viernes, 22 de agosto de 2008

"Estamos a salvo de los secuestros express”

En post recientes hablé de la hermosa Guayaquil, ciudad costeña de Ecuador. Estuve ahí tres, cuatro días. Al final de cada jornada de un seminario, caminé mucho. Fui por el malecón reformado que da al río Guayas, visité varias galerías de arte y restaurantes en el barrio de Las Peñas, una colina en la que restauraron la ciudad colonial. Disfruté de la amabilidad y hospitalidad de la gente.
Como siempre hago en cada ciudad, pregunto al conserje del hotel cuán seguro es para salir a caminar. “No se haga problema, es una ciudad muy segura, incluso estamos a salvo de los secuestros express”. No sé por qué, pero uno siempre confía en la sabiduría de conserjes y taxistas. Así que caminé y mucho.
Y ayer se me revolvió la sangre. Un titular de El Nuevo Herald rezaba: “Ecuador y Venezuela superan a Colombia en secuestros”. Un estudio de la organización holandesa Pax Christi, explica que los secuestros con fines económicos y extorsivos han crecido sustancialmente y peor aún, casi me caigo de traste: “Solamente en Guayaquil, motor económico e industrial de Ecuador, durante el 2007 hubo 831 secuestros”. Cada renglón que leía “veía” al conserje y cada rincón que caminé.
México, según el estudio, es el país número uno del mundo con cantidad de secuestros express. Brasil el quinto, Ecuador el séptimo, Venezuela el octavo y Colombia el noveno. En Venezuela, según datos oficiales, los secuestros crecieron en el 700 por ciento entre 1999 y 2007, y, como sucede en casi todos los países, el 62% de los casos no son denunciados.
Hoy mismo dieron con el paradero de un conocido, el director de El periódico de Guatemala, José Eduardo Zarco. Lo secuestraron por dos días, lo dejaron tirado y drogado en un hospital, lo desvalijaron. Su familia siempre pensó lo peor.
Quedé mal, impotente, pensando que uno confía demasiado y no hace los deberes suficientes sobre el tema de seguridad.

jueves, 21 de agosto de 2008

A la guerra sí, alcohol no

Uno de los grandes debates que se instaló en la opinión pública de Estados Unidos en estos días, es el tema de la reducción de la edad legal para consumir alcohol, de 21 a 18 años, edad límite establecida en la mayoría de los estados.

La particularidad esta vez, de una discusión tan añeja como el vino, es que la trajo a colación un grupo de 100 decanos de universidades, entre las mejores del país, que no pretenden que la ley cambie de inmediato, sino de que el tema vuelva a ser debate público.

Quienes prefieren la edad de 18 como límite siempre aducen que si un chico de 18 años es apto para la guerra también lo debe ser para confiar en su responsabilidad a la hora de beber. Los decanos alegan que los menores de 21 sí consumen alcohol con sus amigos mayores, pero que esa ilegalidad evita que vayan a recibir tratamiento a las salas de emergencia de los hospitales, una especie de autocensura en el cuidado de su salud.

Para los que sostienen que el límite de los 21 es una edad prudente, dicen que de esta forma se evitan miles de muertes en accidentes de tránsito y las estadísticas les dan la razón. Sostienen además, que cuanto más joven se comienza a beber, existe mayor propensión a caer en el alcoholismo.

El debate tiene esas aristas bien definidas y no hay mucho que discutir. A favor o en contra. Varios estados ya están asegurando que bajarán el límite de edad, como Kentucky, Wisconsin y South Carolina. En Missouri habrá referendo. La tendencia aparenta ser irreversible.

martes, 19 de agosto de 2008

Víctimas del “terrorismo mediático”

El presidente boliviano Evo Morales no desentonó con el resto de presidentes latinoamericanos que en forma constante endilga a los dueños de medios los males de sus administraciones. Siempre con la consabida excusa de disculparse con los periodistas, trata a los dueños de medios como si fueran empresarios cuya intención es siempre derrocar a los gobiernos.

En muchos años que tengo de práctica periodística saqué varias conclusiones, entre ellas, que los dueños de medios pueden tener objetivos distintos a los de muchos periodistas, pero igualmente son periodistas, viven de esta profesión; y además que en la mayoría de los casos, las líneas editoriales están más atadas a los vaivenes de los jefes de Redacción, a los prejuicios de los reporteros que a los propios dueños, porque son, en definitiva, quienes manejan la información diaria en forma periódica y sistemática.

Evo, así como sucede con Hugo Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega, Tabaré Vázquez, Cristina Kirchner, también hacen siempre la distinción entre libertad de prensa con la libertad de empresa, como que esta última siempre está sospechada de no tener objetivos ni intenciones éticas.

El verdadero terrorismo mediático lo comete el propio Estado. En muchos países, pero particularmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia, los gobiernos están cerrando medios, confiscando otros y creando medios oficiales con el propósito de utilizarlos como agencias de propaganda gubernamental.

lunes, 18 de agosto de 2008

Sombras chinas y fuegos artificiales

Los fuegos artificiales en la inauguración de los Juegos Olímpicos fueron eso, fuegos “artificiales”, no existieron. Hubo una nena “ventrílocua” que usó la voz de otra, porque se admitió que era muy fea para la televisión. Los trajes típicos de etnias minoritarias, eran de la mayoritaria y nadie cree que la neblina que cubre Pekín sea eso, sino una nube de contaminación que se mide a más de 40 kilómetros de distancia.

Seguro que habrá mayores descubrimientos. Nadie parece muy sorprendido. Después de todo, este es un país que siempre ha tenido problemas con el derecho de autor o de propiedad y tiene acostumbrado al mundo a ofrecer mercancía falsa, desde carteras a relojes, vestimenta a música. Cualquier cosa es copiada fielmente. Fue por eso, tal vez, que Steven Spielberg, renunció a tiempo, no aceptando trabajar en los efectos especiales para la inauguración.

Los efectos especiales no son otra cosa que eso, percepciones, modificación de la realidad, y las autoridades chinas los han utilizado como instrumento propagandístico. Desde hace años sabían sobre la importancia de venderse al mundo, pero nadie imaginaba que utilizarían las apariencias, falsedades, dobleces, disimulos, disfraces y la ficción para demostrar sus avances.

La mina de oro que han encontrado en sus atletas hubiera sido suficiente para mostrarse como una verdadera potencia mundial. No había necesidad de vender una imagen. La realidad es sorprendente en sí misma.

Los ingleses ya no deben tener miedo para el 2012. Aunque realicen una ceremonia menos esplendorosa, si es auténtica, ya superarán a estas “sombras chinas”.