No salgo de mi asombro y de preguntarme si el premio a Hugo Chávez por su prédica a favor de la libertad de prensa, la comunicación comunitaria y de un montón de justificativos políticos, que le otorgó la Universidad de La Plata en Argentina, es una broma de mal gusto, una tomadura de pelo a todas las víctimas de la represión de la palabra libre o una de esas tonterías de sesgo político para llamar la atención.
Me parece que es un poco de todo. Mi primera reacción, después del asombro, fue pensar en los alumnos de esa universidad, no en aquellos que gustosamente habrán celebrado, que los debe haber, sino en aquellos que comprenden los descalabros que Hugo Chávez ha hecho desde que asumió en 1999, persiguiendo periodistas, insultándolos, agrediéndolos a través de las turbas de camisas coloradas, cerrando 35 emisoras y decenas de periódicos y páginas de internet, abriendo nuevos medios del gobierno para usarlos no como medios públicos sino de propaganda gubernamental, y creando leyes y decretos en contra de la información libre, bloquear el acceso a información pública y limitar, bloquear y filtrar el acceso y contenidos en el internet y las redes sociales.
Si yo fuera alumno de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social estaría muy preocupado y consideraría dejar de estudiar. ¿Por qué? Simplemente porque si la mirada política de la universidad en materia de comunicación y de visión del periodismo y la libertad de prensa es ésta, que garantías tengo de que me ofrecerán una educación imparcial, objetiva, independiente; justamente siendo esos los valores que me deben inculcar como los más importantes de mi formación.
Esto de Chávez me hace acordar a similar premio que recibió Fidel Castro de un colegio de periodista cubano, así como el Premio Internacional a los Derechos Humanos que Muamar al Kadafi le entregó a Hugo Chávez, Evo Morales y Raúl Castro en diferentes oportunidades.
Me preocupa que Florencia Saitout, decana de la Facultad de Periodismo y CS de la Universidad de La Plata crea que en Venezuela hay libertad de prensa. Dijo que para ella es una alegría que Chávez aceptará el premio y que discutirá con los estudiantes. Creo que es bueno que se reúna con los estudiantes, pero de ahí a que el punto de partida sea un reconocimiento a su lucha por la libertad de prensa, huele a hediondo.
El premio Rodolfo Walsh se instituyó en 1997 para estimular la excelencia periodística. Ojalá los estudiantes puedan reevaluar lo que significa excelencia periodística, que más allá de un componente informativo, la profesión tiene una alta carga de responsabilidad sobre la defensa de la libertad de prensa, por lo que obviamente este premio a Chávez termina siendo una flagrante contradicción a los valores de nuestra profesión y de la libertad de expresión.
sábado, 26 de marzo de 2011
viernes, 25 de marzo de 2011
Derechos humanos y su manipulación política
En el día que se recordará porque Brasil votó a favor en el Consejo de De Derechos Humanos para que se envíe un investigador de derechos humanos a Irán, terminando el idilio de tantos años del ex presidente Lula Da Silva con el régimen iraní, les comparto la columna que bajo el título “derechos humanos politizados”, publicaron varios medios esta semana.
Cuando de violaciones a los derechos humanos se trata, los gobiernos tienden a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. De ahí que el presidente venezolano Hugo Chávez propusiera que la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) tenga su propio tribunal internacional, al considerar que los de la ONU y la OEA son títeres de EE.UU. y chantajean en su nombre.
La coartada de Chávez le permite desviar la atención de las violaciones que su gobierno comete, prohibir la supervisión de organismos internacionales en su territorio, expulsar a directivos de Human Rights Watch o desconocer los fallos de la Corte Interamericana, sin temor a reprimendas. Su hipocresía le vale de excusa para intercambiar con Moamar al Kadafi la espada de Simón Bolívar por el Premio Internacional de los Derechos Humanos; o “comprarlo” para que lo exhiban de trofeo sus solidarios colegas Daniel Ortega y Evo Morales.
Los políticos tienen esa extraña forma de solidaridad para omitir las denuncias de los violadores cuando se trata de camaradas de ideología. Así lo resaltó el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso para acusar a su sucesor, Lula da Silva, por haber llamado “líder y hermano” a Kadafi, o prodigarle honores a los hermanos Castro.
Salvo excepciones, los intelectuales también se comportan igual. Lo confirma el escaso apoyo que despertó la valiente arremetida del disidente cubano, Oscar Elías Biscet, apenas salido de la cárcel. Rechazando el destierro, pidió a Raúl y Fidel Castro que renunciaran por mantener una dictadura totalitaria de corte hitleriano-stalinista.
Raúl Castro no replicó. Seguro que sus amigos lo harán por él, como en 2009, cuando la Comisión de Derechos Humanos de la ONU reconoció a su gobierno por sus “significativos resultados en la promoción y protección de los derechos humanos para todos''. Entonces, el comité estaba dominado por China y Libia, y la resolución fue promovida por Venezuela, tres gobiernos de sobra conocidos por acusar a otros de los delitos que ellos cometen.
Esa incongruencia entre lo que se dice y hace, también alcanza a EE.UU. El gobierno de Barack Obama promueve erradicar la violencia en la frontera con México, pero su Departamento de Justicia autorizó la operación secreta “Rápido y Furioso”, con la que se infiltraron armas de asalto entre narcotraficantes con la justificación de poder rastrear sus conductas y aniquilarlas.
Algunos insisten en que un fin loable justifica medios espurios, pero el problema es que esas armas pudieron generar más muertes de inocentes. Justificar esa acción, sería como creer que para comprobar la eficiencia de la penicilina, EE.UU. actuó bien a mediados del siglo pasado, cuando sus médicos inyectaron con sífilis y gonorrea a centeneras de presos y pacientes psiquiátricos de Guatemala. Tan abominable fue aquel laboratorio de Estado, como la filtración de armas entre los narcos más violentos del mundo.
El Estado es por naturaleza quien debe proteger los derechos humanos y prevenir sus violaciones, de ahí la gravedad cuando los infringe. Así, no se pueden justificar los genocidios de los militares latinoamericanos o el uso reciente de los servicios secretos en Argentina, Colombia y Perú, para espiar o perseguir a opositores, jueces y periodistas. Por prácticas similares, es que los egipcios destituyeron esta semana sus servicios de inteligencia para garantizar que los vientos democráticos permitan un verdadero cambio.
En derechos humanos, las medidas deben ser preventivas, no solo correctivas. Por eso empezaron a lloverle críticas a los gobiernos japoneses. Nadie duda del estoicismo y la honradez de un pueblo que sobrelleva con orden un terremoto y un tsunami catastróficos; pero no se entiende como uno de los países más previsores del mundo, falló por décadas en inspeccionar y reacondicionar los reactores nucleares de Fukushima, a expensas del derecho a la vida de sus ciudadanos.
El olvido también es una forma peligrosa de politizar los derechos humanos. La desmemoria permite que dictadores sangrientos, como el haitiano Jean-Claude Duvalier, puedan regresar campantes a probar suerte en países que en su momento vilipendiaron.
Si no hay memoria, es decir justicia, algún día también podría volver el “carnicero de Trípoli”, si es que lo destronan o neutralizan, como lo acaba de autorizar el Consejo de Seguridad de la ONU.
Cuando de violaciones a los derechos humanos se trata, los gobiernos tienden a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. De ahí que el presidente venezolano Hugo Chávez propusiera que la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) tenga su propio tribunal internacional, al considerar que los de la ONU y la OEA son títeres de EE.UU. y chantajean en su nombre.
La coartada de Chávez le permite desviar la atención de las violaciones que su gobierno comete, prohibir la supervisión de organismos internacionales en su territorio, expulsar a directivos de Human Rights Watch o desconocer los fallos de la Corte Interamericana, sin temor a reprimendas. Su hipocresía le vale de excusa para intercambiar con Moamar al Kadafi la espada de Simón Bolívar por el Premio Internacional de los Derechos Humanos; o “comprarlo” para que lo exhiban de trofeo sus solidarios colegas Daniel Ortega y Evo Morales.
Los políticos tienen esa extraña forma de solidaridad para omitir las denuncias de los violadores cuando se trata de camaradas de ideología. Así lo resaltó el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso para acusar a su sucesor, Lula da Silva, por haber llamado “líder y hermano” a Kadafi, o prodigarle honores a los hermanos Castro.
Salvo excepciones, los intelectuales también se comportan igual. Lo confirma el escaso apoyo que despertó la valiente arremetida del disidente cubano, Oscar Elías Biscet, apenas salido de la cárcel. Rechazando el destierro, pidió a Raúl y Fidel Castro que renunciaran por mantener una dictadura totalitaria de corte hitleriano-stalinista.
Raúl Castro no replicó. Seguro que sus amigos lo harán por él, como en 2009, cuando la Comisión de Derechos Humanos de la ONU reconoció a su gobierno por sus “significativos resultados en la promoción y protección de los derechos humanos para todos''. Entonces, el comité estaba dominado por China y Libia, y la resolución fue promovida por Venezuela, tres gobiernos de sobra conocidos por acusar a otros de los delitos que ellos cometen.
Esa incongruencia entre lo que se dice y hace, también alcanza a EE.UU. El gobierno de Barack Obama promueve erradicar la violencia en la frontera con México, pero su Departamento de Justicia autorizó la operación secreta “Rápido y Furioso”, con la que se infiltraron armas de asalto entre narcotraficantes con la justificación de poder rastrear sus conductas y aniquilarlas.
Algunos insisten en que un fin loable justifica medios espurios, pero el problema es que esas armas pudieron generar más muertes de inocentes. Justificar esa acción, sería como creer que para comprobar la eficiencia de la penicilina, EE.UU. actuó bien a mediados del siglo pasado, cuando sus médicos inyectaron con sífilis y gonorrea a centeneras de presos y pacientes psiquiátricos de Guatemala. Tan abominable fue aquel laboratorio de Estado, como la filtración de armas entre los narcos más violentos del mundo.
El Estado es por naturaleza quien debe proteger los derechos humanos y prevenir sus violaciones, de ahí la gravedad cuando los infringe. Así, no se pueden justificar los genocidios de los militares latinoamericanos o el uso reciente de los servicios secretos en Argentina, Colombia y Perú, para espiar o perseguir a opositores, jueces y periodistas. Por prácticas similares, es que los egipcios destituyeron esta semana sus servicios de inteligencia para garantizar que los vientos democráticos permitan un verdadero cambio.
En derechos humanos, las medidas deben ser preventivas, no solo correctivas. Por eso empezaron a lloverle críticas a los gobiernos japoneses. Nadie duda del estoicismo y la honradez de un pueblo que sobrelleva con orden un terremoto y un tsunami catastróficos; pero no se entiende como uno de los países más previsores del mundo, falló por décadas en inspeccionar y reacondicionar los reactores nucleares de Fukushima, a expensas del derecho a la vida de sus ciudadanos.
El olvido también es una forma peligrosa de politizar los derechos humanos. La desmemoria permite que dictadores sangrientos, como el haitiano Jean-Claude Duvalier, puedan regresar campantes a probar suerte en países que en su momento vilipendiaron.
Si no hay memoria, es decir justicia, algún día también podría volver el “carnicero de Trípoli”, si es que lo destronan o neutralizan, como lo acaba de autorizar el Consejo de Seguridad de la ONU.
jueves, 24 de marzo de 2011
Bolivia y el justo reclamo de salida al mar
No comparto para nada la visión de Evo Morales sobre la forma de hacer gobierno ni como mira a la realidad o al mundo. Me identifico mucho más con la manera ordenada de gerenciamiento de Sebastián Piñera y las características de un gobierno plenamente democrático como el chileno.
Sin embargo, me parece adecuado y legítimo que el presidente boliviano quiera buscar en los tribunales internacionales una salida al mar después de que su país, con la ayuda de Perú, perdió la guerra con Chile hace 132 años y con ello 400 kilómetros de costa en el Océano Pacífico y 120 mil kms cuadrados de territorio.
Aunque con su anuncio de que creará una Dirección General de Reivindicación Marítima, para crear estrategias de lucha ante los tribunales internacionales, Morales sepultó el diálogo con su homólogo chileno que contenía algunas esperanzas de obtener una salida al mar, creo que tiene todo el derecho de buscar otras alternativas, tal vez menos políticas y más rápidas.
La salida al mar de Bolivia no es un tema fácil y despierta nacionalismos y pasiones a ambos lados de la frontera. Muchos creen que nada avanzará a favor o en contra a pesar de los diálogos. Creer que Bolivia no puede reclamar porque ha perdido una guerra, sería como para la Argentina renunciar a la soberanía de las Islas Malvinas porque ha perdido varias veces esas islas en los campos de batalla.
Bolivia tiene todo el derecho de trenzarse una vez más en una disputa jurídica internacional. Lo peor que le pueda pasar es que todo el peso de la ley quede del lado chileno y se le cierren las puertas al diálogo y la salida al mar a varias generaciones bolivianas futuras.
Sin embargo, me parece adecuado y legítimo que el presidente boliviano quiera buscar en los tribunales internacionales una salida al mar después de que su país, con la ayuda de Perú, perdió la guerra con Chile hace 132 años y con ello 400 kilómetros de costa en el Océano Pacífico y 120 mil kms cuadrados de territorio.
Aunque con su anuncio de que creará una Dirección General de Reivindicación Marítima, para crear estrategias de lucha ante los tribunales internacionales, Morales sepultó el diálogo con su homólogo chileno que contenía algunas esperanzas de obtener una salida al mar, creo que tiene todo el derecho de buscar otras alternativas, tal vez menos políticas y más rápidas.
La salida al mar de Bolivia no es un tema fácil y despierta nacionalismos y pasiones a ambos lados de la frontera. Muchos creen que nada avanzará a favor o en contra a pesar de los diálogos. Creer que Bolivia no puede reclamar porque ha perdido una guerra, sería como para la Argentina renunciar a la soberanía de las Islas Malvinas porque ha perdido varias veces esas islas en los campos de batalla.
Bolivia tiene todo el derecho de trenzarse una vez más en una disputa jurídica internacional. Lo peor que le pueda pasar es que todo el peso de la ley quede del lado chileno y se le cierren las puertas al diálogo y la salida al mar a varias generaciones bolivianas futuras.
miércoles, 23 de marzo de 2011
La libertad de prensa y la democracia
La libertad de prensa y la democracia - Revista Aplausos - ElNuevoHerald.com
Esta es una nota publicada hoy en El Nuevo Herald, sobre un presentación que hicimos con la Fundación Carlos Castañada sobre libertad de prensa y democracia.
By OLGA CONNOR
¿Cómo es posible tener democracia en un país donde se restringen las libertades en las comunicaciones, dónde el pueblo no puede estar informado? Para responder ésta y otras preguntas sobre la libertad de prensa en la América Latina se realizó el quinto programa del ciclo de la Fundación Educativa Carlos M. Castañeda, en la Casa Bacardí, sede del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos (ICCAS), de la Universidad de Miami.
El acto fue presidido, como en las otras conferencias anteriores, por Lillian Castañeda, viuda del periodista cubano Carlos M. Castañeda, quien reunió esta vez a un panel incisivo de periodistas para debatir el tema: Wilfredo Cancio, productor editorial de Canal 41-WJAN/América Tevé de Miami; Julio Muñoz, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP); Patricia Poleo, directora del periódico El Nuevo País, de Caracas, y Ricardo Trotti, director del Instituto de Prensa de la SIP, como moderador.
“¿Hay libertad de prensa en América Latina?”, fue la pregunta de Trotti antes de presentar a los panelistas. “Hugo Chávez recibe andanadas de críticas de los periodistas, pero hay que preguntar cuáles son las represalias”, expresó. “En Cuba los periodistas son encarcelados, por eso existe la autocensura. Pero una manera de cruzar la barrera de la censura es el uso del celular y la internet, si es que hay suficientes teléfonos y líneas abiertas dentro de un sistema totalitario”.
VENEZUELA
Paticia Poleo, asilada política en Miami por haber sido perseguida por el régimen en Venezuela, exclamó: “¡Cómo nos ha costado para que se nos escuche!”, añadiendo que “la comunidad cubana sí presta atención”. Los ataques del régimen fueron al principio personales: la acusaron de alcohólica, de estar gorda, de tener amigos íntimos indeseables, etc. Pero luego la enfrentaron judicialmente, incitándola a revelar sus fuentes y a incurrir en gastos legales impagables. Este acoso llegó a la acusación de planear intelectualmente el asesinato del fiscal Danilo Anderson y a estar fichada por INTERPOL como criminal peligrosa.
La primera fase fue atacar a los periodistas individualmente, explicó Poleo. Pero luego llegó el ataque a los medios, cuando el poder judicial se supeditó a Chávez, afirmó Poleo. La hegemonía del Estado es la meta, y responsabilizan a los medios de lo que escriba el periodista. Nunca se puede informar sobre las protestas del pueblo, porque dan la excusa de que no hay que causar zozobra en la ciudadanía. Hay más de 15 periodistas venezolanos exiliados, informó. “Pero no hemos dejado de dar la pelea y la seguiremos dando”.
CUBA
De cara al siglo XXI no hay cambios en la isla, aseveró Wilfredo Cancio, quien expresó que Patricia Poleo había pintado magistralmente a una institución que trata de defenderse del proceso de la censura. En Cuba, desde 1960, la realidad es la censura, que no hace falta porque ya se sabe lo que se tiene que decir en los medios.
En la década de 1950, Cuba estaba a la cabeza del continente con 20 periódicos en La Habana, y era el primer país con la televisión en colores. A fines de la década de 1980 se creyó que la “perestroika” iba a solucionar algo y la Escuela de Periodismo se convirtió en un foco de problemas para el gobierno lo que le costó el puesto a la decana, porque los estudiantes retaron cara a cara a Fidel Castro.
Hoy, un 75 por ciento de la población nació después del 59, año de la Revolución. Los temas políticos producen un rechazo absoluto en ese grupo generacional, dijo Cancio. Muchos de ellos están en Miami, porque de 1994 hasta el 2010 ha habido un “Mariel” silencioso, debido a las políticas migratorias.
El periodista contrastó a Egipto, que era una dictadura donde había 60 millones de celulares y 18 proveedores de internet en un país de 80 millones de habitantes, con Cuba, donde hay un solo proveedor de internet, el del gobierno, y sólo nueve por ciento de teléfonos celulares (aproximadamente 1,007, 000 de la red inalámbrica, en una población de unos 11.2 millones de personas).
El ciudadano está adormecido y escéptico, afirmó Cancio. El movimiento periodista independiente tiene a la SIP como pilar de defensa, pero aunque hayan liberado a los presos, en Cuba todavía se encarcela a las personas a pura voluntad.
SIP
Julio Muñoz ensalzó la memoria de Carlos Castañeda como activo miembro de la SIP y relató su extenso resume antes de dar su visión sobre la prensa en América Latina. Actualmente, dijo, se ha pasado de la censura directa a la subliminal. En algunos lugares llega el militar a la sala de redacción y dice: “Eso sí y eso no”. También se refirió a una serie de controles de la censura, algunas de estilo directo, como el asalto, la detención o la muerte, y otras de estilo indirecto: restricción del papel, control de la distribución, control del contenido político.
La violencia contra los periodistas se ha arreciado en algunos países de América, afirmó, en Honduras, Brasil, Colombia y ahora mayormente en México. El año pasado hubo 27 casos de asesinatos de periodistas en las Américas.
En el 2010, la SIP envió 24 misiones a diferentes países para discutir temas de libertad de prensa. La próxima asamblea se realizará en San Diego, California, del 6 al 9 de abril.•
Esta es una nota publicada hoy en El Nuevo Herald, sobre un presentación que hicimos con la Fundación Carlos Castañada sobre libertad de prensa y democracia.
By OLGA CONNOR
¿Cómo es posible tener democracia en un país donde se restringen las libertades en las comunicaciones, dónde el pueblo no puede estar informado? Para responder ésta y otras preguntas sobre la libertad de prensa en la América Latina se realizó el quinto programa del ciclo de la Fundación Educativa Carlos M. Castañeda, en la Casa Bacardí, sede del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos (ICCAS), de la Universidad de Miami.
El acto fue presidido, como en las otras conferencias anteriores, por Lillian Castañeda, viuda del periodista cubano Carlos M. Castañeda, quien reunió esta vez a un panel incisivo de periodistas para debatir el tema: Wilfredo Cancio, productor editorial de Canal 41-WJAN/América Tevé de Miami; Julio Muñoz, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP); Patricia Poleo, directora del periódico El Nuevo País, de Caracas, y Ricardo Trotti, director del Instituto de Prensa de la SIP, como moderador.
“¿Hay libertad de prensa en América Latina?”, fue la pregunta de Trotti antes de presentar a los panelistas. “Hugo Chávez recibe andanadas de críticas de los periodistas, pero hay que preguntar cuáles son las represalias”, expresó. “En Cuba los periodistas son encarcelados, por eso existe la autocensura. Pero una manera de cruzar la barrera de la censura es el uso del celular y la internet, si es que hay suficientes teléfonos y líneas abiertas dentro de un sistema totalitario”.
VENEZUELA
Paticia Poleo, asilada política en Miami por haber sido perseguida por el régimen en Venezuela, exclamó: “¡Cómo nos ha costado para que se nos escuche!”, añadiendo que “la comunidad cubana sí presta atención”. Los ataques del régimen fueron al principio personales: la acusaron de alcohólica, de estar gorda, de tener amigos íntimos indeseables, etc. Pero luego la enfrentaron judicialmente, incitándola a revelar sus fuentes y a incurrir en gastos legales impagables. Este acoso llegó a la acusación de planear intelectualmente el asesinato del fiscal Danilo Anderson y a estar fichada por INTERPOL como criminal peligrosa.
La primera fase fue atacar a los periodistas individualmente, explicó Poleo. Pero luego llegó el ataque a los medios, cuando el poder judicial se supeditó a Chávez, afirmó Poleo. La hegemonía del Estado es la meta, y responsabilizan a los medios de lo que escriba el periodista. Nunca se puede informar sobre las protestas del pueblo, porque dan la excusa de que no hay que causar zozobra en la ciudadanía. Hay más de 15 periodistas venezolanos exiliados, informó. “Pero no hemos dejado de dar la pelea y la seguiremos dando”.
CUBA
De cara al siglo XXI no hay cambios en la isla, aseveró Wilfredo Cancio, quien expresó que Patricia Poleo había pintado magistralmente a una institución que trata de defenderse del proceso de la censura. En Cuba, desde 1960, la realidad es la censura, que no hace falta porque ya se sabe lo que se tiene que decir en los medios.
En la década de 1950, Cuba estaba a la cabeza del continente con 20 periódicos en La Habana, y era el primer país con la televisión en colores. A fines de la década de 1980 se creyó que la “perestroika” iba a solucionar algo y la Escuela de Periodismo se convirtió en un foco de problemas para el gobierno lo que le costó el puesto a la decana, porque los estudiantes retaron cara a cara a Fidel Castro.
Hoy, un 75 por ciento de la población nació después del 59, año de la Revolución. Los temas políticos producen un rechazo absoluto en ese grupo generacional, dijo Cancio. Muchos de ellos están en Miami, porque de 1994 hasta el 2010 ha habido un “Mariel” silencioso, debido a las políticas migratorias.
El periodista contrastó a Egipto, que era una dictadura donde había 60 millones de celulares y 18 proveedores de internet en un país de 80 millones de habitantes, con Cuba, donde hay un solo proveedor de internet, el del gobierno, y sólo nueve por ciento de teléfonos celulares (aproximadamente 1,007, 000 de la red inalámbrica, en una población de unos 11.2 millones de personas).
El ciudadano está adormecido y escéptico, afirmó Cancio. El movimiento periodista independiente tiene a la SIP como pilar de defensa, pero aunque hayan liberado a los presos, en Cuba todavía se encarcela a las personas a pura voluntad.
SIP
Julio Muñoz ensalzó la memoria de Carlos Castañeda como activo miembro de la SIP y relató su extenso resume antes de dar su visión sobre la prensa en América Latina. Actualmente, dijo, se ha pasado de la censura directa a la subliminal. En algunos lugares llega el militar a la sala de redacción y dice: “Eso sí y eso no”. También se refirió a una serie de controles de la censura, algunas de estilo directo, como el asalto, la detención o la muerte, y otras de estilo indirecto: restricción del papel, control de la distribución, control del contenido político.
La violencia contra los periodistas se ha arreciado en algunos países de América, afirmó, en Honduras, Brasil, Colombia y ahora mayormente en México. El año pasado hubo 27 casos de asesinatos de periodistas en las Américas.
En el 2010, la SIP envió 24 misiones a diferentes países para discutir temas de libertad de prensa. La próxima asamblea se realizará en San Diego, California, del 6 al 9 de abril.•
martes, 22 de marzo de 2011
El destierro como ejercicio del castrismo
El gobierno cubano anunció hoy una excelente noticia para los familiares de otros dos presos políticos del grupo de los 75 y la liberación también de otros 11 prisioneros que no eran parte de ese grupo de la Primavera Negra de marzo de 2003.
No se puede negar el papel preponderante que ha jugado la Iglesia Católica cubana y el gobierno español en todo este proceso de liberación y hay que destacar la actitud del gobierno de los hermanos Castro de haber cumplido con sus promesas. Claro está, de las 114 liberaciones de disidentes cubanos, ninguna era reconocida hasta la mediación de la Iglesia como si se tratara de presos políticos
Sin embargo, esto no significa el relajamiento del estricto régimen, porque se trata en definitiva, salvo por una decena de excepciones de estas 86 últimas liberaciones, de un destierro masivo de disidentes que el gobierno no permitiría que permanecieran en la isla por temor a que se replique el efecto dominó de las revueltas que voltearon a los presidentes de Túnez, Egipto y que pronto acabará con la Presidencia en Yemen.
De esta nueva válvula de escape que acciona el régimen en forma periódica para evitar la ebullición interna, se beneficiarán los 11 presos que viajarán a España: Néstor Rodríguez Lobaina, Juan Carlos Vázquez, Bodanis Zulueta, José Antonio Sardiñas, Antonio García, Arnaldo Márquez, Eduardo Díaz, Erick Caballero, Alberto Dobouchet, José Manuel de la Rosa y Roberto López. Según la agencia EFE, todos ellos cumplían penas de entre cuatro y 30 años.
No se puede negar el papel preponderante que ha jugado la Iglesia Católica cubana y el gobierno español en todo este proceso de liberación y hay que destacar la actitud del gobierno de los hermanos Castro de haber cumplido con sus promesas. Claro está, de las 114 liberaciones de disidentes cubanos, ninguna era reconocida hasta la mediación de la Iglesia como si se tratara de presos políticos
Sin embargo, esto no significa el relajamiento del estricto régimen, porque se trata en definitiva, salvo por una decena de excepciones de estas 86 últimas liberaciones, de un destierro masivo de disidentes que el gobierno no permitiría que permanecieran en la isla por temor a que se replique el efecto dominó de las revueltas que voltearon a los presidentes de Túnez, Egipto y que pronto acabará con la Presidencia en Yemen.
De esta nueva válvula de escape que acciona el régimen en forma periódica para evitar la ebullición interna, se beneficiarán los 11 presos que viajarán a España: Néstor Rodríguez Lobaina, Juan Carlos Vázquez, Bodanis Zulueta, José Antonio Sardiñas, Antonio García, Arnaldo Márquez, Eduardo Díaz, Erick Caballero, Alberto Dobouchet, José Manuel de la Rosa y Roberto López. Según la agencia EFE, todos ellos cumplían penas de entre cuatro y 30 años.
lunes, 21 de marzo de 2011
La gira de Obama: ¿y la justicia?
Me da la sensación que por lo que va de la gira de Barack Obama hasta ahora, habiendo estado en Brasil y Chile y partiendo hacia El Salvador, no hubo ningún anuncio espectacular ni especial, sino simplemente un poco más de política y demagogia para edulcorar a una región que estaba esperando palabras dulces para sus oídos.
No está mal. Es bueno y necesario que EEUU, ensimismado y perplejo por situaciones ajenas a nuestro continente, como las preocupaciones nucleares en Japón y las militares en Libia, se haya enfocado en destacar las fortalezas de la región y que haya tratado a los países como socios comerciales indispensables para el progreso y prosperidad de su economía. Habiéndose comportado de esa forma egoísta, tirará por debajo de la borda las críticas de que siempre se comporta como un imperio que mira hacia el sur con una visión paternalista.
Sin embargo, creo que más allá del progreso económico de la región, la necesidad de combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad, Obama hubiera también tenido que aprovechar para remarcar las grandes debilidades de la región que tienen que ver con la corrupción y la falta de justicia, aspectos que estoy convencido están minando las democracias como si se tratara de la implosión de un edificio.
El problema de América Latina es la falta de justicia, una justicia dependiente del poder político, o una justicia corrupta infiltrada por el crimen organizado. Esta falta de un sistema de incentivos y castigos justos y equilibrados hace que la región esté desequilibrada y que sus ciudadanos descrean de las instituciones.
Obama seguramente prometerá más ayuda a El Salvador para combatir al narcotráfico como parte de los esfuerzos por apoyar el Plan Mérida y el Plan Colombia; sin embargo todos los esfuerzos económicos estarán destinados a paliar los gastos militares en esa guerra.
No creo en la legalización de las drogas como proponen muchos ex presidentes, intelectuales y periodistas a cambio de esa política correctiva. Creo que la legalización aportará mayores dolores de cabeza, porque las actividades del crimen organizado simplemente buscarán otras actividades donde anidar.
Creo, en cambio, que EE.UU. podría hacer mucho más si volcara ayuda para fortalecer la justicia. Más recursos económicos, técnicos y humanos para proteger, especializar y entrenar a fiscales, jueces y agentes auxiliares de la justicia podrían empezar a arrojar frutos en el futuro inmediato y a largo plazo.
La fortaleza de una democracia es proporcional al grado de independencia, madurez y eficiencia del sistema judicial. Cuando la justicia funciona, cuando existen castigos e incentivos para todos con igualdad y sin privilegios, retorna la credibilidad del ciudadano y la democracia gana en autoestima.
No está mal. Es bueno y necesario que EEUU, ensimismado y perplejo por situaciones ajenas a nuestro continente, como las preocupaciones nucleares en Japón y las militares en Libia, se haya enfocado en destacar las fortalezas de la región y que haya tratado a los países como socios comerciales indispensables para el progreso y prosperidad de su economía. Habiéndose comportado de esa forma egoísta, tirará por debajo de la borda las críticas de que siempre se comporta como un imperio que mira hacia el sur con una visión paternalista.
Sin embargo, creo que más allá del progreso económico de la región, la necesidad de combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad, Obama hubiera también tenido que aprovechar para remarcar las grandes debilidades de la región que tienen que ver con la corrupción y la falta de justicia, aspectos que estoy convencido están minando las democracias como si se tratara de la implosión de un edificio.
El problema de América Latina es la falta de justicia, una justicia dependiente del poder político, o una justicia corrupta infiltrada por el crimen organizado. Esta falta de un sistema de incentivos y castigos justos y equilibrados hace que la región esté desequilibrada y que sus ciudadanos descrean de las instituciones.
Obama seguramente prometerá más ayuda a El Salvador para combatir al narcotráfico como parte de los esfuerzos por apoyar el Plan Mérida y el Plan Colombia; sin embargo todos los esfuerzos económicos estarán destinados a paliar los gastos militares en esa guerra.
No creo en la legalización de las drogas como proponen muchos ex presidentes, intelectuales y periodistas a cambio de esa política correctiva. Creo que la legalización aportará mayores dolores de cabeza, porque las actividades del crimen organizado simplemente buscarán otras actividades donde anidar.
Creo, en cambio, que EE.UU. podría hacer mucho más si volcara ayuda para fortalecer la justicia. Más recursos económicos, técnicos y humanos para proteger, especializar y entrenar a fiscales, jueces y agentes auxiliares de la justicia podrían empezar a arrojar frutos en el futuro inmediato y a largo plazo.
La fortaleza de una democracia es proporcional al grado de independencia, madurez y eficiencia del sistema judicial. Cuando la justicia funciona, cuando existen castigos e incentivos para todos con igualdad y sin privilegios, retorna la credibilidad del ciudadano y la democracia gana en autoestima.
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