Como aprendiz del presidente venezolano Hugo Chávez, Rafael Correa está por graduarse de arrogante como si se tratara de un curso acelerado al mantener un léxico insultante contra los medios, los periodistas y los procesos electorales, culpando a todo el mundo de corrupto y de desestabilizar a su gobierno.
En estos últimos días, así como Chávez viene despotricando en contra de Globovisión, Correa comenzó su diatriba contra la televisora crítica e independiente Teleamazonas, la que está siendo seguida muy de cerca por Conartel (Consejo Nacional de Radiodifusión y Televisión) con la amenaza de que será cerrada por 90 días, lo que implica - para cualquier medio de comunicación - una súbita muerte.
En sus últimas alocuciones este fin de semana, Correa arremetió contra organismos internacionales europeos veedores de elecciones porque en un informe sobre las últimas elecciones del 26 de abril en las que fue reelegido por cuatro años, le criticaron su “presencia dominante en los medios”, lo que terminó por perjudicar la equidad en la campaña.
Y como había amenazado a los medios de su país a los que criticó de corruptos por lo que cuando asuma la titularidad del UNASUR creará un observatorio de medios para denunciar los atropellos, abusos y deshonestidad periodísticas, ahora volvió a invocar al UNASUR. Pero esta vez, en la mira no lo tuvo a los periodistas en la mira, sino a los veedores electorales, ya que prometió crear un observatorio para vigilar a los entes veedores internacionales; lo que implica que a Correa se le subió el poder internacional a la cabeza, creyendo que ese flamante organismo podrá o tendrá tiempo para crear organismos de control.
De seguir a este ritmo, Correa tendrá que crear observatorios para vigilar a sindicalistas, a los indígenas, a las amas de casas, a la oposición, al Congreso y a cualquier ciudadano que lo critique.
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