Sus
críticas contra el imperio y las injerencias de los extranjeros en asuntos
internos fueron siempre sus armas para combatir a burgueses, oligarcas y todo
lo que huela a yanqui. Más que de un convencimiento propio, se trató siempre de
un buen artilugio de mercadeo para permanecer como líder en la izquierda
revolucionaria; porque, en realidad, el comercio con los EE.UU. es alto y su
dependencia de las exportaciones de crudo hacia el norte sigue siendo notable.
Desde
que asumió en 1999, Hugo Chávez demostró cualidades imperialistas; esto es,
siempre estuvo dispuesto a expandir las fronteras de su país, meter a la fuerza
su ideología en otras regiones y entrometerse en asuntos internos de otros
países, pese a que denuncia cualquier crítica foránea contra su país como si se
tratara de una injerencia a la autodeterminación y soberanía del chavismo.
Excepto que esa injerencia sea de los gobiernos de Cuba e Irán.
Esta
semana ocurrieron varias cosas que fueron muestra de su conducta imperialista.
Influyó para que el Mercosur suspenda a Paraguay, y de esa forma neutralizó el
voto negativo de los paraguayos, único escollo que le restaba salvar para
entrar como socio pleno a la entidad comercial. Días antes, su canciller
Nicolás Maduro, se reunió en Asunción con militares paraguayos para
incentivarlos a que defiendan al ex presidente Fernando Lugo durante el proceso
de juicio político y destitución. Y cuando no pudo lograr el objetivo, fue
Chávez quien anunció un embargo de petróleo a Paraguay, del mismo tipo que
critica el que le impone EE.UU. a Cuba, e
igual medida que el Mercosur no quiso adoptar en contra del pueblo paraguayo.
Mientras
todo esto se tejía en el exterior, en el interior Chávez pegó uno de los golpes
más certeros contra la democracia, al hacer añicos la libertad de prensa. El Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) saltándose procesos de apelación, ordenó un embargo
ejecutivo contra los bienes de Globovisión por no haber pagado una multa de más
de dos millones de dólares que le impuso Conatel, por el “delito” de informar
sobre el amotinamiento de la cárcel de El Rodeo, cobertura que dijo estaba
sesgada, catalogó de apología de la violencia y otras barrabasadas más.
El
TSJ también ordenó calcular al Banco Central las costas del proceso y los intereses
morosos ya que Globovisión no pagó a término la multa en diciembre pasado. Se
calculó que la sanción hubiera subido a más de cinco millones de dólares, por
lo que los directivos de Globovisión se vieron obligados a cancelar ayer esa
multa.
Las
razones son obvias. Así como Chávez mandó cerrar el consulado venezolano en
Miami privando a miles de ciudadanos a que puedan ejercer el derecho al voto, pretende
cerrar Globovisión para que los ciudadanos no cuenten con una fuente
informativa independiente a los designios del gobierno.
Lo
del TSJ y gran parte de la justicia, no sorprende, desde hace años Chávez la ha
maniatado, así como a la Asamblea Legislativa, que mantiene récord mundial por
haberle otorgado al presidente leyes habilitantes. En diciembre de 2010, en un
autogolpe parlamentario, el monolítico congreso de entonces le dio a Chávez 18
meses para que legisle y gobierne a su antojo.