sábado, 24 de julio de 2010

Todos con Chávez: inaudito!!!

Es ensordecedor el grito de varios presidentes latinoamericanos que en seguida se arremolinaron al lado de Hugo Chávez en señal de solidaridad, como Lula da Silva, Rafael Correa o el segundo de abordo en Argentina, Néstor Kirchner, quienes pidieron bajar los decibeles y repensar el rompimiento de relaciones que decretó días pasados con Colombia.
Todos le hicieron el jueguito. Chávez atribuló con su verborragia insultante en contra de Alvaro Uribe, se victimizó, rebatió las evidencias de los colombianos sobre los 1.500 guerrilleros vacacionando en “campamentos de verano” en el lado venezolano, y se crucificó ante las cámaras – junto a Maradona – clavándose en el pecho y las manos y “con lágrimas en mi corazón” por la traición del judas uribista.
Increíble, todos salieron a consolarlo y llega a tanto la hipocresía latinoamericana que ninguno le pidió lo que debe pedírsele a Chávez. Que investigue las acusaciones, que permita a veedores internacionales trasladarse a la región para constatar o no las pruebas presentadas por Colombia – fotos, mapas satelitales, coordenadas, etc… - de la misma forma que esos mismos gobiernos, dentro de la Unasur, ante el reclamo pasado de Chávez, le exigieron a Colombia que demuestre que los soldados norteamericanos usan (entran y salen) de siete bases colombianas, pero que no son bases militares enteramente manejadas por los estadounidenses.
Todos nos preguntamos ahora si las evidencias que presentó Uribe no hubieran sido mejor conseguirlas como se hizo en Ecuador cuando se infiltraron en ese país en un campamento de las FARC, mataron a Reyes y se apoderaron de las computadoras que luego derivaron en miles de pruebas que pusieron en evidencias los nexos de las FARC con la campaña electoral de Rafael Correa, la comunicación directa con Cuba y Venezuela y los nexos con Daniel Ortega que sigue dando cobijo a guerrilleros colombianos. El problema no es que todas estas evidencias existan, sino que todos estos gobiernos las niegan en público, pero las hacen igualmente.
Para borrar la hipocresía, Lula, Kircher y Correa deberían pedirle a su amigote que investigue. Todo el resto, la victimización y rasgarse las vestiduras por las consecuencias de unas relaciones rotas, no es nada más que hacerle el caldo gordo al personaje más autoritario de Latinoamérica. Y todos deben sentirse responsable de seguir alimentando a este patán.

viernes, 23 de julio de 2010

Maradona y su payasada chavista

Que Diego Maradona se haya prestado al circo de propaganda político de parte del presidente Hugo Chávez para romper relaciones con Colombia después de que el gobierno de Alvaro Uribe presentara evidencias contundentes de que las FARC descansan y se entrenan en suelo venezolano, habla de la irresponsabilidad de la AFA de seguir insistiendo de que el ex futbolista y técnico argentino siga al frente del seleccionado argentino.
Un técnico de un seleccionado de fútbol no puede prestarse a los intereses de los políticos, los que siempre terminan por polarizar y dividir, o flirtear con la política admitiendo que pudiera estar tentado a aceptar la oferta de ser candidato a una diputación.
La actitud de Maradona, no solo de prestarse a la payasada de Chávez de ofrecerlo como trofeo de caza para desviar la atención de un anuncio tan importante como es el rompimiento de relaciones bilaterales, sino el hecho de haberse mofado públicamente del presidente electo de Colombia, Juan Manuel Santos, es una actitud netamente política que empaña y enrarece el clima que debe prevalecer en la actividad futbolística.
Es irresponsabilidad e irrespetuosidad de la AFA insistir con Maradona.

jueves, 22 de julio de 2010

Propaganda y autoritarismo

Los métodos de propaganda de algunos gobiernos populistas latinoamericanos no difieren mucho de los del pasado nazista, comunista o fascista; tal vez son más sutiles pero conllevan la misma intención: desacreditar y neutralizar al adversario, al tiempo de halagar y manipular a las mayorías a cambio de su apoyo y obediencia debida.
Los gobiernos de Argentina, Ecuador y Venezuela, tienen una maquinaria propagandística bien aceitada para estos propósitos, y al igual que los regímenes autoritarios de otrora, coinciden en su intención de domesticar o destruir a la disidencia y, en especial, a la prensa independiente, a la que consideran de oposición.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa puso a prueba esta estrategia jugando su propia Copa del Mundo. En los horarios de mayor sintonía durante el Mundial, gastó una millonada en una campaña de propaganda televisiva bajo el lema “La libertad de expresión ya es de todos; la revolución ciudadana está en marcha”, acusando a los medios en general de mentir, fomentar la violencia, desestabilizar al gobierno y ejercer el periodismo con el único fin de ganar dinero.
Con un estilo inconfundiblemente cínico, Correa siempre asume una postura de confrontación y revanchismo con los medios tratando de restarles credibilidad y blindándose ante denuncias e investigaciones sobre corrupción y opiniones críticas, que la prensa, debido a su función social, está obligada a formular. Más aún, así como el gobierno argentino, como férreo impulsor de una Ley de Comunicación que dará al Estado amplios poderes sobre los medios, Correa se desnuda, mostrando su real aversión por el periodismo y la crítica libres.
En Argentina el gobierno del matrimonio Kirchner es aún más directo y sin tapujos a la hora de confrontar con la prensa, hasta incentivó escraches públicos y “juicios éticos” en las plazas, como en la primera época del chavismo venezolano, para incriminar públicamente a periodistas por golpistas y desestabilizadores.
Cada vez que se denuncian actos de corrupción, los medios sufren ataques, desde inspecciones impositivas hasta complots contra sus sistemas de distribución y la fabricación de papel, sus periodistas son espiados y los familiares perseguidos. El reciente escándalo sobre la “embajada paralela” entre Buenos Aires y Caracas con la que se escondían negociados y sobornos a espaldas de la Cancillería, desembocó en la renuncia del canciller Jorge Taiana, a quien la presidenta Cristina de Kirchner le recriminó ser el único funcionario al que “la prensa no le pega”, designando en su lugar a Héctor Timerman, quien de inmediato desvió la atención de las denuncias periodísticas, atribuyendo “conspiraciones mediáticas”.
Así como en Ecuador y Argentina, en Venezuela, no estar en el halo protector del gobierno, ya sea en medios amigos o estatales, implica ser vulnerable a vejámenes y discriminación. De ello es consciente, el directivo de Globovisión, Guillermo Zuloaga, que salió del país para evitar el “enjuiciamiento” del presidente Hugo Chávez, quien en arengas públicas lo acusó por distintos delitos, entre ellos, de desestabilizar la democracia; señaló la cárcel en el que lo hospedarían, anunció que expropiaría Globovisión; todo eso, sin la intervención de jueces, lo que demuestra procesos indebidos y justicia sin independencia.
El problema es que a veces, los medios suelen actuar en forma contestataria y se olvidan de hacer periodismo, convirtiéndose en actores políticos o simples propaladores de opiniones y denuncias, exponiéndose en la arena como oposición o adversarios partidarios, como también sucedió en Guatemala a principios de este mes, cuando el presidente Alvaro Colom acusó a periodistas, en espacios pagados, de atentar contra la democracia.
Pero aún así, esa actitud poco cuidada de muchos medios no debería servirle de justificativo a los gobiernos para descalificarlos, ya que su deber natural en democracia es protegerlos. Cuando no existe esa protección de la libertad de prensa, lo que el público no comprende, es que tarde o temprano, se empiezan a reducir los demás espacios de libertad.
Por ello, la mejor contribución de los medios para desenmascarar el autoritarismo gubernamental, no es replicar opiniones o manejar los mismos hilos de la propaganda política, sino hacer lo que mejor hacen: buen periodismo; es decir, fiscalizar mediante la investigación, corroborar hechos, denunciar la corrupción, y desafiar al gobierno y al público con sus posturas editoriales.

miércoles, 21 de julio de 2010

Robándose Globovisión

Ya no hay dudas de las verdaderas intenciones de Hugo Chávez. Ya anunció ayer como robará Globovisión, obviamente amparado por las leyes, para asumir casi el 50% por ciento de las acciones de la televisora que se quedará con el paquete accionario de dos directivos a los que él considera que están prófugos de la justicia por delitos que su régimen creo.
No es fácil opinar en contra de Chávez en Venezuela, ya que siempre tendrá un resquicio para aplicar leyes sin el menor desparpajo y violar todo derecho humano. La justicia está en su poder, las leyes también y de ahí en más estamos viendo la transformación a pasos agigantados de cómo se fabrica un estado autoritario. Es una lección acelerada y auténtica sobre la habilidad para conculcar los derechos y garantías individuales.
Tanto va el cántaro a la fuente, que Chávez ya casi ni tiene resistencia para quedarse con Globovisión después de venirla degradándola a ella juntos a sus directivos y periodistas.
Esto es lo que dijo Chávez ayer, según lo reportó la agencia AFP: “En un acto público transmitido por televisión, Chávez explicó que Nelson Mezerhane, presidente del Banco Federal, intervenido en junio por el gobierno, posee ``un 20 por ciento de las acciones de Globovisión'' y, a través de otra empresa, un 5.8 por ciento. ``En los próximos días la junta interventora del Banco Federal está obligada a designar un representante en la junta directiva de Globovisión'', indicó Chávez, barajando algunos nombres, entre ellos los conductores de dos de los programas más incisivos de la televisión estatal.
Además, agregó, ``hay otro 20 por ciento de las acciones de Globovisión que están en el aire'' pertenecientes Luis Teófilo Núñez, uno de los fundadores del canal, que falleció en el 2007, por lo que ahora ``eso pasa al Estado''.
Entonces, ``25.8 por ciento más 20 por ciento da 45.8 por ciento, compadre'', celebró el mandatario entre risas y aplausos. El resto de las acciones de Globovisión están divididas en accionistas minoritarios. ``Nadie va a decir que lo estamos expropiando. No, nos estamos incorporando al negocio'', añadió Chávez.
AFP también mencionó que Chávez insinuó recientemente que su gobierno podría ``recuperar'' además las acciones de Guillermo Zuloaga, presidente de Globovisión, y de otro de sus accionistas, sobre quien pesa una orden de arresto por un delito de ``usura'' y que se encuentra fuera del país.
Lo peor de todo es que ningún organismo internacional, como la OEA, se está manifestando en contra del peor atropello a la libertad de prensa que está sucediendo a la luz del día y sin tapujos y total desparpajo.

martes, 20 de julio de 2010

Chávez, Uribe y Santos

Si la OEA accede al pedido del gobierno de Colombia de que este jueves la sesión sea pública, en la que presentará pruebas contundentes sobre la presencia de guerrilleros colombianos en suelo venezolano, se estaría en presencia de un evento que deschavaría a Hugo Chávez como uno de los gobernantes protectores del terrorismo; algo sobre lo que se ha escrito y dicho muchas veces y que denunció la computadora de Reyes, aunque el presidente venezolano lo desmintió categóricamente.
No es de fiar que la OEA acceda a tal petición, que más que dar a conocer la verdad, busca además tener un efecto en la opinión pública, en parte para aquietar las aguas entre el presidente colombiano Alvaro Uribe y quien asumirá en tres semanas, Juan Manuel Santos. La relación ha crecido en tirantez en las últimas semanas debido a que el presidente electo hizo designaciones que no fueron del agrado de Uribe y porque denunció a Chávez como protector de guerrilleros, justo en el momento en que Santos había logrado cierto compromiso para que el líder venezolano asista a su ceremonia de asunción; y así, recomenzar un diálogo para reabrir las fronteras comerciales, cerradas desde la incursión colombiana en Ecuador para abatir a un grupo de las FARC.
Aunque la mayoría de analistas colombianos hayan calificado de grotesco el gesto de Uribe o contrario a los intereses del nuevo Presidente, me parece todo lo contrario. Primero, porque si es cierto que posee evidencias sobre la presencia guerrillera en Venezuela, Chávez quedaría como lo que es, un líder mentiroso ante la comunidad internacional y no habría por qué ocultar esa información o condicionarla políticamente; segundo, porque Uribe no puede dejar resbalar su responsabilidad por más que le queden solo tres semanas de poder; y tercero, y aún más importante, porque le quita presión a Santos de tener que iniciar una presidencia teniendo que denunciar un problema. De esta forma, su primera acción no será denunciar sino buscar cómo solucionar el problema, lo que lo pone en una posición proactiva, ni reactiva ni defensiva.
La denuncia de Uribe es la mejor primera salida para Santos.

lunes, 19 de julio de 2010

Día D; de Diego

Mañana la selección de Argentina dará uno de sus pasos más importantes cuando se decida la contratación o no de Diego Maradona, el técnico más despreciado de este Mundial, antes de la Copa del Mundo, al menos; mientras que después, fue el justificativo para que todos se sientan que tuvieron la razón la razón. Maradona valió oro como jugador, pero es un plomo como técnico.
El próximo Mundial de Brasil 2014 está cerquita, y las eliminatorias se toparán luego con la Copa América por lo que ya nadie querrá hacer cambios para esa época, a no ser que la selección fracase nuevamente en Mar del Plata. Si debe haber un cambio este es el momento de hacerlo.
Puede que Maradona vaya disipando dudas en los próximos partidos y vaya convenciendo a algunos en lo futbolístico, pero creo que el peor error es permitir que la selección de un país esté dirigida por un hombre al que ya se le señala como candidato político por el partido gobernante, que lo único que ha sabido hasta ahora es polarizar al país.
Se puede permitir que un técnico de fútbol polarice a un país pero en términos deportivos, pero jamás que practique la política. Si Maradona es elegido mañana como técnico de la selección, todo quedará complicado.

domingo, 18 de julio de 2010

Lobbying y Washington

Volver a Washington siempre es bueno; aquí hice mis primeras andanzas periodísticas en los ochenta, me casé y nació Tomás, mi hijo mayor. Washington trae muchos recuerdos de juventud y tiene recovecos para seguir descubriendo. Es una ciudad hermosa.
En los primeros dos días pasaron cosas muy extrañas. La mejor, tal vez, haber estado justo el jueves en visita a la sala de Redacción del Washington Post, cuando se daba la noticia de que BP había logrado cerrar el pozo y detener, por ahora, el peor derrame de petróleo de la historia. Los televisores en el Post mostraban, en pantalla compartida, el antes y el después del petróleo fluyendo.
Y ayer, se disparó lo que es algo muy raro en esta zona del país, un temblor de 3.3 en la escala de Ritcher, que algunos sintieron bien tempranito, y que si bien despertó temas de charla durante el día, para algunos de los compañeros, como Julio Muñoz, chileno, y Bruce Brugman, californiano, se trató solo de un cosquilleo.
Tal vez lo mejor fue haber descubierto con ellos el bar del hotel The Willard, en plena avenida Pennsylvania a dos cuadras de la Casa Blanca, bien conocido porque es adonde se adjudica la etimología de la palabra lobbying. En 1870, el presidente de Estados Unidos, Ulises Grant, solía hacer algunas reuniones y tener cierto esparcimiento en este hotel que fue lugar de reunión clave para acuerdos de paz de la Guerra de Secesión.
Muchas personas querían saludar al Presidente o influenciarlo o reunirse con él, esperándolo en el looby de este hotel para tener una oportunidad de acercarse a él. De ahí parte la palabra lo~bbying, lo que en españols se conoce como cabildeo.
El bar, que todavía mantiene su mostrador redondo en el medio del espacio, está decorado con retratos de los políticos de la época del siglo XIX que lo frecuentaban y hasta pernotaban en ese hotel, como los presidentes Taylor, Fillmore, Pierce, Buchanan, Lincoln, Grant, Taft, Wilson, Coolidge and Harding. También los historiadores nombran a gente famosa de la época, como Buffalo Bill, Walt Whitman y Mark Twain, quien escribió dos libros en The Willard, ubicado a solo dos cuadras de la Casa Blanca, en la intersección de la Avenida Pensilvania y la Calle 14.