viernes, 25 de enero de 2013

La foto falsa de Chávez


Hacía rato que una publicación de una foto no despertaba tanto rechazo como el diario español El País, con su publicación en portada de una foto falsa del presidente Hugo Chávez, convaleciente e intubado.

Momentos antes de que fuera publicada el jueves y retirada horas después con las disculpas del caso, el director del El Mundo, diario de la competencia, Pedro J. Ramírez, anunció por twitter que su sala de Redacción había rechazado pagar por la misma foto y pese a que consideró su publicación sin la verificación necesaria, decidió no publicar debido a consideraciones éticas.

El diario El País dijo que abrió una investigación para deslindar responsabilidades, pero lo que no se entiende es que teniendo unos de los libros de estilo de referencia del periodismo mundial, que exigen verificación y precisión, dos valores ineludibles del buen periodismo, haya decidido publicar sin saber a ciencia cierta si se trataba o no de una foto sobre el líder venezolano. Las explicaciones de que la foto fue provista por la agencia Gtres Online – que advirtió que la foto había sido tomada por una persona siete días antes pero que ya había salido del entorno médico de Chávez y que no se podía verificar nada para no poner en riesgo a la fuente – solo puede ser excusado bajo el argumento de que quienes tomaron la decisión de El País creyeron que la fotografía ofrecía algo de luz a un tema tan oscuro.

Creo que las consideraciones éticas sobre si se debe publicar una foto de ese estilo aunque fuera verdadera y hubiera sido posible verificar su autenticidad, pueden quedar a discusión, ya que si bien podría no ser adecuado en otros casos, el hermetismo sobre la convalecencia y suerte de Chávez, un personaje público de gran relevancia en el contexto mundial, podrían justificar la publicación. Es, de todas maneras, una decisión que seguramente fue tomada a conciencia, asumiendo los riesgos que existirían.

El mayor riego es el de la credibilidad y confianza del público, no hay riesgos legales como trata de hacer ver el gobierno de Venezuela que dijo que intentará demandar al diario por el mal causado a los venezolanos y los familiares del líder. Tampoco se trata de una canallada como dijo la presidente Cristina de Kirchner, dando a entender que fue obra y gracia de un sabotaje de la prensa internacional, como si El País hubiera tenido la intención o alevosía de hacerlo a sabiendas de que la foto era falsa.

En todo caso, el mal criterio del diario – y de ahí viene la buena intención – fue remendado media hora después de su publicación después de verificar que la foto no era de Chávez ni reciente, sino una toma digital de un video en YouTube de años atrás.

Como adelanté varias veces en este blog y en mis columnas sobre el tema, la salud de un Presidente es de interés público y el gobierno tiene la responsabilidad de informar al público, no hacerlo es, además, una violación a la Constitución de Venezuela. Si el gobierno venezolano informaría con la verdad, este tipo de rumores y falsedades no tendrían por qué ocurrir.

Todo esto no exonera para nada al periodismo cuyas obligaciones van por dos andariveles: una que es ética, que tiene que ver con el por qué publicar una foto de este tipo y por qué no verificar hasta la última instancia para hacerlo. Pero, la responsabilidad más importante, es qué el periodismo tiene el deber de investigar para sacar la verdad a flote, y desde que Chávez se enfermó hace dos años atrás, el periodismo solo se ha quedado con la verdad oficial.

miércoles, 23 de enero de 2013

Control de armas


Tras la cermeonia de asunción frente al capitolio, Barack Obama insistió que una de sus prioridades seguirá siendo el control de armas de grueso calibre. El Congreso está enfocado en temas más urgentes, económicos, y podría resolver otros menos conflictivos, como inmigración. Pero sobre armas...

Comparto mi columna del fin de semana: "Arropado con el sentimiento popular de indignación que todavía persiste por la matanza de 20 niños de la escuela Sandy Hook, el presidente Barack Obama cargó una bala de plata para matar al monstruo de la violencia armada en el país, aunque intimó al Congreso a que apriete el gatillo.

El Congreso ya reaccionó y no de la mejor forma. Legisladores republicanos y demócratas se mostraron escépticos ante el plan de 500 millones de dólares. No por caro ni porque defienden un derecho constitucional que malinterpreta que alguien pueda comprar y usar un arma de grueso calibre para defensa personal que serviría para detener a un batallón, sino por la oposición férrea de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), cuya influencia radica en el auspicio de las campañas electorales de más de la mitad de senadores y diputados actuales.

Sabiendo sobre las pocas chances de que el Congreso dispare su bala de plata, Obama cree que la pólvora la debe encender el público. Por eso, al mismo tiempo que exigía al Congreso legislar para prohibir rifles de asalto automático y semiautomático y que se exija la revisión de antecedentes de buena conducta a cada comprador, anunció que recorrería el país para arengar a la población a que presione a sus legisladores y no dejarse embaucar por cabilderos ni por publicidad a favor de la armas de fuego.

El público es su único apoyo real. En recientes encuestas –Associated Press, ABC, The Washington Post y Pew Center – la mayoría de la gente favorece la prohibición de venta y portación armas de guerra e, incluso, quedó demostrado que hay mayor indignación popular y enojo después de la reciente matanza de niños en la escuela de Connecticut, que tras los atentados terroristas de Setiembre/11.

En realidad Obama tendrá que lidiar más con la NRA que con algunos legisladores que piden anular su plan por inconstitucional e intromisión en el Congreso. La NRA se opone a todo el plan, no considera que las armas incentiven la violencia, cree que pueden comprarse sin restricciones, ya sea por internet y en shows sin mostrar antecedentes como ocurre con el 40 por ciento del público en la actualidad, y que la única solución al problema es poner guardias armados en las cien mil escuelas del país.

Para ello, la NRA no escatima publicidad ni golpes bajos. Anunció que ya comenzó su “lucha del siglo” contra Obama y en un aviso reciente lo acusa de “hipócrita elitista”, por defender a sus hijas con las armas del servicio secreto y no dar esa misma protección a los niños de todo el país. Miles de sus miembros celebrarán actividades en armerías y campos de tiro el Día del Aprecio por las Armas de Fuego, instituido el mismo día que Obama juramentará su nuevo gobierno.

Muchas de las órdenes ejecutivas del Presidente que no deberán pasar por el Congreso son positivas, como consejería y estudios sobre salud mental, banco de datos sobre armas automáticas y campañas de educación. Pero algunas son polémicas, como la autorización de estudios gubernamentales - prohibidos hasta ahora - sobre la influencia negativa de los videojuegos, el cine y la televisión.

He aquí donde surgirán más debates, ya que si bien el derecho a la portación y uso de armas de fuego lo contempla la Segunda Enmienda de la Constitución – aunque en 1791 no se consideró la potencialidad de las armas en el futuro - la Primera Enmienda es la que dicta que no podrá haber leyes que limiten la libertad de expresión, por lo que habrá una dura batalla si se quiere intervenir en los contenidos de la industria del entretenimiento.

Lo que la industria del cine y la televisión aceptaría son mayores restricciones en los niveles de clasificación de sus contenidos y medidas adicionales para su autorregulación, pero jamás permitirá que se cuele el argumento negativo de la NRA, ya que en otros países del mundo, donde también se consume cultura hollywoodense violenta, no se registran masacres de la naturaleza y con la periodicidad que se dan en EE.UU.

El vicepresidente Joe Biden acertó cuando le dijo a Obama que no existe bala de plata o proyectil certero para derrotar a la violencia armada. Pero en la consideración de que ningún derecho es absoluto, ni siquiera los de la Segunda Enmienda, prohibir armas de guerra para uso personal es una buena forma de comenzar. 

martes, 22 de enero de 2013

Vida, libertad y felicidad


El discurso inaugural del segundo período presidencial de Barack Obama fue para volver a creer. Basado en los valores tradicionales que se desprenden de la Declaración de Independencia – vida, Libertad y búsqueda de la felicidad – fue un mensaje de optimismo y esperanza, para tratar de limitar el escepticismo y el pesimismo que marcaron su primer período tras una crisis económica y recesión que siguen empobreciendo los sueños de muchos.

En momentos en que el país cada acción se debate con profundidad y está polarizado ante los grandes temas – déficit presupuestario, deuda o derechos a poseer armas, al aborto, a los matrimonios gay, legalización de las drogas o a la participación en conflictos externos – Obama dio a entender que la tolerancia y respeto por la pluralidad y diversidad de las ideas, la libertad de expresión, es tanto un derecho como un deber de la sociedad: “No significa que todos definamos la libertad de la misma manera, ni que sigamos exactamente el mismo camino hacia la felicidad. El progreso no nos obliga a resolver debates de siglos de duración sobre el papel del gobierno para la eternidad, sino que nos exige que actuemos en nuestro tiempo”.
 Obama se alejó de las falsas expectativas patrioteras que suelen abundar en los discursos presidenciales, para enfrascarse en las responsabilidades internas y externas del gobierno y sus ciudadanos. Llamó a la paz, a terminar con una década de guerras, a más y mejores trabajos y oportunidades y a continuar con los sueños incumplidos de Abraham Lincoln y de Martin Luther King para que toda persona sea igual y tenga las mismas posibilidades, pese al color de su piel u orientación sexual.

Rescato algunas de las frases más acertadas de su discurso de 15 minutos frente al Capitolio:

“A lo largo de todo esto, jamás hemos abandonado nuestro escepticismo de autoridad central, ni hemos sucumbido a la ficción de que los males de la sociedad pueden curarse solo a través del gobierno. Nuestra celebración de iniciativa y empresa, nuestra insistencia en el trabajo duro y la responsabilidad personal, esos son factores inamovibles de nuestro carácter”.
“Está llegando a su fin una década de guerra. Ha comenzado una recuperación económica. Las posibilidades de los Estados Unidos no tienen límite, pues poseemos todas las cualidades que requiere este mundo sin límites: juventud e impulso; diversidad y transparencia; una capacidad inagotable para el riesgo, y una facilidad para la reinvención”.
“Entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando cada vez menos gente tiene mucho éxito y cada vez más gente apenas puede cubrir sus gastos. Creemos que la prosperidad de los Estados Unidos tiene que ser una responsabilidad que esté sobre los amplios hombros de una clase media creciente”.
“Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, aún creemos que la seguridad y la paz duraderas no requieren estar en guerra perpetua”.
“Seguiremos defendiendo a nuestro pueblo y sosteniendo nuestros valores con la fuerza de las armas y el estado de derecho”.
“Estados Unidos seguirá siendo el áncora de alianzas sólidas en cada rincón del globo. Y renovaremos aquellas instituciones que amplíen nuestra capacidad para gestionar las crisis en el extranjero, pues nadie tiene más en juego en un mundo pacífico que su nación más poderosa. Apoyaremos las democracias en todas partes, desde Asia hasta África, desde las Américas hasta el Medio Oriente, pues así nos inspiran nuestros intereses y nuestra consciencia para obrar a favor de aquellos que anhelan ser libres”.
“Nuestro recorrido no estará completo hasta que nuestras esposas, nuestras madres y nuestras hijas puedan ganarse la vida como corresponde a sus esfuerzos. Nuestro recorrido no estará completo hasta que a nuestros hermanos y hermanas gay se les trate igual que a todos los demás según la ley, porque, si nos han creado iguales de verdad, entonces el amor que profesamos debe ser también igual para todos”.
“Nuestro recorrido no estará completo hasta que encontremos una manera mejor de recibir a los inmigrantes esforzados y esperanzados que todavía ven a los Estados Unidos como el país de las oportunidades; hasta que los jóvenes estudiantes e ingenieros brillantes entren a formar parte de nuestra fuerza laboral en lugar de que se les expulse de nuestro país”.
“Ése es el deber de nuestra generación: hacer que estas palabras, estos derechos, estos valores, de vida, libertad y búsqueda de la felicidad, sean reales para cada uno de los estadounidenses. El hecho de ser fieles a nuestros documentos sobre los que se fundó Estados Unidos no nos exige que estemos de acuerdo con cada aspecto de la vida. No significa que todos definamos la libertad de la misma manera, ni que sigamos exactamente el mismo camino hacia la felicidad. El progreso no nos obliga a resolver debates de siglos de duración sobre el papel del gobierno para la eternidad, sino que nos exige que actuemos en nuestro tiempo”.

domingo, 20 de enero de 2013

Chávez, Armstrong y el periodismo


La manipulación informativa oficial sobre la suerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y las mentiras del ciclista estadounidense, Lance Armstrong, no hablan muy bien del periodismo que, en ambas historias, se ha quedado en la superficialidad de las declaraciones sin meterse en su responsabilidad de investigar a profundidad.

Aunque el secretismo oficial en torno a Chávez está condicionado por sus allegados y por el hermético gobierno de La Habana, es posible que, si desde que su historia médica comenzó hace dos años, un grupo de periodistas hubiera indagado, se podrían hoy saber más verdades.

Así como el gobierno tiene la obligación de informar con la verdad, el periodismo investigativo venezolano en primera instancia y el de otras latitudes, en segunda, tienen las responsabilidad de buscar la verdad y no conformarse con las declaraciones del vicepresidente Nicolás Maduro, del ministro de Información, Ernesto Villegas o del propio Chávez, que durante su última campaña electoral juró que se había curado del cáncer. Tampoco los periodistas pueden quedarse tranquilos con las denuncias de algún médico o columnista que aseguran que informan usando fuentes muy cercanas al gobierno; informaciones que no pueden confirmar ni verificar y que solo serían parte de filtraciones de algún funcionario de buena voluntad.

En el caso de Armstrong - que mintió sobre su conducta personal como lo hizo Chávez – la responsabilidad le cabe a los periodistas deportivos estadounidenses principalmente, quienes tratan al deporte como una disciplina de entretenimiento más que una que también requiere de investigación o, al menos, de verificación. En el caso de Armstrong, el periodismo actuó de público, dejándose arrastrar emocionalmente por el protagonista convertido en héroe, tapando, incluso, cualquier denuncia que se hacía sobre su dopaje.

En el caso de Armstrong fueron finalmente sus propias declaraciones las que determinaron la verdad del caso, mientras los periodistas parecieron los espectadores; y eso que su historia de dopaje se remonta a la época de la primera de sus siete coronas del Tour de Francia con el equipo del US Postal Service.

Hay que admitir que el periodismo también puede ser sorprendido con muchas noticias repentinas, pero tratándose de historias muy repetitivas – la enfermedad de Chávez de dos años y el dopaje de Armstrong de siete – al periodismo le cabe su alta cuota de responsabilidad por no haber investigado y echado luz sobre tantas mentiras, manipulaciones y deformaciones de la verdad.

El periodismo no puede darse el lujo de ser espectador.

Bala de plata

RICARDO TROTTI: Bala de plata - Opinión - ElNuevoHerald.com