sábado, 8 de octubre de 2011

¿Boicot desde la Casa Blanca?

Después de varios días de polémica entre Univisión y precandidatos presidenciales republicanos que plantearon un boicot a la cadena televisiva en protesta por investigaciones sobre familiares que afectaron al senador federal de ese partido, Marco Rubio, la SIP salió al cruce con la preocupación de que alguien que llegue a la Casa Blanca pueda asumir esa actitud desde el sillón presidencial.

Ayer, el presidente de la SIP, Gonzalo Marroquín envió cartas a cinco precandidatos a la Presidencia de EE.UU. lamentando la actitud que asumieron en contra de Univisión y considerándola , “una medida insensible que perjudica el derecho del público a estar debidamente informado”.

Marroquín dijo que “nos preocupa el daño que esta actitud hace al proceso democrático que debe ser acompañado por amplitud de criterios e información”. Más allá de las disquisiciones de los representantes del Partido Republicano y de los criterios editoriales adoptados por Univisión, Marroquín agregó que lo que “nos preocupa profundamente, no es solo la determinación de que se haga un boicot contra un medio de comunicación, lo que de por sí contraviene principios sobre derecho del público a la información y sobre libertad de prensa, sino que lo imponga alguien que en el futuro pueda asumir la misma actitud desde un sillón en la Casa Blanca”.

La controversia surgió luego de que la oficina de Rubio acusara a Univisión de presionarlo para que aceptara participar en un programa en el que se abordaría el tema migratorio, a cambio de suavizar una investigación periodística sobre su cuñado, Orlando Cicilia, sentenciado en 1987 por el delito de narcotráfico, cuando el senador tenía 16 años de edad. Univisión, cuya sede central está en Miami, negó la acusación. En el conflicto, no quedó claro por qué los políticos reclamaron estos hechos ahora, cuando la investigación fue difundida el 11 de julio por la televisora.

Los candidatos republicanos Mitt Romney, Rick Perry, Jon Huntsman, Michele Bachmann y Herman Cain, que recibieron la carta de Marroquín, fue impulsado a través de una carta enviada al Comité Nacional Republicano por los diputados estatales David Rivera y Carlos López-Cantera y por el presidente del Partido Republicano partido en el condado de Miami-Dade, Erik Fresen. Los políticos también solicitaron una disculpa pública por parte del canal y el despido de su presidente de Noticias.

“Creo – dijo Marroquín, presidente del diario guatemalteco Siglo 21 – que los candidatos presidenciales han actuado corporativamente en defensa de uno de sus colegas en medio de consideraciones electoralistas, sin considerar la responsabilidad que les cabe en materia de respeto a la libertad de prensa”.

Además de calificar de “insensible la medida del boicot”, Marroquín consideró desproporcionado que se le haya pedido a Univisión que despida al jefe de Noticias, Isaac Lee, por su responsabilidad en el asunto. “Se trata de una forma indirecta y ‘elegante’ de silenciar a un medio, pero de silenciarlo al fin”.

viernes, 7 de octubre de 2011

Jobs y su manzana revolucionaria

Del frenesí de mensajes que ayer se leyeron en las redes sociales por la muerte de Steve Jobs, el que más me impactó, y que se reprodujo por doquier, fue el relativo a las tres manzanas que revolucionaron e impactaron a la humanidad: la de Adán y Eva, la de Isaac Newton y la de Steve Jobs.

El impacto de Apple y su genio creador fue el de haber revolucionado la cultura y la forma que nos relacionamos con las cosas y nosotros mismos.

Como uno de los íconos inigualables de la época del conocimiento, Jobs demostró que la creatividad, la innovación y las ideas, pero sobre todo el ambiente de libertad necesarios para desarrollar esos valores, deben ser los motores para transformar el mundo.

Nos deja ese desafío. Es su legado y su enseñanza. ¡Gracias!

jueves, 6 de octubre de 2011

Induciendo autocensura digital

Los macabros narcotraficantes mexicanos se han propuesto lograr en las redes sociales de su país, lo mismo que ya han conseguido en los medios de comunicación tradicionales: autocensura.

Con el asesinato de dos jóvenes twiteros y de una periodista profesional que los delataba en las redes sociales, extendieron su mensaje de violencia y venganza contra quien se atreva revelar sus crímenes en el internet.

Las consecuencias fueron espeluznantes. Los cuerpos de los jóvenes fueron colgados de un puente y el de María Macías fue decapitado y exhibido en una plaza. Sobre una cartulina apuñalada a su cadáver, el firmante cartel de los Zeta sentenciaba sarcásticamente: “Soy Nena Laredo y estoy aquí por mis reportes y los suyos”, en referencia al seudónimo con el que la periodista denunciaba a los narcotraficantes en el sitio Nuevo Laredo en Vivo y en las redes sociales, actos que no se atrevía ni podía revelar en el periódico que dirigía.

Los narcotraficantes son conscientes que los más de 2.5 millones de usuarios de Twitter en México son sus potenciales delatores, pero también que su violencia sin límites es efectiva. En la zona fronteriza con Estados Unidos ya probaron a fuerza de decapitaciones y violencia extrema, que los periodistas, periódicos, radios y televisoras prefieren el silencio a la confrontación. La prensa aprendió la lección con decenas de periodistas asesinados, desaparecidos y docenas de atentados contra medios. Desde hace unos años, debido a la ineficacia gubernamental para combatir al crimen organizado y la impunidad, la prensa ya no se ruboriza cuando admite que recula ante el crimen organizado, que se autocensura, no investiga y solo publica comunicados oficiales.

Pero ahora, el crimen de María Macías ha hecho que muchos usuarios de redes sociales aprendan a golpe y porrazo lo que los periodistas experimentan desde hace décadas: Toda información o comentario que se difunde, así sea en papel, voz o video, siempre afecta a alguien y provoca reacciones.

La violencia extrema no es la única arma para provocar autocensura. Hay grupos que utilizan el agravio y la difamación, piratean cuentas o roban identidades para amedrentar a sus víctimas. En Venezuela, en estas últimas semanas, varios opositores, humoristas y periodistas críticos al gobierno de Hugo Chávez, sufrieron el embate de un grupo anónimo de piratería cibernética.

Los ataques de estos hackers, autodenominados N33, fueron duros. Les infiltraron a los opositores sus cuentas de e-mail y Twitter, les bloquearon el acceso y, asumiendo su identidad, enviaron insultos a sus más de quinientos mil destinatarios y seguidores. Lo que más molestó del escarnio público, es que el comunicado de N33 fue propalado por programas de televisión oficiales, en los que se hizo apología del delito, justificando las represalias contra quienes no están alineados al oficialismo. “Sepan, irresponsables dirigentes opositores, que los estamos observando. Todos son objetivos”, sentenciaba el comunicado.

El caso es más grave aún, si se considera el anonimato de los ataques e insultos. Ante la falta de una entidad contra quien pelear o demandar ante la justicia, las víctimas se sienten impotentes y vulnerables. Quizás no tanto en este caso porque los atacados eran personas públicas y con trayectoria, pero cuando las agresiones se perpetran contra usuarios menos reconocidos, este tipo de amedrentamiento siempre desemboca en autocensura. Esta táctica es bien conocida por el chavismo, el kirchnerismo y el raulismo cubano, en cuyos aparatos de propaganda, los ciber militantes se entrenan en estrategias de ataques contra blogueros y usuarios críticos.

Los gobiernos también tienen sus pesadillas. El grupo de ciber activistas Anonymous viene amenazando a Hugo Chávez con implementar la operación de hackeo “tormenta de papel” y a Rafael Correa con “cóndor libre”, por sus incontables ataques a la libertad de expresión.

Pero como el fin no justifica los medios; mejor desconfiar de Anonymous u otros grupos de hackers que se esconden detrás de máscaras o capuchas. En su búsqueda de justicia por manos propias, terminan cometiendo mayores abusos que los que dicen combatir. Al final permiten que los gobiernos justifiquen restricciones al internet, induciendo así, otra fuente de autocensura para los usuarios.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Evo: Exorcizando culpas

Evo Morales no puede con su genio. Ya encontró más de una docena de culpables y responsables para achacarles el problema de la brutal represión policial contra una marcha indígena pacífica que reclama que no se construya una carretera en una reserva natural de la Amazonía boliviana.

El turno ahora le tocó a la policía, que según él, hizo todo lo posible para manchar la imagen del gobierno y desprestigiarlo personalmente. La semana pasada atacó a la prensa que dijo tener los mismos objetivos perniciosos contra el gobierno. Antes de eso a grupos de derechos humanos y antes a EE.UU. Todo en un correr de un par de días.

Dijo que él no ordenó la represión y casi que se mostró extrañado por las reacciones populares en su contra que derivaron en la renuncia de varios de sus funcionarios, entre ellos dos ministros y un viceministro. Y como sigan las reacciones y las desprolijidades de su gobierno, seguramente las renuncias continuarán.

Morales ya tiene un gobierno gastado y el rédito político que antes le daba acusar a los grupos extranjeros o a la CIA, la DEA o al gobierno de Barack Obama, ya no le funciona ni nadie le cree. Esa pérdida de credibilidad hace mella contra otras acciones tomadas en el pasado, como por ejemplo el asesinato de supuestos terroristas internacionales que estaban planeando complotar contra él.

Morales ahora se ha tirado en contra los grupos étnicos que eran la base de su gobierno. Debilitado después de seis años, está lejos del 60% de los votos y popularidad con la que asumió su segunda Presidencia.

El descrédito es grande y todos saben que finalmente Morales tendrá que tirarse para atrás cuando vea que la base se le desmorona. Se debilita producto de sus propias palabras.

martes, 4 de octubre de 2011

¿Boicot a Univisión? Ya es demasiado

El viraje que dio el asunto de Univisión ya se ha tornado un despropósito. Un tema de ética periodística se convirtió en un problema de libertad de prensa, cuando los candidatos republicanos Rick Perry, Mitt Romney y John Huntsman anunciaron hoy que boicotearán a la cadena en respaldo al senador Marco Rubio.
Podrá discutirse si hubo fallas en la ética periodística de parte de la cadena, al reportar que un cuñado del actual senador fue apresado por un caso de narcotráfico cuando Rubio tenía 16 años. El periodista Gerardo Reyes quien realizó la nota dada a conocer en julio pasado, defendió muy bien los motivos de investigar un hecho ocurrido en 1987. Sus argumentos sobre que es necesario que los electores conozcan detalles de la vida familiar de un senador cuando era adolescente, que podrían inclinar la balanza sobre sus decisiones políticas en materia de narcotráfico, no son descabellados, aunque discutibles.
También existe lugar para discutir si es verdad o no que el jefe del equipo de investigadores de Univisión, Isaac Lee, le ofreció al senador bajar los decibeles de esa nota a cambio de que comparezca en un programa de Jorge Ramos para ser entrevistado sobre temas migratorios. Rubio y su equipo dicen una cosa en contra de Lee, y el periodista dice que no es verdad.
Puede que las decisiones periodísticas sean cuestionables desde el punto de vista ético, pero Univisión ni el equipo investigativo han cometido ilícito alguno como para merecer que estos tres candidatos republicanos para las primarias presidenciales pidan o quieran boicotear a Univisión no participando de un debate el próximo 29 de enero de 2012.
Ayer, también los políticos republicanos hispanos de la Florida, el diputado estatal David Rivera, el diputado líder de la Cámara estatal Carlos Lopez-Cantera, y el presidente del Partido Republicano en Miami-Dade, Erick Fresen, pidieron también un boicot contra Univisión en una carta enviada al Comité Nacional Republicano, además de que se sugirió que Univisión no solo se retracte, sino que despida a Lee.
Es probable que otros políticos aprovecharán la situación para sumarse a Rubio. Pero tendrá que tenerse en cuenta que toda crítica contra un medio o contra un periodista no es mala y debe ser bienvenida. Pero de la misma forma se tiene que tener en cuenta que incitar a un boicot o a que un periodista se lo despida por supuestas fallas éticas, ya huele a agresión contra la libertad de prensa y a intromisión en la libertad de empresa.

Las marchas contra la avaricia

Se están multiplicando por varias ciudades las marchas contra la avaricia de los banqueros y Wall Street, en protesta por la debacle que estos dos grupos han provocado a la economía y lo poco que han cambiado en su proceder para evitar la recesión económica. Entre las medidas que reclaman, está la de acompañar al presidente Barack Obama en su replanteo por el cobro mayor de impuestos a los ricos, lo que fue respaldado por el multimillonario Warren Buffet.

Es probable que las marchas se intensifiquen en las próximas semanas a medida que la policía trate de evitar aquellas manifestaciones ilegales o que estropean los derechos de otros ciudadanos a circular libremente. Sin embargo, no creo que estas manifestaciones puedan hacer mella como la de los indignados en España – más justificadas por la soberbia debacle económica de la península – o la de los países árabes, porque va en contra del sentido común y la naturaleza misma de este país, construido sobre la base del liderazgo de empresarios, emprendedores, banqueros, políticos y trabajadores.

Es obvio que la avaricia existe y existió. Produjo incluso que quienes fueran rescatados con paquetes de estímulo de Obama cayeran de inmediato en las mismas prácticas y que las grandes compañías crediticias no estimularan la economía. Pero lo que hay que preguntarse es si el gobierno ha hecho bien su trabajo para imponer auditorías y los controles necesarios para que nos se vuelvan a cometer esos abusos.

Pareciera que las marchas de ahora tienen un tinte político que favorecen a Obama y parecen estar destinadas a mantenerse como parte de una campaña que le favorecerá para las próximas elecciones. Pero muchas de esas marchas tendrían mayor impacto si también se hicieran frente a la Casa Blanca y frente al Congreso, sin distinción de ideologías.

lunes, 3 de octubre de 2011

La imagen de Colombia es mejor, pero…

Desde hace una década, Colombia está mejorando su imagen como un país más seguro lo que ha redundado en beneficios políticos y económicos, atrayendo inversores que antes el narcotráfico y el narcoterrorismo repelían.
Sin embargo, un nuevo trabajo de Human Rights Watch muestra que varias de las buenas cosas en materia de seguridad pudieran ser solo apariencias, en especial sobre la violencia impune contra sindicalistas, lo que no ha mejorado ni un ápice como trata de mostrar el presidente Juan Manuel Santos y su colega Barack Obama, quienes empujan al Congreso estadounidense para que se apruebe el tratado de libre comercio entre ambos países.
Desde que inició su Presidencia, Santos ha desafiado a EEUU a firmar el tratado de lo contrario tendrá que aliarse con otros países nada amigos, como ya lo ha hecho con Venezuela, por ejemplo.
Según HRW, la impunidad es galopante. De 195 asesinatos de líderes sindicales ocurridos entre enero de 2007 y mayo de 2001, solo hubo seis condenas; estableciendo que en nueve de cada diez casos siquiera fueron identificados los acusados. Aún peor, es que siendo el país que lidera las estadísticas en asesinato de sindicalistas, 38 de ellos han sido asesinados desde que Santos asumió la presidencia en agosto de 2010, de un total de 2.886 asesinados desde 1986.
Aunque Obama y Santos lo quieran, es muy fácil que el Congreso estadounidense desista por el momento del tratado de libre comercio, ya que las evidencias de que no hay progreso definitivo son concluyentes.
El gobierno de Colombia, más allá de la buena imagen y retórica, tendrá que hacer mucho más para detener la masacre de sindicalistas, especialmente cuando muchos de los casos están relacionados al involucramiento de fuerzas de seguridad, servicios de inteligencia, políticos y terratenientes.

domingo, 2 de octubre de 2011

Univisión contra el senador Marco Rubio

Si las denuncias que publica hoy El Nuevo Herald y The Miami Herald son verdad, la credibilidad de la poderosa cadena hispana Univisión quedaría en entredicho, además que el caso que enfrenta a la televisora con el popular senador republicano por la Florida, Marco Rubio, servirá de estudio para organizaciones dedicadas analizar y monitorear temas de ética periodística.

El conflicto a resolver trata de las acusaciones del equipo de Rubio – conservador perteneciente al Tea Party que se opone a una amnistía radical para inmigrantes indocumentados – de que la televisora lo habría presionado para participar en un programa del periodista Jorge Ramos para hablar sobre inmigración, a cambio de retirar de su programación una investigación periodística en la que se da cuenta de los problemas con la ley que tuvo un cuñado de Rubio, por cuestiones de tráfico de estupefacientes.

El director del nuevo equipo periodístico de Univisión, Isaac Lee, desmintió que haya presionado al equipo de Rubio en esas circunstancias y de esa manera, pero los reproches escritos por Rubio neutralizan estas apreciaciones. Por otro lado, el problema es que la pesquisa periodística de Univisión no es por caso reciente, sino por algo que ocurrió muchos años atrás entre la hermana del senador y su esposo, cuando Rubio tenía apenas 16 años.

En este caso, revolver la historia contra un político por cosas que le pasaron en su juventud, ni siquiera en forma directa, parece ser el consenso de que es al menos traída de los cabellos y sin mérito por convertirse en historia periodística. En curiosidad, tal vez sí; pero en periodismo duro, del que se debería suplir un equipo de investigación… huele a otra cosa.

Justamente de ese olor habrá que ver en los próximos días como Univisión trata de disiparlo, porque seguramente tendrá sus buenos motivos.