Al terminar este lunes las
deliberaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa en Panamá, quedó un
mensaje para la Cumbre de las Américas que se celebrará en abril próximo: Las
democracias, para que se precien de tal, necesitan ofrecer una alta dosis de
libertad individual a sus ciudadanos y garantizar libertad de prensa y
expresión.
Será la primera vez que Barack Obama y Raúl Castro
se sentarán en una misma mesa; cruzarán miradas y estrecharán manos sin
condicionamientos ideológicos ni diplomáticos. No obstante el optimismo, la SIP
insistirá que el acuerdo político-económico será en vano si el gobierno de los
Castro sigue golpeando, deteniendo y encarcelando a quienes expresen sus
opiniones o debatan por internet.
La reunión de abril, para que se precie de Cumbre, tendrá
que lidiar sobre desarrollo sostenible, pobreza, falta de agua, narcotráfico,
procesos políticos insostenibles, como el de Venezuela, y sobre el renovado
papel que tendrá que jugar una Organización de Estados Americanos más eficiente
y ágil. Pero tampoco podrá desconocer que el continente está retrocediendo a
pasos agigantados en materia de libertad de prensa y de expresión vulnerándose
la esencia misma de la democracia.
Para este lunes, la SIP habrá señalado que la
violencia contra periodistas, medios de comunicación y usuarios de redes
sociales conspira contra las libertades que deben resguardarse en una
democracia. La ineficiencia de los sistemas de protección de periodistas y el
asesinato de siete en los últimos tres meses, en Colombia, Honduras, México y
Perú, además de la impunidad que rodean a crímenes anteriores – solo en
Colombia prescribieron cuatro casos en 2014 y tres más lo harán este año –
demuestran el retroceso.
No solo los periodistas están sufriendo represalias
físicas y presiones legales-judiciales. En Venezuela el gobierno de Nicolás
Maduro procesó y detuvo a siete usuarios de Twitter por violentar la seguridad
nacional, es decir por hablar mal del Presidente. En Ecuador, Rafael Correa
hizo cerrar cinco cuentas de Twitter y varias en Facebook porque los usuarios
osaron reírse y burlarse del gobierno.
En México fue peor, el crimen organizado asesinó a
una usuaria de Facebook porque denunció actividades del narcotráfico. Algo que
los medios tradicionales y periodistas obvian y se autocensuran para evitar
seguir siendo blanco, en un país que el Estado es poco eficiente para controlar
tanta violencia.
En materia de internet la SIP ha puesto el grito en
el cielo. Cada vez es más palpable el uso que le dan los gobiernos - EEUU,
Canadá, Colombia, Argentina, Venezuela, Panamá y Ecuador - para restringir las
libertades individuales más que para empoderar a los ciudadanos. Las
potenciales amenazas del terrorismo, que en la mayoría de los casos se usa como
excusa para vigilar a los ciudadanos, han servido a los gobiernos para crear
intrincados sistemas de espionaje con la intención de vigilar ciudadanos,
neutralizar denuncias de periodistas y detener estrategias de los políticos de oposición.
En la Cumbre de las Américas tampoco será bueno que
los casos de Dilma Rousseff y Petrobras en Brasil o la interminable lista de
Amado Bodou en Argentina eviten que se vea el bosque de la corrupción cultural
y casi generalizada. Muchos gobiernos siguen usando los dineros del Estado como
propios, viven haciendo propaganda de sus actos como si vivieran en procesos
electorales continuos y el dinero para viviendas y salud lo siguen derrochando
en clientelismo para llenar narcisistas actos partidarios.
La Cumbre deberá revisar varios casos de
democracias que no son tales y que pasan debajo del radar por el espejismo de
vivir en elección tras elección. Venezuela es el caso más patético de cómo estos
procesos le permiten al gobierno sobrevivir, escondiendo engaños y
restricciones.