lunes, 28 de julio de 2014

Internet, leyes y sus desafíos a futuro

Navegar gratuita y libremente por la web fue posible gracias a un mundo digital  que hasta ahora había pasado inadvertido para los legisladores. Pronto cambiará. Los gobiernos están más ávidos y confiados de poder domar a ese "potro salvaje", como llama al internet el restrictivo gobierno cubano.

Por eso el presidente de Google, Eric Schimidt, visitó Cuba en julio, así como Corea del Norte, pregonando las bondades del internet para el crecimiento económico y la innovación, debilidades de los gobiernos más autoritarios. Schimidt está tratando de neutralizar la predisposición de gobiernos y legisladores, de cualquier tendencia, que pretenden controlar y vigilar el internet y la información, con la intención de manipular las voluntades de los ciudadanos.

Aunque existe optimismo sobre los beneficios del internet para el desarrollo humano, un nuevo estudio del Pew Research Center de EE.UU., ve con  pesimismo la vida digital en 2025. El informe señala que el internet será menos abierto y más restrictivo, debido a las trabas y la censura que promoverán los gobiernos por cuestiones políticas, a que prevalecerán los intereses económicos de los proveedores de servicios y a que los usuarios resguardarán cada vez más su privacidad.

No hace falta ir al 2025 para ver esa realidad. La tendencia ya comenzó y parece irreversible. No solo Cuba o China filtran, bloquean y controlan el contenido por internet, sino también en sociedades más libres, como en EE.UU., este sirve para espiar a los ciudadanos.

En México los temores de un internet restrictivo se hicieron evidentes en la actual reforma de la Ley de Telecomunicaciones. La nueva ley, de ser aprobada, aunque tiene como positivo la erradicación de prácticas monopólicas de las empresas telefónicas y de servicios de internet, permitirá a esas compañías rastrear a los usuarios y suministrar datos sobre ellos sin necesidad de una orden judicial. Las autoridades también les podrán solicitar el corte de los servicios de telefonía móvil cuando lo crean oportuno para interrumpir, por ejemplo, la organización de manifestaciones públicas, práctica que utilizó el gobierno de Egipto para bloquear las protestas prodemocráticas durante la Primavera Árabe.

La ley mexicana también derrumba el concepto de neutralidad de la web. Las compañías que ofrecen servicios de internet podrán cobrar precios diferenciados a los usuarios según el tipo de velocidad de descarga que requieran. Esto generará servicios más caros que terminarán dificultando el acceso de los más pobres, borrando los objetivos más nobles sobre que un internet abierto, libre y barato ayuda al crecimiento y a la economía mundial. Justamente un estudio reciente de la firma Deloite estableció que una mayor conexión digital en países en desarrollo crearía 140 millones de trabajos y sacaría a 160 millones de personas de la pobreza.

Este es el tipo de visión que persigue el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, que junto a Google cabildea en contra de la posibilidad de que la Agencia Federal de Comunicaciones de EE.UU. permita eliminar el requisito de neutralidad. Si prevalece esa postura, se creará un efecto dominó negativo en países de la Unión Europea, Chile y Brasil, donde la neutralidad está protegida por ley.

Zuckerberg tiene los pies en la tierra. No cree en el optimismo exagerado de aquellos que ven a la telefonía móvil como la panacea para conectar a todo el mundo y expandir el conocimiento y las economías. Cree que el servicio es exageradamente caro. No concibe que un usuario deba pagar un promedio de dos mil dólares al año para tener un teléfono inteligente y servicio de internet. El desafío, según él, es crear mejores tecnologías de telecomunicaciones que le permitan a las empresas proveedoras ganar dinero, pero, a la vez, dar servicios de conexión más baratos y mejores.

Justamente este sábado, en el Parlatino, el gobierno de Ecuador presentó un proyecto de ley de comunicación para toda América Latina que, a semejanza de la propia, servirá para censurar y perseguir contenidos, no solo de los medios, sino también los que los usuarios buscan, comparten y difunden en internet y en las redes sociales. La tendencia a la censura es irreversible y combatirla es nuestro nuevo desafío.