sábado, 23 de diciembre de 2017

Noticias falsas: el personaje del 2017

Muchas noticias compiten por ser la más relevante del 2017. En el norte se imponen el rusiagate o el acoso sexual y, en el sur, el caso Odebrecht, que derivó en un combate inusual y masivo contra la corrupción.

Cada país tiene su “noticia del año”; pero, creo que fueron las noticias en sí mismas el personaje de este 2017. Nunca se había generado tanta discusión en torno al contenido noticioso, sobre consumir verdades o estar expuestos a mentiras.

Las noticias falsas o las “fake news” como las definió el presidente Donald Trump y se impusieron en las elecciones presidenciales estadounidenses y en la crisis de Cataluña, han generado profundos debates sobre libertad de prensa, derecho a la información y el valor del periodismo. También provocaron cambios en las formas que Facebook, Twiter y Google distribuyen los contenidos, ya que fueron esos canales por donde las noticias falsas se propagaron hasta el infinito.

La gravedad de las noticias falsas está en la intención premeditada de quien las produce y en el objetivo de lograr una acción determinada, como ocurrió en EE.UU, España o con el Brexit. A ello se suma un agravante fortuito. El gestor se aprovecha de la publicidad que las redes y los buscadores asignan en forma automática a cada tema que se hace viral, convirtiendo a esos hechos falsos, pero atractivos, en un negocio lucrativo.

Este engaño de la era de la post verdad, potenciado por usuarios desprevenidos y medios y periodistas descuidados, ha intensificado la aguda crisis de credibilidad y confianza en la comunicación y sus comunicadores. El papa Francisco, muchas veces protagonista involuntario de las mentiras (su promocionado voto para Trump), calificó al lenguaje falso, sensacionalista y difamatorio de “pecados de comunicación”.

Siempre existieron noticias falsas y exageradas como rubros del periodismo sensacionalista, así como existen la ciencia ficción y los films triple x en la industria del entretenimiento. Ante el buen consumo y la demanda, el mercado lo oferta y exalta.

Ante la proliferación de noticias sensacionalistas en todas las épocas, la gente fue aprendiendo a diferenciar a esos medios y tomar con pinzas sus contenidos. Ahora, sin embargo, con la saturación informativa y las infinitas formas de obtener información, resulta más difícil separar la paja del trigo. El problema no solo radica en que Facebook y Google sean usados por los bots para desparramar mentiras, sino la simpleza con la que cualquier usuario puede replicarlas, más allá de tener o no mala intención.

Revertir esta situación no será fácil. Los responsables de las redes sociales, buscadores y medios ya están aplicando estrategias de contención para las noticias falsas. Se les está cerrando el grifo de la publicidad, creando categorías de noticias con identificación de fuentes de difusión para que los usuarios las distingan, mejor posicionamiento en las búsquedas para las noticias verdaderas y botones de alarma para reportar lo que se detecta como falso.

También los medios y las agrupaciones periodísticas están buscando formas para valorizar la integridad de las noticias y su práctica. Están entrenando sobre valores básicos que pudieron haber quedado en el olvido, revalorizando la precisión y contrastación de fuentes y machacando sobre el chequeo de datos, lo que algunos medios ya han asumido como otro género periodístico.

El problema, sin embargo, no radica tan solo en los responsables de producir información, sino en los usuarios. Desprevenidamente o no, suelen replicar y hacer virales informaciones falsas. Por ello, ante esta disrupción tecnológica que todo lo hace simple y automático, es necesario una mayor alfabetización digital para que el usuario, especialmente los niños y jóvenes, tengan mayor sentido crítico.


El papa Francisco alzó la voz de alarma en estos días frente a un grupo de medios católicos: “existe la necesidad urgente por información confiable con datos verificables…” para que todos “desarrollen un sentido crítico”. Sus palabras coinciden con lo dicho en el informe 2017 de la Unicef , “Niños en un mundo digital”. Recomienda al sector privado proteger a los niños y ponerlos en el centro de la política digital, con el objetivo primordial de “alfabetizarlos digitalmente para que estén informados y seguros”. trottiart@gmail.com