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enero 27, 2017

México abofeteado, aturdido y humillado

Las mañanitas ya no son tan lindas en México desde el alud Donald Trump. Desconcertados y aturdidos como boxeador cayendo por nocaut, los mexicanos no entienden porque les llueve tanta hostilidad gratuita desde el norte.

Aquí en México, donde me encuentro de visita, las bofetadas a golpe de tuits sorprenden al lustrabotas como a la ama de casa. Los adagios “del dicho al hecho hay largo trecho” y “perro que ladra no muerde” eran el mecanismo de defensa de un país que creyó, hasta esta semana, que las hostilidades antiinmigrante y la construcción de un muro, solo habían sido una estrategia electoral.

A horas del decreto firmado para construir el muro y la promesa de Trump que México pagaría por él, se terminó la incertidumbre que conllevaban las amenazas. Ante el hecho consumado, ya no importa la construcción de la valla, que al fin y al cabo, también evitará el tráfico de armas que se origina desde el norte. Lo que duele es la humillación de un pueblo que no siente que haya provocado grandes males, para que se le pague con medidas tan desproporcionadas, insultos y agresividad que vale para pueblos en guerra.

Duele el irrespeto de una estridente diplomacia trumpista a fuerza de tuits que ridiculiza a cualquiera sin preocupación por las consecuencias. El presidente Enrique Peña Nieto no tuvo otra opción. Canceló su visita prevista para el martes próximo luego que Trump lo destrozara por Twiter: No aparezcas si no estás dispuesto a costear el muro.

Políticos, académicos y la gente dividieron posiciones sobre si convenía el viaje de Peña Nieto. Lo criticarían si iría o no y lo hicieron cuando canceló “porque se tardó mucho en decidir”. Hacer leña del árbol caído no fue difícil con alguien con tan solo 12% de popularidad.

Más allá de la política, las peores consecuencias se sienten en la economía. Los tuitazos de Trump anunciando indistintamente que cobrará aranceles del 20% a los productos mexicanos, que impondrá tasas a las remesas familiares, que penalizará a las compañías americanas que sigan fabricando o ensamblando autos en el país o que renegociará a su favor el tratado de libre comercio de América del Norte, desinflaron las reservas en 3.000 millones de dólares, desplomaron los índices bursátiles, devaluaron el peso y generaron una espiral ascendente de inflación.

Lo asombroso es que, a diferencia de otros políticos, Trump está cumpliendo las promesas que hizo en campaña. Lo hace, además, con una prédica nacionalista y el favor de unos sindicatos que solían alinearse con los demócratas. Sumado a esta sorpresa y subversión del orden político, aturde con medidas tan rápidas como lo que tarda en escribir un tuit. Fue humillante para los funcionarios de avanzada de Peña Nieto que discutían con su yerno Jared Kushner algunos puntos de encuentro, saber que en el mismo instante en el salón contiguo, Trump firmaba el decreto por el muro. Lo mismo hizo con los Obama. A minutos de despedirlos en el helicóptero de retirada, entró al Salón Oval y firmó con desparpajo el comienzo del fin del Obamacare, un plan que Obama tardó años en construir.

Su estilo, irreverente, intempestivo, unidireccional sin diálogo ni concesiones, alejado de la diplomacia y las buenas maneras que suelen prevalecer entre buenos vecinos, agrava las medidas polémicas o buenas que adopta. El muro y las políticas antiinmigrantes no son nuevas. Bill Clinton inició en 1994 la construcción del muro que hoy tiene un tercio construido de sus poco más de 3.000 mil kilómetros y el “deportador en jefe”, como se alude a Obama, fue quien deportó a más de 2.7 millones de indocumentados. Pese a las buenas o malas razones de entonces, fueron medidas adoptadas con prudencia, pasando debajo del radar de la prensa y lejos de los escándalos.

Difícil es predecir lo que sucederá en las próximas semanas (o en días). El mundo está perplejo ante el avasallamiento de Trump a todos los inmigrantes sin distinción de credos y colores. México – así como otros países centroamericanos directamente afectados por el muro y otras políticas antinmigrantes adoptadas - está ante una encrucijada política y económica, a merced de un Trump que se ha auto adjudicado la decisión de su destino. Ese abuso, arrogancia y quita de la soberanía es lo que humilla y aturde. trottiart@gmail.com

     

septiembre 10, 2016

El muro de las ironías y los lamentos

Donald Trump insiste con un muro en la frontera y que México lo pague. El presidente Enrique Peña Nieto le dijo que no, pero por twitter; y tampoco pudo convencer a Hillary Clinton que lo visite. La candidata no quiere explicar que el muro ya existe y que tendrá que seguir deportando indocumentados como masivamente lo hace Barack Obama.

La telenovela depara ironías para todos los gustos. A Trump le hubiera bastado decir a secas, que su intención era alargar el muro para detener a los migrantes ilegales, pero lo traicionó su verborragia fanfarrona. Calificó de asesinos, violadores y narcotraficantes a los inmigrantes, sin saber que los delincuentes prefieren quedarse y gozar de la impunidad de su país. Los nuevos migrantes, en cambio, son niños y familias enteras víctimas de secuestros, traficantes de personas y de la guerra sanguinaria entre carteles.

Por más que hablen y pataleen, ni Trump ni Clinton resolverán mucho. La reforma migratoria la debe solucionar el Congreso, que no atina a dar soluciones coherentes desde hace tres décadas. La parálisis legal tiene de víctimas a 11 millones de indocumentados y obligó a Obama a convertirse en el presidente récord en materia de deportaciones. Echó a más de 2.5 millones de personas durante sus primeros siete años de mandato, más que los 19 presidentes que le precedieron desde 1892.

Pese a cualquier esfuerzo del Ejecutivo y del Congreso, lo cierto es que el sistema migratorio hace aguas por todos lados. Se calcula que el 40% de quienes entran con visa de turista a EEUU se quedan ilegalmente después de los seis meses permitidos. Además, otras leyes positivas del pasado están quedando descompasadas. Una de ellas es la Ley de Ajuste Cubano, que beneficia con alto grado de solidaridad (entrada automática y residencia legal) a quienes escapan de la eterna dictadura comunista de Raúl y Fidel Castro.

La legislación es extemporánea y está creando más perjuicios que beneficios. Desde que en diciembre de 2014 Obama y los Castro hicieron las paces, los cubanos se fugan en masa por temor a que pronto podrían perder sus privilegios. La estampida masiva provocó en 2015 que miles de ellos quedaran varados en terceros países, creándose una crisis migratoria y económica entre naciones centroamericanas, que suficiente tienen con sus propios conflictos políticos y de inseguridad.

El “Lampedusa latinoamericano”, como se denominó a la crisis de refugiados cubanos en su paso por Costa Rica y Nicaragua hacia EEUU, dejó a muchos de ellos a merced de traficantes de personas, asaltantes, explotadores sexuales y de gobiernos sin capacidad de reacción ni recursos para mitigar la situación. La crisis reventó esta semana. Nueve gobiernos latinoamericanos imploraron a Obama detener esos privilegios que terminaron siendo un búmeran y un muro invisible e insalvable para la región.

A los cubanos los motiva la falta de libertad y las penurias económicas. Iguales razones tenían en otras épocas la mayoría de los latinoamericanos para emigrar hacia el norte. Pero la ecuación determinante es ahora la inseguridad. Un reciente estudio, “Vidas a la Incertidumbre” de la Coalición Pro Defensa del Migrante en México, demuestra que en siete de 10 casos la violencia es la causa principal de la migración. La situación está agravada por la impunidad de los malhechores como consecuencia de la inacción del Estado, según denuncia la mexicana Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Otro dato irónico es que si bien Trump puso de moda al muro con sus exabruptos, EEUU hace décadas que lo está construyendo. De las 2.000 millas de frontera que separa a los dos países, 700 millas ya están con vallas, muchas de ladrillos y tejido, y otras con sonares electrónicos y custodiadas por drones. Más irónico aún, es que los descalificativos de Trump contra los inmigrantes ilegales, encuentran sustento en los argumentos que usa Obama para deportar. En 2015, el 91% de los deportados tenía antecedentes criminales, ya sea por delitos cometidos en EEUU o en sus países de origen.


La ironía mayor, sin embargo, es que Trump, habiendo sido políticamente incorrecto en la última semana, logró que sus dichos y acciones sobre este nuevo muro de los lamentos y los agravios, le ayudaron a pegar un gran salto en las encuestas. trottiart@gmail.com

febrero 13, 2016

Francisco; entre Guadalupe y la Santa Muerte

Francisco está en México. Un país paradójico, profundamente católico y sumamente violento. Tan famoso por la devoción a la Virgen de Guadalupe, como por su creciente idolatría a la Santa Muerte.

México ya no es hoy el de las “lindas mañanitas”, sino el de los tenebrosos atardeceres, antesala de noches de temible violencia que prodiga el crimen organizado, amparado por la ineficiencia de un Estado que se ve desbordado y se siente fallido.

El país no solo está impregnado de violencia, sino sumido en la impunidad. La Justicia es escasa, la seguridad nula y el acostumbramiento a cadáveres mutilados colgando de puentes, ha hecho que muchos prefieran no denunciar, sino postrarse ante el fetiche de la Santa Muerte, la “autoridad” más confiable a quien pedirle protección.

En un país pródigo en pecados, donde resaltan los violentos, criminales y corruptos y son finas las líneas que dividen a los “Chapo” Guzmán de los Peña Nieto, Francisco se siente a sus anchas. Retará. Lanzará dardos y dejará frases célebres por doquier. 

Enfrentará al poder revitalizando aquella de “pecadores sí, corruptos no”, excomulgará a los carteles como a la camorra napolitana y la Cosa Nostra siciliana, y se avergonzará de los traficantes de inmigrantes de la misma forma que condenó a los mercaderes de refugiados en Lampedusa.

El derrotero de Francisco está marcado desde que se conoció la agenda de su peregrinaje. A diferencia de los cinco viajes de Juan Pablo II y del de Benedicto XVI por ciudades más acomodadas, como Guadalajara y Monterrey, Francisco, fiel a su estilo arrabalero de Buenos Aires y rebelde ante alfombras rojas y protocolos, se internará en la corrupta Ecatepec, la narcotizada Michoacán, la violenta Ciudad Juárez y la pobrísima zona de Chiapas, bastión de la inequidad.

Sus reflexiones y duros mensajes se escucharán más allá de México. Servirán para avergonzar a más de uno, especialmente cuando toque con su mano el “muro de los lamentos”, esa pared que Donald Trump quiere hacer más alta y más larga para atajar a los migrantes, a los que califica sin distinción de drogadictos y violadores. Sus colegas republicanos, varios de ellos católicos, como Marco Rubio y Jeb Bush, tratarán de usar las palabras de Francisco como trampolín, aunque la cuesta es demasiado elevada.
Como siempre, cada viaje y cada frase de un Papa es tomado en forma selectiva y acomodaticia según el interlocutor. El presidente Enrique Peña Nieto se vanagloriará de haber conseguido su visita, mientras sus opositores las usarán para machacar lo poco que el gobierno ha hecho contra la pobreza, la corrupción y el crimen organizado.

Los datos son tan transparentes que no pasan inadvertidos. Transparencia Internacional tiene a México como un país marcadamente corrupto, grupos de derechos humanos lo definen como el más violento de América Latina, con 151 mil asesinatos y 27 mil desaparecidos en la última década, una violencia que no distingue sectores ni género. 
El Observatorio Nacional del Feminicidio cuenta 1.554 mujeres desaparecidas desde 2005 en el estado de México y la Iglesia Católica, según un informe del Episcopado nacional, estableció que los crímenes y secuestros contra religiosos aumentaron un 275% y que 40 sacerdotes fueron asesinados en los últimos años.

Francisco también recibirá muchas críticas por no atender a los padres de las víctimas de estudiantes incinerados o de niños abusados por el cura Marcial Maciel. Una agenda limitada también le había ganado reproches en EEUU cuando no recibió a víctimas de racismo o en Cuba a disidentes y oprimidos, pero en este caso para no desairar a los dictadores Castro. Aunque como Francisco es dado a saltar protocolos y vallas de seguridad, su espontaneidad fructificará en simpatías, acercándose a la que granjeó Juan Pablo II, por quien los mexicanos sienten todavía más predilección.

Pese a toda la política habitual involucrada, este viaje de Francisco parece más pastoral que los anteriores. Delante de él tiene a dos países opuestos: Aquel que es 83% católico, aunque siga perdiendo adeptos que migran a otras religiones; y el otro, que idolatra a la Santa Muerte. A este último, la oveja descarriada, es al que Francisco le querrá recordar que México es y debe seguir siendo 100% guadalupano. 

marzo 01, 2015

Francisco y el narcotráfico

Cayeron mal en México las palabras del papa Francisco sobre que “ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización”, refiriéndose al avance violento del narcotráfico en Argentina. El gobierno de Enrique Peña Nieto las consideró una estigmatización injusta.
Años atrás el mismo dolor sintió el gobierno de Colombia cuando el periodismo internacional temía la “colombianización” de México, advirtiendo que la violencia de los carteles de Cali y Medellín se estaba expandiendo a Guerrero y Tamaulipas. Cuarenta mil asesinatos de mexicanos después, aquella estigmatización solo fue un crudo diagnóstico.
Los prejuicios y comparaciones duelen por odiosas, pero no se puede desconocer la realidad. Aún más, el papa Francisco hubiera acertado si se refería a toda Latinoamérica y no solo a Argentina, ya que el narcotráfico ha convertido al continente en el más letal del mundo.
Francisco, en realidad, solo citaba el “terror” que los obispos mexicanos dicen se vive en su país cada vez más infiltrado por el narcotráfico, y que se ha apoderado de todos los sectores y estratos, así como lo estuvo Colombia cuando las mafias dominaban, compraban conciencias, elecciones y asientos en congresos, tribunales y alcaldías. Pablo Escobar fue capo y diputado, y jefes de carteles de menor o mayor calibre que él, lamentablemente hoy forman parte de los poderes públicos de muchos países latinoamericanos.
El problema es que muchos se han acostumbrado a que el narco sea parte del paisaje; está institucionalizado. Por ello las denuncias contra el presidente del Congreso de Venezuela, Diosdado Cabello, de que sería el jefe del cartel de los Soles no causaron más que algunos titulares de ocasión.
Denuncias graves parecidas en Bolivia y Perú o sobre elecciones financiadas por el narco en Ecuador, también pasaron desapercibidas. Es que el narco se ha extendido y arraigado en el sistema y creado tácticas de autoprotección. Por eso en ese laberinto de la narcopolítica pocos se atreven a denunciar, y los que lo hacen, políticos, fiscales y periodistas, terminan asesinados y sus crímenes en total impunidad.
Un caso pavoroso que describe esta narcopolítica ocurrió en Paraguay. Se sabía que el epicentro mafioso estaba en Ciudad del Este, pero de tanta inacción del Estado, el narco fue corrompiendo otras zonas de la política nacional. De ejemplo sirve el asesinato del periodista Pablo Medina en octubre pasado, que después de denunciar a un alcalde por narcotraficante, le descerrajaron a tiros la cabeza. Tras determinar que el alcalde era el autor intelectual, la policía requisó de su domicilio toneladas de marihuana, parte de ella camuflada en una ambulancia del hospital público que usaba para distribuirla. Finalmente el alcalde escapó, protegido por policías y otras autoridades que acostumbraban a recibir bonos y beneficios.
No todo son batallas perdidas. El gobierno mexicano viene gastando mucho presupuesto y aportando muchas víctimas contra el narcotráfico, y sin ello la realidad podría ser más oscura. Colombia también se alió al gobierno de EEUU que, admitiendo culpas por generar la mayor demanda de drogas, aportó millones que sirvieron para sanear en parte la política y que el tráfico de drogas quede circunscripto al accionar de guerrilleros y paramilitares.
En este contexto, se avecina ahora el mayor reto de los colombianos para desprenderse aún más de su pasado. Si el proceso de paz entre el gobierno y las FARC se concreta, no hay dudas que los guerrilleros dejarán las armas y se insertarán en la vida política, pero habrá que ver en que manos quedará el negocio millonario del narcotráfico que les ha permitido costear por décadas su ideología.
Medellín es claro ejemplo de batallas ganadas. Después de ser la ciudad más violenta del mundo en la época de Escobar, se ha transformado en capital de la innovación y la tecnología al provecho de sus ciudadanos. Y hoy poco les importa que su pasado siga creando estigmatizaciones y que a la ciudad de Rosario se la conozca como la “Medellín argentina”.
Es entendible que se le reclame a Francisco por la estigmatización incómoda creada entre mexicanos y argentinos. Pero sería una pena que ambos gobiernos se ensañen contra el mensajero, en vez de actuar en contra del narcotráfico. 

febrero 08, 2015

Crudo y cruda corrupción

A más de 100 dólares el barril el año pasado o ahora a menos de 50 dólares, el petróleo sigue siendo la gasolina que mueve al mundo. Influye en la geopolítica, transforma las relaciones diplomáticas y cambia nuestros hábitos de consumo.

Con menores ingresos por venta de crudo, a Vladimir Putin le resulta difícil mantener sus sueños por Ucrania y al gobierno de Irak detener el avance de los terroristas del Estado Islámico. El precio bajo permite a China reducir a la mitad su déficit comercial y en EEUU, con una gasolina que cayó de un dólar a 50 centavos el litro, los consumidores gastan la diferencia en gadgets y restaurantes, aunque también en camionetas de alto consumo, lo que pone en jaque los esfuerzos contra el calentamiento global.

La decisión de la Opec de mantener la producción alta y, por ende, los precios bajos, tiene efectos inconmensurables. Las nuevas relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba que iniciaron Barack Obama y Raúl Castro, impensadas meses atrás, fueron precipitadas por la caída del precio del crudo. Los Castro se volvieron más prácticos al quedarse otra vez sin flujo de caja, desde que observaron que la exportación de algo de los 100 mil barriles de petróleo que les regala el gobierno venezolano no tiene mayor impacto en sus finanzas. Advirtiendo que Venezuela ya no les resulta útil, así como antes descartaron a sus benefactores históricos, Rusia y China, los Castro se acercaron a su eterno rival, EEUU, su última y única carta de sobrevivencia.

Más drástico es el caso de Venezuela. El presidente Nicolás Maduro pasó de ser protagonista a tener influencia mínima en América Latina. En su nuevo papel de pordiosero, aprovechó esta semana foros del Alba y Unasur - creados por Hugo Chávez en épocas de esplendor petrolífero - para pedir a sus aliados que influyan ante EEUU por una “diplomacia de paz” y así recibir el mismo trato que el “imperio” le prodiga ahora a los Castro.

Lejos de lograrlo, en el frente interno Maduro disfraza su ineficiencia administrativa achacándole todos los males al gobierno estadounidense, al que acusa de propiciar la caída de los precios e iniciar así una guerra económica con el fin de derrotarlo. Ya nadie se traga el anzuelo. Las colas interminables y el desabastecimiento de carne de pollo, tampones o baterías para autos, fueron siempre característica intrínseca del chavismo, aun cuando el barril de crudo se cotizaba por arriba de los 100 dólares.

La adicción al petróleo condenó al chavismo a su autodestrucción. La caída del precio no tendría mayor impacto si el gobierno hubiera apostado a la diversificación económica. En cambio, malgastó recursos. Se dedicó a vender ideología y comprar alianzas para pelear contra EEUU en todos los frentes, sin advertir que la perorata ideológica, al mejor estilo cubano, no es suficiente para mantener ni a un régimen ni a un país.

En épocas de vacas gordas, Chávez y Maduro no ahorraron pensando en el futuro. Malgastaron recursos, no construyeron infraestructura, no diversificaron industrias, no invirtieron en educación especializada. Al contrario, mataron a la empresa privada, hicieron propaganda con educación y salud de cuarta, polarizaron y crearon mayor desigualdad entre clases sociales.

Distinto panorama tendría Venezuela si el gobierno en lugar de imitar al retrógrado y fracasado modelo cubano, hubiera mirado hacia los emiratos árabes, donde se comprendió que el petróleo es una materia prima agotable. Hoy los venezolanos gozarían de puentes y carreteras, industrias variadas, empleo, educación de primer mundo y menos pobreza.

El chavismo no es el único gobierno que deberá pagar factura histórica por haber malgastado tanta riqueza. Además de la malograda PDVSA, la mexicana PEMEX y la brasileña PETROBRAS también están condenando la ineficiencia de Enrique Peña Nieto, Dilma Rousseff y a sus antecesores. Recién ahora, en época de vacas flacas, cuando no hay dinero público para gastar y se debe raspar la olla de estas empresas, salió a relucir cuán profunda, arraigada y protegida está la corrupción en América Latina.

Es evidente que el precio del crudo tiene influencias geopolíticas insoslayables, pero no hay que dejarse engañar. La cruda realidad es que la mala administración pública de este recurso es lo que tiene mayor impacto negativo en nuestras sociedades.

octubre 12, 2014

Narco violencia: no solo en Iguala

Los 28 cadáveres de los estudiantes de magisterio que se descubrieron en una fosa común en Iguala, México, muestran la capacidad violenta y despiadada del narcotráfico; difícil de extirpar cuando los gobiernos no adoptan medidas a tiempo.
Ya no hay país libre de esta lacra en América Latina. Puede resultar efectivo, políticamente hablando, echarle la culpa a la demanda por drogas de los países consumidores del norte, EEUU y los europeos. Pero el achaque no resuelve el problema. El narco carcome la sociedad donde produce, comprando conciencias y voluntades, y creando un sistema corrupto donde le resulta fácil instaurar un mercado de consumo, ganar territorios y dedicarse a otros negocios de alto rendimiento económico.
La falta de políticas de Estado eficientes y la impunidad, son el caldo de cultivo del narco. Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema de Argentina, hace años que no baja de su discurso el problema de la inseguridad y la estrecha relación con el narcotráfico. La define como “cóctel explosivo” y demanda medidas que el gobierno ignora o no adopta.
De no actuar con premura, Argentina tiene en el espejo de otros países desafortunados su imagen futura. Los altos índices de criminalidad en México y Honduras, las matanzas en Brasil y las enseñanzas del proceso de Paz en Colombia en donde las guerrillas narcotraficantes de las FARC admiten sus crímenes, revelan que un futuro con narcotráfico es ingobernable y que las conjeturas sobre los beneficios de la legalización de la marihuana y otras drogas son irrelevantes o no atacan el problema de fondo.
El problema de las drogas es corrupción. Cuando el adjetivo narco antecede a sustantivos como estado, elecciones, política, justicia, o comercio, demuestra que los carteles están pujando por más poder y están infiltrados en las instituciones. El proceso no es difícil, corrompe a fuerza de sobres y chantajes o, más naturalmente, se mezcla en las comunidades a través de sus hijos y parientes en escuelas, clubes y entidades, con obras samaritanas y filantropía a destajo, que muchos sospechan, pero también festejan.
La masacre de Iguala, donde se encontraron las fosas con 28 cadáveres y 15 estudiantes siguen desaparecidos, se observa claramente la connivencia del narco con la política y los procesos electorales. Por eso, el primer prófugo, tras la desaparición de los alumnos, fue el intendente de la ciudad, de quien se sabía cercano al cartel de los hermanos Beltrán Leyva, donde dos de sus cuñados hicieron sus primeras armas.
El gobernador Ángel Aguirre del estado de Guerrero anunció que serán investigados los 81 alcaldes del estado para saber si existen más conexiones con el narco; que nadie descarta. Los estudiantes desaparecidos, que reclamaban por la pobreza, la violencia y la corrupción política en la zona, fueron entregados por la policía a los sicarios de los carteles, quienes se arrogan con las armas y la connivencia de las autoridades, la impartición de justicia.
El problema es que los encargados de investigar, policías, fiscales y agentes judiciales, también están sospechados de trabajar para el narco. Ya fueron detenidos 26 policías municipales que cobraban sobresueldos de los Guerreros Unidos. Este Cartel fue el que dio la bienvenida a los policías federales que envió el presidente Enrique Peña Nieto con un narco-pasacalle. Amenazaron al gobierno que si no libera a los policías, darán los nombres de todos los políticos involucrados o en su nómina. Elijan, “ya empezó la guerra”, notificaron.
Tal vez en respuesta a esa muestra de fuerza, el gobierno mexicano esta semana asestó su golpe apresando al hermano fundador del Cártel de Juárez. Así también en Honduras apresaron a los hermanos del Cartel de Los Valles, tomando el control de propiedades lujosas, comercios, hoteles y una televisora por cable, empresas de su propiedad con las que lavaban dinero.
Esto demuestra que la lucha contra el narcotráfico no solo se tiene que librar en la prevención de la violencia, la inseguridad, las adicciones, el tráfico y con la legalización de algunas drogas, sino también en desbaratar las complicidades políticas y financieras que le permiten crear negocios anexos y anidar impunemente en cualquier comunidad. 

enero 24, 2014

Con Edgar Tamayo, todos somos asesinos

Finalmente, una decisión política del gobernador texano, Rick Perry, se llevó puesta la vida del mexicano Edgar Tamayo, pese a las esperanzas de todo México, las peticiones del gobierno de Enrique Peña Nieto y de Barack Obama, las miles de firmas recopiladas por Amnistía Internacional, las plegarias de vecinos y familiares y la expectativa indescriptible en las redes sociales donde se clamaba que la sentencia de muerte fuera suspendida.
Nada importó, ni siquiera los tratados internacionales argumentados por México sobre que Tamayo debería haber tenido asistencia consular ni que Perry y Peña Nieto hayan estado cara a cara en Davos. El gobernador republicano era el único que podía haber detenido esta ejecución, pero tampoco hay que cargarle todas las culpas, ya que no es él el hacedor de la pena de muerte ni quien la administra.
El mayor responsable de esta política de “ojo por ojo, diente por diente” sigue siendo toda una sociedad que tolera o, al menos, que solo despierta a los avatares de la pena de muerte cada vez que impacta la noticia de una ejecución en particular; no de todas.
A esta altura del desarrollo social y cuando hay conciencia extrema sobre los derechos humanos - y hasta por los derechos de los animales y la ecología -  parece una gran contradicción que una sociedad civilizada, consciente, pueda ponerse en el papel de ejecutor para arrebatarle la vida a una persona.
Es verdad que Tamayo cometió un crimen, mató a un policía, y que otros criminales cometen delitos aún más atroces y hasta indescriptibles, y que por eso existe la reacción intestina de desearle a alguien la muerte. Sin embargo, pasar de esa reacción primaria, a establecer leyes que nos justifiquen matar a una persona, nos convierte a todos en criminales.
Un asesinato legal, como el que ampara la pena de muerte, nos iguala a todos en lo más bajo de lo humano. Y uno se pregunta ¿Por qué entonces sorprenderse con aquellos gobiernos y culturas que condenan a sus reos a latigazos o a morir a pedradas? ¿Por qué sorprenderse por los crímenes de Estado cometidos por gobiernos dictatoriales cuando también se amparaban en leyes, decretos o en necesidades oscuras de conveniencia sobre seguridad nacional? ¿Por qué culpar a ciudadanos que hacen justicia por manos propias después que el Estado permite a los malhechores seguir con sus crímenes y permanecer en la impunidad?
Lamentablemente,  la discusión moral y ética sobre la pena de muerte termina siendo disgregada por otro debate que a muchos parece divertir, pero que es aún más repulsivo: ¿Cuál es la forma más digna de morir? ¿Cómo mejorar las dosis de drogas para que la inyección letal tenga efectos más rápidos o cuál será el voltaje más apropiado para matar pero no quemar o fulminar y así guardar las apariencias de una muerte noble?
Estos ruidos sobre el cómo matar a una persona, no nos debieran apartar de la esencia misma de una discusión silenciada: ¿Por qué matar legalmente? ¿Por qué permitir que un gobierno mate? ¿Por qué arrogarnos el destino y juagar a ser Dios?

En su última carta y despedida a sus familiares, Tamayo les imploró que “nunca, nunca se olviden de mí”. Ojala que su pena de muerte no sea en vano y sirva para capitalizar una profunda discusión.

septiembre 20, 2013

Popularidad y espionaje con Peña Nieto

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, a diferencia de la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, no abordará personalmente con el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, el tema del espionaje del que fue víctima por parte de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU.

Razones no dio el mexicano para cuando hoy lo visite Biden, simplemente dijo que las conversaciones serán en torno a temas comerciales  y como solidificar la alianza entre los dos mejores socios del continente. Pero es evidente que Peña Nieto tiene una alta popularidad entre sus pares, ya que de lo contrario, hubiera aprovechado el tema del espionaje como bien lo hizo Rousseff, quien desde que despotricó contra Barack Obama y renunció a visitarlo en octubre por saberse que fueron espiadas sus conversaciones, recobró varios puntos en popularidad.

Peña Nieto, con la fuerza que le dan las propuestas de reformas energética y educativa, entre otras, y a poco de haber asumido, tiene un plafond político y de popularidad que le permite concentrarse en los nuevos esquemas comerciales que Obama delineó en su visita a México en mayo pasado y en solicitar que se apure la reforma migratoria en EE.UU. para que terminen las deportaciones de indocumentados mexicanos y no se coarte el flujo de dinero que los inmigrantes mexicanos envían a sus familiares.


El tema del espionaje no será público para no incomodar la importante relación con el aliado del norte, pero seguramente Peña Nieto tendrá que encontrar el momento adecuado para recriminar a Biden y exigir explicaciones sobre por qué y cómo fue espiado durante la campaña presidencial, y dejar de aceptar las excusas del gobierno estadounidense que todo lo hace por temas de seguridad.


diciembre 19, 2012

Peña Nieto contra el crimen


El nuevo presidente de México, el priista Enrique Peña Nieto, tiene nuevos bríos para enfrentar al crimen organizado. En una presentación de la nueva Política de Estado por la Seguridad y la Justicia de los Mexicanos, dijo que su plan consta de seis partes y que dividirá al país en cinco regiones, con la idea de reducir la violencia, y recuperar la paz y la tranquilidad.

En su alocución no faltaron las críticas al período anterior de Felipe Calderón, sexenio en el que murieron más de 70 mil mexicanos y se dispararon los índices de delitos, entre ellos los homicidios por ejecuciones, los secuestros y las extorsiones.

En su plan de seis estadios, Peña Nieto indicó que creará una Gendarmería con 10 mil efectivos, reorganizará a la Policía Federal, le proveerá de un presupuesto generoso y mantendrá a los militares en tareas de seguridad.

Pero más allá de estos importantes avances, de lo que Peña Nieto no habló es de lo que está desgarrando al país. No dio indicios sobre la corrupción y la impunidad, aspectos que son responsables para que el 70 por ciento de los mexicanos se sienta inseguro.

Es que Peña Nieto habló de un contexto ideal, como si el malo fuera el crimen organizado y el bueno el gobierno y el Estado, sin reconocer que todo eso está muy confundido en el país. Por ejemplo, algunas gobernaciones y cientos de localidades están coludidas por el narcotráfico, mientras que una veintena de legisladores en el período anterior, asumieron pese a sospechas de que estaban patrocinados por los capos de las drogas.

La justicia mexicana es una de las más ineficientes de América Latina con índices de impunidad que sobrepasan el 90%. Un factor que contribuye en gran medida a la alta corrupción que se registra en el país, y por lo cual figura en el puesto 105 de 174 países del índice de percepción de la corrupción que este año reveló Amnistía Internacional.

Sería importante que en esta lucha, Peña Nieto advirtiera que al enemigo también hay que combatirlo desde adentro, donde se es aún mucho más peligroso.

junio 27, 2012

Revuelto a la mexicana

La campaña presidencial mexicana viene de sorpresa en sorpresa y todo parece un sancocho de huevos revueltos. Si algo faltaba, es que el ex presidente Vicente Fox pidiera a sus correligionarios del PAN que no voten por la candidata de su partido, Josefina Vázquez Mota, sino por el máximo contendor, Enrique Peña Nieto, del opositor PRI, quien a horas de concluir la campaña, aventaja a todos sus adversarios en las encuestas.

La sorpresa fue mayúscula y seguramente Fox será expulsado del PAN por su falta de lealtad y además será resistido por el movimiento estudiantil YoSoy132, que viene denunciando y protestando fuertemente contra los medios de comunicación por el posicionamiento privilegiado que Peña Nieto se ha ganado sobre la base de pagos y contratos que hasta fueron denunciados por The Guardian inglés.

Manuel López Obrador (24%) ya está bien consolidado, como en la elección anterior, en el segundo puesto de la preferencia detrás de Peña Nieto (41%) y por delante de Vázquez Mota (22%) – según una última encuesta entre los diarios El Universal y The Dallas Morining News - y ojalá que por la salud de la democracia mexicana, este año no se llegue a los extremos en que la izquierda recorrió las calles del país en reclamo por una elección que creyó y consideró ganada, y robada por el PAN.

Más allá de los resultados del 1 de julio, los observadores foráneos, activistas de los derechos humanos y gobiernos del área, no están solo concentrados en temas internos que hacen a la vida cotidiana de los mexicanos, como la violencia pública, el crecimiento del empleo, la corrupción y la pobreza, sino también, si el nuevo gobierno seguirá o no la misma política de Felipe Calderón en contra del narcotráfico y si un regreso del PRI a la Presidencia, no significaría un regreso al pasado.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...