lunes, 3 de agosto de 2015

Cinco libertades importantes

Ojalá todos pudieran visitar el Newseum o museo de las noticias en Washington, aunque sea una vez en la vida. Para los políticos, sin embargo, y para quienes aspiran a un cargo público, la visita debería ser obligatoria.

Como parte de una delegación internacional de la Sociedad Interamericana de Prensa que se destacó esta semana ante el Congreso estadounidense, no pude evadir la tentación. Por sexta vez cumplí con el rito de pasar por el Newseum a recargar las baterías y constatar cuán imprescindible es la comunicación sin censura para construir democracia.

Es uno de los pocos museos privados de la ciudad. Está ubicado entre la Casa Blanca y el Capitolio, por la avenida Pennsylvania, a pocas cuadras de la Corte Suprema. Representa el cuarto símbolo del equilibrio democrático, el de watchdog o contrapoder que ejerce la prensa ante los poderes del Estado.

No es solo un rejunte de trastes viejos – papiros, grilletes de esclavos, el primer satélite o las fotografías Pulitzer - sino un espacio didáctico e interactivo para crear conciencia sobre las cinco libertades de la Primera Enmienda constitucional. Cinco libertades – de religión, de prensa, de expresión, de reunión y de petición - que no se enmarcan como derechos ciudadanos, sino como deberes del gobierno, al que se le prohíbe transgredirlas o censurarlas mediante leyes o acciones directas.

Es una muestra de cómo el periodismo libre, muchas veces antagónico y fiscalizador y, otras veces, pusilánime y vacilante, refleja los grandes acontecimientos de la historia provocando profundos cambios sociales, desde la abolición de la esclavitud a la caída del muro de Berlín o desde la revolución causada por la imprenta de Gutemberg hasta la de Facebook de Zuckerberg.

El Newseum exalta la importancia del libre flujo de la información, ya sea mediante el periodismo incisivo y entrometido o a través de redes sociales contagiosas y virales, y de cómo todos vamos cambiando percepciones y decisiones.

Muestra como en 1965, con 2.213 soldados muertos, solo el 24% de los estadounidenses se oponía a la guerra de Vietnam; mientras que en 1973, con 58.220 muertes la decisión de terminarla fue inminente. En la actualidad, resalta la polarización detrás de la decisión de prohibir el uso de la bandera confederada tras la masacre de nueve afroamericanos en Charleston, si está bien que los policías usen cámaras en sus uniformes como disuasivo para que no maltraten a los detenidos o si es válido que el público trate de hacer justicia por sus propias manos ciberacosando al dentista Palmer que mató el león Cecil en Zimbabue.

Desde mi percepción, lo más relevante del museo es que retrata el alto grado de autocrítica que tiene el periodismo estadounidense y la capacidad de la clase dirigente a tolerar la crítica y la burla sin tomar represalias. Posiciones distintas que se observa en otros países menos propensos al diálogo y al debate, donde existen presidentes como Rafael Correa que persiguen a sus críticos y caricaturistas.

Visitar el Newseum sirve para aprender a distinguir libertad de opresión, información de censura, y para exigir a los gobiernos que respeten esas cinco libertades. En nuestra visita posterior al Congreso, cuando los legisladores esperaban una andanada de críticas a otros países, también debieron escuchar lo suyo. ¿O es que acaso puede el gobierno de Barack Obama sellar un acuerdo con Cuba y reabrir embajadas, sin que se le reclame a los hermanos Castro que dejen de oprimir esas cinco libertades?

Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, pidió a los legisladores que el tema de las libertades de prensa y expresión no quede ausente de la nueva agenda bilateral y que se le exija al régimen castrista la liberación de los tres periodistas cubanos todavía encarcelados. Pidió, además, que impulsen el cumplimiento de la Carta Interamericana Democrática en todas las reuniones intergubernamentales, un documento que manda a los gobiernos de la OEA respetar la libertad de prensa para construir democracia.

Así como esa Carta, el Newseum enseña que la libertad no es un concepto abstracto, sino una disciplina y deber que requiere compromiso y práctica; algo que muchos líderes y futuros dirigentes todavía no tienen incorporado. 
La torre de comuniciación de una de las torres gemelas derribadas en 2001 en Nueva York, en uno de los sitios más destacados del Newseum en Washington.