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mayo 19, 2018

La felicidad o el lugar donde uno vive


En mi última columna - Move to Miami – dije cosas buenas y malas de vivir en esta ciudad. No aclaré que pese al futuro incierto por el calentamiento global, el tráfico o la desigualdad, no cambio a Miami por nada del mundo.

Tampoco infiero que para ser feliz hay que mudarse a Miami. A muchos no les agrada este lugar. La felicidad, en definitiva, es una cuestión de carácter individual. Es, además, temporal y escurridiza. La relación con nuestro espacio depende también de cómo apreciamos y nos relacionamos con los demás. Es decir, vivir en Miami, Paris, en la paradisíaca Punta Cana o en Salta “la linda”, puede ser tan apetecible para algunos, como vivir en el campo rodeado de pastizales para otros.

Estar en el mejor lugar de la Tierra, no es garantía de felicidad. Sin embargo, las evidencias científicas indican que la interrelación con el lugar influye en nuestra conducta, salud y calidad de vida, como lo estudia la geomedicina.

El periodista de National Geographic, Dan Beuttner, recorrió los “bolsones azules”, como definió a los paraísos de la longevidad. Los encontró en Okinawa, Japón; en la Isla de Icaria, Grecia; en la Península de Nicoya, Costa Rica, y en la italiana Cerdeña, entre otros parajes. Apuntó que la belleza natural, la tranquilidad, la dieta saludable y el ejercicio físico son componentes íntimos de la fuente de la juventud.

Para la ONU la calidad de vida en un lugar se define por los ingresos, la libertad, la confianza, la esperanza de vida, el apoyo social y la generosidad. Es decir, la felicidad depende de tener empleo, bajo nivel de inseguridad, acceso a salud, vivienda y servicios públicos, y gozar de libertades políticas y un medio ambiente limpio. Bajo esas características, su Informe de la Felicidad 2018, sitúa a Finlandia como el lugar ideal. EEUU queda en un lejano puesto 16, por debajo de Costa Rica, el país más feliz del continente americano. Más rezagados están México, Chile, Panamá, Brasil, Argentina y Colombia.

Ese índice remarca que la felicidad no es estática, “cambia… de acuerdo con la calidad de la sociedad en que vive la gente”. Así se entiende que Nicaragua, bien ubicada según las mediciones del año pasado, descenderá a los infiernos  luego de la violenta represión y muertes provocadas por el régimen de Daniel Ortega contra quienes se manifiestan por el fin de su tiranía.

La felicidad no solo está atada a la belleza. Se puede vivir en un paraje magnífico, pero si se sufre una enfermedad crónica, un clima económico inestable y contaminación, las probabilidades de ser feliz se reducen. Ciudad México o Santiago están atrapadas por la contaminación y en la linda Caracas, la escasez de agua potable y alimentos, los apagones y la inseguridad, el desmantelamiento de los hospitales y el insano clima político, conspiran contra el bienestar.

El medio ambiente y la dieta saludable y el ejercicio son propiedades que hacen a la calidad de vida, pero no son suficientes. Las cuestiones físicas necesitan alma y ahí es donde se insertan los valores espirituales, emocionales y morales.

Muchos confunden la felicidad con la alegría, el entusiasmo y el optimismo, pero muchas veces está relacionada a la superación, el sacrificio y, sobretodo, al propósito de vida. También se confunde con el tener, el éxito y la fama, aunque el cómico Robin Williams, así como muchas celebridades que se suicidaron, desmitifican esos atributos.
Al contrario, nadie puede negar la felicidad de San Francisco de Asís que se consagró a la pobreza, la de la Madre Teresa que vivió sirviendo entre leprosos, la de Ghandi que sufrió violencia por pregonar la no violencia o la de Stephen Hawking que, incapaz de mover un dedo, nos regaló haber descifrado muchos misterios del Universo. La felicidad radicaba en sus objetivos de vida.

Si se presta atención a sus entrelíneas, el Papa hace referencia continua a la felicidad física y al bienestar espiritual bajo la correlación persona-lugar-propósito. En el documental presentado en el reciente Festival de Cannes, “Papa Francisco: un hombre de palabra”, habla de alcanzar la plenitud con la vocación de servicio y el amor al prójimo, a lo que le suma sus tres principios espaciales, o de lugar, que dignifican e incentivan la felicidad del ser humano: “Tierra, techo y trabajo”. trottiart@gmail.com

enero 27, 2018

Facebook, falsedades y el miedo a noviembre

Donald Trump no es el único que se juega la credibilidad y el futuro en las próximas elecciones legislativas de noviembre. Facebook también tiene el desafío de no volver a convertirse en vehículo de los trolls rusos que afectaron las elecciones pasadas con noticias falsas.

En un par de meses, Mark Zuckerberg pasó de negar tajantemente los hechos a admitir que más de 80 mil post con noticias falsas afectaron a 126 millones de usuarios. Este 2018 lo comenzó resuelto a domar el problema. Quiere limpiar Facebook de desinformación, propaganda y discursos de odio para no seguir perdiendo confianza y negocios.

Zuckerberg quiere que los usuarios se involucren en la solución y volver a sus orígenes cuando la red social era una plataforma para compartir entre amigos y no un lugar para consumir información y publicidad. También está contratando más de 10 mil empleados para curar y depurar contenidos, pero, en definitiva, quiere que el usuario sea quien califique las informaciones, las fuentes y medios confiables y bloquee y denuncie las noticias falsas. Preguntará a los usuarios: “¿Reconoce los siguientes sitios?” y “¿Cuánto confía en cada uno de estos dominios?”.

La intención es loable, pero la tarea será titánica y los resultados tal vez no serán tan buenos como él espera. Primero, porque reducir el sensacionalismo y la desinformación, algo tan intrínseco al ser humano como el agua al mar, será difícil de erradicar, máxime en una era digital de saturación informativa. Una nueva encuesta Knight-Gallup, entre 19 mil usuarios, mostró el dilema de los usuarios, a los que les resulta cada vez más arduo distinguir contenidos falsos de entre tantas bocas informativas, muchas de ellas de apariencia confiable.

Confiar en el criterio del usuario tampoco es solución. Los estudios muestran que estos suelen compartir y dar mayor crédito a contenidos más cercanos a sus convicciones, así no sean rigurosos ni precisos. Por ejemplo, si a alguien le agrada Trump, le será más fácil aprobar y compartir contenidos empáticos de la cadena Fox que los del Washington Post, medio de altísima calidad, pero normalmente crítico del Presidente.

La tarea de limpieza será difícil para Facebook porque muchos rumores y contenidos falsos y maliciosos como el bullying y el grooming no provienen de medios, sino son generados por los propios usuarios, tanto en las redes como en los sistemas de mensajería tipo Whatsapp. ¿Será que los amigos se calificarán o descalificarán entre sí?

Tampoco Facebook debería crear animosidad o desconfianza entre usuarios y medios, después de todo, estos son los que dotan de contenido a la red social y empoderan el debate. Más bien, podría pedir a los medios que rotulen sus informaciones como noticias, opiniones o publicidad, para que los usuarios tengan mejor sentido crítico y mayor criterio de consumo.

Más allá del resultado de este experimento de Facebook, que con características similares emprendió Google, lo importante es que el debate sobre noticias falsas ha creado mayor conciencia sobre la verdad y la rigurosidad en la creación de noticias, así como sobre la relevancia del buen Periodismo. Pese a que Trump descalificó de nuevo a la prensa con sus premios a las noticias y medios falsos, prodigándole a CNN y el New York Times varios galardones, el papa Francisco habló de los riesgos y sobre la necesidad de combatir las noticias falsas: “Ninguna desinformación es inocua”, dijo, ya que “una distorsión de la verdad puede tener efectos peligrosos”.

El tema ya es cuestión de Estado. La primera ministra británica, Theresa May, y el presidente francés, Emannuel Macron, han creado unidades para contrarrestar los efectos de la intromisión de noticias falsas desde el extranjero en los procesos electorales. Y en Alemania, desde el 1 de enero, se imponen multas a la propagación de falsedades, discurso de odio y materiales ilegales en las redes sociales.


Ojalá que en nuestro continente sea suficiente con la autorregulación de Facebook de cara a noviembre y no se impongan regulaciones especiales a las redes sociales y sus contenidos. Siempre se correrá el riesgo de que los gobiernos sobreactúen y se extralimiten en sus funciones, regulando y reduciendo los espacios de libertad de expresión. trottiart@gmail.com

enero 21, 2018

Francisco: Menos gestos, más acciones

Los crímenes de abuso sexual y su encubrimiento profundizan la crisis de fe de la Iglesia Católica y merman la credibilidad del papa Francisco en su afán por renovarla y hacerla más transparente.
Francisco sabía que los abusos serían el mayor escollo a sortear en Chile y Perú, y que podrían enlodar su mensaje pastoral. Así fue. Es que todavía la Iglesia no ha podido sanar las heridas de las víctimas. 
Una justicia escasa y tardía, la arrogancia de la jerarquía episcopal para reconocer y transparentar la cantidad de casos y gestos confusos con acciones limitadas hicieron mella en los dos países.
El Papa no fue atinado con algunos de sus gestos y, peor aún, defendió obstinadamente al obispo chileno Juan Barros, cuestionado por encubrir por años al cura Fernando Karadima, ya expulsado de la Iglesia por ser un abusador en serie.
Barros se pavoneó desafiante y en primera fila por todas las misas y ceremonias de Francisco. Su falta de discreción embarró todo. Marta Larraechea, esposa del ex presidente Eduardo Frei, fue lapidaria contra el Pontífice después que pidiera perdón a las víctimas en el nombre de la Iglesia y sus obispos. “No le creo nada, dice una cosa y hace otra”, gritó irritada. El enojo resume el sentir de muchos que preferirían a un Francisco con menos gestos y más acciones; menos perdones y más justicia.
En Perú existe otro caso que impacta contra la Iglesia. Es el del laico Luis Fernando Figari, no solo porque usó a su organización Sodalitium Christianae Vitae para abusar de menores, sino porque mientras era investigado por la Justicia peruana, se fue a Roma, atrincherándose entre los muros del Vaticano.
En ambos casos, el de Barros y de Figari, así como en el del cura Marcial Maciel de la Legión de Cristo en México, se observa cómo el encubrimiento, la protección o el silencio de la jerarquía en muchos casos de pedofilia están degradando a la Iglesia y restándole credibilidad. No es casual que Chile, otrora un país eminentemente católico, tenga ahora el mismo nivel de catolicismo que el laico Uruguay.
Sería injusto enrostrarle a Francisco la responsabilidad de todo el problema o que todos los curas buenos paguen por un puñado de corruptos. Es inobjetable que sobre la pederastia, Francisco hizo en pocos años mucho más que Benedicto XVI y Juan Pablo II en décadas. Reforzó la política de tolerancia cero de su antecesor, reformó el Código Penal imponiendo un castigo de 12 años a los pedófilos y corruptos, arrojó a muchos abusadores a la justicia ordinaria, pidió a sus obispos vender propiedades para reparar a las víctimas y por primera vez en la historia hizo que el Vaticano se siente en el banquillo de los acusados de la Comisión de los Derechos del Niño de Naciones Unidas.
Más allá de la pederastia, Francisco tuvo otros gestos importantes. Empoderó a los mapuches en su reclamo ancestral, aunque les reprochó por sus formas. “La violencia vuelve mentirosa la causa más justa”, gritó. Al gobierno también le regañó por acuerdos incumplidos, hechos a los que calificó de otra forma de violencia, esa que “frustra la esperanza”. Un mensaje que también muchos creyeron le envió al gobierno de Venezuela por sus negociaciones manipuladas y estériles con la oposición.
Otro gesto que no pasó inadvertido en su vigésimo segundo viaje por el mundo, fue su todavía ausencia en Argentina. Dicen que seguirá esquivo hasta tanto su visita no sea sinónimo de unidad entre peronistas y oficialistas. Pero el argumento no convence, desde que Francisco ya ha dado muestras de saber cómo ayudar a que se superen las grietas, como la enorme que achicó entre Barack Obama y los hermanos Castro.
Algunos lamentan que siga muy distraído sobre la corrupción rampante registrada durante los 12 años de gobierno kirchnerista. Creen que sus gestos de mayor amabilidad hacia ese sector que al gobierno de Mauricio Macri, no se compadecen con su prédica contra la corrupción, a la que calificó como el anticristo y un delito que no tiene perdón: “Pecadores sí, corruptos no”, sentenció sin dejar dudas.

Francisco todavía goza de la confianza para reformar y limpiar la Iglesia. Pero cada vez necesitará – y se le exigirá – acompañar sus gestos con acciones más contundentes. trottiart@gmail.com

febrero 13, 2016

Francisco; entre Guadalupe y la Santa Muerte

Francisco está en México. Un país paradójico, profundamente católico y sumamente violento. Tan famoso por la devoción a la Virgen de Guadalupe, como por su creciente idolatría a la Santa Muerte.

México ya no es hoy el de las “lindas mañanitas”, sino el de los tenebrosos atardeceres, antesala de noches de temible violencia que prodiga el crimen organizado, amparado por la ineficiencia de un Estado que se ve desbordado y se siente fallido.

El país no solo está impregnado de violencia, sino sumido en la impunidad. La Justicia es escasa, la seguridad nula y el acostumbramiento a cadáveres mutilados colgando de puentes, ha hecho que muchos prefieran no denunciar, sino postrarse ante el fetiche de la Santa Muerte, la “autoridad” más confiable a quien pedirle protección.

En un país pródigo en pecados, donde resaltan los violentos, criminales y corruptos y son finas las líneas que dividen a los “Chapo” Guzmán de los Peña Nieto, Francisco se siente a sus anchas. Retará. Lanzará dardos y dejará frases célebres por doquier. 

Enfrentará al poder revitalizando aquella de “pecadores sí, corruptos no”, excomulgará a los carteles como a la camorra napolitana y la Cosa Nostra siciliana, y se avergonzará de los traficantes de inmigrantes de la misma forma que condenó a los mercaderes de refugiados en Lampedusa.

El derrotero de Francisco está marcado desde que se conoció la agenda de su peregrinaje. A diferencia de los cinco viajes de Juan Pablo II y del de Benedicto XVI por ciudades más acomodadas, como Guadalajara y Monterrey, Francisco, fiel a su estilo arrabalero de Buenos Aires y rebelde ante alfombras rojas y protocolos, se internará en la corrupta Ecatepec, la narcotizada Michoacán, la violenta Ciudad Juárez y la pobrísima zona de Chiapas, bastión de la inequidad.

Sus reflexiones y duros mensajes se escucharán más allá de México. Servirán para avergonzar a más de uno, especialmente cuando toque con su mano el “muro de los lamentos”, esa pared que Donald Trump quiere hacer más alta y más larga para atajar a los migrantes, a los que califica sin distinción de drogadictos y violadores. Sus colegas republicanos, varios de ellos católicos, como Marco Rubio y Jeb Bush, tratarán de usar las palabras de Francisco como trampolín, aunque la cuesta es demasiado elevada.
Como siempre, cada viaje y cada frase de un Papa es tomado en forma selectiva y acomodaticia según el interlocutor. El presidente Enrique Peña Nieto se vanagloriará de haber conseguido su visita, mientras sus opositores las usarán para machacar lo poco que el gobierno ha hecho contra la pobreza, la corrupción y el crimen organizado.

Los datos son tan transparentes que no pasan inadvertidos. Transparencia Internacional tiene a México como un país marcadamente corrupto, grupos de derechos humanos lo definen como el más violento de América Latina, con 151 mil asesinatos y 27 mil desaparecidos en la última década, una violencia que no distingue sectores ni género. 
El Observatorio Nacional del Feminicidio cuenta 1.554 mujeres desaparecidas desde 2005 en el estado de México y la Iglesia Católica, según un informe del Episcopado nacional, estableció que los crímenes y secuestros contra religiosos aumentaron un 275% y que 40 sacerdotes fueron asesinados en los últimos años.

Francisco también recibirá muchas críticas por no atender a los padres de las víctimas de estudiantes incinerados o de niños abusados por el cura Marcial Maciel. Una agenda limitada también le había ganado reproches en EEUU cuando no recibió a víctimas de racismo o en Cuba a disidentes y oprimidos, pero en este caso para no desairar a los dictadores Castro. Aunque como Francisco es dado a saltar protocolos y vallas de seguridad, su espontaneidad fructificará en simpatías, acercándose a la que granjeó Juan Pablo II, por quien los mexicanos sienten todavía más predilección.

Pese a toda la política habitual involucrada, este viaje de Francisco parece más pastoral que los anteriores. Delante de él tiene a dos países opuestos: Aquel que es 83% católico, aunque siga perdiendo adeptos que migran a otras religiones; y el otro, que idolatra a la Santa Muerte. A este último, la oveja descarriada, es al que Francisco le querrá recordar que México es y debe seguir siendo 100% guadalupano. 

septiembre 26, 2015

Francisco, entre lobos y ovejas

Inspirador, político y diplomático como nunca, el papa Francisco atrajo la atención de gente de todos los credos e ideologías en su primera peregrinación por Cuba y EEUU, consagrándose como líder humanitario y espiritual de carácter universal.

La percepción de su liderazgo ya era soberbia, pero saltará por los cielos después de este viaje. En una encuesta anterior del New York Times, la mayoría lo reconocía como líder moral más allá de su jefatura en la Iglesia Católica, mientras que otra del Pew Center destacaba su popularidad entre el 75% de los protestantes y el 68% de los que no profesan religiones.

Su buena aura deviene de varias virtudes: Actúa como predica y combina como nadie la espiritualidad con la política. Equilibra a la perfección ideas con acciones. Desde acelerar los procesos de nulidad del matrimonio hasta pedir perdón para las mujeres que abortan; o desde pedir por la pacificación de Colombia en Cuba, hasta renegar de la “cultura del descarte” y pedir la prohibición de armas nucleares a la asamblea general de Naciones Unidas.

Nadie es indiferente o totalmente crítico con su mensaje. Desde ópticas tan diferentes como la de Raúl Castro, los legisladores estadounidenses o los líderes en la ONU que le escucharon su reclamo por “techo, trabajo y tierra”, todos se sienten incluidos. Toman, eso sí, lo que les beneficia y desechan lo que les perjudica.

En este viaje, a diferencia de otros, Francisco pareció que desde su desembarco en La Habana y en Washington prefería abocarse a buscar a la oveja descarriada que ahuyentar a los lobos disfrazados de corderos.

Esquivó ante los Castro ser directo contra la dictadura militar más longeva, así como en el Congreso estadounidense evitó criticar al capitalismo como en su previo viaje por Bolivia y Ecuador. En La Habana prefirió hablar de la revolución de la misericordia y que el Estado debe servir a las personas y no a las ideologías. En el Congreso estadounidense se honró de estar en la “tierra de los libres y el hogar de los valientes”, como reza el himno nacional, pero llamó a la unidad y la tolerancia, algo que escasea entre demócratas y republicanos.

Desde ese Congreso no habló solo para EEUU, sino al mundo. Apeló a la responsabilidad de los políticos por el bien común, con un mensaje que sirvió tanto para los cubanos aferrados al poder como para los estadounidenses dominados por la polarización. Les dejó dos frases perfectas: “Un buen político opta siempre por generar procesos, más que ocupar espacios” y “hay que evitar el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; entre justos y pecadores”.

Como sucede en cada viaje, cada quien hizo uso selectivo de sus frases. Raúl y Fidel Castro creyeron escuchar que la inclusión era la de Cuba en el mundo y no la que pidió Francisco, la de los disidentes en su propia Cuba. Y entre legisladores estadounidenses, los demócratas aplaudieron a rabiar el mensaje sobre el control de armas, los inmigrantes y la ecología; mientras los republicanos se regocijaron con la defensa de la clase media, la familia y la condena del aborto.

Pese a su diplomacia, Francisco cosechó críticas, ya sea por su desaprobación a la pena de muerte o a las guerras para dirimir conflictos. También porque fue demasiado bueno con la tiranía de los Castro, que desde hace 56 años se ha autoproclamado propietaria del libre albedrío de los cubanos.

Francisco tampoco dejó de lado su prédica a favor de la revolución interna. Reiteró a sus obispos y curas que dejen de encubrir la vergüenza de la pederastia, la necesidad de salir al encuentro de la gente para evangelizar en la calle a preferir la comodidad de los templos y a no descuidar a los más vulnerables, refugiados e inmigrantes.


Más líder moral y humanitario de todos que pastoral o religioso para los católicos, la importancia de Francisco se debe a que se encumbró como faro que alumbra y que ayuda a distinguir lo malo de lo bueno. Su popularidad y prestigio deviene por desafiar a todos con un mensaje simple, compasivo y predicar con el ejemplo. Algo que rápidamente encandila, desde que las palabras y las acciones de la mayoría de los líderes del mundo entero están cada vez más desprestigiadas.

septiembre 12, 2015

Aylan y Cecil

Ni los grandes avances como la exploración de Plutón o los retrocesos como la destrucción terrorista de los monumentos históricos de Palmira, tuvieron la fuerza suficiente para sacudir al mundo como dos pequeñas instantáneas tomadas en el lugar y momento oportunos.

Las fotografías de Aylan Kurdi, el niño sirio encontrado ahogado en las costas de Turquía y las del abatido león Cecil junto a sus cazadores en Zimbabue, demuestran que la humanidad se estremece y reacciona cuando tocan sus fibras más íntimas.

Aylan no es el primer niño sirio refugiado que muere, también falleció su hermanito dos años mayor que él y su madre; muchos otros perecieron ahogados cerca de Lampedusa en 2013 y decenas entre los 800 náufragos del Mediterráneo este año. 
Cecil tampoco fue el único león cazado, hay miles más en el mercado negro de trofeos de caza que mueve billones y que potencia la extinción de muchas especies.

¿Por qué entonces unas historias del montón de repente cobran vida, aceleran los tiempos, impactan la conciencia colectiva y se transforman en puntos de inflexión? Porque se trata de relatos simples y de comprensión rápida, de historias individuales que transmiten valores universales, que posicionan a la gente frente a su propio yo y a ponerse en los zapatos del otro, de ahí la invasión en las redes sociales de carteles indignados: “Yo soy Aylan” y “Yo soy Cecil”.

Las historias con nombre y apellido permiten a la gente identificarse con las víctimas y los débiles, con el sufrimiento y la indefensión. Fotografías como las de Aylan apelan a las emociones, crean movimiento y acción; otras, tal vez más dramáticas como las del desastre nuclear en Fukushima, solo afectan el raciocinio, creando algo de empatía y un poco de indignación.

De ahí se entiende que los europeos y sus gobiernos hayan reaccionado ahora por la foto de Aylan y no antes con las historias de 4 millones de sirios que vienen buscando refugio desde 2011. Aylan abrió el corazón de los burócratas o avergonzó a quienes debieron actuar para calmar la indignación. Por una u otra causa, Alemania anunció asilos masivos, y en las calles de Austria, Suiza o Italia, las caravanas de refugiados encontraron compasión y ayuda samaritana.

Aylan apeló a la Europa más empática, caritativa y generosa que ni siquiera había podido mover el papa Francisco desde que pronunció aquel discurso desgarrador a favor de los refugiados en su visita a Lampedusa. Aylan, de golpe y porrazo, destrozó los mensajes xenofóbicos de nacionalistas y proteccionistas.

Cecil conmovió de igual manera. Un solo león fue capaz de contar una historia mucho más fuerte que la quema de millones de toneladas de marfil que se le confisca anualmente a los contrabandistas o que la del rey Juan Carlos durante su caza furtiva en las praderas de Botsuana. Cecil dejó de ser león, convirtiéndose en un mensaje que desnudó la capacidad destructora del hombre frente a la Creación. Más que eso, sirvió para achacar el uso del dinero para comprar, explotar o destruir cualquier cosa que le viene en gana, desde vida silvestre, a esclavitud laboral o prostitución infantil. Cecil gritó contra la arrogancia y la corrupción.

La irrupción de los teléfonos inteligentes y sus potentes cámaras fotográficas facilitan que las historias exploten por doquier y que se cuenten cada vez más en imágenes y no en palabras, potenciando que las emociones se sobrepongan a la racionalización. Esto conlleva ciertos riesgos cuando las fotografías no son debidamente filtradas o cuando las historias son manipuladas. Sucedió en junio del año pasado con otro niño sirio, Marwan, cuando cruzaba en solitario la frontera con Jordania, levantando una ola de indignación tan fuerte como la de Aylan. Días después se supo que la foto fue tomada fuera de contexto, ya que Marwan caminaba solo, pero a decenas de metros de sus padres.


Así como sucedió esta semana con la rabia que despertó la zancadilla de la periodista húngara Petra Lászlo contra un par de refugiados o las selfies pornográficas que algunos políticos estadounidenses enviaron a sus víctimas, las fotografías de Aylan y Cecil muestran que los mensajes pueden ser muy poderosos siempre y cuando sean reales y verdaderos. Esto siempre fue máxima tanto para las palabras como para las imágenes. trottiart@gmail.com

julio 27, 2015

París verde = Oportunidad histórica

El futuro de nuestro planeta está en manos de todos, pero bajo la decisión de unos pocos. Será en la cumbre de cambio climático de diciembre en Paris cuando los gobiernos tendrán la responsabilidad de que la Tierra deje de ser “un inmenso depósito de porquerías” como denunció el papa Francisco. 

La deuda ecológica es grave. De persistir el nivel de contaminación actual, la temperatura sobrepasará los dos grados centígrados de calentamiento en este siglo; y las consecuencias se perfilan devastadoras. Los científicos auguran que un grado adicional potenciará desastres naturales, extinción de especies y escasez de alimentos, agua y energía.

Francisco va mucho más allá y advierte en su encíclica verde, Alabado Seas - cuyo nombre está inspirado en el Cántico de las Criaturas de Francisco de Asís y en la que conjuga las dos pasiones del santo, amor por la pobreza y la naturaleza – que la falta de cuidado medioambiental derivará en mayor miseria, más guerras y menos vidas.

No es casualidad que haya lanzado este documento meses antes de la cumbre de Paris donde deberá firmarse un acuerdo mundial obligatorio para reemplazar al fracasado de Kioto, un manojo de voluntades y buenos deseos. Francisco desafió a los líderes mundiales, sabedor de que la mayoría apunta a mantener el poder a toda costa con objetivos a corto plazo: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.
En la encíclica Francisco no se presta a dudas sobre si el calentamiento es un problema causado por el hombre o consecuencia de un proceso natural del universo. Acusa a los líderes mundiales por su “debilidad de reacción” y haber sometido la política a los intereses de la economía y la tecnología. A esta “debilidad internacional” la describe como la gran causante de los fracasos de anteriores cumbres sobre medioambiente.
En el documento de 191 páginas, dedicado esta vez no solo a los creyentes, sino de carácter universal, reta a todos los gobiernos, principalmente a lo más a ricos, a actuar con rapidez y tomar decisiones drásticas: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”.

Como cualquier novelista que debe presentar su nuevo libro, Francisco tiene una estrategia concreta para machacar por decisiones ecológicas urgentes y hacer a todos responsables. Usará la excelente plataforma del Congreso estadounidense en su viaje de setiembre, así como esta semana convocó a un foro sobre medioambiente en el Vaticano. Frente a 60 alcaldes de todo el mundo, los comprometió a trabajar más allá de lo que hagan los presidentes mundiales. “La Santa Sede o tal país podrán hacer un buen discurso en la ONU, pero si no hay trabajo desde la periferia al centro, no tendrá efecto”, concluyó.

La mayor conciencia ecológica está dando mejores frutos. China, el mayor contaminante con 27% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, después de EEUU con 17.7% y la Unión Europea con 9.9%, anunció este mes un compromiso para descarbonizar su economía. Prometió que para 2030 el 20% de su energía será de fuentes renovables y que reducirá en un 60% su dependencia del carbón.
En coincidencia con el foro del Vaticano, Francia organizó esta semana una Cumbre de las conciencias por el clima. El presidente François Hollande, concluyó que el cuidado del medioambiente es un deber moral y que la reunión de París asoma como oportunidad histórica. Comparó este proceso ecológico con el que se vivió a favor del movimiento por los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial.
La misma dimensión la dieron 36 premios Nobel a principios de mes reunidos en Alemania: “Si no se revisa nuestra cada vez mayor demanda de alimentos, agua y energía, acabará por sobrepasar la capacidad que tiene la Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad, y llevará a una tragedia humana a gran escala”.
Los acuerdos que se alcancen en París trascienden el verde ecológico. Esta oportunidad histórica e invocación de Francisco por una “solidaridad universal nueva”, servirá para buscar un mayor equilibrio económico, combatir la desigualdad mundial y, sobre todo, para construir más paz. 

julio 20, 2015

Francisco, EEUU y Cuba: Para alquilar balcones

Si el peregrinaje del papa Francisco a tres de los países más inequitativos de América Latina levantó polvaredas, su próxima visita en setiembre a EEUU y Cuba será para alquilar balcones.

Necesitará de toda su pericia para lidiar con dos de los países más disímiles de la Tierra. Cosechará halagos por haber sido el artífice de las reinstauradas relaciones diplomáticas que terminaron de sellar Barack Obama y Raúl Castro, pero también vendrá por otros temas sociales y pastorales, y por varias ovejas descarriadas.

Por un lado tendrá a la rica superpotencia, abanderada de las libertades individuales, pero a cuyo sistema capitalista cuestiona y considera que “no aguanta más” por anteponer el servilismo del dinero a los valores morales. Por el otro, tendrá a uno de los estados más pobres del planeta, comunista y  marcadamente represor, que todavía entiende a la religión “como el opio del pueblo”.

A juzgar por sus enseñanzas en Ecuador, Bolivia y Paraguay, Francisco tendrá dificultades en Cuba para hablar de “tierra, techo y trabajo”, tres derechos que Fidel y Castro nunca han considerado dignos del ser humano o regalos de Dios, sino privilegios que otorga el Estado. Y aunque las autoridades le mostrarán sus logros en salud, educación, deportes, y cierta apertura económica, Francisco apuntará a una Cuba libre, donde no debería haber restricciones políticas y se goce de libertad de culto.

A EEUU llegará en un ambiente polarizado, donde las dos fuerzas políticas, demócrata y republicanas, se juegan el puesto de Obama. Así como sucedió en su viaje a América Latina, los políticos serán selectivos en aprovechar las declaraciones que más les gusten de Francisco y descartarán el resto. La demócrata Hillary Clinton ya se prodiga en elogios a Francisco desde que reclamó que las mujeres deben recibir el mismo salario que los hombres. Y los republicanos querrán mostrar que cinco de sus nominados son católicos, entre ellos, Jeb Bush y Marco Rubio, aunque no comulguen al pie de la letra con el dogma de la Iglesia.

En lo económico y social, Francisco se siente más cómodo del lado de Obama, porque las políticas demócratas están más a favor de los inmigrantes, del medioambiente y de una economía más regulada e igualitaria.

Pero esas posiciones más progresistas de los demócratas también conllevan posiciones antagónicas con la Iglesia. Favorecen, a diferencia de los republicanos, el aborto legal y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La posición más conservadora de los republicanos tampoco es un cheque en blanco a favor de Francisco. No creen que el calentamiento global sea todo atribuible al hombre y prefieren mantener a las armas nucleares como disuasivos para la paz.

Dentro de todo el intríngulis político, los católicos estadounidenses tampoco comparten todas las enseñanzas de la Iglesia. Se trata de una fuerza más tolerante y empoderada por la nueva visión de Francisco, quien ha demostrado mayor tolerancia sobre los derechos de los homosexuales – “quien soy yo para juzgarlos” – los derechos de los divorciados a recibir la Comunión y no es tan rígido en debates sobre si los políticos católicos abiertamente pro aborto deben ser excluidos o sobre el celibato y la mayor participación de la mujer en asuntos religiosos.

Francisco tiene mucha claridad sobre conflictos políticos y no le resultará difícil buscar consensos en temas escabrosos, pese a las luchas intestinas entre demócratas y republicanos sobre medioambiente, inmigración, armas y economía. Aunque si bien Francisco se enfocará en recalcar la necesidad del diálogo para dirimir diferencias, y demostrará sus jalones por el nuevo acuerdo con Cuba - así como el que promovió entre Bolivia y Chile o entre palestinos e israelíes, a cuyos líderes invitó a rezar juntos en el Vaticano – los republicanos sostendrán que el gobierno de los hermanos Castro no es digno de pactos o que se le retire el embargo hasta que deje de violar los derechos humanos.

A poco menos de dos meses de su visita, y aunque se entiende que tiene posiciones pastorales más progresistas que Benedicto VI y Juan Pablo II, el poder de Francisco radica en la incertidumbre de lo que dirá y hará sobre dos sistemas políticos y económicos diametralmente opuestos: comunismo y capitalismo. 

julio 12, 2015

Francisco: Evangelizador, político y activista

Francisco desembarcó en América Latina con un mensaje evangelizador, más que nunca provocador y cargadamente político. Cada gobierno y sector lo interpretó a su gusto y conveniencia.

Como activista empoderó a los pobres y marginados. “No se achiquen”, les dijo, pidiéndoles que se organicen y buscar alternativas creativas para ganar “tierra, techo y trabajo”. Ordenó amar a la pachamama, respondiendo a las atrocidades ecológicas que denunció en su encíclica Laudato si’. Condenó el servilismo al dinero y habló pestes del capitalismo, un sistema que “ya no aguanta”.

Como evangelizador pidió perdón por los crímenes de la Iglesia a los pueblos originarios durante la conquista de América. Reclamó a los católicos a no caer en “el alzheimer espiritual” y retó a otras denominaciones cristianas a no disfrazar evangelización con proselitismo para conseguir fieles.

Como político desafió a Bolivia y Chile a dialogar por la salida al mar, así como antes logró sentar a Cuba y EEUU a la mesa de negociación. Se mostró satisfecho por los avances sociales de los gobiernos de Rafael Correa y Evo Morales, aunque reclamó por el “afán de liderazgos únicos”; pidió alejarse de sectarismos y propuestas cercanas a dictaduras; a no confundir “unidad por uniformidad”; y denunció la merma de libertades, la falta de diálogo y el control desmedido.

Fueron las frases más contundentes y directas en contra de muchos líderes que siguen generando divisiones políticas, excluyendo y persiguiendo a todos aquellos que no comparten su visión de país. Pero creo que a Francisco le faltó ser más directo y frontal, ya que Correa y Morales, más preocupados de que sus aparatos de propaganda aprovecharan cada una de sus frases, ni se dieron por enterados.

Hubiera preferido un Francisco más específico; que denunciara los tres pecados capitales que desangran a Latinoamérica: Abuso de poder, corrupción y clientelismo. Lo hubiera preferido más enérgico y enojado para cantar las cuarenta, de la misma forma cuando diferenció pecados de delitos y sacó a los corruptos del Vaticano o arrojó a los curas pedófilos a la justicia ordinaria.

Que Correa y Morales hicieron más que gobiernos anteriores para reducir la pobreza e incluir a los marginados históricos, es cierto. Pero acaso ¿no es ese el deber de un gobierno? ¿Es que tanto se ha descompuesto el papel del Estado, que hay que alabar a aquel que genera bienestar, desarrollo y bien común, como lo exigen las constituciones y se promete en elecciones?

Correa y Morales, así como otros populistas del peronismo kirchnerista, del orteguismo sandinista y del madurismo chavista, abusan del poder. Se están eternizando a costa de reformas constitucionales retorcidas, elecciones manipuladas, oposición amordazada y justicia secuestrada. Todo ello les permite gobernar con impunidad, pese a la alta dosis de corrupción en la que viven. No se pueden tolerar estas prácticas, justificando que gobiernos de derecha anteriores fueron peores.

Mediante prácticas corruptas disfrazadas de Robin Hood, muchos gobiernos meten la mano en la lata usando fondos de la recaudación impositiva para crear grandes aparatos con los que hacen clientelismo desvergonzado, no obra social. Si esa danza de miles de millones fuera canalizada para crear obra e infraestructura pública, más fácil sería alcanzar ese círculo virtuoso de la economía y lograr el objetivo de “tierra, techo y trabajo” que reclama Francisco.   

El clientelismo no es más que un espejismo de bienestar. A la larga, solo sirve para aceitar maquinarias electorales y redoblar los abusos de poder. Doblan la apuesta pisoteando las libertades de expresión y de prensa, se atribuyen la propiedad de la verdad y usan gigantescos sistemas de propaganda para manipular la opinión pública. 

Ese círculo vicioso en el que se retroalimenta la corrupción fue denunciado esta semana por Leandro Despouy, después de auditar por 12 años al kirchnerismo desde la Auditoría General de la Nación. Puso de ejemplo los programas retorcidos de Sueños Compartidos y Fútbol Para Todos.

Ojalá Francisco cierre su gira en Paraguay con severas críticas a la corrupción y que advierta que en vez de jugar a Robin Hood, los gobiernos tienen la obligación de crear bienestar para todos, sin distinciones. 

junio 23, 2015

Patas largas y propaganda

Al contrario de lo que dice el dicho, en la política la mentira tiene patas largas y, peor aún, no tiene consecuencias. Pero cuando pudiera tenerlas, los gobiernos se apuran a neutralizarlas con más propaganda.

La más descarada fue la de Cristina Kirchner. Anunció que en Argentina la pobreza es del 5%; cifra irrisoria si se la compara con el 40% al que la sitúa un informe reciente de la Universidad Católica Argentina.

Sin vergüenza a la ridiculez, la Presidenta, que emula a Hugo Chávez con tal de ser foco de atención permanente, contrarrestó con anuncios rimbombantes las comparaciones sobre el nivel de vida entre argentinos y alemanes. Aumentó un 30% las asignaciones familiares y el presupuesto de Fútbol para Todos que tiene ahora más dinero que la Secretaría de Cultura. Pan y circo.

La mentira pulula entre los gobiernos y es tema central de “Alabado Sea”, la primera encíclica del papa Francisco sobre la contaminación de la “casa común”. Francisco responsabiliza a los políticos y compañías por “enmascarar” los problemas ambientales, mentir y “manipular la información”, favoreciendo sus intereses por sobre el bien común.

Los ricos, señaló, son más responsables. El sayo le cabe, entre otros, a  Barack Obama. Pese a declamar buenos deseos ambientales, duplicó la explotación de energías fósiles, un atajo oscuro para sanear la economía.

La falta de transparencia atraviesa todo color y nivel de gobierno. Desde el espionaje a ciudadanos que denunció Edward Snowden, a las mentiras de Michel Bachelet para encubrir a su hijo o la propaganda del nicaragüense Daniel Ortega, que cada vez que sus familiares se quedan con un nuevo negocio, ya sea una televisora, una finca o una generadora de electricidad, desvía la atención aumentando los beneficios de los programas Hambre y Usura Cero. Combinación perfecta de nepotismo y clientelismo, adobado con propaganda de alto calibre.

Enmascarar la información, como señala el Papa, es habitual en el gobierno del ecuatoriano Rafael Correa. Su última ficha la consumó esta semana. Logró que un juez adicto a su gobierno, Patricio Pazmiño, sea elegido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una institución a la que le declaró la guerra y a la que quiere desaparecer, según sus propias palabras.

Después de una dura batalla mediática en contra del Sistema Interamericano, al que no pudo doblegar, el presidente Correa se apersonó ante la sede de la Corte en Costa Rica y le donó un millón de dólares. A todas luces, se leyó como un soborno político con la intención de comprar un asiento en el tribunal para alcanzar su objetivo de desmantelar el Sistema y para neutralizar cualquier sentencia en su contra, especialmente aquellas sobre causas medioambientales.

Como caballo de Troya, Pazmiño tiene su símil en el juez Eugenio Zaffaroni que el gobierno argentino también logró meter en la Corte. Ambos magistrados, politizados y distantes a la imparcialidad que el cargo requiere, posiblemente seguirán respondiendo a sus gobiernos más que a la Justicia.

La auto alabanza de Cristina y Nicolás Maduro tras recibir un premio de la FAO por la lucha contra el hambre con el que habían galardonado a medio mundo, demuestra que la propaganda es una gran aliada del poder político, por lo que no pueden soslayarse sus efectos y beneficios. Las mentiras repetidas mil veces suelen convertirse en verdades, sostenía Gobbels, el arquitecto del nazismo.

Un estudio divulgado esta semana por la Universidad de California sobre el régimen de Hitler, reveló que la propaganda y la intervención política fueron muy útiles para tapar la realidad y modificar las creencias de la población, especialmente por lo que se inculcó a través de los sistemas educativos y de las organizaciones juveniles.

El problema para los gobiernos es cuando no tienen dinero para gastar en propaganda como los casos de Guatemala y Honduras. Ahí se observa cómo las mentiras tienen patas cortas, como bien reza el dicho, algo que quedó en evidencia con las recientes protestas convocadas en las redes sociales que derivaron en la renuncia de Rosana Baldetti, vicepresidenta guatemalteca.

Por todo esto, la fórmula para detectar cuán corrupto y mentiroso es un gobierno no es nada difícil: Es suficiente con constatar cuán elevado es su gasto en propaganda y autobombo. 

junio 08, 2015

La FIFA y los soplones

Se sabía que la onda expansiva del escándalo FIFA alcanzaría a muchos. No fue sorpresa la renuncia de Joseph Blatter cuatro días después de ser elegido, que el FBI investigue la elección de Rusia y Qatar como próximas sedes mundialistas o que Irlanda recibiera cinco millones de dólares para no demandar por la “mano de Henry” que la dejó fuera del Mundial de Sudáfrica.

Tampoco asombra que Nicolás Maduro después de proponer a Diego Maradona como presidente FIFA allanara la Federación Venezolana de Fútbol, mientras días antes denunciaba que la batahola era una fabulación del gobierno de Barack Obama para quedarse con la organización del fútbol global; o que el trinitario Jack Warner, ex presidente de la FIFA y procesado por corrupción, acusara a Blatter hasta de haber interferido en las elecciones de su país.

Las denuncias inverosímiles continuarán apareciendo, toda vez que la Justicia se siga beneficiando de los soplones que están delatando a sus compadres y compinches a cambio de salvoconductos y reducción de penas. En este chantaje legal en busca de la verdad, la Justicia está logrando desbaratar los embrollos de una organización que vivía por arriba de la ley, que amenazaba a los gobiernos de expulsarlos del fútbol si se atrevían a investigar la conducta de las asociaciones locales.

La renuncia de Blatter no fue sorpresiva. Quizás obedeció a confesiones de los ya sentenciados, el estadounidense Chuck Blazer y el brasileño José Hawilla, quienes denunciaron que el segundo de Blatter, el secretario general,  Jérome Valcke, manejó 10 millones en sobornos. Blatter no podía obviar esos hechos y entre la espada y la pared, tuvo que renunciar. Además, solo contaba con el apoyo de federaciones débiles, como las de África, Asia y Oceanía, pero no de las más influyentes, la europea UEFA y la sudamericana Conmebol, que se repartieron todas las copas desde el Mundial de Uruguay de 1930.

Es probable que ahora, con mayor libertad y para evitar un proceso largo, lento y doloroso, Blatter se convierta también en un soplón al servicio del FBI y de la fiscal general estadounidense Loretta Lynch. Más cabezas rodarán.

Los soplones siempre han pasado de villanos a auxiliares de la Justicia. Si lo sabrá Maduro, cuyo segundo de abordo, el presidente de la Asamblea Legislativa venezolana, Diosdado Cabello, fue acusado de ser el jefe del Cartel de los Soles, un grupo de militares jerárquicos que usan su inmunidad para traficar drogas. Aunque Maduro lo niegue, las evidencias están ahí, especialmente las que aportó a la Fiscalía estadounidense el ex custodio de Cabello, Leamsy Salazar, delator y arrepentido.

No todos los soplones le juegan buenas pasadas al gobierno estadounidense. El más grande de la historia ni siquiera es “garganta profunda”, el que deschavó la conspiración y espionaje del presidente Richard Nixon, sino Edward Snowden que en 2013 se escapó de la Agencia Nacional de Seguridad (ANS) revelando un oscuro ensamblaje de escuchas ilícitas para espiar a los ciudadanos y extranjeros a través del teléfono y el internet.

Más allá de las intenciones de estos soplones, lo cierto es que provocaron cosas buenas. Nixon tuvo que renunciar a la Presidencia y esta semana, debido a Snowden, Obama rubricó una ley que pone límites a la ANS para que no pueda espiar sin orden judicial, enfatizando que la lucha contra el terrorismo no puede imponerse por sobre los derechos civiles más elementales, como el derecho a la privacidad.

La trama de este escándalo es tan rica que ni la ficción la pudo imaginar. Pasiones Unidas, la película sobre la FIFA que esta semana debutó en los cines, quedó muy lejos de la realidad. Pintó a un Blatter paladín anti corrupción, aunque en el guion se deslizó una frase que lo compromete tras cerrar un jugoso acuerdo con Adidas: “Es muy bueno encontrando dinero” dice alguien. Es evidente que en la ficción y la realidad, Blatter no es el ingenuo que trata de simular.

La esperanza para el saneamiento del fútbol es que para las elecciones de diciembre próximo aparezcan candidatos estilo papa Francisco. Cuando este entró al Vaticano, para barrer la escoria del templo usó una escoba con tres elementos: Abrió las puertas para que la justicia ordinaria haga su trabajo, impuso una alta dosis de transparencia y ejemplificó con austeridad. 

marzo 01, 2015

Francisco y el narcotráfico

Cayeron mal en México las palabras del papa Francisco sobre que “ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización”, refiriéndose al avance violento del narcotráfico en Argentina. El gobierno de Enrique Peña Nieto las consideró una estigmatización injusta.
Años atrás el mismo dolor sintió el gobierno de Colombia cuando el periodismo internacional temía la “colombianización” de México, advirtiendo que la violencia de los carteles de Cali y Medellín se estaba expandiendo a Guerrero y Tamaulipas. Cuarenta mil asesinatos de mexicanos después, aquella estigmatización solo fue un crudo diagnóstico.
Los prejuicios y comparaciones duelen por odiosas, pero no se puede desconocer la realidad. Aún más, el papa Francisco hubiera acertado si se refería a toda Latinoamérica y no solo a Argentina, ya que el narcotráfico ha convertido al continente en el más letal del mundo.
Francisco, en realidad, solo citaba el “terror” que los obispos mexicanos dicen se vive en su país cada vez más infiltrado por el narcotráfico, y que se ha apoderado de todos los sectores y estratos, así como lo estuvo Colombia cuando las mafias dominaban, compraban conciencias, elecciones y asientos en congresos, tribunales y alcaldías. Pablo Escobar fue capo y diputado, y jefes de carteles de menor o mayor calibre que él, lamentablemente hoy forman parte de los poderes públicos de muchos países latinoamericanos.
El problema es que muchos se han acostumbrado a que el narco sea parte del paisaje; está institucionalizado. Por ello las denuncias contra el presidente del Congreso de Venezuela, Diosdado Cabello, de que sería el jefe del cartel de los Soles no causaron más que algunos titulares de ocasión.
Denuncias graves parecidas en Bolivia y Perú o sobre elecciones financiadas por el narco en Ecuador, también pasaron desapercibidas. Es que el narco se ha extendido y arraigado en el sistema y creado tácticas de autoprotección. Por eso en ese laberinto de la narcopolítica pocos se atreven a denunciar, y los que lo hacen, políticos, fiscales y periodistas, terminan asesinados y sus crímenes en total impunidad.
Un caso pavoroso que describe esta narcopolítica ocurrió en Paraguay. Se sabía que el epicentro mafioso estaba en Ciudad del Este, pero de tanta inacción del Estado, el narco fue corrompiendo otras zonas de la política nacional. De ejemplo sirve el asesinato del periodista Pablo Medina en octubre pasado, que después de denunciar a un alcalde por narcotraficante, le descerrajaron a tiros la cabeza. Tras determinar que el alcalde era el autor intelectual, la policía requisó de su domicilio toneladas de marihuana, parte de ella camuflada en una ambulancia del hospital público que usaba para distribuirla. Finalmente el alcalde escapó, protegido por policías y otras autoridades que acostumbraban a recibir bonos y beneficios.
No todo son batallas perdidas. El gobierno mexicano viene gastando mucho presupuesto y aportando muchas víctimas contra el narcotráfico, y sin ello la realidad podría ser más oscura. Colombia también se alió al gobierno de EEUU que, admitiendo culpas por generar la mayor demanda de drogas, aportó millones que sirvieron para sanear en parte la política y que el tráfico de drogas quede circunscripto al accionar de guerrilleros y paramilitares.
En este contexto, se avecina ahora el mayor reto de los colombianos para desprenderse aún más de su pasado. Si el proceso de paz entre el gobierno y las FARC se concreta, no hay dudas que los guerrilleros dejarán las armas y se insertarán en la vida política, pero habrá que ver en que manos quedará el negocio millonario del narcotráfico que les ha permitido costear por décadas su ideología.
Medellín es claro ejemplo de batallas ganadas. Después de ser la ciudad más violenta del mundo en la época de Escobar, se ha transformado en capital de la innovación y la tecnología al provecho de sus ciudadanos. Y hoy poco les importa que su pasado siga creando estigmatizaciones y que a la ciudad de Rosario se la conozca como la “Medellín argentina”.
Es entendible que se le reclame a Francisco por la estigmatización incómoda creada entre mexicanos y argentinos. Pero sería una pena que ambos gobiernos se ensañen contra el mensajero, en vez de actuar en contra del narcotráfico. 

enero 25, 2015

Justicia - Nisman: Destinados a ser bananeros

¿En qué se diferencia un país desarrollado de una república bananera?

La respuesta más simple apunta a diferencias de nivel económico y desarrollo entre uno y otro país. La más competente, sin embargo, tiene que ver con el grado de estabilidad política, los niveles de corrupción y la independencia de poderes, especialmente de la justicia.

Sin justicia no hay igualdad y sin justicia independiente un país está destinado a la autodestrucción. La calidad de una democracia, incluso el desarrollo económico, está íntimamente ligada a la calidad de la justicia. Esto es palpable en América Latina.

No es casualidad que Uruguay, Chile, Colombia y Costa Rica tengan mejores sistemas judiciales y, a su vez, menos corrupción, más estabilidad económica y mejor institucionalidad. En las antípodas se encuentran Argentina, Venezuela y México, con poderes judiciales ineficientes, satélites del poder, y con resultado similar: Una superlativa sensación de impunidad, desigualdad e inseguridad.

Las marchas y cacerolazos en Argentina en reclamo por justicia tras la muerte dudosa del fiscal Alberto Nisman, muestran frustración e impotencia social frente a un Estado que, enajenado por el poder de turno, no ofrece ni garantías ni bien común.

El sistema de administración de justicia de Argentina, como el de Venezuela, está infiltrado por el gobierno. Quedó demostrado en ambos casos que los intentos por “democratizar la justicia” no fueron más que la búsqueda permanente de transformar al Poder Judicial en un aparato judicial para el interés y servicio propio.

Difícilmente pueda el caso Nisman ser punto de quiebre para que todo cambie de ahora en más. El kirchnerismo, como el chavismo después de que fue asesinado en Venezuela el fiscal  Danilo Anderson en 2004, sacará a relucir toda suerte de teorías de la conspiración y chivos expiatorios. La primera carta en Facebook de la presidenta Cristina Kirchner ya apuntó en esa dirección. Culpó a extraños y espías, conspiraciones, titulares de Clarín y a la propia víctima, librándose de la acusación de que el gobierno encubrió a funcionarios iraníes por la masacre contra la AMIA, a cambio de favores políticos y económicos.

Fue la misma fórmula original que Hugo Chávez utilizó para perseguir a periodistas y opositores sin ton ni son; muchos acusados, varios encarcelados y otros exiliados.

El secuestro de la justicia, que no se le puede achacar solo al presente gobierno argentino, es el mayor vicio del país. Las reformas judiciales siempre intentaron crear fiscales y jueces “gubernamentales”. La consecuencia es un estado perenne de impunidad e inmunidad, sintetizado ahora en las irregularidades irresueltas de la misma Presidenta sobre sus negocios inmobiliarios, en los negociados del vicepresidente Amadao Bodou y de tantos otros como los Báez, Ciccone, de Vido adosados como ornamentos a un gran arbolito de Navidad.

Es claro. Por la falta de independencia de la justicia se agudizan todos los vicios, el más perverso, la corrupción, y el más violento, las mafias. En su reciente viaje a Filipinas el papa Francisco advirtió que la corrupción o la falta de justicia es el equivalente a “terrorismo de Estado”, el origen de la desigualdad.

Lo más trascendente del discurso de Barack Obama al Congreso esta semana, no fue que se haya enfocado en la mejoría del empleo, la independencia energética y en terminar terrorismos y guerras, sino en su idea de que la justicia y la igualdad son la base del desarrollo de su país: “(Nos) va mejor cuando todo el mundo tiene su oportunidad justa, recibe lo justo, donde todo el mundo juega con las mismas normas”.

EEUU está repleto de ambigüedades y limitaciones como cualquier país. Pero si hay algo que los ciudadanos valoran es la sensación de que las reglas son claras y parejas para todos. Que las leyes no están inspiradas en revanchismos políticos, sino en el bien común.

La certeza ciudadana de que la justicia es independiente al poder político, que no se usa para perseguir o blindar a nadie, que no existe otro interés más que buscar la verdad y de que la ley se aplicará sin distinciones, crea confianza, institucionalidad y despeja el camino para el desarrollo.

La eficiencia de la justicia define a un país; sin independencia cualquier país está destinado a ser bananero. 

diciembre 22, 2014

Francisco: Una brisa que transforma

Terminando el 2014 los medios se apuran a elegir el personaje del año. La revista Time eligió a los luchadores contra el ébola, esa peste tan calamitosa que asalta a la humanidad como el cambio climático al planeta.

Omitieron, sin embargo, al personaje más progresista del 2014: Francisco. Quizás porque la noticia más sorprendente cayó a destiempo o porque el Papa suele pasar debajo del radar por no tener una personalidad estridente. Pero quilates no le faltan, ha logrado en meses lo que otros no alcanzan en décadas. Transformó a la Iglesia, ahora en constante evolución, y se configuró como actor político audaz y astuto.

Más allá de pedir a los religiosos musulmanes que condenen al terrorismo y a líderes mundiales que opten por los pobres, su audacia quedó plasmada en dos hechos concretos, demostrando que su actos no son como la típica tormenta de verano que sorprende y deja todo desbaratado, sino más bien una brisa permanente que reconforta y transforma.

El acto más astuto fue haber convocado al Vaticano al jefe de Estado israelí Shimon Peres y al presidente palestino Mahmud Abas para orar por la paz. Pero el más visionario quedó desenmascarado este miércoles, en su 78 cumpleaños, cuando Barack Obama y Raúl Castro delataron a Francisco como el gran mediador para acercar a sus países, distanciados por más de 50 años.

Obama y Castro le agradecieron por ayudar a derrumbar el último muro de la guerra fría y recordaron las visitas oficiales al Vaticano, donde Francisco usó sus dones diplomáticos para destrabar lo impensable, así como Juan Pablo II usó los suyos para detener una guerra segura entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle.

De todos modos, Francisco reniega cuando lo califican de estratega político, prefiere ser pastor y ejemplo. Con una personalidad en la que se entremezclan la intelectualidad jesuita y la viveza criolla, sus modales calmos suelen terminar como gritos estruendosos que revientan tímpanos y avergüenzan estilos de vida, tanto de agnósticos y laicos como de obispos y religiosas.

Sus frases simples y directas definen la nueva cultura y catequesis que viene imponiendo. A su humilde “recen por mí” apenas salió humo blanco del Vaticano, le sumó la compasiva pregunta “¿quién soy yo para juzgar?” cuando los periodistas lo embretaron por la posición eclesial sobre el homosexualismo, lo que terminó derivando en un documento vaticano más comprensivo con los homosexuales.

A su política de “tolerancia cero” sobre la pederastia, la convirtió en una caza interna de religiosos depravados que arrojó a la justicia, demostrando que pecado y delito no son sinónimos. Y aplicó la misma vara para juzgar los casos de curas abusadores en Granada, que para despedir a obispos corruptos por el turbio manejo de las finanzas del Banco del Vaticano, sentenciando que la “corrupción es el anticristo” del mundo.

Cuando se lo interpeló por estos delitos y por el oscurantismo de las decisiones más terrenales de la Iglesia, Francisco obsequió una frase contundente: “La verdad es la verdad y no hay que esconderla”. De ahí que se lo ame por ser un tipo transparente y autocrítico, que igual le da con pedir a sus discípulos que se aparten de los autos de lujo, a que sean misericordiosos o que evangelicen con alegría y “sin cara de funeral”, como escribió en Evangelii Gaudium.

Francisco es simple pero se mete en terrenos complicados que sus antecesores no pisaban. Pidió que para el conflictivo Sínodo de la Familia de octubre se revisara el estatus de los divorciados a los que calificó de “excomulgados de hecho” y que “no se cerraran las puertas de la Iglesia para nadie”, mientras bautizaba a hijos de personas no casadas.

Bergoglio tiene muchos desafíos pendientes, pero no hay dudas que los zanjará gracias a su espíritu transformador. Entre ellos, la reforma de la curia, la mayor inclusión de las mujeres y una mejor tracción para que no continúe el éxodo de fieles hacia otras religiones.

En cuanto a las relaciones EEUU-Cuba, ojalá que Francisco acompañe el nuevo proceso y su brisa transforme a la dictadura castrista para que respete los derechos humanos y no quede todo resumido solo al intercambio de un par de presos y espías. Los cubanos, todos, están ansiosos por tener libertad y elegir su destino.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...