la guerra en Siria, la anexión de
Crimea o la invasión de Ucrania serían argumentos más contundentes y convincentes.
Por supuesto que la
intoxicación del espía y su hija merecen fuertes represalias. Políticamente las
medidas planteadas están surtiendo efecto y era obvio que Rusia respondería con
reciprocidad a EEUU y los demás países que expulsaron a más de 140 diplomáticos
en total, de los que se sospechaba hacían trabajos de espionaje. En todo caso,
lo que no se entiende, es porque se espera a que explote un conflicto para
dirimir cosas que se sabían. Esta es otra razón para blindar a los Mundiales de
injerencias extradeportivas.
Hace rato que se dejó de
lado la política que quiere reinventar ahora Inglaterra para escarmentar a
Rusia. Se recuerda aquella vez que algunos países americanos decidieron no
enviar a sus selecciones al Italia 1934 para renegar del fascismo de Benito
Mussolini y responder por el boicot de varios equipos europeos al primer
Mundial en Uruguay 1930. Si bien muchas veces hubo amagues y algunos boicots
quirúrgicos, como el de Johan Cruyff de la Naranja Mecánica al Argentina 1978
por las violaciones a los derechos humanos de la dictadura militar, apoyar un
boicot político ahora abre puertas insospechadas, ya que ningún país está libre
de pecados.
Sin dudas que las protestas
son excelentes armas para crear conciencia sobre cualquier conflicto; y ojalá muchas
se vean en las ciudades sede fuera delos estadios. Pero hacer boicots políticos
ahora es contranatural al espíritu deportivo e irrespetuoso con los fanáticos. Rusia
hubiera tenido que ser bloqueada al momento de su votación como sede, cuando
los dirigentes de asociaciones y confederaciones, políticos incluidos, tuvieron
la oportunidad de hacerlo.
A esta altura, nosotros, los
fanáticos, estamos más inquietos sobre si nuestro equipo pegará el batacazo, si
el VAR arruinará el espectáculo o si podremos ver los partidos en nuestras
oficinas, como para preocuparnos si los príncipes William y Kate o Mauricio
Macri y su hijita Antonia se sentarán el 14 de junio junto a Vladimir Putin para
disfrutar del partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudita. trottiart@gmail.com