viernes, 14 de septiembre de 2012

Cacerolazo contra la arrogancia


Miles de argentinos cacerolas en mano, y auto convocados a través de las redes sociales, recorrieron ruidosamente anoche las calles de Buenos Aires, Córdoba, Mar del Plata, Rosario, Mendoza y otras ciudades, para protestar contra el gobierno de Cristina de Kirchner y sus políticas restrictivas.

Muchos argentinos creen que el gobierno ya ha acumulado muchas evidencias y demostrado que con sus controles y propaganda desmedidos se está convirtiendo en cada vez más autoritario. Las comparaciones entre el kirchnerismo y el chavismo no pueden ser obviadas y por eso la gente pedía muchas cosas anoche desde mayor libertad y seguridad pública, hasta que se acabe la corrupción, la manipulación de las estadísticas, la pobreza y las cadenas nacionales.

El gobierno nacional ya comenzó a desmeritar los alcances del cacerolazo, poniendo en evidencia su increíble arrogancia. Convendría que el gobierno, que debería ser de todos los argentinos y no solo ladeado a unos sectores, hiciera un esfuerzo para entender el mensaje que anoche se regó por las calles.

Se trató de un cacerolazo implorando por un gobierno menos autoritario y arrogante, y más incluyente. Ojalá este tipo de manifestaciones ciudadanas genuinas, alejadas de los intereses partidarios, sigan cobrando fuerza para que el gobierno se vea obligado a escuchar y no solo emitir discursos, decretos y propaganda. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

La lealtad de los hispanos


Son hispanos, jóvenes e influyentes. Julián Castro y Marco Rubio fueron reconocidos con puestos de honor (y conveniencia) en las convenciones  demócrata y republicana, por representar a la nueva generación de una fuerza hispana de 52 millones de habitantes, que cada año gana mayor peso en el escenario político estadounidense.

Castro, alcalde demócrata de San Antonio de ascendencia mexicana y Rubio, senador federal republicano por la Florida, de abuelos cubanos, fueron los únicos, entre decenas de oradores, en hablar sobre inmigración. Sin embargo, lo hicieron con discursos al estilo telenovela, floreándose con anécdotas sobre abuelitas y padres que debieron saltar obstáculos y trabajar duro para que sus hijos puedan estudiar y alcanzar el sueño americano.

El sentimentalismo aguó ojos, pero desenmascaró que ninguno de los dos partidos tiene ideas y propuestas firmes sobre el tema más importante para los 11 millones de indocumentados hispanos, como se evidenció en los discursos de los candidatos Barack Obama y Mitt Romney, más urgidos por los temas económicos.

La comunidad latina que pretende una reforma inmigratoria integral como la alcanzada en 1965, quedó con más dudas que respuestas luego de las convenciones, y con poca esperanza de que el tema se resuelva en los dos meses que quedan de campaña electoral. El tema no es fácil, trasciende a los hispanos, aunque se trate de la mayor población minoritaria y la más urgida. 

Si por inmigración se votara, la elección ya estuviera resuelta. Los hispanos, con una fuerza electoral de 12 millones, tres más que en 2008, favorecen en un 70% a los demócratas. Están alentados a votar por Obama, desde que el Presidente dictó el decreto de “acción diferida” que detuvo por dos años las deportaciones de los “dreamers”.

Pese a que Obama no cumplió con su promesa de alcanzar una reforma integral y a la demagogia de la “acción diferida”, que no puede esconder las 400 mil deportaciones por año durante su Presidencia, las opciones de triunfo de los demócratas son más claras por contraste. Es que los republicanos hicieron lo inimaginable para espantar votos. Romney propone una autodepuración de la comunidad hispana, con programas de auto deportación, terminar el muro fronterizo con México - con reminiscencias de la Alemania dividida - y entregar visas solo a universitarios y trabajadores especializados.

Romney piensa que todavía está a tiempo de revertir la voluntad de los hispanos, si logra que piensen en términos de bienestar económico y valores familiares. Sabe que es el grupo más golpeado por el desempleo, muy por arriba de la tasa promedio del 8.3%, y que la enseñanza católica en contra del aborto y de los matrimonios del mismo sexo, se asemejan a los principios más conservadores de su partido. Estima que con ellos podrá contrarrestar la plataforma demócrata que promete más impuestos a los ricos y asistencia gubernamental en salud y educación, para beneficiar a minorías en desventaja como la latina.

Los hispanos son difíciles de cortejar y entender, algo que el ex presidente Ronald Reagan retrató muy bien: “Los latinos son republicanos, pero aun no lo saben”. Es que en su mayoría, los hispanos llegan a Estados Unidos en busca de valores más conservadores como el sueño de trabajar duro y ser recompensados, lo que en sus países se les niega; pero, de a poco, ante las desventajas económicas, prefieren un Estado asistencialista más cercano a los principios liberales.

Por ahora, Obama sabe que tiene las mayores chances de captar los votos de los hispanos, aunque no puede dormirse en los laureles. En su contra tiene una economía endeble y una reforma inmigratoria inconclusa; pero, especialmente, debe lidiar con una comunidad renuente a movilizarse sin incentivos, como demostró en las elecciones legislativas de 2010, cuya ausencia en las urnas provocó que los demócratas perdieran por paliza.

Aunque los hispanos parecen más inclinados a votar por quienes ofrecen más soluciones en inmigración que en economía, lo que está en juego es su lealtad partidaria – valor resaltado por Castro y Rubio - de una comunidad que en 25 años compondrá el 40% de la población y se convertirá en la mayor fuerza laboral y económica del país. 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Hugo y Cristina apuestan al miedo


Cada vez se asemejan más los dos estilos de gobernar en Venezuela y Argentina. Tanto Hugo Chávez como Cristina de Kirchner son día tras días más arrogantes y últimamente han apostado al miedo para atraer agua para sus molinos, creyéndose que más que gobierno son Estado.

Chávez acaba ayer de refrendar sus dichos de que si no gana las elecciones el mes próximo, en Venezuela se desatará una guerra civil. Un claro mensaje anti democrático e irresponsable de parte de un comandante de las Fuerzas Armadas y de quien ha creado unas milicias populares que, armas en mano, no tienen la instrucción necesaria para defender las instituciones del Estado, porque han jurado la lealtad a esta revolución y su líder. Los dichos de Chávez no solo son amenaza e intimidación, sino también violan preceptos constitucionales respecto a las garantías y observación que los gobernantes están obligados en materia de paz y bien común.

Chávez no ha quedado solo en los dichos. También su gobierno, creyéndose Estado, comenzó esta semana los trámites para su alejamiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y así desconocer a la Comisión y a la Corte interamericanas. La maniobra deja desprotegidos a los ciudadanos  venezolanos ante violaciones a sus derechos humanos, ya que es el único lugar al que un individuo puede acudir toda vez que se agotan los recursos judiciales internos. 

Pero esta actitud, asumida por Chávez en represalia por varias decisiones y fallos de los organismos internacionales en contra del Estado, es la misma que adoptó durante todo su gobierno expulsando de Venezuela – o no permitiendo entrar - a varios supervisores de los derechos humanos, tanto de organismos multilaterales como de ong, como Human Rights Watch.

Quien pierde con esta decisión no es el gobierno, sino todos los venezolanos.
Respecto a Cristina, su reciente frase sobre que no solo hay que temerle a Dios sino un poquito a ella, resume su soberbia actitud como gobernante. Su gobierno ha deletreado un gran número de controles sobre los argentinos que parece haber salido de un libreto de las dictaduras militares de antaño.
Más allá de los conocidos controles cambiarios que han afectado hasta la formas de ahorro y los viajes de los argentinos, y de la vehemencia con la que la Presidente se enfrasca en guerras con todos los sectores, particularmente contra medios y periodistas, se conoció en estos días una encuesta de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la agencia recaudadora de impuestos, que pretende que los ciudadanos les cuenten a través de qué medios se informan y hasta por qué simpatizan con determinado periodista u columnista.
Denominada “Encuesta de preferencia de medios de comunicación”, la AFIP La muestra como un sondeo no obligatorio, que busca identificar cuales son los medios más adecuados para canalizar su propaganda. Sin embargo, la AFIP no maneja su pauta publicitaria ni el gobierno es conocido por ofrecer su publicidad en forma eficiente, como demandó la Corte Suprema en un fallo que el gobierno sigue sin obedecer, sino que lo hace a través de aquellos medios que no critican su labor.
En definitiva, como les sucede a los directores de medios y periodistas que suelen recibir llamadas telefónicas cada vez que publican críticas como una forma de intimidación, esta encuesta lleva implícito un mensaje de temor y control.

martes, 11 de septiembre de 2012

Once años después del 9/11


El gobierno estadounidense sigue manteniendo una fuerte presión contra Al Qaeda en todo el mundo, desde Somalia hasta Yemen y el norte de África y esa ofensiva es la razón por la que se respira mayor tranquilidad en el país, pese a que en aniversarios como éste, a once años de la tragedia, todos los ciudadanos escuchan de “reojo” por si algo puede volver a suceder.

Entre la muerte de Osama Bin Laden el año pasado y la del “número dos” en la Península Arábiga, el saudí Said al Shahri, ayer, por parte de tropas de Yemen, y las bajas que han causado los drones, a los terroristas cada vez se les hace más difícil estar a la ofensiva cuando deben gastar recursos, tiempo y estrategias para ver cómo sobrevivir.

Ciertamente, el aire de mayor tranquilidad en EE.UU. debido al asesinato de Bin Laden, y al clima de aparente mayor seguridad que se respira, le brindan al presidente Barack Obama una mayor ventaja que a los republicanos para las próximas elecciones de noviembre.

La Zona Cero en Nueva York, pese a que todavía el museo para conmemorar la vida de las más de tres mil víctimas no fue inaugurado debido a conflictos entre jurisdicciones políticas entra la ciudad y el estado de Nueva York, será hoy un sitio de peregrinación y recordación importante.

En otros lados, siempre habrá agoreros que piensan y están convencidos, que fue el propio gobierno el que se auto infligió los atentados para poder justificar las guerras e invasiones en el exterior. La misma tesis que a muchos llevan a pensar que la bandera estadounidense  en suelo lunar es solo una escenografía más de Hollywood o que el terremoto que devastó a Haití hace un par de años es un nuevo experimento del Pentágono para destruir países y ahorrar en guerras.

Pese a todas las ópticas desde donde pueda mirarse el 9/11, lo que sí es evidente once años después, es que aquellos atentados han cambiado la forma de cómo vivimos en este mundo y de cómo lo percibimos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Chávez y su miedo a debatir


Si algo sería importante en estos últimos días antes de las presidenciales en Venezuela, es que el presidente Hugo Chávez acepte el reto que el viernes le hizo el candidato Henrique Capriles de sentarse a debatir las propuestas e ideas de gobierno para el nuevo período gubernamental.

La vocación de Chávez nunca fue muy democrática que digamos por lo que la propuesta seguramente la enterrará con indiferencia o can mayor cantidad de insultos para desprestigiar a su colega opositor.

Es una pena, porque los debates, como los tres previstos que tienen Barack Obama y Mitt Romney, no son tanto para que los candidatos se saquen chispas, sino que sirven para que los procesos electorales san más transparentes, algo que muchos ponen en duda en Venezuela, sin distinción de ideologías.

Repito lo que dije en m i columna de junio del año pasado ante la falta de este tipo de procesos en Argentina: “Cuanto más autoritario es el gobierno, menos espacio existe para discutir y tolerar ideas ajenas a la “verdad oficial”. Prueba de ello, es que se trata de una práctica inconcebible en regímenes como los de Hugo Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Daniel Ortega en Nicaragua o de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, quienes accedieron a las presidencias a través de discursos en actos propagandísticos, sin intercambiar argumentos con sus contrincantes ni prestándose siquiera a confrontar con periodistas y medios de comunicación”.

Es una lástima que Chávez no acepte el desafío. Los venezolanos, más que insultos y propaganda, se merecen conocer de primera mano las propuestas y las diferencias entre sus candidatos para poder hacer una elección a conciencia.

Es normal que a más cantidad de años que alguien pasa en el gobierno, menor es su voluntad a debatir. En nuestra América Latina, como en cualquier parte del mundo, quienes más años pasan en el poder público, más creen que tienen derecho a él o que les pertenece. De ahí la importancia de que haya topes máximos en años para gobernar. Después de los ocho años, los abusos de poder se multiplican.