Lo único humano que tienen los huracanes son nombres: Gustav, Andrew, Katrina, Mitch. El resto es inhumano más allá de su sexo. Todos dejaron secuelas enormes en lo económico, pero mucho más en lo anímico, en el comportamiento social. Basta recordar Katrina hace tres años que sumergió a Nueva Orleans y a Andrews en 1992 que borró a Miami. Devastación, desesperación, angustia, ansiedad e incertidumbre.
Todo huracán, más allá de su categoría, tiene el potencial de ser destructivo. Gustav no pegó tan fuerte como se pronosticaba en Louisiana y Nueva Orleans se salvó de lo peor; pero dejó decenas de muertes en Haití, Jamaica y Cuba. Hanna llegará a la Florida en dos o tres días, pero por suerte, según el pronóstico hasta hoy, el cono de proyección de su paso no es el Sur de la Florida.
Es difícil entender lo que es un huracán si uno no lo experimenta o vive bajo su trayectoria potencial. Por más que no se sufra uno en forma directa en una temporada, siempre existe la incertidumbre y los preparativos y los cambios de planes cada vez que se avizoran en el Atlántico y enfilándose hacia el Caribe y la Florida.
La devastación y la desesperación la sufren quienes lo viven en forma directa, y el resto, en solidaridad, se angustia sabiendo que tiene la viabilidad de ser víctima también en los próximos días. Los preparativos son esquizofrénicos, acarrean ansiedad e incertidumbre. Hay que ir aterrorizado al supermercado en busca de agua, pilas y enlatados que ya desaparecieron; pensar en cuál será el refugio más adecuado para dejar su casa y pertenencias a la deriva; sacar fotos y filmaciones para justificarse ante el seguro, incluso de las oficinas donde todo se paraliza y los planes quedan en suspenso; abandonar a las mascotas; seguir de cerca y con titubeos el pronóstico del tiempo y comunicarse con todos los amigos y familiares para saber sus planes. El estrés es mayúsculo.
Los huracanes traen lo peor, aunque se los soporta un poco mejor en Estados Unidos donde hay una mejor percepción de que el gobierno puede y tiene la capacidad de hacer más (a pesar de Katrina) que en cualquier otro país pobre del Caribe o Centroamérica, donde todas las consecuencias se elevan a la enésima potencia.
1 comentario:
Así es Estados Unidos tiene la suerte de se run país rico y afrontar las adversidades, pero son los países pobres a los que les toca todos los males.
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