Mientras el mundo entero está pendiente de las repercusiones que
tienen para el gobierno de Barack Obama las denuncias sobre espionaje del
soplón Edward Snowden, en EE.UU. la conversación está delimitada por un caso
más pequeño, pero de gigantescas proporciones, que reinsertó en la opinión
pública la siempre herida abierta del racismo y la polémica sobre la portación
legal de armas.
La absolución de esta semana de George Zimmerman, un vigilante vecinal
voluntario de raza blanca e hispana que mató de un tiro y en defensa propia a
Trayvon Martin, un jovencito negro de 17 años, tuvo en vilo a la justicia, al
retrotraer imágenes de otras épocas no muy dignas en el país. Por un lado, la imagen
de la segregación racial, cuando los blancos quedaban impunes después de matar
a un negro y, por otro, la del far west, cuando
cualquiera, pistola en mano, podía hacer justicia por manos propias.
El juicio fue polémico, dividió a la opinión pública y arrojó a miles
a las calles en protesta, aunque sin los disturbios de otros casos que tuvieron
mayor connotación racial. Hasta el presidente Obama, quien después del crimen en
febrero de 2012 dijo que si tuviera un hijo “sería como Trayvon”, trató ahora de
calmar los ánimos y de no azuzar las protestas, pidiendo aceptar el fallo pese
a la apariencia de que no se hizo justicia.
Pese a esa percepción, sucede que la sentencia de inocencia de
Zimmerman dictada por un jurado de seis mujeres, no se percibe como injusta ni
mañosa, sino ajustada a una ley de defensa personal, “Stand your ground”. Para
muchos es justamente esa ley la ilícita e injusta, ya que permite usar fuerza letal para defenderse.
Los reclamos que ya se extendieron en las calles de las 100 ciudades
más importantes de EE.UU. son contra estas leyes que permiten la portación
legal de armas, instaurada primero en 2005 en la Florida y diseminada por 25 de
los 50 estados del país. El famoso cantante Stevie Wonder hace rato que dejó de
tuitear por el tema racial, amenazando con un boicot de su voz a todos los
estados donde existen leyes que permiten tirar y matar en defensa propia.
El
gobierno de Obama, que todavía no tuvo éxito en impulsar el control de armas,
vio una hendija perfecta por donde lograr su objetivo. Eric Holder, fiscal
general, dijo que el gobierno tomará medidas para impulsar reformas a las leyes
de legítima defensa al considerar que “contribuyen a generar más violencia de
la que evitan”. Aunque no le será fácil, la Asociación Nacional del Rifle, el
grupo pro armas de EE.UU, ya acusó al gobierno de “explotar” el caso de Trayvon
y sigue sosteniendo, con el respaldo de una gran parte de la población y de los
legisladores nacionales, que la defensa propia “es un derecho humano fundamental”.
Los activistas de derechos civiles tampoco quieren
quedarse con las manos vacías. Han copado las oficinas del gobernador de la
Florida, Rick Scot, pidiéndole que convoque a una sesión legislativa
extraordinaria para que se derogue "Stand your Ground". También están presionando
a los fiscales federales para que, resuelta la inocencia de Zimmerman a nivel
penal, se lo encause por lo civil. Algo parecido a lo que le pasó al famoso
O.J. Simpson, quien si bien fue librado penalmente por los crímenes de su
esposa y amante, fue arruinado civilmente por las indemnizaciones millonarias
que debió pagar a los familiares de las víctimas.
Más
allá de las emociones de rabia e indignación que este fallo despertó, lo cierto
es que la justicia actuó y no hay impunidad. Debido a la falta de evidencias y
de testigos, y de que no se pudo comprobar que Zimmerman se precipitó o tuvo
prejuicios raciales al disparar a Trayvon, los defensores supieron plantear
dudas razonables en el caso, y argumentar que Zimmerman, actuó ajustándose a lo
que la ley le permitía.
Lo importante es que la repercusión mediática
y los valores universales que este caso permeó, permiten al país seguir
manteniendo una conversación abierta y descarnada sobre temas relevantes, como
la discriminación racial y la legítima defensa personal. Dos temas que, paradójicamente,
no permitirán a quien los incentivó, Zimmerman, ser verdaderamente libre, pese
a que fue librado de culpas y rejas.