sábado, 21 de febrero de 2009

Juego limpio

La confesión del multimillonario beisbolista Alex Rodríguez en ESPN de que consumió esteroides, me hizo revivir la sensación de bronca y devastación que sufrí cuando Diego Maradona dio positivo en el control antidoping del mundial 94, después de festejar desencajado su golazo contra los griegos.
Cuando el dopaje derivó en la suspensión del astro argentino, mi reacción fue insultarlo de pies a cabeza. No me importó si la efedrina le serviría para mejorar su rendimiento, esconder sus debilidades o si destruiría su carrera y se convertiría en un mal ejemplo para los chicos. Como fanático, simplemente me dolió su atajo deportivo porque destruyó los sueños y las expectativas que me había generado.
Los iluminados y geniales tienen la característica de crear ilusiones que van más allá del deporte. Es por eso que a las gambetas de Lionel Messi o a las clavadas de Lebron James las ovacionan hasta las hinchadas contrarias, ya que se asumen como destrezas universales por fuera de competencias nacionales y ajenas a pasiones y colores.
Más aún, estos seres están dotados de cierta magia que generan expectativas a pesar de que tengan un bajo rendimiento pasajero. Confiamos que en un segundo crearán una jugada salvadora que, por sí sola nos hará saltar de la silla, y será suficiente para derrotar el aburrimiento frente al televisor o justificar que la ida al estadio valió la pena.
Por ello, cuando estos magos nos muestran sus flaquezas y como cualquier mortal sucumben ante las drogas, no les recriminamos por la competencia desleal o el juego sucio, sino porque traicionan nuestros sentimientos.
Ese asesinato de la expectativa lo plasmó muy bien el Toronto Star, cuando se comprobó que Ben Johnson le había ganado artificialmente a Carl Lewis los 100 metros en las Olimpíadas de Seúl de 1988. El diario canadiense no condenó a Johnson directamente por su dopaje, sino que le tradujo el sentir popular con un doliente título en portada: “¿Por qué, Ben? ¿Por qué lo hiciste?”
Estas preguntas bien cabrían hacérselas al pelotero de los Yankees. El caso de Rodríguez no es más o menos grave que el de cientos de beisbolistas - que hasta tuvieron que declarar ante el Congreso estadounidense - pero sí es el más importante. En Rodríguez la fanaticada tiene cifrada la esperanza, partido tras partido, de que saque la pelota del estadio y supere pronto las 762 vuelacercas de quien también carga con el peso de los anabólicos en sus brazos, Barry Bonds; una marca que es comparable en el fútbol a los sobrados mil goles de Pelé o a los dudosos mil de Romario.
Para evaluar a los ídolos hay que medir el tipo de desvíos que cometen, porque la experiencia indica que se toleran mucho más aquellos atajos antideportivos y personales, que las inconductas atléticas.
Tres ejemplos bastan para ilustrarlo: Marion Jones consumió anabólicos en las Olimpíadas de Sidney 2000 y tuvo la obligación ejemplar de devolver las cinco medallas, con lo que se extinguió su carrera. Esta semana, el ex campeón de boxeo mexicano Antonio Margarito, por una conducta antideportiva de utilizar yeso dentro del guante para fortalecer la pegada, fue penalizado con un año antes de poder subir a un cuadrilátero; mientras que Michael Phelps, por haber fumado marihuana en público, tendrá que estar ausente tres meses de las competencias. En realidad, se trató de un asunto personal, ajeno a lo deportivo, y aún si lo procesan, le perdonaremos porque nuestra esperanza es que cuando vuelva a zambullirse, siga acumulando medallas como en los olímpicos chinos.
Los fanáticos podemos lidiar con cualquier tipo de ventajas que los atletas comunes busquen para batir récords y ensuciar el juego limpio. Pero lo que no toleramos o perdonamos es que los deportistas distintos y sobrehumanos, como los Maradona y los Rodríguez, nos traumaticen al romper las ilusiones de algo maravilloso y deslumbrante que todavía les queda por crear.
Recemos al dios del Olimpo para que los grandes, como Messi, Kobe Bryan, Rafael Nadal o Tiger Woods no nos decepcionen con dopajes, porque no solo defraudarán a los salones de la fama, sino al más sagrado lugar que poseemos los fanáticos: el salón de las expectativas.

viernes, 20 de febrero de 2009

Unas disculpas necesarias

Habiendo trabajado por tantos años en las salas de Redacción de periódicos, no pude salir de mi asombro cuando vi esta semana la caricatura publicada por el New York Post parodiando al presidente de los Estados Unidos con un chimpancé asesinado.

Generalmente - y a pesar del ajetreo minuto a minuto dentro de una sala de Redacción y a la cantidad de decisiones que se toman – son muy raros los accidentes, es decir que se publiquen cosas sensibles (como esta caricatura) sin pasar por un proceso de discusión interna, de buscar consensos y sopesar las consecuencias de los criterios de publicación que se adopten.

Por eso, no creo que la publicación de la caricatura haya sido un accidente o pueda ser defendida por temas de libertad de expresión, cuando la misma tiene claridad y es muy explícita al traer a la luz el racismo (comparar a Barack Obama con un mono) un desvalor muy presente e hiriente en la sociedad estadounidense.

El revuelo se debe a que en la caricatura aparece un chimpancé baleado por un policía diciéndole a otro: "Tendrán que encontrar a alguien más para que escriba la próxima ley de estímulo", en una referencia explícita al presidente Obama y al paquete económico firmado el día anterior, a pesar de que aludía a un hecho real en el que un agente baleó a un primate en Connecticut después de que hirió gravemente a una mujer.

El diario finalmente publicó este jueves una disculpa en su sitio de internet para serenar a quienes se sintieron ofendidos reclamando públicamente frente a su sede en Nueva York un boicot a la compra de sus ejemplares. Sin embargo, si bien las disculpas fueron necesarias, los ofendidos no se sintieron satisfechos, ya que la consideraron de una tibieza inusual frente a una referencia tan racista.

Muchas veces los periodistas toman recaudos para no ofender con sus escritos, pero son siempre las caricaturas o las imágenes en todo caso, las que más controversias acarrean. A principios de diciembre, otro malestar lo creo una tira cómica de Mike Peters reproducida en cientos de periódicos norteamericanos, en la que se hacía una parodia entre los crímenes en Colombia y los tarros de café de la marca de Juan Valdez, lo que generó grandes críticas en Colombia, en especial del gobierno y de la federación Nacional de Cafeteros debido a la mala imagen proyectada.

Las caricaturas sobre Mahoma con un turbante con bombas en su cabeza publicadas por diarios escandinavos despertaron hace años gran ira de musulmanes en todo el mundo que se dieron a la quema de embajadas.

jueves, 19 de febrero de 2009

Entre el estímulo y la desazón

Mientras el presidente Barack Obama está firmando a diestra y siniestra leyes y decretos para dar consistencia al paquete de estímulo económico, no podemos salir del asombro de ver cómo los bancos privados - los mayores beneficiados y responsables de la burbuja inmobiliaria que arrastró la economía mundial a la catástrofe – continúan demostrando que no han tenido escrúpulos para la avaricia.

Al “escándalo Madoff” del embauque de 50 mil millones de dólares se le han sumado otros nombres ahora, el de Allen Stanford, un banquero texano también acusado de un fraude estratosférico cercano a los ocho mil millones de dólares, que al igual que Madoff ha arrastrado a miles de ahorristas en países tan diversos como Venezuela, México, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Antigua que sucumbieron incentivados por las altas tasas de interés.

Pero no toda esa avaricia bancaria le pertenece a Estados Unidos. Uno de los mayores bancos del mundo, la Unión de Bancos Suizos (UBS), tras ser investigado por las autoridades estadounidenses, acaba de acceder a pagar una multa de 780 millones de dólares por evadir al fisco, además de que deberá ofrecer información sobre miles de cuentas que estaban protegidas por el secreto bancario pero que fueron protegidas para evadir impuestos.

Si de algo está siendo útil esta crisis, es que el FBI y otras autoridades de seguridad están obligando a una mejor transparencia del sistema, que en épocas de vacas gordas, escondía la corrupción con toda arrogancia.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Popularidad y reelecciones indefinidas

Evo Morales en su visita a Francia, incentivado por el referendo ganado por su homólogo venezolano, también ahora se desprendió con la alucinación de la reelección indefinida. Morales se fue un poco más allá, al decir que si un político extiende su mandato en el poder público, se garantiza que será menos corrupto que si solo tiene un par de años para robar. Increíble posición para un jefe de Estado.

Lo de Morales no inquieta mucho realmente a esta altura, ya que con la excusa de aggiornar al país hizo cambios constitucionales como lo hicieron Chávez y Correa para perpetuarse en el poder y lo han hecho mientras tienen su popularidad en alza.

Lo que preocupa ahora, después de hacerse el distraído, es que el presidente colombiano, Alvaro Uribe ya haya admitido que le gusta la idea de la reelección dando carta blanca a aquellos que recolectaban firmas – basadas en su popularidad – para reformar la Constitución y extender así su mandato para una tercera presidencia a partir del 2010.

Los presidentes populares siempre lo ponen muy bien con sus palabras a sus ansias de poder. Uribe, en visita a Brasil, dijo demagógicamente que si bien no quiere perpetuarse en el poder, tampoco quiere "ser irresponsable" con el futuro del país al insistir en que se debe dar continuidad a su política de seguridad.

"Quiero infundirle a las nuevas generaciones el amor por Colombia. Nuestro deseo es que puedan vivir felices en Colombia y no quiero que se vaya a pensar que en lugar de amor por Colombia, a mí me anima la ambición de poder". Es obvio que con esta declaración Uribe se está erigiendo como alguien especial, endiosado, bajo el supuesto de que no hay nadie mejor que él para dirigir al país.

Es evidente que Uribe no puede y hasta se cuida de criticar a Chávez por el referendo del domingo. En realidad actúa de la misma forma. Utiliza su popularidad para estar en el poder, dejando de lado principios democráticos muy válidos como la alternancia del poder.

martes, 17 de febrero de 2009

Responsabilidad de oposición venezolana

Cuando en plena celebración el domingo por la noche Hugo Chávez dijo que “que lo mejor está por venir”, no pude dejar de pensar que lo que quiso decir es que se vendrá todo lo contrario. Al repasar esta década pasada desde que asumió en 1999, se pudo ver a un Presidente enceguecido por ganar poder para sí mismo y con una estrategia bien definida para apoderarse de los demás poderes del Estado. La degradación de las instituciones democráticas es innegable.

El triunfo por el SI puede tener cientos de lecturas y depende de cómo se le mire. Para mí, por el discurso de Chávez que estuvo nuevamente alejado de la reconciliación, puedo vislumbrar que en el futuro cercano se verá a un líder cada vez más caprichoso que profundizará la polarización y se volverá más populista y caudillista.

Para ello necesitará ser cada vez más demagogo y el problema que la demagogia para el pueblo termina siendo un vicio. A la demagogia se le pide ser más demagoga, es decir quien recibe dádivas del gobierno sin trabajar no querrá jamás trabajar por más empleo que se le ofrezca y quien recibe dinero a cambio de un voto jamás votará sin ese incentivo. La historia ha mostrado que los demagogos y populistas siempre terminan víctimas de sus propios pecados.

Es cierto, en otra lectura, que quienes optaron por el NO, es decir la oposición, tuvieron más votos en número que en el referendo de diciembre de 2007, pero también es verdad que Chávez pudo capitalizar muchos más votos que antes.

Sea lo que fuere, es decir si Chávez utilizó dinero del Estado para uso particular de campaña, que si se amenazó a los funcionarios públicos si votaban por el NO, que si manipuló a los medios de comunicación abusando con 82 cadenas nacionales con discursos interminables de 247 horas de duración… todo ello no puede esconder que la oposición política no haya capitalizado ni haya conformado un frente de batalla sustancial para hacerle frente a ese sistema autocrático.

No se entiende cómo la oposición política tiene en los jóvenes universitarios y en los periódicos a su mayor fortaleza. Después de 10 años ya hubiera tenido – por obligación - que crecer a sus propias expensas. La oposición es tan responsable como el propio Chávez del desastre que se está consumando en Venezuela.

lunes, 16 de febrero de 2009

Venezuela: Perdió la democracia

Con el SI de Hugo Chávez, Venezuela ha perdido un escalón más de democracia. No por nada, el más contento por su victoria fue el propio Fidel Castro que le envió el primer mensaje de felicitación. Todo un circo antidemocrático.

No habrá conocimiento a ciencia cierta si el mayor porcentaje obtenido se debió a una clara victoria o simplemente a que el gobierno usó los recursos económicos del Estado para su provecho e interés y así arrastrar a cientos de miles de votantes a las urnas. Las elecciones lamentablemente, o la apariencia de elegir, siempre terminan dando licitud a un acto democrático, pero no quiere decir que siempre sea un ejercicio democrático.

La democracia requiere de poderes libres e independientes y alternancia en el poder. Hasta ayer existía la esperanza de que algo de democracia quedaba en el país, pero ello se esfumó al permitírsele a Hugo Chávez (entiéndase… y la fuerza electoral para la que dispone sin vergüenza el aparato estatal) presentarse en forma indefinida – casi como un dios – así como a sus acólitos a cada una de todas las elecciones de ahora en adelante. Con esto se le cortó el sueño a muchos venezolanos que también querían ser presidentes.

La independencia de los poderes (Judicial, Legislativo y Electoral) hace largo rato que fue aniquilada por Chávez en el país.

Ayer la democracia venezolana fue mostrando que se va asfixiando y apagando día tras día.

domingo, 15 de febrero de 2009

Listas negras de periodistas

Muchos editoriales esta semana reflejaron el asombro contra el gobierno chino porque anunció que creará un banco de datos con listas de periodistas de “mala trayectoria” que trabajan en los medios estatales de comunicación, con lo que aumentará la censura. Sin embargo, pocos recalaron que esas listas negras existen en países latinoamericanos y fueron siempre bien utilizadas por los gobiernos para acallar a la prensa.

Lo de China es una práctica deleznable que merece ser criticada. Todo el mundo ya tuvo oportunidad de ver en las Olimpíadas de Beiging a las autoridades en acción, no sólo porque censuraron a sus periodistas, crearon fuegos artificiales que realmente fueron artificiales (inexistentes) sino que negaron a los corresponsales extranjeros que pudieran hacer una cobertura libre y sin ataduras. No es por nada, pero China es el país con más periodistas presos, más censura y filtros para blogueros y cibernautas.

Hace unos días, el gobierno de Argentina presionó abiertamente para que no se le renueve el contrato a Nelson Castro, uno de los comentaristas de mayor reputación en el país. Castro, así como otros periodistas de trayectoria, como José Eliachev, Jorge Lanata y Víctor Hugo Morales tuvieron que proseguir sus carreras después de que sus contratos fueron suspendidos o no renovados.

No hace falta recordar el caso de Venezuela, donde todos los periodistas que critiquen al gobierno son calificados de opositores y donde Hugo Chávez no tuvo vergüenza para cerrar medios de comunicación, perseguir y acosar a periodistas. En Nicaragua la lista de periodistas perseguidos es interminable, con el caso de Carlos Fernando Chamorro y Jaime Arellano; mientras que en Colombia en estos días saltó a la luz el caso de Holman Morris al que el gobierno trata de vincularlo con las FARC.

Las listas negras de periodistas en toda América Latina han estado una vez y otra en la agenda pública y desvergonzada de los gobiernos, así se haya tratado de dictaduras de derecha, de izquierda o democracias de todos los colores ideológicos. Por ello, siempre se habla del periodismo como una de las profesiones más riesgosas del continente.