Los prestigiosos premios
Pulitzer al Periodismo estadounidense se conocieron esta semana. Galardonaron varias
investigaciones periodísticas que destaparon hechos importantes de corrupción,
como el caso de los Panama Papers.
El diario The Miami Herald, en
conjunto con el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos, obtuvo el
premio en la categoría “periodismo explicativo” por una investigación sobre empresas
off-shore contenida en 11.5 millones de documentos filtrados a la prensa. El escándalo
salpicó a 72 jefes de Estado, 29 billonarios de la lista Forbes, futbolistas, celebridades,
financistas; y demostró conexiones con el Lava Jato brasileño y el entuerto de
la FIFA, entre otros casos de corrupción.
Otros premios significativos
fueron para el Washington Post que desenmascaró la falta de transparencia de
las obras de caridad del presidente Donald Trump y para el New York Times que descubrió
como Vladimir Putin impone la agenda del poder ruso mediante una espiral de asesinatos,
ciberacoso e incriminaciones falsas contra sus oponentes. Los Pulitzer reafirmaron
que el buen periodismo es importante para fiscalizar al poder y mantener
confianza en la democracia.
Por otro lado, lo contrario a
la democracia es la corrupción. El presidente de Transparencia Internacional,
el peruano José Ugaz, en una reciente reunión de la Sociedad Interamericana de
Prensa, señaló que la corrupción tiene un impacto negativo sobre la calidad democrática.
Coarta los derechos fundamentales de la población y reduce el desarrollo social.
El agravante es que la
corrupción - o la “gran corrupción” como la define Ugaz – es que castiga más a
los países menos desarrollados. Transparencia Internacional calcula que más de
un trillón de dólares se esfuma de las arcas públicas de países en vías de
desarrollo todos los años; entre 20 y 40 billones terminan en paraísos fiscales,
ocultados en el extranjero.
La corrupción no es una
simple transacción irregular. Ugaz dice que la corrupción mata, enferma, genera
desnutrición, produce analfabetismo, profundiza la pobreza, impide el
desarrollo y afecta la gobernabilidad.
Nada mejor que Venezuela
para ilustrar el problema. El régimen autoritario de Nicolás Maduro ocupa el
puesto 166 de 178 posibles en el Índice Mundial de Percepción de la Corrupción.
Brasil, consecuentemente, con el escándalo de Lava Jato, debería estar en peor
posición que Venezuela. Sin embargo, su puesto 79 obedece al trabajo eficiente de
la justicia para castigar a los corruptos.
Esta semana se conoció otro enorme anillo de corrupción. La “Lista
Fachin”, en honor al apellido de un juez de la Corte Suprema, demostró que cinco
presidentes constitucionales recibieron sobornos de la empresa de Marcelo
Odebrecht, los que fueron canalizados hacia sus respectivas campañas
electorales.
Los 78 ex empleados de Oderbrecht que siguen confesando sus crímenes
para reducir sus sentencias, deschavaron a los ex presidentes José Sarney, Fernado Collor
de Mello, Fernando Henrique Cardoso, Lula da Silva y Dilma Rousseff. Pero
también denunciaron a un tercio del gabinete del presidente Michel Temer, a
gobernadores, intendentes, a 39 diputados y 24
senadores. Todos están sospechados de enriquecimiento ilícito y lavado de
dinero.
De la lista también se desprende que Odebrecht pagó
13 millones de dólares a Lula de Silva, “el amigo de los pobres”, después de ser
presidente, por favores recibidos durante su mandato. Pocos gobernantes de Argentina, Colombia,
Perú, Venezuela, Guatemala, El Salvador, R. Dominicana, Ecuador y Chile quedaron
por fuera del círculo ominoso de Odebrecht.
La justicia brasileña está
mostrando el camino para combatir la corrupción rampante. Sin embargo, en un
continente donde la justicia está secuestrada por el poder político, se
necesitan remedios eficientes en esta lucha: Crear agencias anti corrupción, destrabar
el secreto bancario, acelerar leyes sobre extradición y crear formas eficientes
de cooperación internacional.
Mientras tanto, la prensa,
como quedó demostrado con los casos que salieron a la luz y merecieron los
Pulitzers, sigue siendo una de las mejores auxiliares de la justicia, ayudando
a que se reduzca la tolerancia ciudadana frente a la gran corrupción y generando
presión contra las instituciones. trottiart@gmail.com