sábado, 6 de septiembre de 2008

Hostilidad oficial contra la libertad

Existe un incremento de manifestaciones hostiles contra periodistas y medios, debido a la polarización política, incentivada especialmente por los poderes ejecutivos como en el caso de Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

La intención es desacreditar a los reporteros, empujándolos hacia la diatriba y al terreno de la confrontación política. Los presidentes como Hugo Chávez, Cristina Kirchner, Manuel Zelaya, Rafael Correa, Alvaro Uribe, Evo Morales, entre otros, suelen llamar “opositores” a aquellos medios independientes y críticos para que les merme la confianza del público. Lo que sucede, peor aún, es que esas agresiones verbales suelen derivar en ataques físicos y amenazas contra periodistas y medios, una práctica que siempre utilizó el presidente venezolano.

A ello, se suma un incremento de medios de comunicación en manos del poder del Estado, en países como Bolivia y Venezuela o como en Ecuador, cuyo gobierno confiscó varias televisoras y un diario pero no los puso a disposición de la iniciativa privada como prometió.

De esta forma, los gobiernos cometen un doble ilícito. Utilizan recursos públicos para crear empresas cuya única intención es utilizarlas como agentes de propaganda gubernamental, no como medios públicos de información.

En Bolivia se instaló con el apoyo económico venezolano una cadena de 30 radioemisoras y en marzo pasado estaba prevista la instalación de una cadena de canales de televisión, financiada por el gobierno de Irán.

En Venezuela, el gobierno no contento con cerrar las trasmisiones de RCTV, también confiscó sus equipos, robándolos para iniciar su propia televisora oficial. Un estudio sobre medios de comunicación en ese país reveló que el gobierno controlaba, hasta marzo último, el 85 por ciento de las señales televisivas, 3.000 radioemisoras comunitarias y 100 portales en Internet.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Lima, muestra de la inseguridad urbana

La inseguridad pública es la preocupación mayor de los latinoamericanos. Desde México hasta la Argentina, pasando de Brasil a Ecuador, ningún ciudadano se siente a salvo de sufrir violencia, un atraco o un secuestro express. Todo ha cambiado para peor, incluso en aquellas ciudades, como Buenos Aires, que hasta hace unos años se enorgullecían por su tranquilidad.

En ese sentido, no hay ciudad más demostrativa que Lima. Cuando uno desembarca en el aeropuerto del Callao, y en el recorrido hacia los hoteles de los barrios más acomodados de la ciudad, como San Isidro y Miraflores, no se puede dejar de sorprender de las casas, edificios y comercios que parecen verdaderas fortalezas medievales, con doble rejas de lanzas bien puntiagudas, muros, guardias y hasta alambres electrificadas. Casa humilde o majestuosa da igual, todas están protegidas por una cultura que ha aprendido a desconfiar de la protección del Estado.

Ni el gobierno ni las instituciones de seguridad tienen un gran banco de confianza, aunque la floreciente economía peruana que ha sacado a muchos de la indigencia y de la informalidad laboral, se ha encargado de reducir los niveles de pobreza, y con ello los índices criminales. Sin embargo, no es suficiente todavía para caminar sin mirar de reojo o subir a un transporte público sin poner la billetera en el bolsillo delantero.

Lima es una ciudad rústicamente bella, colonial, arqueológica y con una gastronomía incomparable; pero sin la tranquilidad y la seguridad necesarias, ninguno de esos atributos puede saborearse a plenitud. Me pregunto cuánto debe estar perdiendo esta ciudad en ingresos por turismo, por no tener la visión de hacerla segura y confiable.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Los Republicanos cerraron en alza

John McCain no es tan buen orador como Barack Obama, pero esta noche tiró tantas ideas y definió tan bien la plataforma Republicana, que sus partidarios creyeron tocar el cielo con las manos y se sintieron en la Casa Blanca. Su discurso sirvió para diferenciarse de Obama pero también del propio Bush. Prometió que con él llega el cambio a Washington.

No hubo tema con el cual no haya neutralizado la promesa de los Demócratas, desde energía alternativa, mejor economía, salud, educación, mercados libres, seguridad pública, antiterrorismo y liderazgo mundial. Como héroe de guerra defendió la paz mundial y que trabajará sobre ella. Y prometió mayor transparencia y rendición de cuentas en asuntos gubernamentales. Confieso que esto último es de lo que más me gustó de su alocución.

Una de sus prioridades de la noche fue defender a Sarah Palin, que a esta altura, y después del discurso del miércoles no necesita defensa alguna. Ella es de “armas tomar”, y lo demostró con toda la parafernalia que le tiró a Obama, a Biden, e incluso a los medios y periodistas, robándoles a ambos sus líneas de crítica. Su belleza y elegancia, su femineidad y honestidad para decir las cosas, hacen creer que podrá combatir el “establishment” de Washington.

McCain cerró con su experiencia personal. Heroica. Siendo el hijo de un almirante y a quien le ofrecieron la libertad, prefirió quedarse cinco años en un campo vietcong para no abandonar a sus soldados colegas. Dijo que esa misma determinación por luchar por su país, es la experiencia y el amor que trae a la Casa Blanca. “Peleen conmigo”, pidió al final y cerró con una frase muy republicana y nacionalista: “We never hide from history, we make history”. La gente aplaudió a rabiar.

En cuanto a mi intención de voto… el martes dije que me inclinaba por Obama, pero esta noche McCain me hizo pensar diferente. Y cuando la ví a Sarah más aún. Y bueno, el voto no siempre es razonado, también es sentimental.

García Márquez se agarrará la cabeza

Gabo tiene una preocupación notable por el buen periodismo y suele criticar a menudo la falta de calidad. Esta semana, desde Monterrey, donde su Fundación Nuevo Periodismo realizó un seminario sobre el tema, dijo que “sufre como un perro” por la mala calidad de los periódicos. Acusó que el periodismo actual se hace muy de prisa, con lo que los periodistas no pueden pensar mejor lo que escriben.

Digo que se agarrará la cabeza porque el periodismo también es negocio y a veces esa vertiente hace que la calidad desmejore o se pierda a propósito. Mientras el Premio Nobel decía esas palabras, en Bogotá, anoche, el diario de referencia, El Tiempo, lanzaba el periódico gratuito ADN, cuya marca la heredó de la empresa española
Planeta que este año compró al líder del periodismo colombiano.

Hasta ahí la historia va bien. ADN será un diario de éxito, gratuito, como se distribuye en Europa, de 24 a 32 páginas, y tendrá una tirada de 300 mil ejemplares por día que circularán en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla a partir del 15 de septiembre. Sin embargo, El Tiempo tiene una estrategia diferente para su diario popular, “Hoy”, al que desde ayer lo han convertido en un diario más amarillista de lo que era, casi goteando sangre, con la idea de que compita en un segmento mucho más popular para restarle mercado a un nuevo periódico, “QuiHubo”, que entrará el 1 de octubre en Bogotá, un diario propiedad de un conglomerado de periódicos del interior del país.

La mala noticia para la calidad del periodismo es que desde que “Hoy” se transformó en un diario más amarillo, de un día para el otro, su circulación pagada trepó de 11.000 a 24.000 ejemplares. No habrá mejor periodismo, pero sí un mejor negocio y no se puede culpar a una empresa que trate de hacer dinero con lo que el mercado pida, siempre dentro de la ley, más aún cuando no claudica su calidad en su periódico de referencia.

Es una difícil ecuación. Lamentablemente la no calidad también es un buen negocio y la calidad muchas veces es mal negocio. Los diarios están creando o alcanzando nuevos segmentos porque sus lectores tradicionales están desapareciendo, sus empresas se debilitan, y no por un problema de calidad sino por una cuestión de costos de producción, menores índices de lectura y mayor penetración de las nuevas tecnologías.

En Estados Unidos el problema es aún mayor. Los periódicos se están resistiendo porque para sobrevivir están recortando costos y lo primero que se ve afectado es la reducción de periodistas de las salas de redacción. (En posts anteriores di cifras sobre los principales diarios). Obviamente, la calidad se resentirá en el corto y mediano plazo arrastrando a los diarios – al menos en sus versiones impresas - a un callejón sin salida.

De todos modos, entiendo que Gabo se refiere a la calidad de los diarios de referencia, a los líderes, a los que crean opinión en cada ciudad. Y se preocupa con razón. El periodismo, para cumplir cabalmente su misión, debería tener mayor calidad que el contexto donde ejerce, pero rara vez sucede, está inmerso y mimetizado con su propio contexto. Hay mucha mediocridad cuando se habla de la técnica, la profesión y la ética periodística. Puede ser que sea una cuestión del poco tiempo que tienen los periodistas para hacer buen periodismo, como dice Gabo, pero creo que es un tema más profundo, es una cuestión de formación, de liderazgo y de estrategia dentro de los medios.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Colombia es un país de contrastes

Colombia tiene fuertes contrastes. Es un país en guerra y en paz; de violencia y de esperanza; con un Poder Judicial fuerte pero con una impunidad cabalgante. Todo se vive en los extremos. Llegué este lunes a Bogotá y me sorprendieron dos noticias, cuyos mensajes neutralizaban los sentimientos que destilaban los medios, la gente, los taxistas.

Por un lado, el mensaje de violencia de las narco guerrillas de las FARC en el atentado del domingo frente al Palacio de Justicia de Cali que dejó cuatro muertos, decenas de heridos y destrucción de infraestructura; y por el otro, el de paz y esperanza que Ingrid Betancourt ofreció después de visitar al Papa en Castelgandolfo, cuando les dijo públicamente a los dirigentes de las Farc: “Quiero creer que en sus corazones hay espacio para el amor y el perdón, como hay en mi corazón, hay que cortar el círculo de la venganza y el odio”.

Los esfuerzos de las instituciones públicas, que todavía están salpicadas por el paramilitarismo y que han provocado grandes grietas entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, mantienen una dura lucha para terminar con más de 40 años de guerrilla y narcotráfico. Esa mano fuerte es la que le está dando a Alvaro Uribe una altísima popularidad que lo sigue mareando con la posibilidad de una tercera reelección.

En un país en guerra, Uribe ha sido el único que en la práctica le está dando al país la esperanza de la paz. De ahí su aceptación mayoritaria. Ha sabido unir los extremos.

Sobre las elecciones presidenciales estadounidenses:

Miré la Convención Republicana. Me alegré ayer de que la hicieran a medias pensando en los estragos de Gustav. El mensaje de hoy fue demasiado nacionalista y patriótico para mi gusto, enfocado en la heroicidad de McCain y en la seguridad que pregonó Bush, su esposa y los demás invitados, como el demócrata Liberman. Apelan a la fórmula de que el país está sobre el partido, y funciona especialmente para los Republicanos. Hoy me hicieron sentir más Demócrata, y me inclino por Obama.

martes, 2 de septiembre de 2008

Lo inhumano de los huracanes

Lo único humano que tienen los huracanes son nombres: Gustav, Andrew, Katrina, Mitch. El resto es inhumano más allá de su sexo. Todos dejaron secuelas enormes en lo económico, pero mucho más en lo anímico, en el comportamiento social. Basta recordar Katrina hace tres años que sumergió a Nueva Orleans y a Andrews en 1992 que borró a Miami. Devastación, desesperación, angustia, ansiedad e incertidumbre.

Todo huracán, más allá de su categoría, tiene el potencial de ser destructivo. Gustav no pegó tan fuerte como se pronosticaba en Louisiana y Nueva Orleans se salvó de lo peor; pero dejó decenas de muertes en Haití, Jamaica y Cuba. Hanna llegará a la Florida en dos o tres días, pero por suerte, según el pronóstico hasta hoy, el cono de proyección de su paso no es el Sur de la Florida.

Es difícil entender lo que es un huracán si uno no lo experimenta o vive bajo su trayectoria potencial. Por más que no se sufra uno en forma directa en una temporada, siempre existe la incertidumbre y los preparativos y los cambios de planes cada vez que se avizoran en el Atlántico y enfilándose hacia el Caribe y la Florida.

La devastación y la desesperación la sufren quienes lo viven en forma directa, y el resto, en solidaridad, se angustia sabiendo que tiene la viabilidad de ser víctima también en los próximos días. Los preparativos son esquizofrénicos, acarrean ansiedad e incertidumbre. Hay que ir aterrorizado al supermercado en busca de agua, pilas y enlatados que ya desaparecieron; pensar en cuál será el refugio más adecuado para dejar su casa y pertenencias a la deriva; sacar fotos y filmaciones para justificarse ante el seguro, incluso de las oficinas donde todo se paraliza y los planes quedan en suspenso; abandonar a las mascotas; seguir de cerca y con titubeos el pronóstico del tiempo y comunicarse con todos los amigos y familiares para saber sus planes. El estrés es mayúsculo.

Los huracanes traen lo peor, aunque se los soporta un poco mejor en Estados Unidos donde hay una mejor percepción de que el gobierno puede y tiene la capacidad de hacer más (a pesar de Katrina) que en cualquier otro país pobre del Caribe o Centroamérica, donde todas las consecuencias se elevan a la enésima potencia.

lunes, 1 de septiembre de 2008

La impotencia frente a la inseguridad

Como en muchos países del mundo, la gente se está rebelando en contra de los gobiernos debido a la falta de ineficacia del poder público para combatir la inseguridad. Este fin de semana, los mexicanos, cansados de la impotencia que significa vivir en medio de la violencia, salieron a las calles de todo el país hastiados por la ola de violencia y de un gobierno incapaz de neutralizarla.

Siempre recordaré a mi amigo Jesús Blancornelas, director del semanario Zeta de Tijuana, y quien tuvo que soportar el asesinato de tres de sus periodistas y un atentado en su contra, cuando me dijo: “Lo que sucede en México es que el crimen está organizado y la policía desorganizada”, una manera de adjudicarle su condición de corrupta, infiltrada y vendida al narcotráfico.

Los mexicanos están cansados del crimen y dijeron ¡basta ya! después de que esta semana se encontraron más de una quincena de personas decapitadas y continuó en forma rampante el número de secuestros. El sábado por la noche, los mexicanos cantaron el himno nacional y pidieron a gritos que se vayan todos los encargados de Seguridad Pública del gobierno, incluyendo el presidente Felipe Calderón, que por más que sacó a los militares a las calles en la zona fronteriza con Estados Unidos para combatir el narcotráfico, todavía no ha podido producir una sola victoria.

La inseguridad es un tema que, hoy por hoy, las encuestas la sitúan como la epidemia mayor de América Latina, especialmente porque ataca al ciudadanos común y porque utiliza y corrompe a los jóvenes, el segmento poblacional más vulnerable, como queda demostrado en México. Quinientos diez mil seiscientos estudiantes de un total de 3.700.000, el 13.8 por ciento, dijo haber sido víctimas de secuestros, violaciones, robos o asaltos, riñas o peleas, incidentes de tránsito y detenciones.

Pero el mismo sondeo, el primero de nivel nacional sobre Exclusión, Intolerancia y Violencia en Escuelas Públicas de Educación Media Superior, realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública entre jóvenes de 15 a 19 años de edad, muestra que 481.000 estudiantes dijeron formar parte de una pandilla.

Los países que no saben proteger a sus jóvenes, comprometen el desarrollo.

PD: Si hoy fueran las elecciones presidenciales en Estados Unidos:
Votaría por los Republicanos. La nominación de Sarah Palin me gustó. No sé por qué todavía, pero me basta para inclinarme a favor de los Republicanos.