sábado, 22 de agosto de 2009

Juanes y su concierto (¿por la paz?) en Cuba

El mensaje de la música es poderoso, más si es de protesta. Según su letra, el contexto en el que se difunde y la intención de quien la emite, puede ayudar a modificar la percepción o crear conciencia sobre un tema y generar cambios sociales.

Así como el concierto de Woodstock de hace 40 años buscó contagiar una cultura de paz y amor, nadie duda que el cantante colombiano Juanes tenga esos propósitos al ofrecer conciertos para estimular la armonía entre los países. Sin embargo, peca de ingenuo al mostrarse sorprendido sobre la polémica que levantó por organizar para setiembre, un recital por la paz en la Plaza de la Revolución de La Habana.

Aunque sea muy válido “fomentar la unión entre los pueblos” como es su argumento y lo fue para el concierto anterior que convocó en la frontera colombo venezolana para disipar tensiones, rechazar la violencia, el secuestro y las minas antipersonales, esta vez, los valores en juego son diferentes.

Su pregunta en Twitter sobre “¿por qué le molesta al mundo cuando se habla de paz?”, dirigida a apaciguar las críticas de miles de cubanos exiliados que escaparon de la opresión o fueron expulsados de su patria, aparenta ser inocente. Es que el valor principal en disputa en Cuba no es la paz, un principio relativo con alto grado de conciencia social que no genera división de opinión en el país; sino la libertad en todas sus acepciones – de reunión, asociación, traslado, expresión y de prensa - un valor absoluto, avasallado grotescamente desde hace 50 años.

La polémica en torno a su decisión, no es porque promueva la paz, ni por su “A Dios le pido” ni por su pegajosa “camisa negra”, sino por la posibilidad de que omita hablar de la libertad en el seno mismo de la opresión. La experiencia indica que el gobierno dictatorial cubano siempre utiliza la censura previa como a su arma predilecta, habiendo certeza de que se le habría condicionado la plaza a Juanes, a cambio de no criticar al régimen durante su visita, no hablar de libertad de expresión ni pedir la liberación de los centenares de presos políticos.

Lo criticable es que siendo lo suyo un acto político por contar con el apoyo de Raúl Castro y el beneplácito de Hillary Clinton, insista en la comodidad de promover la paz, cuando debería usar el escenario para exigir la molestosa libertad. Ni más ni menos, lo que se solicitó sin éxito a una decena de presidentes latinoamericanos que llegó a la isla este año para adular al régimen y fotografiarse con Fidel, con la condición de guardar silencio sobre las violaciones a los derechos humanos.

Juanes, así como otros cantantes que lo acompañarán, como Olga Tañón, tratan de despolitizar sus intenciones. Sin embargo, no pueden esconder la actitud política detrás del acto, ya que fueron autorizados por un régimen que censura a sus colegas, así sean extranjeros, exiliados como Willy Chirino o viviendo en la isla como la banda Porno para Ricardo; al tiempo que discrimina a sus ciudadanos permitiéndoles pisar la plaza sólo a aquellos que acatan y promueven la revolución como Silvio Rodríguez y los Van Van.

Pero más allá de la polémica, los principios de libertad de expresión enseñan que no es bueno juzgar, boicotear, condenar o censurar a Juanes en forma previa, antes de que viaje, ya que existe la posibilidad de que su música, entusiasmo y causa noble pueda permitir al régimen otorgar concesiones que jamás admitiría ante gobiernos extranjeros.

Es preferible, en todo caso, demostrar esa ofuscación y hacer a Juanes responsable en forma posterior, después de que se sepa si su propósito sirvió o no para abrir espacios de libertad, si avaló al régimen o si corrió igual suerte que decenas de otros cantantes extranjeros que se marcharon con el mismo sentimiento de haber sido utilizados. Pero debe tener la posibilidad de intentarlo.
Es cierto, como dice Juanes, que “la música, el arte, deben estar por encima de toda ideología o condición”; pero también es verdad que lo que causa aquí mucha indignación, es que un gobierno manipule las expresiones artísticas transformándolas en pura propaganda.

viernes, 21 de agosto de 2009

Educación "rojita"; otro golpe de Chávez

No hay forma de llamarlo por otro nombre. En Venezuela, el país secuestrado por Hugo Chávez, donde los poderes públicos, sin excepción, están sometidos a sus designios, se continúa asestando golpes a lo poco que queda de democracia y libertad.

Esta semana, el debate se concitó en torno al último atropello: una Ley de Educación o mejor dicho un proyecto de adoctrinamiento educativo que alguna vez fue derrotado en las urnas, pero que la semana pasada Chávez logró que después de 11 días, su asamblea legislativa lo aprobara casi a hurtadillas.

Faltaba de Chávez este toqueteo a la iniciativa y creatividad individual y privada para asemejarse a su maestro y mentor Fidel Castro, quien desde hace 50 años adoctrina a los niños cubanos con la excusa de una educación “martiniana”, ufanándose de haber acabado con el analfabetismo, como muchos románticos todavía creen. Que todos sepan hablar y escribir es un logro, por cierto, pero también es verdad que es una vergüenza que el Estado mantenga la potestad de los niños y que sean educados bajo una doctrina tan usurpadora de ideas y de la libertad como la comunista.

Pues bien, Chávez fiel a sus principios propagandísticos también tendrá ahora la oportunidad de adoctrinar a “sus” ciudadanos, ya que considera que los venezolanos, en cuerpo y alma, le pertenecen. “Su” ley es totalmente ideológica e intervencionista ya que autoriza al Estado, es decir a él, a regular, planificar, programar e integrar la educación, con cierto trabajo que delega en los educadores – que deben seguir sus lineamientos - a los padres – que no podrán elegir el sistema educativo para sus hijos - y a los “consejos comunales”, que no son otra cosa que el brazo político del partido de Chávez y que se mueven solo si él lo ordena o lo permite. Pura ideología e idolatría.

El Estado se convierte en el todo. Asumirá la administración del ingreso a las universidades, supervisará la salida laboral de los egresados de acuerdo a las necesidades del Estado; lo que le permitirá seguir impulsando la creación de profesionales de poca calidad, como los ingenieros, médicos y todo tipo de profesionistas que solo pasan tres años en las universidades, ya que el gobierno prefiere mejorar las estadísticas que ofrecer calidad.

Esta nueva legislación permite incluso agudizar otras, como la ley mordaza en contra de la radio y la televisión, permitiendo la “suspensión inmediata” de los medios, en caso de que propalen programas que “produzcan terror en los niños, inciten al odio, violencia o que contraríen los sanos valores”. Claro está, que será la autoridad política, y no la judicial, la que se encargará de ser la que determine qué tipo de programas pueden trasmitirse, con lo que – muy astutamente – Chávez cierra el círculo contra los medios teniendo la potestad de censurar lo que él quiera.

Es decir, educación “roja, rojita”, el color preferido de quien se ha convertido en el mayor dictador del hemisferio, con el agravante de que todo lo que hace tiene viso de legalidad y sobre quien los organismos intergubernamentales hacen la vista gorda.

jueves, 20 de agosto de 2009

Chávez sigue sin entender

El presidente Hugo Chávez sigue sin entender lo que significa la democracia, especialmente cuando este martes justificó el grosero ataque físico a patadas y golpes contra un grupo de periodistas que se manifestaba en contra de la aprobada Ley de Educación la semana pasada.

Chávez con su sarcasmo habitual dijo que los periodistas propiciaron los ataques en su contra porque no “andaban haciendo labor de periodistas, andaban en una marcha... repartiendo unos volantes, haciendo actividad proselitista contra la ley de educación". En sus declaraciones a la estación oficial Venezolana de Televisión, Chávez justificó el ataque contra periodistas de la cadena Capriles que publica el diario últimas Noticias con línea editorial favorable a su gobierno, porque “según tengo entendido, y hay hasta pruebas, (estaban) provocando a gente del pueblo que estaba por aquí y que estaba por allá".

Hay tres aspectos sobre esta situación que Chávez no entiende o trata de no entender:

Primero, los periodistas repartían volantes contra la proscripción de la Ley de Educación a los medios de comunicación y eso no es hacer actividad proselitista, sino defender la actividad de los medios, actividad muy necesaria en una democracia.

Segundo, más allá del debate si es ético o no para un periodista manifestarse públicamente sobre algún aspecto político, ello no justifica que se les pueda agredir y maltratar físicamente, ni a ellos ni a nadie, menos si esas agresiones son provocadas por el propio Estado, como en este caso.

Tercero, como siempre, Chávez incentiva la violencia para crear pánico (dividir para reinar) con tal de que todo el mundo se autocensure y él pueda seguir con su autocracia, lo que quedó en evidencia con lo dicho al final de sus declaraciones, pidiendo a sus seguidores: “no caer en provocaciones, denunciar los provocadores más bien", y pidió a sus seguidores "fortaleza, coraje y nosotros listos para enfrentarlos en cualquier terreno. No queremos violencia, pero tenemos que estar preparados para cualquier cosa".

Por último, y en todo caso, si en realidad se trató de una actividad política brutalmente censurada, lo que no cuadra es ¿porqué ningún gobierno u organización internacional protestó públicamente?

miércoles, 19 de agosto de 2009

Reciprocidad y desacato

Reciprocidad y desacato 19-08-09
A juzgar por cómo se conducen las relaciones diplomáticas, como es el caso entre Honduras y Argentina, nos está dejando a los ciudadanos con un sabor agridulce, teniendo en cuenta que no estamos obteniendo buenos ejemplos de conducta ciudadana de quienes deberían ofrecerlo, teniendo en cuenta que los gobernantes son quienes nos representan y tienen la obligación de administrar la cosa pública, incluyendo la gerencia de los bienes públicos así como las relaciones políticas entre los estados.
Lamentablemente, estamos en un momento muy ríspido en materia de relaciones, donde los gobernantes de turno utilizan la “diplomacia por micrófono” o viven haciendo declaraciones políticas, más que fomentando la verdadera diplomacia que debería servir para limar las asperezas ante cada situación que se presenta difícil.
La reciprocidad es un principio diplomático que suele emular la política bíblica del “ojo por ojo, diente por diente”, que a veces, para lo único que sirve, es para exacerbar los ánimos o para justificar la venganza. De todos modos, en diplomacia, como en los aspectos consulares, los países utilizan este principio siendo respetado por los actores de turno. Así, por ejemplo, Brasil y Chile cobran una cuota de 100 dólares de entrada a ciudadanos estadounidenses, porque ese es el valor que cuesta una visa para entrar a los Estados Unidos.
Este principio de reciprocidad también lo usan Ecuador y Colombia, quienes han expulsado los embajadores respectivos, después de la lectura que cada país hizo de la incursión militar colombiana contra un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano en marzo de 2008. Lo mismo sucedió entre Bolivia y Estados Unidos, entre Estados Unidos y Venezuela, aunque las relaciones ya se normalizaron y entre Venezuela y Colombia, donde Hugo Chávez decidió congelar las relaciones después de las acusaciones públicas que Alvaro Uribe hiciera a Venezuela por vender armas de fabricación sueca a las FARC.
A cada rato y cada vez con mayor frecuencia, los gobiernos llaman a sus embajadores para pedir explicaciones o aclaraciones sobre declaraciones o conductas inapropiadas que perjudican las relaciones diplomáticas. Pero, más allá de la reciprocidad, lo que sucede ahora es algo nuevo, se está utilizando la vía del desacato en la diplomacia, es decir desobedeciendo las órdenes de un gobierno, lo que podría desembocar en nuevos problemas, más que ayudar a solucionar los viejos.
Esta vez el turno fue para el canciller argentino Jorge Taiana. Declaró - después de que el gobierno de Roberto Micheletti invocara el principio de reciprocidad para echar a los diplomáticos argentinos de Honduras porque Argentina desconoció a la embajadora hondureña en Buenos Aires - que Argentina no retirará de territorio hondureño su misión diplomática porque no reconoce como legítimo al nuevo gobierno de facto, sino solo al que encabeza el depuesto presidente Manuel Zelaya.
Argentina adoptó así la figura del desacato que utilizó Venezuela al dejar a un diplomático venezolano encerrado en la sede de su país, algo que probablemente harán otros países, como Chile, como medida de presión (y a pedido de Zelaya) para que el gobierno de Micheletti se someta al acuerdo de San José que promueve el presidente costarricense Oscar Arias.
Más allá del intríngulis político y del reconocimiento o no que se haga del nuevo gobierno hondureño, lo que causa sorpresa y será interesante observar – además de que el principio de reciprocidad es aceptable dentro de los estándares de las leyes internacionales – cómo se moverá el derecho y la legalidad internacional ante el tema del desacato, un delito grave en el caso de que lo cometa un ciudadano, por ejemplo, puede ser deportado si no acepta las normas de migración o puede terminar en la cárcel si desacata una orden de un juez.

martes, 18 de agosto de 2009

Zelaya, Chávez y los militares

Manuel Zelaya y Hugo Chávez siguen tan aliados como antes del golpe de Estado que dejó al mandatario venezolano con su deseo truncado de tener otra Bolivia en Centroamérica. Como poco pueden hacer para continuar creando su satélite centroamericano y agrandar así su espacio más allá de Nicaragua, Chávez y Zelaya están arremetiendo a más no poder contra el “imperio” estadounidense.

Como se cansaron de que Barack Obama los ignorara y los tratara de hipócritas por pedir que EUA interfiera en los asuntos internos de Honduras, este fin de semana, ambos mandatarios se dispararon, acusando a Obama de torpe e ingenuo por haber permitido que los militares “pitiyanquis” sean los responsables del golpe de Estado.

Los militares estadounidenses desmintieron que su base Soto Cano haya sido utilizada por los militares hondureños cuando derrocaron a Zelaya y lo llevaron hacia Costa Rica. Muchos, de todos modos, se preguntan por qué estas denuncias aparecen ahora o por qué Zelaya recién cayó en cuenta que el avión que lo trasladaba se detuvo en esa base a cargar combustible, cuando debiera haber sido su primera denuncia apenas llegó a Costa Rica.

Con esta denuncia, y con la excusa de que los militares estadounidenses están entrometiéndose en Colombia para desestabilizar a la región por su lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, Chávez sigue construyendo una cortina de humo para esconder los arreglos armamentistas con los gobiernos de Rusia e Irán.

lunes, 17 de agosto de 2009

Micheletti y los prejuicios por la CIDH

Los prejuicios del gobierno de Roberto Micheletti salieron a la luz durante la visita que empezó hoy la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo que si bien es parte de la OEA, tiene un carácter autónomo lo que la hace independiente de la política o de las influencias que pudiera tener de parte del secretario general de la institución, el chileno José Miguel Insulza.

Las declaraciones de la vicecanciller hondureña, Martha Lorena Alvarado, de que la misión pudiera traer una “visión parcializada” por ser parte de la OEA, son tan infelices como la del otrora primer canciller de Micheletti, Enrique Ortez Colindres, cuando calificó a Barack Obama como aquel “negrito” ignorante que “no sabe ni dónde está Tegucigalpa”; lo que a la postre le costó su puesto de trabajo.

Más que “atajarse” y tratar de descalificar a la CIDH, mejor sería que el gobierno de Micheletti prestara toda su colaboración a la comisión y que luego rechace o acepte su informe, que seguramente terminará por contener cosas a favor y en contra del gobierno; pero descalificar a la CIDH en forma previa es bastante infeliz y crear una cultura defensiva que no hace bien al nuevo gobierno.
En definitiva, en todos lados, los gobiernos, por más honestos o corruptos, conservadores o liberales, buenos o malos, no pueden controlar todas las situaciones generadas por las propias instituciones del Estado o paraestatales o ilícitas y al margen de la ley, por lo que siempre se debe estar atento a las violaciones a los derechos humanos. La vicecanciller debe aprender que una investigación no deslegitimiza a ningún gobierno, pero prestar la mayor cooperación, todo lo contrario.

Lo que no puede la canciller es partir de la base de que su gobierno es bueno y el anterior era malo. No creo que la CIDH vaya a tratar de establecer – y no es su misión - si en Honduras hubo golpe de Estado o una transición constitucional el 28 de junio pasado, sino más bien observará qué tipo de violaciones a los derechos humanos se están cometiendo, provengan de donde provinieren, sin distinciones de ideología o de grupos.

La CIDH es una institución con riguroso profesionalismo y es una garantía a nivel internacional para proteger nuestros derechos humanos cuando los sistemas estatales y judiciales a nivel local fallan. Siempre le quedará al gobierno de Micheletti desaprobar el informe si considera que su resultado no refleja la realidad, pero prejuzgar antes, es crear animosidad injustificable.

domingo, 16 de agosto de 2009

El Heraldo paga los platos rotos

Como siempre sucede, los mensajeros terminan pagando los platos rotos. En este caso, le tocó al diario El Heraldo de Tegucigalpa ser víctima de varios bombazos con molotov que por suerte no causaron más daños que algunos problemas en las instalaciones. Por suerte no se tuvo que lamentar víctimas, pero no se sabe cuál era el propósito de los malhechores, si producir daños, víctimas o solo causar temor para que los periodistas y directivos del diario se autocensuren.

Justo cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos comenzará una visita para ver la situación de los derechos humanos, entre ellos los de la libertad de prensa y expresión, un grupo de mafiosos desconocidos se dio a la tarea de atacar a El Heraldo, seguramente por pensar que se trata de un diario “oligarca” y “pitiyanqui”, según se agitan las masas en Honduras, con dineros que posiblemente provengan de las FARC, como se denunció oportunamente, y del propio Hugo Chávez quien, además, ha estado alimentando la campaña propagandística y el periplo internacional del propio presidente depuesto, Manuel Zelaya, con dineros del pueblo venezolano al que jamás le rinde cuentas.

Así como en este post hemos responsabilizado al gobierno de Roberto Micheletti por agredir o censurar a periodistas y medios de prensa que eran antes utilizados como parta de la propaganda gubernamental, toca ahora señalar y condenar estos hechos de violencia contra El Heraldo y La Tribuna, diario al que le incendiado un camión de distribución.

Los inadaptados – así como los presidentes Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales, Cristina de Kirchner y, en su momento, Zelaya – confunden la línea editorial de un medio con una postura política, para lo cual hacen responsables al medio por sus opiniones, descalificándolo y acusándolo de tomar partido, estableciendo que los medios no deberían opinar, solo publicar noticias neutras y abstractas.

Gran confusión, claro, sobre lo que significa la libertad de expresión, que no es otra cosa que respetar y tolerar la diversidad y pluralidad de ideas. Pero estos gobernantes no solo instigan a las masas para que se agreda a los medios que no piensan u opinan a favor de ellos, sino que además crean medios – con dineros públicos – para utilizarlos como parte de su aparato propagandístico. Corrupción total.