Los defensores del chavismo y del castrismo insisten en los logros en materia de salud y educación de estos regímenes como propuestas de igualdad ciudadana. En parte es verdad, pero también es cierto que la calidad de ambos rubros ni siquiera se compara con la de países desarrollados o los del sureste asiático o de la India, por lo que el éxito es relativo. Ni en los hospitales de La Habana ni de Caracas existen insumos y medicamentos suficientes, mientras que la educación responde directamente a la ideología y propaganda de los gobiernos.
Tampoco pueden destacarse dos rubros que en países con regímenes totalmente diferentes, más democráticos, los índices de educación y salud son muy superiores a los de Venezuela o Cuba. Chávez, si quisiera vanagloriarse de sus logros en estas dos materias, debería demostrar que está igualando hacia arriba, no hacia abajo, como muestran todos sus índices. Educadores cubanos, que no han demostrado mucho en los últimos 50 años, son héroes para el sistema chavista, así como médicos que se fabrican de a cientos cada tres años. El mérito quizás es que hay menos analfabetismo y que las clases más populares acceden a algún tipo de medicina más igualitaria y accesible, lo que no sucedía en otros gobiernos a los que la pobreza y la desigualdad les molestaban pero no hacían mucho por ellas.
Pero la educación y la salud, para vanagloriarse de ellas, no debe medirse con el promedio latinoamericano sino con el de países desarrollados como los escandinavos y los asiáticos.
Repito. En muchos viajes que hice a Venezuela en esta última década, siempre me sorprendió la falta de obras públicas, no digo faraónicas, pero simplemente de aquellas que, además de embellecer, dotan al país de la infraestructura necesaria de comunicación vial, digital, de viviendas y centros industriales y turísticos, imanes de capitales internos y externos. Uno no puede dejar de preguntarse ¿cómo un país que nada en la riqueza del petróleo puede darse el lujo de hacer tan poco?
Las obras públicas y mega construcciones – como lo demuestran muchos países árabes que también viven del petróleo – son fuente necesaria para atraer inversiones, generar empleo, reducir la inflación, crear consumo y mayor bienestar. Al menos si tanto se habla de educación y salud, ¿por qué Venezuela no tiene los mejores hospitales, escuelas y universidades de toda América Latina?
Lamentablemente Chávez – repito y lo repetiré hasta el cansancio – sigue demostrando que está administrando la pobreza y será algún día juzgado o al menos se los responsabilizará, por los talentos recibidos y la potencialidad desperdiciada. No hay historia más alarmante en nuestro continente que la de Venezuela y su gobierno.
Esta semana, el periodista Antonio María Delgado de El Nuevo Herald, escribió que “años de mal manejo económico bajo el presidente Hugo Chávez auguran un difícil inicio para un eventual gobierno de la oposición, que deberá lidiar con un aparato productivo en ruinas, agudos problemas de desabastecimiento, una producción petrolera en declive y una de las mayores tasas de inflación del mundo”.
Todos estos aspectos los argumentó con datos que obtuvo de una cobertura de un foro realizado por el Centro de Políticas Hemisféricas de la Universidad de Miami. Su nota está en el siguiente enlace: http://www.elnuevoherald.com/2011/10/28/1054125/nuevo-gobierno-en-venezuela-enfrentaria.html