Para el traspaso de mando del
20 de enero Rusia se apuntó como actor principal en un revival de la Guerra
Fría con tramas conspirativas y piratas informáticos, a la que no le faltan
mentiras, filtraciones, sexo y chantaje.
Tras una estridente campaña
electoral, no se podía esperar menos. Barack Obama dio su discurso de despedida
en Chicago y Donald Trump su primera conferencia de prensa en Nueva York. En Miami,
un tipo atracó un banco, se hizo filmar en Facebook Live, se escapó en Uber,
regaló el dinero en la calle y pidió ir al Congreso para denunciar que Rusia iniciará
la tercera guerra mundial, despechada por las sanciones de Obama y la expulsión
de sus espías.
En toda esta telenovela, Obama
habló de su legado. Resucitó un país quebrado y resistido por la comunidad
internacional en su era post Bush; creó mayor conciencia sobre el cambio
climático, pero admitió que poco hizo por la igualdad y por la violencia
racista que no pudo controlar. Se olvidó mencionar que deportó a 2.7 millones
de inmigrantes, más que todos sus antecesores juntos, siendo que ahora, además,
eliminó privilegios que tenían los inmigrantes cubanos.
No pasará a la historia como
el mejor Presidente, en especial por la falta de transparencia, su materia
pendiente. En este final, supo desviar la atención sobre el tema con las sanciones
que aplicó a Rusia por el pirateo informático a la campaña de Hillary Clinton.
Su promesa incumplida sobre mayor transparencia se agravó con la cerrazón informativa,
el espionaje a la agencia de noticias AP y en las redes sociales.
La conferencia de prensa de
Trump reveló lo que se sospechaba. No se transformó en más presidenciable.
Atacó a la prensa y seguramente sus anuncios y líos diplomáticos seguirán por Twitter,
como todos los populistas latinoamericanos que prefieren la comunicación
directa, sin filtros ni preguntas.
Sí cambió su perspectiva sobre
los rusos y Vladimir Putin. Después de tanta resistencia admitió que el
presidente ruso tiene responsabilidad en los ciberataques antes y durante las
elecciones. Aunque por esto no debería creerse que Hillary fue derrotada. Como
dijo Julian Assange de Wikileaks, fue el contenido de lo filtrado lo que
influenció negativamente sobre ella. Hillary cayó porque los electores de Michigan,
Wisconsin y Ohio le voltearon la espalda.
Trump aprovechó para
victimizarse de chantaje y de una “cacería de brujas” acusando a opositores y a
los servicios de inteligencia. En realidad las filtraciones y los ciberataques
rusos contra empresas privadas y el gobierno estadounidense suceden a diario y
desde hace décadas. Desacreditar al propio sistema no parece una jugada inteligente
en el contexto de la geopolítica internacional.
No todos los informes de
inteligencia son creíbles – Trump desacreditó los actuales comparándolos con la
pifia por las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein que nunca se
encontraron. Y en el momento que las elecciones estuvieron influenciadas por sitios
de noticias falsas en Facebook, toda acusación, sin evidencias, debe tomarse
con pinzas. Sucede, claro, que las falsedades cobran otra dimensión según la relevancia
y el tamaño del perjudicado, más aún si se trata de negocios fraudulentos y
orgías sexuales como se le sindican.
La conferencia de prensa de
Trump le demostró a la prensa que habrá guerra. Trump es díscolo y vengativo,
no perdona una coma de más que pueda enturbiar su marca registrada. Además, si
se considera que durante una presidencia normal como la de Obama hubo poca
transparencia, uno se puede imaginar lo que pasará ahora. Trump repite mentiras
como verdades, exagera, es poco transparente al no haber revelado todavía su
declaración de impuestos o demostrado en forma fehaciente como evitará
conflicto de intereses con sus negocios y tratará de evitar que aparezcan otros
soplones como Snowden. Es evidente que se avecina una más estricta cerrazón informativa.
El despliegue que hizo la
prensa para checar las exageraciones y aseveraciones de Trump, también
demuestra que está preparada. Tiene en su haber hitos mayúsculos en la historia
del país y tendrá en este período una tarea superlativa, vigilar y fiscalizar a
fondo. Es la única institución capaz de garantizar el equilibrio de poderes y
que este cambalache a la rusa no se desborde. trottiart@gmail.com