La decisión del presidente Barack Obama de enviar esta semana más tropas a Afganistán, realzó las críticas de quienes consideran que el Premio Nobel de la Paz no lo merecía o que fue prematuro.
Obama está en un punto de inflexión en su Presidencia. La aceptación del público a sus políticas domésticas y externas viene en caída, empujada por una prensa más negativa que igualmente le critica una reforma de salud o que haya viajado a Copenhague sin traer los Juegos Olímpicos para Chicago.
Quizás este era su primer y último año en el que podría ser elegible para el Nobel, considerando que los dos frentes de guerra, los 4.349 soldados muertos en Irak y las víctimas en aumento en Afganistán, seguirán desgastando su imagen y popularidad.
Empujado tal vez por esa coyuntura, esta semana el Comité del Nobel, en un gesto inusual y también polémico, salió a defender su elección para apaciguar las críticas de quienes piensan que el presidente estadounidense habla mucho, hace poco y logra menos. Los noruegos no coinciden con esa apreciación, diciendo que votaron Obama, por sus logros sobre desarme nuclear, relaciones mejoradas con países musulmanes y liderazgo en temas relevantes como cambio climático y cooperación internacional.
El argumento internacionalista del Comité, buscó descomprimir las reacciones negativas que el galardón siempre genera entre connacionales, que tienden a ser más severos y escépticos con uno de los suyos. Similar experiencia vivieron la guatemalteca Rigoberta Menchú y el argentino Pérez Esquivel, soportando el descrédito en sus propios países tras recibir el Nobel. Y lo mismo habría ocurrido si la senadora colombiana Piedad Córdoba, una de las favoritas de este año, hubiera sido elegida por sus esfuerzos en la liberación de los rehenes en manos de las Farc.
Que el premio esté politizado no es malo, si por politización se entiende como el fin de crear conciencia sobre un tema o estimular su discusión. Al Gore, el ex vicepresidente estadounidense, ganó el Nobel de la Paz en el 2007 sin haber hecho mucho; pero fue a través de él y el documental que mercadeó, “Una verdad incómoda”, que el calentamiento global se instaló con fuerza en la agenda internacional.
Este galardón tuvo años sin conflicto cuando lo ganaron líderes espirituales como Madre Teresa, Desmond Tutu y el Dalai Lama, así como asociaciones de bien público como la Cruz Roja, Amnistía Internacional y Médicos Sin Fronteras. Pero supo generar polémicas por sus graves olvidos. Así como al escritor argentino Borges le fue esquivo el de Literatura, Juan Pablo II es la mayor omisión en la historia del Nobel. El Papa, entre muchas acciones por la paz, fue el artífice de un acuerdo de última hora en la Navidad de 1978 para que Argentina y Chile no se enfrascaran en una guerra fratricida por el Canal del Beagle.
El premio a Obama pudo estar politizado o tener un fin especulativo, si es que la intención fue estimular acciones pacíficas o condicionar otras violentas. Pero aún así no es un mal receptor, ya que es el líder más potable y en posición de relevancia para trabajar por la paz global.
El presidente del Comité Nobel, Thorbjorn Jagland, acertó al decir que si bien Obama todavía no hizo de este mundo un lugar más seguro, al menos logró que disminuya la tensión internacional. Este es un resultado no menor, si se considera que le ha permitido alcanzar un impensable acuerdo para comenzar un desarme nuclear progresivo con los rusos, poniendo al descubierto a otros países agresivos en esa materia como Corea del Norte e Irán.
Esa distensión también forma parte de una diplomacia persuasiva que es la antítesis de la ejercida por su antecesor y que el mundo despreciaba; lo que tampoco lo aleja de las críticas, por ejemplo, por no haber tenido la firmeza suficiente para ayudar a dirimir la crisis en Honduras y el fraude electoral iraní.
Más allá de si el Nobel de la Paz fue meritorio o no, lo cierto es que Obama es el único líder que goza de confianza internacional y genera la “esperanza” de que “sí se puede” - como rezan sus lemas - alcanzar mayor paz en el mundo.
sábado, 24 de octubre de 2009
viernes, 23 de octubre de 2009
Maradona: más por menos
No concuerdo para nada con lo que dijo el presidente del fútbol argentino, AFA, Julio Grondona de que no hay que darle tanta espectacularidad a las sanciones que estudia la FIFA contra Maradona porque si "fuese otro técnico o jugador, el tema no hubiese tenido tanta importancia".
Esto marca en realidad el tono que siempre se ha tenido sobre Maradona a quien siempre se le ha tratado con un halo de inmunidad desde que fuera uno de los mejores jugadores del mundo, y por sus equivocaciones en la vida pública y privada que tienen que ver con la adicción a las drogas, su pelea con medios y periodistas, y todos los excesos y etcéteras con la pelota y sin ella.
Maradona por ser más debe recibir más penalidades, no todo lo contrario como dice Grondona. Si los insultos hubieran sido hechos por deportistas poco notables, la repercusión hubiera sido ínfima y el daño provocado menor, por lo que las penalidades deberían ser equiparables. Pero tratándose de Maradona, de su notoriedad, sus responsabilidades son mayores y debe ser “juzgado” o penalizado como tal. De lo contrario estaríamos en un mundo de desigualdades y privilegiando – como suele hacerse en muchos casos – a quienes más tienen y más pueden.
El principio de proporcionalidad de la justicia debe aplicarse con todo rigor. Más por más, no más por menos como quiere Grondona. Especialmente cuando no se arrepintió, lo que implica que no tiene atenuantes.
Esto marca en realidad el tono que siempre se ha tenido sobre Maradona a quien siempre se le ha tratado con un halo de inmunidad desde que fuera uno de los mejores jugadores del mundo, y por sus equivocaciones en la vida pública y privada que tienen que ver con la adicción a las drogas, su pelea con medios y periodistas, y todos los excesos y etcéteras con la pelota y sin ella.
Maradona por ser más debe recibir más penalidades, no todo lo contrario como dice Grondona. Si los insultos hubieran sido hechos por deportistas poco notables, la repercusión hubiera sido ínfima y el daño provocado menor, por lo que las penalidades deberían ser equiparables. Pero tratándose de Maradona, de su notoriedad, sus responsabilidades son mayores y debe ser “juzgado” o penalizado como tal. De lo contrario estaríamos en un mundo de desigualdades y privilegiando – como suele hacerse en muchos casos – a quienes más tienen y más pueden.
El principio de proporcionalidad de la justicia debe aplicarse con todo rigor. Más por más, no más por menos como quiere Grondona. Especialmente cuando no se arrepintió, lo que implica que no tiene atenuantes.
jueves, 22 de octubre de 2009
Cuidado! Chávez pierde popularidad
Lo que en cualquier situación pudiera ser un signo magnífico, de que un gobierno autoritario y populista pierda popularidad y aceptación en su país, en el caso de Hugo Chávez me temo que la experiencia indica que eso es contraproducente.
Los narcisistas siempre encuentran la fórmula para hacerse notar cada vez que todos bajamos la guardia ante un período de tranquilidad súbita. Chávez a quien solo le falta que sus grandes cartelones con sus fotos estén adornados con gigantescos monumentos de bronce, siempre suele aparecer estruendosamente para que todo el mundo hable de él después de períodos en que su popularidad va en baja.
Así sea por expropiaciones de compañías domésticas o internacionales en su territorio, por la persecución “judicial” contra un opositor o porque de repente reorganiza otra cumbre de países del Alba a destiempo o se reúne con los presidentes de Irán o Libia, o alerta sobre un intento de invasión estadounidense, o salta contra una supuesta conspiración para asesinarlo, o lo que fuera. Pero siempre sus grandes anuncios coinciden con épocas en que parece retroceder un paso para adelantarse 20, como cuando construyó su Constitución o emitió leyes a granel después de que en un referendo el pueblo le dijo que no a sus intentos de usurpar el poder para siempre.
Una encuesta reciente de la firma Hinterlaces demuestra que perdió 10 por ciento de aceptación desde enero de este año, debido a los problemas económicos y a la percepción de que el gobierno es demasiado caótico, burocrático e ineficiente. Según un cable de la AFP indica que si las elecciones presidenciales se celebraran esta semana, un 49 por ciento de los venezolanos no sabría por quién votar, un 35 por ciento votaría por Chávez y un 16 por ciento por otros candidatos sin especificar.
Claro está, es que Chávez tiene un poder increíble de reacción y termina siempre aprovechándose de campañas políticas – el año que viene habrá elecciones legislativas – para fundamentar su reelección y ganar el poco terreno que va perdiendo, sobre el cual sabe muy bien como echarle culpas a fuerzas extranjeras e internacionales, un discurso que sin oposición o débil oposición, termina por ser creíble.
El problema de Venezuela tampoco es que no haya oposición. Ello es parte de la verdad. El mayor problema es que Chávez se ha encargado de derribarla y pisotearla con argumentos populista poco transparentes y mentirosos, porque no puede ser que opositores que le hubieran podido hacer sombres estén detrás de las rejas, como Baduel, o en el exilio, como Rosales.
En la Venezuela de Chávez no se permite el disenso, ya que es considerado desestabilizador de la democracia.
Los narcisistas siempre encuentran la fórmula para hacerse notar cada vez que todos bajamos la guardia ante un período de tranquilidad súbita. Chávez a quien solo le falta que sus grandes cartelones con sus fotos estén adornados con gigantescos monumentos de bronce, siempre suele aparecer estruendosamente para que todo el mundo hable de él después de períodos en que su popularidad va en baja.
Así sea por expropiaciones de compañías domésticas o internacionales en su territorio, por la persecución “judicial” contra un opositor o porque de repente reorganiza otra cumbre de países del Alba a destiempo o se reúne con los presidentes de Irán o Libia, o alerta sobre un intento de invasión estadounidense, o salta contra una supuesta conspiración para asesinarlo, o lo que fuera. Pero siempre sus grandes anuncios coinciden con épocas en que parece retroceder un paso para adelantarse 20, como cuando construyó su Constitución o emitió leyes a granel después de que en un referendo el pueblo le dijo que no a sus intentos de usurpar el poder para siempre.
Una encuesta reciente de la firma Hinterlaces demuestra que perdió 10 por ciento de aceptación desde enero de este año, debido a los problemas económicos y a la percepción de que el gobierno es demasiado caótico, burocrático e ineficiente. Según un cable de la AFP indica que si las elecciones presidenciales se celebraran esta semana, un 49 por ciento de los venezolanos no sabría por quién votar, un 35 por ciento votaría por Chávez y un 16 por ciento por otros candidatos sin especificar.
Claro está, es que Chávez tiene un poder increíble de reacción y termina siempre aprovechándose de campañas políticas – el año que viene habrá elecciones legislativas – para fundamentar su reelección y ganar el poco terreno que va perdiendo, sobre el cual sabe muy bien como echarle culpas a fuerzas extranjeras e internacionales, un discurso que sin oposición o débil oposición, termina por ser creíble.
El problema de Venezuela tampoco es que no haya oposición. Ello es parte de la verdad. El mayor problema es que Chávez se ha encargado de derribarla y pisotearla con argumentos populista poco transparentes y mentirosos, porque no puede ser que opositores que le hubieran podido hacer sombres estén detrás de las rejas, como Baduel, o en el exilio, como Rosales.
En la Venezuela de Chávez no se permite el disenso, ya que es considerado desestabilizador de la democracia.
miércoles, 21 de octubre de 2009
¿No es que no eran presos políticos?
El régimen castrista cubano siempre negó que existieran presos políticos en la Isla y menos que lo fueran los 75 disidentes que fueron apresados durante la “primavera negra” de marzo de 2003, a quienes se les impuso condenas de hasta más de 30 años tras juicios sumarísimos. El mayor pecado que había cometido esta gente fue hablar y expresar su disenso con las políticas monolíticas del régimen.
La visita del canciller español, Miguel Angel Moratinos, a Cuba en los últimos dos días, desenmascaró al gobierno cubano en su impostura, al liberar a Nelson Aguiar y Lázaro Angulo, además de permitir la salida del país de la esposa del prisionero Oscar Elías Biscet, Elsa Morejón.
La liberación de estos presos mediante orden directa de Raúl Castro - como una forma de congraciarse con los españoles para que logren derogar algunas sanciones de la Comunidad Europea - demuestra cabalmente que se trata de presos de conciencia sobre los que el Poder Ejecutivo en La Habana dispone sin intervención alguna del Poder Judicial.
Y pensar que todavía hay organizaciones como la OEA que hacen la vista gorda a esta calamidad, desconociendo – como lo han hecho más de diez presidentes latinoamericanos que visitaron a los Castro desde principios de año para celebrar los 50 años de la revolución – a quienes se están pudriendo en las cárceles por el solo hecho de disentir.
Según una cuenta del periodista Wilfredo Cancio de El Nuevo Herald de Miami, ya están en libertad por motivos humanitarios 22 de los disidentes arrestados durante la “primavera negra”; 10 de ellos en Cuba y 11 están en el exilio en EE.UU., España y Suecia. Miguel Valdés Tamayo falleció en La Habana en enero del 2007.
La visita del canciller español, Miguel Angel Moratinos, a Cuba en los últimos dos días, desenmascaró al gobierno cubano en su impostura, al liberar a Nelson Aguiar y Lázaro Angulo, además de permitir la salida del país de la esposa del prisionero Oscar Elías Biscet, Elsa Morejón.
La liberación de estos presos mediante orden directa de Raúl Castro - como una forma de congraciarse con los españoles para que logren derogar algunas sanciones de la Comunidad Europea - demuestra cabalmente que se trata de presos de conciencia sobre los que el Poder Ejecutivo en La Habana dispone sin intervención alguna del Poder Judicial.
Y pensar que todavía hay organizaciones como la OEA que hacen la vista gorda a esta calamidad, desconociendo – como lo han hecho más de diez presidentes latinoamericanos que visitaron a los Castro desde principios de año para celebrar los 50 años de la revolución – a quienes se están pudriendo en las cárceles por el solo hecho de disentir.
Según una cuenta del periodista Wilfredo Cancio de El Nuevo Herald de Miami, ya están en libertad por motivos humanitarios 22 de los disidentes arrestados durante la “primavera negra”; 10 de ellos en Cuba y 11 están en el exilio en EE.UU., España y Suecia. Miguel Valdés Tamayo falleció en La Habana en enero del 2007.
martes, 20 de octubre de 2009
Ortega: la reelección que faltaba
Ya se veía venir. Daniel Ortega haría cualquier cosa con tal de poder ser reelegido. Los sandinistas no pudieron cambiar la Ley Orgánica del Poder Judicial, reducir el número de jueces de la Corte Suprema, es decir eliminando a los liberales, y finalmente el gran favor se lo hicieron los jueces sandinistas de la Corte Constitucional.
Si este fallo permanece, Ortega no tendrá problemas para reelegirse en el 2011 y considerando el fraude cometido en noviembre del 2008 en las elecciones municipales, no hay dudas que seguirá siendo el presidente de Nicaragua.
Ortega logró lo que Manuel Zelaya no pudo. Es obvio que los países nucleados en el ALBA salieran hoy a relucir y felicitar al “pueblo nicaragüense” por lo que consiguió, como si realmente se tratara del pueblo. Increíble.
De esta forma, los países del Alba van cerrando el círculo. Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa ya tienen la reelección, algo que no pudo conseguir Zelaya y que se verá que decidirá la Corte Suprema de Nicaragua sobre el tema.
Si este fallo permanece, Ortega no tendrá problemas para reelegirse en el 2011 y considerando el fraude cometido en noviembre del 2008 en las elecciones municipales, no hay dudas que seguirá siendo el presidente de Nicaragua.
Ortega logró lo que Manuel Zelaya no pudo. Es obvio que los países nucleados en el ALBA salieran hoy a relucir y felicitar al “pueblo nicaragüense” por lo que consiguió, como si realmente se tratara del pueblo. Increíble.
De esta forma, los países del Alba van cerrando el círculo. Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa ya tienen la reelección, algo que no pudo conseguir Zelaya y que se verá que decidirá la Corte Suprema de Nicaragua sobre el tema.
lunes, 19 de octubre de 2009
Defienden a Correa
La reunión que mantuvimos entre una delegación de la SIP y funcionarios del gobierno del presidente Rafael Correa el pasado viernes en el Palacio de Corondolet en Quito fue cordial. Ambos grupos no dejamos de mostrar nuestras diferencias sobre libertad de prensa y sobre la nueva ley de Comunicación que el gobierno está impulsando.
Pero en medio del diálogo, siempre respetuoso, el secretario privado del Presidente, Galo Mora, con tono medido espetó que Gonzalo Marroquin de nuestra delegación había calificado acciones de Correa como “torpezas” y que yo me había referido en alguna oportunidad al Presidente como que tenía “un historial tétrico en materia de ética”.
Puede ser. En realidad no son epítetos tan fuertes ni tan sarcásticos como los que Correa todos los sábados insulta a los periodistas en su programa encadenado, que tiene un espacio especial para criticar a la prensa. En ese segmento, en tono burlón la llegó a calificar de “incompetente”,” calumniadora”, “mentirosa”,” corrupta”, “mediocre”, “mafiosa”, “pornografía periodística”, ”miseria humana”, “bestias salvajes” y “brutos que publican porquerías”; además de “racistas”, “discriminadores” y “excluyentes”. Por cierto, epítetos todos más elevados de tono que “torpeza” e “historial tétrico en materia de ética”.
Mora también – en su defensa del Presidente - nos dijo que la SIP no tenía autoridad moral para criticar a nadie después de que el edificio sede en Miami de la organización lleva el nombre de Jules Dubois, un periodista estadounidense al que calificó de agente de la CIA; algo que Correa también recalcó este sábado como parte de su campaña de desprestigio contra la prensa, agregando que la SIP fue fundada por (Dubois) un agente de la CIA confeso. De esta forma, utilizó la misma treta de desprestigio y descrédito.
Ese mismo día, con su estilo sarcástico dijo que el proyecto de ley de Comunicación es el “proyecto estrella del gobierno”, objetando que esté siendo cuestionado por la mezquindad de la prensa que “quieren leyes para todos menos para ellos ¿Ley de Comunicación? Uuuuy! Qué pecado!”.
Una lástima que Correa no pueda dialogar y crear un debate decente en materia de libertad de prensa e información. En su descrédito continuo disfraza su intención verdadera de restringir a los medios de comunicación. La ley propuesta no es más que eso, una forma legal de control.
Pero en medio del diálogo, siempre respetuoso, el secretario privado del Presidente, Galo Mora, con tono medido espetó que Gonzalo Marroquin de nuestra delegación había calificado acciones de Correa como “torpezas” y que yo me había referido en alguna oportunidad al Presidente como que tenía “un historial tétrico en materia de ética”.
Puede ser. En realidad no son epítetos tan fuertes ni tan sarcásticos como los que Correa todos los sábados insulta a los periodistas en su programa encadenado, que tiene un espacio especial para criticar a la prensa. En ese segmento, en tono burlón la llegó a calificar de “incompetente”,” calumniadora”, “mentirosa”,” corrupta”, “mediocre”, “mafiosa”, “pornografía periodística”, ”miseria humana”, “bestias salvajes” y “brutos que publican porquerías”; además de “racistas”, “discriminadores” y “excluyentes”. Por cierto, epítetos todos más elevados de tono que “torpeza” e “historial tétrico en materia de ética”.
Mora también – en su defensa del Presidente - nos dijo que la SIP no tenía autoridad moral para criticar a nadie después de que el edificio sede en Miami de la organización lleva el nombre de Jules Dubois, un periodista estadounidense al que calificó de agente de la CIA; algo que Correa también recalcó este sábado como parte de su campaña de desprestigio contra la prensa, agregando que la SIP fue fundada por (Dubois) un agente de la CIA confeso. De esta forma, utilizó la misma treta de desprestigio y descrédito.
Ese mismo día, con su estilo sarcástico dijo que el proyecto de ley de Comunicación es el “proyecto estrella del gobierno”, objetando que esté siendo cuestionado por la mezquindad de la prensa que “quieren leyes para todos menos para ellos ¿Ley de Comunicación? Uuuuy! Qué pecado!”.
Una lástima que Correa no pueda dialogar y crear un debate decente en materia de libertad de prensa e información. En su descrédito continuo disfraza su intención verdadera de restringir a los medios de comunicación. La ley propuesta no es más que eso, una forma legal de control.
domingo, 18 de octubre de 2009
Maradona: líder irresponsable
Me gustaría que Maradona - a quien siempre defendí por lo que representó como jugador, no por sus monerías como persona – fuera castigado, incluso por más partidos que los cinco que le daría de suspensión la FIFA por haber insultado a periodistas apenas terminó el partido contra Uruguay y en la conferencia de prensa.
Sus insultos - de por sí demasiados más groseros que el “hijo de puta” en contra del gobernador de Puerto Rico y la camiseta en contra de Uribe por las bases militares en los premios MTV que prodigaron los cantantes de Calle 13 esa misma noche - son parte de esa pantomima maradoniana que ha deshecho a los periodistas con verbos y demandas tan irrisorias como “chupámela...” “mamámela …” “y la tenés bien adentro”. Groserías verbales comparables a las acciones contrarias a los periodistas como aquellos balines que les disparó con un rifle de aire comprimido.
Lo de Maradona es grave. Muy grave. Los insultos pudieran ser graciosos si no fueran que provienen de una persona de fama mundial. Esa notoriedad y popularidad hacen que esos insultos sean doblemente perjudiciales; un agravante que tendría en cuenta un juez en un proceso por difamación entre la víctima y el agresor.
Justamente esa popularidad es la que hace más fuerte la necesidad de que Maradona sea sancionado. Los argentinos nos damos cuenta de esa notoriedad cuando en cualquier parte del mundo, por más recóndito lugar que sea, cada vez que expresamos que somos de Argentina, una imagen frecuente e inseparable se nos presenta frente a nosotros. El interlocutor, con sonrisa ampliamente desplegada, contesta: “ah Maradona”. Fue parte de eso que Digo haya sido elegido el “mejor jugador de la historia” en una encuesta de la FIFA de hace dos años, no porque haya sido mejor que Pelé, sino simplemente porque ha tenido la suerte de ser parte de una época en que sus goles se vieron en vivo y en directo por televisión, y repetidos incluso miles de veces más que los más de 1.000 que metió Pelé.
Maradona - a quien muchos detestan por sus problemas de drogadicción, por sus tatuajes del Che, por y por sus visitas y simpatías con Castro, Morales, Cristina de Kirchner y Chávez – ha regalado a los argentinos y al mundo, muchas de las páginas más gloriosas como jugador, y por ello, muchos (me incluyo) le hemos justificado, como lo hizo ahora el presidente de la AFA, Grondona, esos exabruptos y conductas no muy santas, excusándolo de que nadie puede tirar la primera piedra ya que tenemos todos algo de lo que avergonzarnos o arrepentirnos.
Lamentablemente, la experiencia nos está dictado que todos hemos tenido la culpa de haber justificado, aceptado y excusado esas malas acciones, lo que ha generado que este tipo siga haciendo de las suyas y sus declaraciones hasta sean tomadas con humor.
Su trabajo como técnico es malo. Deplorable. Pero tuvo suerte y de repente tendrá tiempo para recuperar - y bien asesorado - el equipo pudiera tener chances de pasar la primera fase en el próximo mundial. Sin embargo, esa no debería ser la vara para medir a Maradona, una persona que no respeta la crítica y que considera que todo lo que se diga en contra de su trabajo y de lo malo que jugó hasta ahora la selección, es una crítica a su persona, creyéndose como un dios en el centro del universo. Como sucede con todos los dictadores, terminan siempre derruidos por su sobrevaloración como personas, por su egoísmo sin fin.
El insulto contra un par de periodistas fue un insulto contra todos los periodistas y contra todas las personas que ven, leen y escuchan (consientan o disientan) a través del periodismo. Es necesario por eso, para el bien del fútbol y del propio Maradona, que la amonestación no solamente venga de la FIFA sino también de la propia AFA que hasta ahora ha evadido su responsabilidad mirando hacia otro lado.
Para mi gusto. Maradona ya hace rato que debiera haber dejado el puesto como entrenador de la selección. Antes lo pensaba solo por cuestiones técnicas, ahora también por cuestiones de liderazgo. Un líder no puede ser un matón de barrio, ni una selección nacional puede ser el balcón para insultar a todo el mundo, ni la marca popular y notoria de Maradona puede ser utilizada para desprestigiar a todo un país. Maradona debe ser más responsable con su apellido.
Sus insultos - de por sí demasiados más groseros que el “hijo de puta” en contra del gobernador de Puerto Rico y la camiseta en contra de Uribe por las bases militares en los premios MTV que prodigaron los cantantes de Calle 13 esa misma noche - son parte de esa pantomima maradoniana que ha deshecho a los periodistas con verbos y demandas tan irrisorias como “chupámela...” “mamámela …” “y la tenés bien adentro”. Groserías verbales comparables a las acciones contrarias a los periodistas como aquellos balines que les disparó con un rifle de aire comprimido.
Lo de Maradona es grave. Muy grave. Los insultos pudieran ser graciosos si no fueran que provienen de una persona de fama mundial. Esa notoriedad y popularidad hacen que esos insultos sean doblemente perjudiciales; un agravante que tendría en cuenta un juez en un proceso por difamación entre la víctima y el agresor.
Justamente esa popularidad es la que hace más fuerte la necesidad de que Maradona sea sancionado. Los argentinos nos damos cuenta de esa notoriedad cuando en cualquier parte del mundo, por más recóndito lugar que sea, cada vez que expresamos que somos de Argentina, una imagen frecuente e inseparable se nos presenta frente a nosotros. El interlocutor, con sonrisa ampliamente desplegada, contesta: “ah Maradona”. Fue parte de eso que Digo haya sido elegido el “mejor jugador de la historia” en una encuesta de la FIFA de hace dos años, no porque haya sido mejor que Pelé, sino simplemente porque ha tenido la suerte de ser parte de una época en que sus goles se vieron en vivo y en directo por televisión, y repetidos incluso miles de veces más que los más de 1.000 que metió Pelé.
Maradona - a quien muchos detestan por sus problemas de drogadicción, por sus tatuajes del Che, por y por sus visitas y simpatías con Castro, Morales, Cristina de Kirchner y Chávez – ha regalado a los argentinos y al mundo, muchas de las páginas más gloriosas como jugador, y por ello, muchos (me incluyo) le hemos justificado, como lo hizo ahora el presidente de la AFA, Grondona, esos exabruptos y conductas no muy santas, excusándolo de que nadie puede tirar la primera piedra ya que tenemos todos algo de lo que avergonzarnos o arrepentirnos.
Lamentablemente, la experiencia nos está dictado que todos hemos tenido la culpa de haber justificado, aceptado y excusado esas malas acciones, lo que ha generado que este tipo siga haciendo de las suyas y sus declaraciones hasta sean tomadas con humor.
Su trabajo como técnico es malo. Deplorable. Pero tuvo suerte y de repente tendrá tiempo para recuperar - y bien asesorado - el equipo pudiera tener chances de pasar la primera fase en el próximo mundial. Sin embargo, esa no debería ser la vara para medir a Maradona, una persona que no respeta la crítica y que considera que todo lo que se diga en contra de su trabajo y de lo malo que jugó hasta ahora la selección, es una crítica a su persona, creyéndose como un dios en el centro del universo. Como sucede con todos los dictadores, terminan siempre derruidos por su sobrevaloración como personas, por su egoísmo sin fin.
El insulto contra un par de periodistas fue un insulto contra todos los periodistas y contra todas las personas que ven, leen y escuchan (consientan o disientan) a través del periodismo. Es necesario por eso, para el bien del fútbol y del propio Maradona, que la amonestación no solamente venga de la FIFA sino también de la propia AFA que hasta ahora ha evadido su responsabilidad mirando hacia otro lado.
Para mi gusto. Maradona ya hace rato que debiera haber dejado el puesto como entrenador de la selección. Antes lo pensaba solo por cuestiones técnicas, ahora también por cuestiones de liderazgo. Un líder no puede ser un matón de barrio, ni una selección nacional puede ser el balcón para insultar a todo el mundo, ni la marca popular y notoria de Maradona puede ser utilizada para desprestigiar a todo un país. Maradona debe ser más responsable con su apellido.
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