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diciembre 04, 2012

El impresentable Correa


El presidente Rafael Correa mostró el ángulo que más le favorece en su paso por Argentina, el del sarcasmo y el cinismo.
En su siempre actitud transgresora e irreverente, con la cual trata de ser popular, de barrio y electorero, termina muchas veces por enlodarse en sus propios dichos. Esta vez, de visita en Argentina, prefirió el cinismo para referirse al atentado contra la AMIA, sobre el que dijo entender que se trata de un hecho doloroso para los argentinos,  pero lo que realmente hay que ver es “cuántos murieron en el bombardeo de la OTAN a Libia". (¿¿??)
Ello vino a colación cuando defendió al presidente iraní, Mahmud Ajmadinejad, y al país persa, diciendo que no representan una amenaza como se les hace ver. Cuando se le hizo notar que el gobierno persa no permite que se procese a los iraníes acusados del atentado contra la AMIA, dijo que la OTAN mató a más gente en el bombardeo a Libia.

La apología del terrorismo y el apoyo explícito a un hombre que niega el holocausto judío, por sobre las víctimas del atentado contra la AMIA, no fue la única grosería de Correa en Argentina.

Aceptó recibir el premio de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata a la libertad de expresión, prácticamente en una actitud de burla contra muchos periodistas ecuatorianos que han sido víctimas de su gobierno.

El premio Rodolfo Walsh en la categoría de “Presidente Latinoamericano por la Comunicación Popular”, le fue entregado por su lucha en contra del poder hegemónico de los medios, como si ello sería mérito para recibir un galardón. Y lo peor fue que, fiel a su sarcasmo, ironizó por Twitter: “Universidad de La Plata me entrega el premio Rodolfo Walsh a la libertad de expresión. Conozco algunitos que deben comer cemento”.

Correa puede haberse mostrado contento con el premio, pero sabe que no tiene ningún valor, desde que también lo recibieron otros dos mandatarios que en el mundo entero se reconocen por ser violadores de la libertad de expresión y de la libertad de prensa: Hugo Chávez y Evo Morales.

abril 07, 2011

El premio a Chávez

A juzgar por la bufonada de una universidad argentina de premiar a Hugo Chávez por su lucha a favor de la libertad de expresión, parece que la época de carnavales todavía no termina en el sur del continente o que se vive en un eterno día de los inocentes.

Homenajear a Chávez por defender lo que siempre atacó y denigró, debe tomarse más como una comedia circense que una burla a la democracia. Porque ese gesto elogioso que la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata le dispensó esta semana al enemigo número uno de las libertades públicas de Venezuela y del continente, tiene tanta insensatez como si el premio a los derechos humanos se lo hubieran otorgado al dictador Rafael Videla, el de la fidelidad conyugal a Bill Clinton o el de la sobriedad, al actor Charlie Sheen.

Es poco serio, para decir lo menos. Porque además, durante la entrega del premio en La Plata, la comparsa del gobierno de Argentina, que se ufanó de las arremetidas de Chávez contra la prensa, estaba tan extasiada por la presencia del venezolano como por la de sindicalistas del séquito gubernamental, que días antes bloquearon con éxito la distribución de los diarios Clarín y La Nación.

Los periodistas y los medios no son santos, como los académicos anfitriones de la ceremonia resaltaron. Pero encontrar en esas críticas la fuente de inspiración para descubrir los méritos a la “comunicación popular” de Chávez, parece una broma de mal gusto. Más allá del cierre de RCTV, de 35 emisoras, de crear medios y usarlos como órganos de propaganda personal como Telesur, de perseguir periodistas y opositores con jueces sometidos, Chávez pasará a la historia como el presidente contra quien pesan más acusaciones sobre violaciones a la libertad de prensa en organismos internacionales.

Solo en el 2010 se procesaron en su contra 133 denuncias por agresiones a periodistas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Todo esto sin contar, que la mayor embestida a la “comunicación popular” la cometió hace un par de meses, cuando por ley restringió e impuso censura previa a los portales de internet y redes sociales para que filtren toda crítica contra su persona y contra lo que él considere pueda ser agraviante a los intereses del gobierno.

El circo montado con este galardón lo desvirtúa en sí mismo. Máxime, porque también lo recibió Evo Morales, con quien comparte esa aberración contra la libertad. Con estos antecedentes, no sería extraño que el año próximo decidan otorgárselo al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien también tiene un rico historial contra los medios de su país.

Correa es aún más virtuoso en sus ataques. Economista al fin, sabe que la debilidad económica merma la independencia de las empresas y con ello aumenta su capacidad para dominarlas. Así como Chávez, Morales y Daniel Ortega, en pocos años, Correa no sólo confiscó y creó medios, sino que logró conformar un conglomerado periodístico propio que es mucho más despiadado y manipulador, que aquellos grupos independientes a los que acusa de “terrorismo mediático”.

Sin embargo, la estrategia que desenmascara su actitud más falaz, consiste en entablar demandas por difamación y reclamos millonarios. De tener éxito con la que entabló esta semana contra el diario El Universo de Guayaquil, Correa se convertirá en el presidente más rico del continente. Cree que le deberán indemnizar con 80 millones de dólares para reparar su imagen, lo que se suma a 420 más que pidió en otros juicios contra periodistas, editores y columnistas.
Pero más allá del circo, de los ataques y los premios inmerecidos, preocupan los actores directos de este entuerto: los estudiantes. No aquellos que se deleitaron por la desfachatez del premio, sino aquellos que esperan recibir una formación sobre los valores que definirán su futuro - verdad, equidad e independencia – en el entendimiento, además, que la excelencia profesional que promueve el premio Rodolfo Walsh no solo conlleva la responsabilidad para la artesanía de las noticias, sino también la de defender la libertad de prensa.
La comparsa a Chávez desvirtúa todos estos valores, por lo que si fuera estudiante, no podría evitar hacerme esta pregunta: ¿Debo seguir estudiando en esta universidad?

marzo 29, 2011

Paradójico premio para Chávez

Hugo Chávez tuvo la tribuna que disfruta en Buenos Aires. La del insulto, de la diatriba, del sarcasmo y de la ironía; junto a la del elogio desmesurado, de la propaganda, de la aclamación desmedida. Se burló del periodismo libre en una ceremonia en el que paradójicamente se le entregó un premio a la libertad de prensa. Si se lo merecía, en todo caso lo hubiera tenido que disfrutar pero no insultar a todo el periodismo y creer, como siempre, en su comunicación mesiánica salvadora de los pueblos oprimidos.

En su discurso al recibir esta noche en la Universidad de La Plata el premio Rodolfo Walsh a la libertad de expresión, negó en reiteradas ocasiones que sea un censor y que en su país, Venezuela, haya cerrado medios o agredido a periodistas.

Chávez hace más de lo mismo, niega con la boca lo que la evidencia demuestra. Pero repito, como lo hice en otros posts, la culpa no es de él, sino de quienes lo idolatran por semejantes “logros”. Chávez es sin duda, el mayor opresor de la libertad de prensa y de expresión en estos momentos, a excepción, claro está, de los gobernantes de Cuba.

El premio es chocante por su naturaleza. Pero repito, me da pena por los estudiantes de la Facultad de Periodismo y Comunicación de esa universidad. Deben tener vergüenza ajena, al menos los que entienden cuál será el trabajo que tendrán en el futuro como periodistas.

Si algo tenía que tener de particular este acto, no solo fue el agravio que Chávez le dispensó al periodismo latinoamericano, sino además que los líderes universitarios no permitieron más que al estatal Canal 7 cubrir el evento. A los demás se les negó el acceso. Todo muy digno de un buen acto donde debía resaltarse la libertad de expresión.

Con el apoyo del gobierno, la ceremonia fue otro acto oficial más.

marzo 26, 2011

¿Una broma de mal gusto, el premio a Chávez?

No salgo de mi asombro y de preguntarme si el premio a Hugo Chávez por su prédica a favor de la libertad de prensa, la comunicación comunitaria y de un montón de justificativos políticos, que le otorgó la Universidad de La Plata en Argentina, es una broma de mal gusto, una tomadura de pelo a todas las víctimas de la represión de la palabra libre o una de esas tonterías de sesgo político para llamar la atención.
Me parece que es un poco de todo. Mi primera reacción, después del asombro, fue pensar en los alumnos de esa universidad, no en aquellos que gustosamente habrán celebrado, que los debe haber, sino en aquellos que comprenden los descalabros que Hugo Chávez ha hecho desde que asumió en 1999, persiguiendo periodistas, insultándolos, agrediéndolos a través de las turbas de camisas coloradas, cerrando 35 emisoras y decenas de periódicos y páginas de internet, abriendo nuevos medios del gobierno para usarlos no como medios públicos sino de propaganda gubernamental, y creando leyes y decretos en contra de la información libre, bloquear el acceso a información pública y limitar, bloquear y filtrar el acceso y contenidos en el internet y las redes sociales.
Si yo fuera alumno de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social estaría muy preocupado y consideraría dejar de estudiar. ¿Por qué? Simplemente porque si la mirada política de la universidad en materia de comunicación y de visión del periodismo y la libertad de prensa es ésta, que garantías tengo de que me ofrecerán una educación imparcial, objetiva, independiente; justamente siendo esos los valores que me deben inculcar como los más importantes de mi formación.
Esto de Chávez me hace acordar a similar premio que recibió Fidel Castro de un colegio de periodista cubano, así como el Premio Internacional a los Derechos Humanos que Muamar al Kadafi le entregó a Hugo Chávez, Evo Morales y Raúl Castro en diferentes oportunidades.
Me preocupa que Florencia Saitout, decana de la Facultad de Periodismo y CS de la Universidad de La Plata crea que en Venezuela hay libertad de prensa. Dijo que para ella es una alegría que Chávez aceptará el premio y que discutirá con los estudiantes. Creo que es bueno que se reúna con los estudiantes, pero de ahí a que el punto de partida sea un reconocimiento a su lucha por la libertad de prensa, huele a hediondo.
El premio Rodolfo Walsh se instituyó en 1997 para estimular la excelencia periodística. Ojalá los estudiantes puedan reevaluar lo que significa excelencia periodística, que más allá de un componente informativo, la profesión tiene una alta carga de responsabilidad sobre la defensa de la libertad de prensa, por lo que obviamente este premio a Chávez termina siendo una flagrante contradicción a los valores de nuestra profesión y de la libertad de expresión.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...