sábado, 13 de junio de 2009

Fotografías malditas

“Ojos que no ven, corazón que no siente”, dice el refrán, implicando que sólo las imágenes nos dan la certeza de cómo ocurren los hechos. Las palabras, en cambio, no tienen tanta fuerza ni credibilidad.

Se dice también que “una fotografía vale más que mil palabras”, ya que lo visual nos acerca más a la realidad. De ahí, que las imágenes del desmoronamiento de las torres gemelas nos ofrecen una mejor impresión sobre el terrorismo; las de un zapato volando hacia un presidente infieren un pésimo gobierno y la foto del gol de Maradona a los ingleses evidencia que la “mano de Dios” existe.

Pero a las fotografías se las suele malinterpretar, ya que se las responsabiliza por lo que en ellas queda retratado. De ahí que despierten controversias más allá de sus protagonistas, como sucedió con el padre Alberto Cutié después que lo pescaron engolosinado con su novia en una playa de Miami; con el premier italiano Silvio Berlusconi regocijado en sus orgías de Cerdeña o con el olímpico Michael Phelps enfiestado con su pipa de marihuana.

Las polémicas son mayores cuando las imágenes originan una disputa entre dos principios de igual valor, pero opuestos. Una disyuntiva así, entre la seguridad nacional y el acceso a la información pública, tiene mareado y a maltraer al presidente Barack Obama. Hace unos días pidió a la Justicia que no obligue al Pentágono a divulgar unas fotografías de los militares carceleros torturando a prisioneros en Irak y Afganistán, bajo el argumento de que puede generar mayor opinión pública antiestadounidense, poner en peligro la vida y seguridad física de las tropas e incentivar a Al Qaeda a que reclute más terroristas.

En la otra cara de la moneda, la Asociación Americana para las Libertades Cívicas, exigiendo que se conozca la verdad, reclama la validez de un fallo judicial de setiembre de 2008 que manda desclasificar las fotos bajo la Ley de Acceso a la información Pública. En estos días deberá pronunciarse la Corte Suprema de Justicia, poco después de que Obama regrese de su periplo por países musulmanes.

Las imágenes sobre las guerras en Irak y Afganistán siempre generaron discusiones, desde las menos complicadas como las de ataúdes con cuerpos de soldados estadounidenses que fueron prohibidas a los periodistas, hasta las más conflictivas, como las que se filtraron en el 2004 desde la cárcel de Abu Ghraib exponiendo casos aberrantes de tortura. Las fotografías tildadas de malditas fueron erróneamente responsabilizadas de aquel escándalo; en realidad, las malas acciones en ellas registradas, fueron las culpables.

La posición de Obama de no divulgar, si bien no es débil legalmente – y tal vez es una de las primeras medidas que apoyan los republicanos y critican sus partidarios demócratas - es contradictoria con el compromiso moral que adoptó el primer día de su mandato. Aquel 21 de enero prometió transparencia y rendición de cuentas y, distanciándose de la cultura del secreto creada por la administración Bush, aprobó un decreto para fortalecer la Ley de Acceso; estableciendo que de existir una disputa reñida o una duda entre la secrecía por razones de seguridad nacional y la transparencia, siempre deberá prevalecer esta última.

Suprimir información para prevenir peligros potenciales como los que argumenta Obama, no es muy convincente. Probablemente la publicidad de las fotos pudiera traer algún tipo de represalia y causar un revuelo internacional, pero no difundirlas, habiendo trascendido parte de su contenido, no atempera los ánimos o hace que el delito de la tortura sea inexistente.

Por el contrario, desclasificarlas estaría más en sintonía con la imagen y confianza que debe generar un líder, dando la oportunidad al Pentágono de repudiar y no repetir esas conductas, y poder exigir a otros gobiernos que también muestren sus atrocidades. Además, permitiría a Obama ser más consecuente con su reciente discurso en el Cairo sobre que “cometimos actos contrarios a nuestras tradiciones y nuestros ideales”.

La publicación de las imágenes, por más bochornosos y nocivos que los hechos puedan ser, es la única fórmula certera de que se pueda conocer la verdad y generar los anticuerpos para combatir las violaciones. Ni la transparencia ni las fotografías son malditas; prohibirlas es lo que genera duda.

viernes, 12 de junio de 2009

Tibio informe sobre libertad de prensa

El informe de la cancillería estadounidense (Departamento de Estado) sobre la falta de libertad de prensa en muchos de los países latinoamericanos es válido, pero tibio e insuficiente. No llama a los problemas por su nombre.

Es un informe si se quiere diplomático. En América Latina los problemas de las libertadas públicas, en especial de la libertad de expresión, son graves.
Solo basta dar unos ejemplos:

En Cuba no se respeta ese derecho y 26 periodistas independientes permanecen presos, además de tres centenares de presos políticos encarcelados, por los “graves” delitos de disentir de la opinión de los gobernantes.

Más de 340 periodistas fueron asesinados en los últimos 20 años, mientras que el 90% de esos crímenes no recibieron castigo. El narcotráfico en México, en Guatemala, en Honduras, para nombrar algunos países, está asesinando, secuestrando y desapareciendo periodistas. Los gobiernos no están haciendo mucho al respecto.

Muchos presidentes, como los casos de Hugo Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega y Evo Morales, han adoptado posiciones extremistas ante la divulgación de críticas y la fiscalización de medios. Están cerrando medios, amenazando cerrar a otros, utilizando dineros públicos para crear sus propios medios a los que usan para propalar su propaganda gubernamental, y desacreditando el trabajo de los periodistas en cada ocasión. La polarización política que los gobiernos están gestando con el ánimo de “dividir para reinar”, está creando un fuerte temor en la sociedad y una intolerancia a la tolerancia por el disenso, por lo que la gente opta por autocensurarse.

Estamos llegando a una situación dramática en América Latina en materia del derecho constitucional que tenemos todos los ciudadanos para expresarnos con total libertad y sin temor a sufrir represalias.

La farsa de los derechos humanos

Si el gobierno cubano se manifiesta contento sobre la protección de los derechos humanos en la isla, estamos fritos, hay gato encerrado, o simplemente se trata de una nueva estrategia de los hermanos Castro para mentir a nivel internacional y a través de los organismos intergubernamentales.

Si hay un país maltrecho en el que los derechos humanos vienen siendo pisoteados – a pesar de que aparezcan siempre aquellos que defienden los logros de salud y educación – desde hace décadas, es Cuba. Los derechos de reunión, asociación, libertad de prensa y de expresión, equidad ante la justicia, son aspectos de lo que los cubanos, en general, no gozan.

Sin embargo, el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un organismo que desde siempre fue dominado por gobiernos como el de China, el de Cuba y el de Libia para tapar sus fechorías, comprenderemos que se trata de una emboscada a los derechos humanos.

Un comunicado publicado por el presidente Raúl Castro dice que en Ginebra "se constató nuevamente el reconocimiento de la mayoría de los Estados y organizaciones no gubernamentales que intervinieron a los significativos resultados alcanzados por el pueblo y el Gobierno cubanos en la promoción y protección de todos los derechos humanos para todos''.

¡Inexplicable!

Lo que su comunicado no dijo, es que en la reunión de Ginebra hubo hasta asociaciones civiles de China las que defendieron explícitamente a Cuba, mientras que a otras de nivel internacional como Human Rights Watch no se les permitió hablar.

¡Pura farsa!

miércoles, 10 de junio de 2009

Fútbol y "cuarta urna"

Estoy en la bella San Pedro Sula y feliz de compartir las pasiones que tienen por estos días los hondureños y de lo que hablan hoy: fútbol y “cuarta urna”. Dos temas con connotaciones totalmente diferentes. El primero, infiere la unión de todos los catrachos detrás de una pasión común; y el segundo, muestra la polarización política de un país al que su máximo político lo tiene enfrascado y confundido en su pasión personal por buscar la reelección.

Hoy es un día muy especial ya que Honduras recibe por las eliminatorias a El Salvador, no solo un clásico porque reverdece rivalidades que se tejieron durante las eliminatorias de los 70 cuando ambos países sostuvieron una guerra de seis días lo que se denominó la “guerra del fútbol”, sino porque ninguno de los dos equipos tiene la seguridad de llegar a Sudáfrica. Los catrachos vienen maltrechos por haber perdido 2 a 1 contra los estadounidenses en Chicago y los salvadoreños llegan agrandados de haberle ganado los mexicanos en su cancha por el mismo marcador. Aquí como en el resto de Latinoamérica, todos tenemos la mente en los partidos y con los corazones medio paralizados, ya pensando en celebraciones o las excusas que pondremos si perdemos y cómo deberemos enfrentar a los burladores.

Por mi parte, estoy pendiente de lo que pasará en la altura de Quito, sabiendo que el síndrome del 6 a 1 en La Paz perseguirá a los argentinos hasta que aparezca en un futuro una goleada peor para hacer olvidar a la boliviana. Así fue con los 5 a 0 de los colombianos en el Monumental, que aunque parecía que sería eterno, ya quedó en la historia, por lo que los pobres colombianos ya no podrán ostentar aquel logro magnífico. Los periódicos quiteños tratan de contagiar a su gente y destruir psicológicamente a sus adversarios, por eso un ocurrente tabloide, tituló hoy: “Diego, si La Paz fue tu tortura, Quito será tu tumba”).

Pero aquí en San Pedro cuando las cosas del fútbol se apaciguan, un tema que polariza al país es el que viene enarbolando el presidente Manuel Zelaya, que alejado de toda la crítica que le hacen varios sectores políticos, de la sociedad civil, la Iglesia y los medios de comunicación, sigue con su tesitura de que se reforme la Constitución para que se permita la reelección, un tema muy de moda por estos tiempos en América Latina.

Zelaya insiste que en las elecciones de noviembre haya una “cuarta urna” (además de las que se dispondrán para las elecciones de presidente, legisladores y alcaldes) para crear una constituyente capaz de incluir una reforma que sostenga una reelección y así aspirar a otro mandato.

Lo peligroso es que para lograr esto, está hablando de hacer una encuesta y de conseguir un plafón político que impulse sus ideas, argumentos que muchos miran con desdén, mirando de reojo a los militares sobre quienes varios dicen que estarían tentados a no dejar que los principios constitucionales sean pisoteados si Zelaya continúa con sus aspiraciones. Hace rato que en Honduras se habla o al menos se rumora sobre la posibilidad de un golpe de Estado, algo que por más justificado que parezca a nivel interno para muchos, podría resultar una medida totalmente sorpresiva a nivel internacional.

Hoy, antes del partido, parto hacia San Salvador. Veré la pasión de la otra cara de la moneda.

martes, 9 de junio de 2009

Correa, el arrogante

Como aprendiz del presidente venezolano Hugo Chávez, Rafael Correa está por graduarse de arrogante como si se tratara de un curso acelerado al mantener un léxico insultante contra los medios, los periodistas y los procesos electorales, culpando a todo el mundo de corrupto y de desestabilizar a su gobierno.

En estos últimos días, así como Chávez viene despotricando en contra de Globovisión, Correa comenzó su diatriba contra la televisora crítica e independiente Teleamazonas, la que está siendo seguida muy de cerca por Conartel (Consejo Nacional de Radiodifusión y Televisión) con la amenaza de que será cerrada por 90 días, lo que implica - para cualquier medio de comunicación - una súbita muerte.

En sus últimas alocuciones este fin de semana, Correa arremetió contra organismos internacionales europeos veedores de elecciones porque en un informe sobre las últimas elecciones del 26 de abril en las que fue reelegido por cuatro años, le criticaron su “presencia dominante en los medios”, lo que terminó por perjudicar la equidad en la campaña.

Y como había amenazado a los medios de su país a los que criticó de corruptos por lo que cuando asuma la titularidad del UNASUR creará un observatorio de medios para denunciar los atropellos, abusos y deshonestidad periodísticas, ahora volvió a invocar al UNASUR. Pero esta vez, en la mira no lo tuvo a los periodistas en la mira, sino a los veedores electorales, ya que prometió crear un observatorio para vigilar a los entes veedores internacionales; lo que implica que a Correa se le subió el poder internacional a la cabeza, creyendo que ese flamante organismo podrá o tendrá tiempo para crear organismos de control.

De seguir a este ritmo, Correa tendrá que crear observatorios para vigilar a sindicalistas, a los indígenas, a las amas de casas, a la oposición, al Congreso y a cualquier ciudadano que lo critique.

lunes, 8 de junio de 2009

Tiempo perdido el de la OEA

La OEA perdió el tiempo en San Pedro Sula, así se lo demostró la nomenclatura cubana. Después de tantos intentos de parte de los cancilleres y presidentes latinoamericanos para que Cuba ingrese a la OEA y cuando se había conseguido una resolución al respecto, finalmente el gobierno cubano, a través del medio oficial, el periódico Granma, dijo “GRACIAS, PERO NO”.

Los esfuerzos en San Pedro Sula habían empezado desde principios de año con el desfile de 10 presidentes latinoamericanos a La Habana y continuado en la Cumbre de Trinidad y Tobago.

La idea, detrás de todo esto, era enviar un mensaje directo al gobierno de Estados Unidos para que levante el embargo; aunque no tuvieron en cuenta que Barack Obama les ganaría de mano habiendo levantado una serie de restricciones y dejando la pelota en la cancha cubana.

Lamentablemente, la OEA desperdició otros temas de agenda importante, como la no violencia, por aferrarse a un tema netamente político como el de la inserción de Cuba a la organización. En definitiva, como Cuba debe comprometerse a ciertas normas democráticas, elecciones libres, libertad de expresión y multipartidismo, se sabía de antemano que ello no sería posible.

Cuba “ratifica una vez más que no regresará a la OEA" dice la nota oficial publicada hoy, por lo que ojala sea este un punto final a la polémica que Cuba inició para seguir siendo noticia. Ojala la OEA no pierda más el tiempo y solo lo tenga para cuando Cuba quiera comenzar a respetars los derechos y garantías individuales de sus ciudadanos.

domingo, 7 de junio de 2009

Gobiernos víctimas

Gobiernos latinoamericanos de derecha, centro o izquierda, por igual, han acusado a los medios de comunicación de estar desestabilizando el orden institucional, con la ambición de controlarlos o manipularlos para dominar a la opinión pública, demoler a la oposición y reinar a su antojo.
La estrategia liderada por gobiernos personalistas como los de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, no tan distinta de las anteriores de Alberto Fujimori y Carlos Menem al lado opuesto del dial ideológico, es mostrarse victimizados por el “poder corrosivo” de la prensa, a la que prácticamente se le achacan todos los males terrenales.
Ese jugar a la víctima personal del poder mediático “oligárquico e imperialista” – sumado al debilitamiento progresivo de las instituciones y de la oposición – les permite justificar el uso de una eficiente estrategia de propaganda con el propósito de defender sus revoluciones y perseguir opositores, para la que no escatiman recursos ni fondos públicos.
Estos gobiernos egocéntricos se afanan en desacreditar y minar la credibilidad de la prensa en todos los sectores sociales. Inducen a pensar que cualquier opinión disonante con el régimen, noticia negativa o investigación que destape corrupción, sin distinción, es un juego manipulador de oposición política destinado a socavar las buenas intenciones revolucionarias para con el pueblo.
Este esquema comunicacional personalista de confrontación, de exposición permanente y obligatorio en los medios de comunicación, lo explota muy bien Chávez, quien celebra sus 10 años de ininterrumpida y maratónica labor con su Aló Presidente. Un espacio que utilizó en estos días para ordenar a sus funcionarios y a la justicia que ejecuten a aquellos “medios opositores” que promueven el “envenenamiento” de la población.
Chávez alinea así su estrategia de propaganda para generar opinión pública favorable y excusar el cierre de medios “corruptos”, como acusa a Globovisión. La misma táctica que usó con éxito contra RCTV, cadena a la que cerró en mayo de 2007, después de una campaña de desprestigio y amenazas iniciada en diciembre de 2006.
Esa misma victimización la expuso el presidente Correa cuando anunció que al asumir el liderazgo de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) propondrá - con el apoyo explícito de Chávez - crear un organismo “para defender a gobiernos y a la población” de “la prensa corrupta, instrumento de la oligarquía”.
Esta faceta de gobierno injuriado también la despliega el presidente boliviano Morales para denigrar a los medios que lo critican, pero no alcanza, claro está, a los que simpatizan con sus revoluciones, como por ejemplo, una red gigantesca de radios y televisoras estatales que han creado los regímenes de Caracas, Quito y La Paz, no para utilizarla como medio público, sino con fin ideológico.
La creación de organismos estatales y observatorios de medios como asimismo los impulsaron la argentina Cristina de Kirchner y el hondureño Manuel Zelaya, es parte de una trama anti medios que incluye amedrentamiento permanente contra la prensa, ya sea mediante la confrontación dialéctica o agresiones directas ejecutadas por fuerzas de choque paraestatales, mecanismos de presión económica, así como la sanción de leyes cada vez más restrictivas.
Es ingenuo pensar que ningún medio o periodista practica un juego político u opositor o que está exento del escrutinio y de la crítica; pero la intervención del Estado debe limitarse a establecer el orden jurídico y legal, allanando el camino para que la justicia castigue los actos corruptos y desestabilizadores concretos de alguna prensa. Como bien le explicó en estos días a Evo Morales el titular de la Sociedad Interamericana de Prensa, Enrique Santos Calderón, no se puede confundir ni generalizar en cuestión de medios, porque “una prensa que cuestione y fiscalice no equivale a una prensa sediciosa ni subversiva”.
La astucia de la victimización, que se torna una costumbre adictiva entre los presidentes personalistas vigorizándose en una constante “caza de brujas”, aumenta el riesgo de que se adopten políticas más peligrosas de control más allá de los medios tradicionales. La férrea censura del internet que se practica en Cuba y el reciente bloqueo de Facebook que se ordenó en Irán para minar las posibilidades electorales de la oposición, muestran que una vez que se cierran medios tradicionales, indefectiblemente le llegará el turno a las demás expresiones más populares.