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noviembre 18, 2017

Almagro: Un David contra Goliat

Luis Almagro asumió en marzo de 2015 las riendas de la Organización de Estados Americanos. Desde el arranque enfiló sus cañones contra el gobierno de Nicolás Maduro, en momentos que todos los gobiernos del continente y del mundo eran indiferentes o guardaban silencio ante las atrocidades del régimen venezolano.

Fue entonces, y todavía ahora, una lucha ciclópea de un David contra Goliat. Maduro mantenía una retórica antiimperialista seduciendo con la idea de la revolución forjada por Hugo Chávez y una billetera todavía amplia para comprar voluntades. Almagro se basó en su eslogan “más derechos para más gente”, obligándose a denunciar a una dictadura disfrazada de oveja.

Al principio, Almagro consiguió más repudios que adhesiones por su mensaje anti chavista. Habiendo sido canciller del izquierdista José Mujica, traidor y burgués renegado fueron los calificativos más benignos que recibió de la izquierda latinoamericana. No le importó. Siguió machacando, y así como el cántaro a la fuente, logró que finalmente muchos gobiernos admitieran que el régimen de Maduro es una dictadura.

“Una dictadura que criminaliza toda forma de disenso” subrayó Almagro ante la Sociedad Interamericana de Prensa al recibir el Gran Premio a la Libertad de Prensa 2017. Fue a fines de octubre, días antes que Maduro aprobara su ansiada ley para encarcelar a los disidentes y neutralizar las críticas en las redes sociales y de los medios independientes.

La ley sanciona el odio, la discriminación y la propaganda, paradójicamente desvalores que practica y promueve el chavismo. A Maduro la ley le servirá para demorar la caída, pero no para evitar el porrazo definitivo. Es cuestión de tiempo.
Tampoco se puede ser ingenuo. Maduro siempre se ingenia las armas adecuadas para retrasar su debacle. Engaña a la oposición y a los negociadores incautos del mundo con procesos de diálogo que nunca cumple. Cierra el Congreso y abre una Asamblea Constituyente que busca inventar la nueva democracia, un atajo para construir un sistema a semejanza de la Cuba gastada y colapsada.

Gracias a su retórica antiimperialista o anti títeres del imperio, de lo que acusa a Almagro o Juan Manuel Santos, consigue salvatajes que le prolongan la vida, pese a ser un narco estado y cometer crímenes de lesa humanidad, evidenciados por la suma de más de 140 muertos como consecuencia de la brutal represión de las protestas públicas.

El salvavidas más audaz lo arrojaron Rusia y China. Estas potencias no se presentaron en una reunión no oficial del Consejo de Seguridad de la ONU, donde se buscaba concertar estrategias para neutralizar la desestabilización que crea el régimen venezolano en la región. Convertido en la piedra en el zapato, Almagro criticó ahí el silencio que todavía se le prodiga al régimen. Responsabilizó a Maduro por las muertes, la pobreza y el sufrimiento de los venezolanos y por ser un “esquema criminal con vínculos con el narcotráfico”.

Rusia no le prestó atención, y pese a la reprobación de la calificadora crediticia Standard & Poors por no pagar la deuda externa, renegoció y dio a Maduro más tiempo. No le servirá de mucho. Venezuela está en bancarrota. Su economía adicta al petróleo ya no produce como antaño, los precios del barril singuen desplomados y el régimen desperdició dos décadas en las que habría podido diversificar la economía, en lugar de haber estado imponiendo ideología a fuerza de petróleo subsidiado o regalado.

Es verdad que esta vez Almagro no consiguió nada en la ONU. Pero es sagaz. Sabe que su prédica constante en otros foros motivó a EE.UU. a disponer de tres olas de sanciones a funcionarios venezolanos y que Canadá y España se sumaran con medidas similares. También esta semana la Unión Europea dispuso impedir la venta de equipos y armas para evitar que sean usados en la represión interna.


Almagro, aunque tenga apariencia de pequeño David ante un enorme Goliat, sabe que el sentido común y la denuncia permanente permitirán cambiar las percepciones y que tarde o temprano, así como las Américas y Europa, el resto del mundo terminará avergonzado por su silencio. Almagro sabe que su misión es cuestión de perseverancia y de seguir luchando por “más derechos para más…” venezolanos. trottiart@gmail.com

marzo 31, 2014

Tolerancia con Venezuela

A pocas horas de que se conociese la posibilidad de que el Vaticano oficie de mediador en la crisis venezolana, planteé el siguiente post que habla, en realidad, de las incongruencias del gobierno de Nicolás Maduro y la poca credibilidad de su gestión. Nada cambia mucho.

Realmente el tema de Venezuela plantea los siguientes interrogantes:

¿Por qué tanta tolerancia para un Gobierno que ha reducido la democracia a su mínima expresión?

¿Por qué tanto silencio ante un Ejecutivo que viola la Constitución abusando, reprimiendo y causando decenas de muertos, que encarcela y castiga a sus opositores usando a la Justicia y al Congreso como armas propias, que se eterniza mediante reformas y elecciones viciadas, que silencia a los medios de comunicación y redes sociales, y hace propaganda a mansalva generando odio y polarización?

¿Acaso por iguales o menores irregularidades no ocurrirían cambios en Argentina, Colombia o Chile si sus gobiernos imitaran a Nicolás Maduro? ¿Por qué callan los intelectuales ideologizados que condenaron con vehemencia la opresión militar de antaño, pero apañan la de ahora?

¿Por qué la OEA sigue tan impávida para aplicar la Carta Democrática Interamericana y la UNASUR, después de una misión de cancilleres a Caracas, recomienda como solución que Nicolás Maduro cree un consejo de derechos humanos? ¿No es pura ingenuidad creer que el gobierno - que no permite la entrada al país de organismos de supervisión o que le importa un bledo lo que dice la Comisión Interamericana de Derechos Humanos - será equitativo y objetivo a la hora de autocriticarse y juzgar sus propios abusos?

¿Por qué las potencias occidentales, EE.UU. y Europa, permanecen tímidas, casi de observadoras, mirando al este sin importarles el sur? ¿Por qué Barack Obama busca consenso entre los europeos para actuar con sanciones económicas contra Rusia por la usurpación de Crimea, pero en su agenda no existe la intención de buscar el mismo fin para limitar al gobierno de Venezuela?

Las respuestas se adivinan muchas y de todos los colores. A nivel interno varios temas conspiran contra el cambio. La Constitución permite un referendo, pero en 2016. La oposición poco puede hacer. Sigue siendo diezmada por un poder político desfachatado que encarceló a tres alcaldes opositores, incluido Leopoldo López, desafuera ilícitamente a diputados como María Corina Machado, o se le achacan actitudes desestabilizadoras, acusándola de estar detrás de tres generales golpistas detenidos esta semana, parte de una estrategia propagandística en la que se tejen golpes, invasiones y conspiraciones a conveniencia.

Con las nuevas propuestas de la UNASUR, la oposición está entre la espada y la pared. Si sigue pidiendo “la salida” del régimen, se la percibirá como tozuda e intransigente ante los “diálogos por la paz” que promociona el gobierno; y si acude a ellos, pecará de ingenua y será manipulada.

A nivel externo es más complicado aún. Pese a la fachada democrática, el gobierno se legitima con los resultados electorales y ningún líder latinoamericano atina críticas para no ser tildado de antidemocrático. Además, Hugo Chávez, en pocos años y gracias a los petrodólares, consiguió internacionalizar un discurso anti imperialista y colonialista (que Fidel no pudo encausar en cinco décadas), neutralizando cualquier acción estadounidense o europea. Mientras tanto, Maduro califica de golpista a las protestas, los que los jóvenes califican de revolución y liberación. 

La inacción estadounidense es producto de sus propios vicios del pasado. Su liderazgo por libertad y democracia fueron casi siempre imposiciones de la CIA a modo de golpes, invasiones y cambios de gobierno. Pero no solo por vergüenza pasada u otras prioridades de su agenda, Washington permanece inmóvil.

Es que el chavismo para Barack Obama no representa riesgos ni para la seguridad ni para la economía, se trata solo de un liderazgo histriónico que ya no tiene dólares para tejer alianzas externas y de una ideología descompasada que ya no cubre las necesidades básicas de su población.

EE.UU. podría aplicar sanciones económicas en caso de que Maduro le cierre todos los espacios a la oposición, como anunció esta semana el Departamento de Estado. Pero difícilmente tome medidas pronto. Con los errores del pasado, Washington aprendió paciencia. Esperará a que el sistema se caiga por su propio peso o jugará a que el chavismo permanezca autoritario y pobre como la paupérrima Cuba; en definitiva, la peor propaganda para el socialismo o la mejor para promover los valores de la democracia y el libre mercado. 

noviembre 08, 2011

Ortega: Presidencia ilegítima


Las elecciones en Nicaragua no fueron limpias este domingo según lo comprobaron cientos de observadores apostados por la OEA y la Unión Europea, así como fiscales de los partidos de oposición.
Los bloqueos a los observadores y muchas urnas repletas de votos a favor del presidente actual y elegido, Daniel Ortega, son tan groseros como la autorización que recibió de parte de una Corte Suprema adicta para presentarse a una reelección, lo que está prohibida por la Constitución.

Ortega, gracias al apoyo económico de Hugo Chávez, hubiera podido igualmente ganar las elecciones con juego limpio. Pero es obvio que quiso establecer unos estándares máximos por arriba del 60% para tener mayoría en la Asamblea Legislativa y así poder luego hasta cambiar la Constitución para eternizarse en el poder y hacer más legítima una Presidencia que es ilegítima.

Estorbar a los observadores, quienes fueron autorizados a estar en Nicaragua a regañadientes, es una vergüenza para el proceso democrático de América Latina.

Y muchos se preguntan: ¿Cómo parar estos abusos? Los hondureños pararon un abuso similar de Manuel Zelaya pero con consecuencias malísimas para el país que fue expulsado de la comunidad internacional. ¿Pero qué hacer en estos casos como el de Ortega?

Se trata de un gran dilema para la comunidad intergubernamental internacional y para los organismos que velan por la transparencia de los procesos democráticos.  

octubre 26, 2010

Cuba en 1959 y Europa no afloja

Una buena señal para la democracia en Cuba es que la Unión Europea no se plegara al pedido de España que pidió que se levantara la Posición Común frente a la isla por sus “avances” en materia de derechos humanos.
Es cierto que no es poca cosa lo que consiguió España y la Iglesia Católica para que los hermanos Castro sacaran de las cárceles a varias decenas de disidentes políticos, entre ellos casi una veintena de periodistas independientes.
Pero no se puede tildar de avance a los derechos humanos el destierro de los presos hacia España ni mucho menos que persistan los castigos y castigados por tratar de que haya algún tipo de libertad en la isla, así sea libertad de expresión, de prensa, asociación y reunión, ni que hablar de política.
Lo que llama poderosamente la atención por estos días es el giro que ha pegado el gobierno cubano, retrotrayendo al país a 1959, cuando los líderes hoy en el poder bajaron de las sierras para poner fin a la degradada y descompuesta sociedad cubana liderada por Fulgencio Batista.
Hoy, el gobierno insiste en la necesidad de abrir sus puertas a dos millones de turistas al año, ruega por inversiones extranjeras y para que un millón de cubanos se vuelquen a la actividad privada. El régimen tardó 51 años en darse cuenta de que el comunismo lo único que ha traído a la isla es esclavitud, propaganda, miseria, infortunio y vagancia.
Las nuevas actividades e inversiones necesitan de libertad. Mientras el gobierno mantenga su mano dura, difícilmente puedan aflorar dos componentes esenciales para el ser humano para sobreponerse a cualquier adversidad: creatividad e innovación.
La Unión Europea dio un excelente paso sobre Cuba al negarle un reconocimiento y apertura que el régimen reniega y no se merece.

junio 09, 2009

Correa, el arrogante

Como aprendiz del presidente venezolano Hugo Chávez, Rafael Correa está por graduarse de arrogante como si se tratara de un curso acelerado al mantener un léxico insultante contra los medios, los periodistas y los procesos electorales, culpando a todo el mundo de corrupto y de desestabilizar a su gobierno.

En estos últimos días, así como Chávez viene despotricando en contra de Globovisión, Correa comenzó su diatriba contra la televisora crítica e independiente Teleamazonas, la que está siendo seguida muy de cerca por Conartel (Consejo Nacional de Radiodifusión y Televisión) con la amenaza de que será cerrada por 90 días, lo que implica - para cualquier medio de comunicación - una súbita muerte.

En sus últimas alocuciones este fin de semana, Correa arremetió contra organismos internacionales europeos veedores de elecciones porque en un informe sobre las últimas elecciones del 26 de abril en las que fue reelegido por cuatro años, le criticaron su “presencia dominante en los medios”, lo que terminó por perjudicar la equidad en la campaña.

Y como había amenazado a los medios de su país a los que criticó de corruptos por lo que cuando asuma la titularidad del UNASUR creará un observatorio de medios para denunciar los atropellos, abusos y deshonestidad periodísticas, ahora volvió a invocar al UNASUR. Pero esta vez, en la mira no lo tuvo a los periodistas en la mira, sino a los veedores electorales, ya que prometió crear un observatorio para vigilar a los entes veedores internacionales; lo que implica que a Correa se le subió el poder internacional a la cabeza, creyendo que ese flamante organismo podrá o tendrá tiempo para crear organismos de control.

De seguir a este ritmo, Correa tendrá que crear observatorios para vigilar a sindicalistas, a los indígenas, a las amas de casas, a la oposición, al Congreso y a cualquier ciudadano que lo critique.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...