No la información oficial, pero sí la propaganda política
para “vender” logros, mostrar actividades y adoctrinar o convencer con ideología,
ha sido desde épocas remotas la marca registrada de gobiernos que, por lo
general, tienen la predisposición al culto a la personalidad de su líder.
Por lo general, la propaganda termina siendo el
complemento necesario para suplir la falta de eficiencia de un régimen. Los gobiernos
populistas de la región han adoptado este método extraordinario de convicción,
de ahí que uno pueda ver hasta el cansancio a Cristina de Kirchner, Nicolás
Maduro o Rafael Correa, inundando cadenas televisivas para mantener – según justifican
– un diálogo sin interlocutores con el pueblo. Es decir, no quieren ser
molestados con preguntas por los periodistas, simplemente decir y hacer la propaganda
que se les place.
Pese a que en esos países no esas cadenas violan las
constituciones, los presidentes mencionados siguen inaugurando espacios en
medios periodísticos gubernamentales – que deberían ser públicos y no para su
uso personal – haciendo campañas mediáticas para vender sus logros, utilizando
dineros del pueblo. Una excelente forma de corrupción disfrazada, una especie
de “lavado de ideas”.
Tal vez el gobierno más desfachatado en este rubro
es el argentino. Ayer la entidad de medios escritos del país, ADEPA, ratificó
los datos que hace un par de semanas introdujo la Fundación LED de ese país,
que estimó, con datos fidedignos y oficiales, que la publicidad oficial del
gobierno de Cristina de Kirchner creció un 3.000% en 10 años. Según esta
fundación, en 2013 el gobierno gastó 10 mil millones de pesos en
comunicación oficial, es decir para publicitar sus actos.
"Esta gran masa de recursos
que dispone el gobierno está puesta alservicio del sostenimiento del
discurso de su propio relato", manifestó Silvana Giúdice, directora de
la Fundación, quien fuera ex presidente de la comisión de Libertad de Expresión
de la Cámara Baja.
En el documento se detalló que
la Publicidad Oficial creció un 3.005 por ciento entre 2003 y 2013 y
que se gastaron 52.258.000 pesos para el seguimiento a la
actividad de la Presidenta las 24 horas los 365 días del año.
Fútbol para Todos, uno de
los emblemáticos espacios tomados por el kirchnerismo utilizado para la propaganda
estatal, le costó al Estado 1.512.088.910 de pesos en 2013.
Lo más triste del caso argentino
y también del venezolano es que no existen leyes de acceso a la información
oficial que penalicen a funcionarios estatales cuando no brindan información
solicitada por los ciudadanos, ni tampoco cuando el oficialismo miente en torno
a datos y estadísticas oficiales como en el caso de los índices de inflación, inseguridad
y desigualdad.
La propaganda, por ello, que les
sirve para propagar actos, mentiras e ideas, termina siendo fundamental para
estos regímenes, como aquellos de los más autoritarios de la historia.