La inaudita reacción de
países europeos, Italia, Francia, Portugal y España, de no permitir que el
avión del presidente Evo Morales pudiera recalar en sus aeropuertos, muestra lo
intrincado que se transformado el caso de Edward Snowden, el ex contratista
estadounidense que reveló los sistemas de espionaje que mantiene la Agencia de
Seguridad Nacional y el Departamento de Estado estadounidenses.
Más allá de juzgar si las
acciones de Snowden son malas o buenas, lo cierto es que la aparente presión
ejercida por el gobierno estadounidense a esos países – previamente a las
autoridades de Hong Kong y de Rusia - tiene experiencias similares con las que
se ejercieron en el caso de Julian Assange tanto a nivel de gobiernos como de corporaciones.
Era evidente que los
gobiernos del Unasur protestarían por el irrespeto hacia Morales y que estarían
justificados con su perorata ideológica en contra de EE.UU. máxime cuando nadie
cree que los gobiernos europeos tomaran sus decisiones con autonomía.
De antemano se sabía que
Rafael Correa, quien dio asilo a Assange, sería el aliado natural de Snowden,
aún si Snowden no le hubiera pedido el asilo. Todos esperaban su reacción
favorable en teoría – como realmente sucedió – aunque su intenciones no pudieron
materializarse en la práctica, ya que el ex contratista debería, al menos,
estar en territorio ecuatoriano para tener derecho al asilo, la embajada
ecuatoriana en Moscú. Se hubiera convertido en el país con dos asilados, pero
inquilinos en sus territorios en el extranjero.
Era evidente que los países
del ALBA saldrían a despacharse a favor de Snowden aún sin que este les
solicitara una petición de asilo. Daniel Ortega se pronunció al respecto pero el
ex contratista le solicitó a Nicaragua que lo acogiera, lo que evidencia que se
trata de una genuina respuesta aunque todavía tendrían que analizarse los
derechos y deberes ya que si bien el asilo es un derecho, también devenga
deberes para el asilado.
El caso de Nicolás Maduro es
diferente, declaró varias veces que Snowden no le pidió el asilo a Venezuela –
tras su viaje a Moscú y posteriormente – sin embargo en una declaración
grandilocuente durante los actos por el Día de la Independencia, se la ofreció
públicamente como si Snowden fuera un trofeo de caza mayor. Por lo general, el
asilo se pide, no se ofrece o si se lo ofrece, se lo hace de la manera más
discreta posible.
Puede que Maduro haya
acertado en hacer un paralelismo de la independencia histórica del país con la
actual. Pero es evidente que en esa mezcolanza le comenzarán a llegar todo tipo
de críticas, ya que – al igual que Correa – dice respetar y defender la
libertad de expresión de Snowden, cuando se trata de un derecho del que no
gozan gran parte de los venezolanos.