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octubre 31, 2013

Maduro y su cuento en Halloween

El increíble presidente Nicolás Maduro sigue a las andanzas tratando de endiosar a Hugo Chávez, pero aunque su cuento coincide con el día de Halloween, hay que tener en cuenta que su treta, por jocosa que aparente, lleva implícito el peligro de seguir disminuyendo los espacios de democracia.

Esta vez dijo que se vio la cara del ex comandante en un túnel en construcción del metro de Caracas, algo parecido a las grutas donde aparecen vírgenes y santos de la devoción católica. Una forma de tratar de elevar la figura de Chávez a nivel de veneración religiosa que se suma a las “apariciones” más recientes del fantasma, a quien ya hizo reencarnar en pajarito, en las caras de los pobres y en la de todos los caraqueños que deambulan por ahí; sin contar aquella vez que propuso embalsamar al ex presidente para que lo gozaran las generaciones venideras.

En esta nueva saga de cuentos de Halloween, Maduro no es muy creativo. Ahora le sumó la denuncia y el escarnio de lo que él considera la “trilogía del mal” encarnada por Henrique Capriles, María Corina Machado y Leopoldo López, políticos de la oposición a quienes acusa de conspiración contra su poder y estar detrás del desabastecimiento, la crisis de seguridad, la crisis energética y cualquier otra crisis sin dueño.

Al tiempo que Maduro hacía aparecer por obra y gracia la imagen del rostro de Chávez en el metro, Caracas amaneció con afiches con las caras de los tres opositores bajo el título de “Trilogía del Mal” y con las leyendas siguientes: “Reconócelos. La trilogía del mal”. “Te quitan la luz. Te quitan la comida. Te quitan la paz. Basta de violencia”.

Maduro no es nada creativo. Sin poder acusar a los medios de comunicación, ya que muchos de ellos han sido “domesticados”  por medio de golpes y golpes durante más de una década, a Maduro no le queda otra que denunciar y desprestigiar a quienes le pueden hacer sombra a sus sueños cubano revolucionarios.

Copiado del manual del desprestigio de Hugo Chávez, que machacaba contra los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, calificativo que endilgaba a las canales televisivos Globovisión, Televen, RCTV y Venevisión, Maduro ahora insiste contra la trilogía del mal, habiendo cambiado a los medios por los opositores, aunque siempre con la misma intención de expiar pecados, acusar a los de todo mal y destruir cualquier espacio de crítica.


Pero no hay que tomar estos lemas a la ligera ni creerse que se trata solo de cuentos de Halloween. Tanto fue lo que Chávez hizo contra los medios y la libertad de prensa, que hoy a aquellos cuatro jinetes se los puede ver cerrados, comprados o domesticados. Es obvio que Maduro insistirá contra la “trilogía del mal” y contra cualquier otro líder opositor que aparezca, y como quedó demostrado con los “cuatro jinetes” no se trata solo de una táctica electoral, sino de una estrategia para neutralizarlos de por vida.

agosto 15, 2013

Venezuela: ¿opositores o disidentes?

Las elecciones son la expresión máxima de la democracia, legitimización del sistema político y del sentido de nación y Estado. En Venezuela parecen ser todo lo contrario. Han servido, como las últimas, para el fraude y deslegitimizar al gobierno nacional y para perseguir a los opositores, como parece ser el objetivo de cara a las elecciones municipales del 8 de diciembre próximo.

Los dichos de Nicolás Maduro y la asamblea de legisladores de esta semana, muestran que el régimen venezolano está incrementando insensiblemente la presión contra cualquiera persona que se anima a desafiar al régimen. Semana tras semana, desde Disodado Cabello hasta Maduro o la fiscal nacional, con la aparente consultoría de los cubanos de inteligencia sembrados por doquier, lanzan acusaciones e investigaciones contra sectores a los que califican por ser disidentes.

La estrategia de fondo, sin embargo, enmascara un objetivo más profundo: mostrar que los opositores no son opositores, sino disidentes políticos de un régimen que es concebido como único, desvirtuándose así el papel legítimo del opositor en un sistema democrático, cuya característica esencial es la inclusión de las minorías y la convivencia de la pluralidad y diversidad de vertientes políticas y de opinión.

Hay para el público en general una imperceptible diferencia entre ser opositor y disidente, pero un gran abismo cuando se miran esos papeles dentro de regímenes autoritarios, como el de Venezuela, cuyo partido gobernante tiene al oficialismo de Cuba como estandarte. Las democracias tienen oposición, los regímenes autoritarios disidentes.

Maduro pidió, como Hugo Chávez lo consiguió numeras veces y una vez por 18 meses, poderes especiales para dictar leyes por decreto y gobernar a sus anchas. La excusa hoy es acabar con la corrupción, pese a que existe toda la legislación habida y por haber en esta materia pero que rara vez se aplica contra los funcionarios y amigos del régimen. La estrategia es simplemente mostrar mano dura, demostrar que la oposición es corrupta y pasarle factura a su máximo exponente, Henrique Capriles, quien todavía desconoce a Maduro como presidente, hasta doblegarlo.

Ahora la pelota de la corrupción se la han arrojado a uno de sus colaboradores más cercanos de Capriles en la gobernación de Miranda, Oscar López, a quien incluso el régimen optó de tildarlo de homosexual y maricón, un tiro que le salió por la culata. 

En esa vorágine descalificadora con insultos de todo tipo nadie se salva, da lo mismo que Cabello asegure que Capriles es un “fascista asesino”, que a Miguel Henrique Otero, director del diario El Nacional, lo traten de callar inventándole deudas y pleitos judiciales del pasado o multas por haber publicado fotos de una morgue con cadáveres amontonados o que se también se coaccione económicamente al Grupo 6to Poder para que algún comprador testaferro del gobierno (como sucedió con Globovisión) se quede con otro medio más.

La mejor forma de medir el autoritarismo de un gobierno es por la forma en la que trata a sus contrincantes. Si los trata bajo las reglas del debate, el disenso y la negociación, es obvio que habla de oposición. Si no los escucha, descalifica y persigue, los convierte en disidentes.

   

agosto 08, 2013

Círculo morboso contra Capriles

No puede haber sorpresas. Era lo esperado. En un nuevo apriete y ajuste de cuentas tal cual el régimen chavista lo viene perpetrando contra políticos de oposición, sindicalistas, activistas de los derechos humanos, periodistas y medios de comunicación, Henrique Capriles se encuentra entre la espada y la pared.

No solo que el Tribunal Supremo de Justicia desestimó absolutamente los recursos judiciales de Capriles y otros nueve interpuestos por la oposición y particulares que pedían la impugnación de los comicios del 14 de abril y solicitaban que se rehicieran en más de cinco mil mesas – con algo más de dos millones de electores – debido a las palpables irregularidades, sino que el Supremo le impuso multas y ordenó que se lo procese penalmente por haber incurrido en ofensas.

No se trata de una película de poca monta de Hollywood, sino de una actitud circular morbosa del chavismo. Se trata del gobierno de Venezuela, cuyo presidente, Nicolás Maduro, de igual forma que su predecesor el estratégico militar Hugo Chávez, nunca utiliza la defensa como táctica, solo se agazapa para tomar fuerza y siempre estar a la ofensiva. Mantener al contrincante a la defensiva, en este caso contratacar a Capriles - quien con esta investigación penal fácilmente podría ir a la cárcel, perder la gobernación de Miranda y el liderato de la oposición en el país – es la mejor forma que el régimen ha tenido – sin vergüenza alguna – para doblegar a sus contrincantes y a la oposición.

Capriles ahora, a contrapelo del ordenamiento jurídico, pasa de acusador a acusado, teniendo él que demostrar que no es responsable de las manifestaciones posteriores a la elección que derivaron en una decena de muertos, y deberá retractarse y será investigado porque su recurso de contiene “conceptos ofensivos e irrespetuosos en contra de esta Sala y otros órganos del Poder Público”.

La sentencia judicial, aliada al Poder Ejecutivo y que fue vertida a destiempo y coincidentemente cuando Capriles dijo que el retraso lo obligaba a dirigirse a tribunales e instancias internacionales, es un claro ejemplo como se busca neutralizar a los opositores en el país, pero, sobre todo, enviar un mensaje a la ciudadanía de que todo díscolo debe pagar las consecuencias. En Venezuela, el gobierno quiere la sumisión y el conformismo.

Dice el fallo del TSJ: “En vista de la gravedad de las ofensas y términos irrespetuosos que el demandante vertió en su escrito, esta Sala Constitucional estima necesario remitir al Ministerio Público, como titular de la acción penal, copia certificada del presente fallo y del escrito presentado por la parte actora, con el objeto de que realice un análisis detallado de dichos documentos e inicie las investigaciones que estime necesarias a fin de determinar la responsabilidad penal a que haya lugar”.

Capriles tendrá ahora que ir cuesta arriba. No encontrará eco favorable en la OEA o la UNASUR a donde dijo que acudirá, y mucho menos a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuyas decisiones y opiniones fueron totalmente ignoradas por el chavismo, en especial cuando la CIDH solicitó que se le devuelvan los derechos políticos al opositor Leopoldo López, exigió la restitución de jueces y pidió la protección de periodistas que eran vilipendiados por el régimen. Además, Chávez inició el retiro de Venezuela de la jurisdicción de organismos interamericanos de justicia, por lo que a partir del 10 de setiembre la CIDH no podrá trasladar los casos en contra del estado de Venezuela a la Corte Interamericana de Derechos Humanos como prevé la Convención Americana de los Derechos Humanos.

Se trata de un círculo político cerrado y morboso; y muy práctico para quienes detentan el poder y quieren eternizarse en él sin ningún tipo de contratiempos.

abril 28, 2013

Descabellado Cabello


El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, sigue comportándose como dictador monárquico irrespetando a los votantes de su país que han elegido a legisladores de la oposición para que los representen.

Al irrespeto original, el de haberse sometido a las presiones partidarias por sobre la Constitución que indicaba que él debía ser el presidente encargado en lugar de Nicolás Maduro tras la muerte de Hugo Chávez, se suman ahora dos amenazas proferidas contra la oposición y que debieran ser causal de juicio político.

En su primera descabellada intervención, amenazó a los diputados de la oposición de no darles la palabra si antes no aceptaban las votaciones del 14 de abril y reconocían a Maduro como presidente. Lejos de callar a la oposición con amenazas y golpes de puño que otros oficialistas repartieron por doquier, Cabello volvió este viernes con un golpe más fuerte aún, amenazando a los legisladores opositores que no cobrarán el salario si continúan con su tesitura de no reconocer al nuevo gobierno.

Difícilmente puede haber muestra tan clara y transparente de cómo se ejerce el poder en Venezuela. A excepción, claro, de la decisión de la Comisión Nacional Electoral sobre que revisará los votos de una forma superficial desoyendo los pedidos de Henrique Capriles y sus acusaciones sobre fraude.

abril 25, 2013

Maduro debe transparencia


Nicolás Maduro y su gobierno no pueden seguir tildando a Henrique Capriles de asesino y fascista, o anunciar que ya tienen una celda lista para su ingreso, sin responder fehacientemente a las acusaciones en su contra.

Capriles es cada vez más contundente en sus acusaciones sobre fraude e irregularidades en unas elecciones que perdió por un ínfimo porcentaje. Ese ínfimo porcentaje es el que legitima sus denuncias, porque cualquier  irregularidad podría desequilibrar la balanza electoral.

Esa legitimación es la que Maduro no tiene, por muchas razones; entre las principales, porque no se mostró jamás convencido de que un conteo de votos es necesario, porque sigue ejerciendo presiones sobre el poder electoral hasta el punto que este dijo que una auditoría de los votos no cambiará el rumbo de la elección y, entre otras, porque con todo el aparato gubernamental manipulado a su favor, tuvo un margen escaso de ganancia.

Difícilmente el gobierno podrá silenciar a Capriles, ya que destituir políticamente al gobernador y líder de la oposición, atraería mayor inestabilidad.

Mientras a Capriles el único camino que le queda es seguir con sus denuncias para que el gobierno se sienta obligado a rendir cuentas, a Maduro, como gobernante, no le queda más que legitimar su gobierno con transparencia.

Si Maduro no permite mayor transparencia, su gobierno se verá condenado al fracaso y cada vez más inmovilizado para adoptar las medidas económicas adecuadas para superar la crisis.

La transparencia es su única opción. A no ser que quiera profundizar el autoritarismo del ex presidente Hugo Chávez y convertir a Venezuela en un estado totalitario.   

abril 17, 2013

La verdad en Venezuela


Nicolás Maduro ganó por tan poco margen durante las elecciones del domingo, mediante el uso de un extraordinario aparato gubernamental y de recursos estatales pocas veces visto para movilizar el voto a su favor, que no cabe otra cosa que legitimar su futuro gobierno mediante el conteo total de los votos.

Maduro no tiene otra salida si quiere gobernar con legitimidad. Un reconteo de votos que salga a su favor podría significar la fortaleza que ahora no tiene, y un reconteo en contra lo legitimaría igual como una persona respetuosa de las instituciones, como para empezar a construir su propio cono de fuerza política – lo que ahora solo tiene por inercia de Hugo Chávez – de cara a elecciones futuras.

Maduro no tendrá el plafond político necesario para gobernar mientras Herinque Capriles siga legítimamente pidiendo por un reconteo de votos, debido a las denuncias por doquier sobre las irregularidades que se habrían cometido en el proceso electoral y en el conteo de votos, a través de un organismo electoral que siempre demostró favorecer al Poder Ejecutivo.

Un reconteo de votos permitiría que emerja la verdad en Venezuela, al menos a medias, ya que solo permitiría descifrar qué tipo de vicios hubo en el conteo de votos, no así en el proceso electoral mismo, que tuvo al aparto entero del gobierno cinchando y manipulando a su favor.

Maduro, antes de cualquier decisión de la Comisión Nacional Electoral, debería suspender el acto de asunción de este viernes y no permitir que los gobiernos extranjeros se tengan que definir a su favor o en contra. Sería una sorpresa mayúscula y un gesto que lo podría diferenciar con su antecesor, una buena forma de empezar a construir su propia figura política y definir un gobierno de alternativa, que incluya a las dos Venezuela que emergieron y se manifestaron el domingo.  

abril 14, 2013

Venezuela frente al futuro


En pocas horas sabremos sobre el futuro de Venezuela. La elección de Nicolás Maduro representará el continuismo a políticas nacionalistas y arbitrarias que en la última década han debilitado a uno de los países potencialmente más ricos de las Américas, gracias a la explotación y precio del petróleo, irónicamente el producto que ha hundido al país.

En el gobierno de Hugo Chávez, Venezuela despilfarró no solo su dinero para contagiar su revolución socialista, sino también sus talentos. Los grandes ingresos permitieron al gobierno tener un flujo impresionante de divisas que malgastó en su expansión foránea en lugar de dedicarla a la mejoría doméstica. Qué Chávez logró mayor igualdad entre los venezolanos acomodados y los vulnerables es en parte cierto, pero también lo hicieron otro países en el continente que no hipotecaron su futuro. Solo basta mirar a Brasil para saber que con un gobierno de izquierda pero con políticas económicas coherentes pudo hacer que puchos pobres ascendieran a la categoría de clase media.

Chávez no invirtió ni ahorró su dinero. Venezuela es hoy casi tan pobre como antes con una inflación galopante y una dependencia casi absoluta del exterior, todo lo que el chavismo en público despotrica pero que en la práctica se aplica. Chávez no invirtió en infraestructura y mucho menos en la industrialización del país ni siquiera en la industria petrolera, una de las pocas de América Latina que tendrá menos capacidad explotadora en el próximo lustro.

Venezuela es totalmente dependiente del petróleo, y de sus precios especialmente, lo que la convierte en un país esclavo de sus propios talentos y riqueza.
Maduro apuesta públicamente en profundizar aún más ese modelo incoherente. Enrique Capriles propone otro tipo de gobierno, pero si gana, dadas las complejidades económicas del país, tendrá que adoptar medidas que lo harán impopular de un día para otro. En ambos escenarios, cualquier gobierno se enfrenta a la calamidad de tener que gobernar con mucha debilidad.

Tal vez esa debilidad y la necesidad de las urgencias, podrían hacer que si Maduro cambia pudiera darse un vuelco repentino de alguien que pensando de una forma, actúa de otra totalmente opuesta. Y en América Latina hay muchos casos, el más reciente, en lo político, fue el del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos de quienes muchos pensaban que seguiría con las políticas de su antecesor, Alvaro Uribe, que él mismo ayudó a crear. O como sucedió con Carlos Menem y luego con Alan García, cuyos nacionalismos los guardaron en el cajón del escritorio para adoptar políticas neo liberales y alejarse de los propios estamentos de sus partidos políticos.

Quien dice. De repente Maduro cambia y crea un movimiento dentro de otro movimiento, haciendo un gobierno que también incorpore a las élites que el chavismo menospreció y abrace de a poco estilos más democráticos que su predecesor. Para ello tiene el viento a su favor, todas las instituciones del Estado están de su lado, cooptadas por más de una década de construcción de dependencias; y, por el otro, no tiene muchas alternativas ante un país que económicamente se cae a pedazos.  

octubre 10, 2012

El miedo a debatir

Comparto mi columna del fin de semana antes de la victoria de Hugo Chávez y centrada en el tema del debate en Estados Unidos entre Barack Obama y Mitt Romeny y en los que no se dieron en Latinaomérica, incluyendo a Venezuela


El miedo a debatir

Si ganó Mitt Romney o perdió Barack Obama en el primer debate de la carrera presidencial estadounidense, no es tan importante como que triunfó la gente, el proceso electoral y la política.
Alienada de tanta propaganda partidaria, avisos negativos, discursos e información polarizada, el cara a cara entre los candidatos dio un respiro a los electores para que los conozcan íntimamente, y aprender de propuestas sobre una realidad más descarnada y autocrítica del país.
Los debates no tienen la fuerza de cambiar el rumbo de una elección, ya que se realizan en la parte final de la campaña electoral cuando los indecisos son pocos y la mayoría difícilmente considere traicionar sus lealtades partidarias. Empero, como ocurrió el miércoles con Romney, suelen energizar campañas que todos daban por decididas.
Romney rebasó a Obama no por su ventaja de retador, sino porque fue más convincente en el arte de la retórica, del intercambio de ideas, donde prevalecen los principios y propuestas más que los hechos, el lenguaje corporal más que las tácticas futuras. Obama perdió porque confundió política con gobierno, quedó empantanado, defendiendo decisiones tomadas y objetivos que todavía no alcanzó.
Sin embargo, el logro más sustancial de los debates es que crean una atmósfera de efervescencia política, renovando en la gente el interés por la vida de sus comunidades y generando mayores compromisos para salir a votar. Un clima tan saludable para la política y la participación democrática, similar al que crean las Eliminatorias al fútbol o los play-off a la NBA.
Lamentablemente, este tipo de fiesta cívica todavía no caló del todo en la cultura electoral de varios países latinoamericanos, donde existen gobiernos que prefieren informar a ser cuestionados o hacer propaganda por temor a debatir. Venezuela es el caso típico. El presidente Hugo Chávez rechazó de cuajo el intento de su contrincante, el gobernador Henrique Capriles, de trenzarse en debates electorales rumbo a las elecciones de este domingo, relegando a los venezolanos a solo tener que consumir propaganda, insultos y descalificaciones.
La falta de debates denuncia el grado de autoritarismo o realza el nivel de democracia alcanzado en un país. No es casualidad que sean inexistentes en Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua; o que, por el contrario, formen parte de la cultura electoral de Brasil, Chile, Costa Rica, Colombia, México y Perú.
En Venezuela los debates presidenciales se realizaron por última vez en 1998, cuando Chávez aspiraba a la presidencia. Lo mismo ocurrió con Evo Morales en Bolivia, donde antes de su segundo período eran práctica habitual entre candidatos. Esto demuestra que a mayor cantidad de años en el poder, menor son las chances para que haya discusión de ideas.
También sucede con Daniel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador y Cristina de Kirchner en Argentina. Tras varios años en el poder, prefieren descalificar públicamente a sus adversarios a tener que sentarse frente a frente, argumentando que su comunicación es con el pueblo, con las bases, aunque rara vez esa comunicación es de doble vía.
Ese miedo a debatir, a tener que compartir el poder temporalmente, los obliga a crear un clima de polarización política constante, en el que valen más los insultos y los ataques que el debate. La polarización no es una casualidad, sino causalidad, es una estrategia política inteligente para quien quiere gobernar sin tener que rendir cuentas o cumplir con los contrapesos de la democracia.
Es fácil advertir que esa polarización no puede ser sustentada sin un aparato gigantesco de propaganda. De ahí que estos gobiernos sigan creando medios de comunicación gubernamentales a los que usan no como medios públicos sino para su beneficio partidario; discriminen y persigan a los medios y periodistas que ejercen su misión de fiscalizar al poder;  que solo informen a la población a través de cadenas nacionales y discursos en actos políticos o que no ofrezcan conferencia de prensa o posibilidad donde puedan ser cuestionados.
El miedo a debatir implica miedo a la democracia. Por ello, para evitar que los gobiernos se hagan más autoritarios y cerrados, sería importante que la sana cultura de los debates se incluya como valor esencial en la legislación electoral. 

octubre 08, 2012

Venezuela, oposición y diciembre


Hugo Chávez ganó por mucho, con más del 54% de los votos que lo legitiman en la Presidencia por un absurdo período adicional que en total serán 20 años desde que llegó al poder en 1999 y a partir de ahí cambió la Constitución para eternizarse y tener este destino.

En realidad la oposición no perdió con Henrique Capriles sino que perdió cuando no puedo doblegar la mano de aquellos referéndums constitucionales con los que cambiaron las reglas de juego para hacer política y se permitió que un presidente pueda ser vitalicio. Absurda medida que desde entonces ha permitido la institucionalización de los abusos de poder y el enquistamiento de una clase política que cree que no solo el gobierno, sino el Estado le pertenece.

Las evidencias recolectadas en estos 14 años hablan de un gobierno autoritario, abusivo contra las libertades individuales y sociales, y que hizo de Venezuela dos países antagónicos. El futuro, con el argumento y la justificación del 54%, es más sombrío aún. A no ser que haya una transformación personal o su salud se desmorone, Chávez podrá profundizar la revolución lo que equivaldrá a un nacionalismo acérrimo, mucha más propaganda y descalificación e insultos para una minoría que también es mayoría, y para quien piense u opine diferente. Chávez buscará seguir aumentando la hegemonía de todo y en todo, pese a quien le pese.

La oposición tiene ahora la responsabilidad de no desbandarse y tratar de tener mejores elecciones en diciembre cuando deba renovarse la legislatura. A su favor tiene esta derrota fresca, sabiendo que debe esforzarse ante un aparato gigantesco con capacidad de movilización y arrastre sistemático y permanente, y que debe conseguir imponer un contrapeso democrático en la Asamblea Legislativa. Esta opción es mayúscula y de una altísima responsabilidad. 

octubre 07, 2012

El día de la gran oportunidad


Los venezolanos opositores al gobierno tienen hoy la gran oportunidad de acabar con el régimen divisivo y polarizador que Hugo Chávez creó desde que ganó las elecciones 14 años atrás.
No hay país en América Latina que esté más polarizado que Venezuela y donde el gobierno ejerce el control de las otras instituciones del Estado como si fueran propias.
Es verdad que Chávez ha construido un gobierno más asistencialista y que conecta mejor con la gente más vulnerable que otros del pasado. Sin embargo, el costo de las misiones y de ese asistencialismo, además de los sueños de patria grande bolivariana que le justificaron llevar sus ideas fuera de su frontera, le han llevado a despilfarrar miles de millones de dólares que le pertenecen a todos los venezolanos, no solo a sus seguidores.
Chávez ha venido destruyendo al país en forma sistemática y la prueba de que su revolución no ha funcionado es que el desempleo es alto, la infraestructura nueva inexistente, la inflación galopante y la tasa de criminalidad exorbitante. Todos porcentajes mayores que el de otros países latinoamericanos que tienen mucho menos potencialidades que Venezuela.
La historia seguramente juzgará a Chávez por los talentos que ha desaprovechado, por la pobreza que ha generado, por la materia gris que se ha escapado y por las inversiones extranjeras que ha espantado.
Si gana Henrique Capriles no se puede predecir el futuro, pero su vocación más democrática e incluyente hace vaticinar que el cambio para Venezuela será mayúsculo, algo que ya viene demostrando como gobernador. Pero más allá de las predicciones que se pueden hacer, lo importante es que se trataría de un recambio saludable después de 14 años que, en cualquier circunstancia, son demasiado y parecieron interminables.
Que Venezuela siga gobernada sin recambio de liderazgo sigue invitando a que se produzcan cada vez mayores abusos de poder. No hay régimen en el mundo que después de una década se haya convertido en mejor. Imposible fue e imposible es.
Digo que se trata de la gran oportunidad, porque nunca hubo tanta unión en la oposición como para poder hacer la mejor elección. Si gana Capriles habrá que ver qué sucederá durante la transición y que papel tendrá no solo Chávez, sino los chavistas, ya que muchos dependen de estar enquistados en el poder. Si pierde Capriles, habrá que ver qué fuerza puede arrastrar la oposición para poder ser un mejor balance en la Asamblea Legislativa, pese a que Chávez seguirá insistiendo y buscando excusas para gobernar por decreto como lo hizo cuatro veces por períodos exorbitantes de tiempo durante su Presidencia.
Sería democráticamente saludable para Venezuela y para América Latina que haya un recambio y que Chávez, en todo caso, sea el retador de las próximas elecciones. Pero un recambio, una nueva oportunidad es necesaria.

octubre 02, 2012

Chávez o Capriles y el futuro


El futuro es incierto para Venezuela. Todos parecen creer que no habrá fraude en las elecciones presidenciales, aunque es fácil demostrar que Hugo Chávez ya viene haciendo fraude desde hace meses con una campaña electoral sostenida con recursos del propio Estado y con el apoyo de una maquinaria mediática y de propaganda oficial con centenares de periódicos, radios, televisoras y páginas de internet que el Presidente fue tejiendo a los largo de esta década.

Chávez tiene la ventaja de utilizar todas las artimañas del poder para poder llevarse la Presidencia, en un sistema de eterna relección que no tiene par en los sistemas políticos de América Latina, por lo que podrá eternizarse hasta el 2019 sin problemas y pensar incluso en el después. Si Chávez gana nada cambiará, todo seguirá igual tanto  en forma interna como en el exterior donde lidera al grupo de naciones del ALBA.

Si Chávez pierde el mayor reto será para Henrique Capriles. Nadie quisiera estar en sus pantalones para tener que lidiar con una transición hasta enero de 2013, mientras que en diciembre habrá otra elección a la que la oposición posiblemente llegue todavía unida, pero de ahí en más todo es incertidumbre. El reto mayor para Capriles será cómo gobernar un país con una mayoría chavista en la asamblea y cómo resolver el problema de que todos los entes estatales, desde los más oficiales a los más autárquicos, hace rato que dejaron de ser entidades y poderes independientes.

Para el ganador las cosas no serán fáciles. Inflación, desempleo y una mono economía petrolera son problemas mayores. Inseguridad, asistencialismo y corrupción son cuestiones endémicas.        

A pocos días de las elecciones nada parece indicar que están definidas. Las encuestas no son confiables porque todos sospechan que responden a intereses de las agencias y empresas según el espectro de la polarización en que se encuentran.  Mientras tanto nada se sabe de los futuros posibles vicepresidentes y tampoco cuán agresivo o no sigue siendo el cáncer que padece Chávez.

Ningún resultado se puede aventurar. Habrá que esperar hasta los resultados definitivos.   

septiembre 09, 2012

Chávez y su miedo a debatir


Si algo sería importante en estos últimos días antes de las presidenciales en Venezuela, es que el presidente Hugo Chávez acepte el reto que el viernes le hizo el candidato Henrique Capriles de sentarse a debatir las propuestas e ideas de gobierno para el nuevo período gubernamental.

La vocación de Chávez nunca fue muy democrática que digamos por lo que la propuesta seguramente la enterrará con indiferencia o can mayor cantidad de insultos para desprestigiar a su colega opositor.

Es una pena, porque los debates, como los tres previstos que tienen Barack Obama y Mitt Romney, no son tanto para que los candidatos se saquen chispas, sino que sirven para que los procesos electorales san más transparentes, algo que muchos ponen en duda en Venezuela, sin distinción de ideologías.

Repito lo que dije en m i columna de junio del año pasado ante la falta de este tipo de procesos en Argentina: “Cuanto más autoritario es el gobierno, menos espacio existe para discutir y tolerar ideas ajenas a la “verdad oficial”. Prueba de ello, es que se trata de una práctica inconcebible en regímenes como los de Hugo Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Daniel Ortega en Nicaragua o de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, quienes accedieron a las presidencias a través de discursos en actos propagandísticos, sin intercambiar argumentos con sus contrincantes ni prestándose siquiera a confrontar con periodistas y medios de comunicación”.

Es una lástima que Chávez no acepte el desafío. Los venezolanos, más que insultos y propaganda, se merecen conocer de primera mano las propuestas y las diferencias entre sus candidatos para poder hacer una elección a conciencia.

Es normal que a más cantidad de años que alguien pasa en el gobierno, menor es su voluntad a debatir. En nuestra América Latina, como en cualquier parte del mundo, quienes más años pasan en el poder público, más creen que tienen derecho a él o que les pertenece. De ahí la importancia de que haya topes máximos en años para gobernar. Después de los ocho años, los abusos de poder se multiplican. 

septiembre 04, 2012

Chávez y la cultura del miedo

El presidente venezolano, todo un experto en procesos y campañas electorales, referéndums y consultas, sabe muy bien que para ganar, la estrategia es infundir miedo en la población. Siempre cercano a las elecciones y tratando de atraer la atención con sensacionalismo, profundiza las diferencias con los opositores diciendo que si éstos ganan, el país quedará envuelto en una guerra civil o, al menos, sumergido en una profunda desestabilización. Sus comentarios de este lunes sobre que el candidato opositor, Henrique Capriles Radonski, tendría bajo la manga un “paquetazo neoliberal oculto” y que “pretende retrotraernos a una Venezuela que ya no resistiría esto y entraría de nuevo en un nefasto escenario, en una profunda desestabilización (…) que nos acercaría a lo mejor hasta a una guerra civil”, forman parte de una de sus tácticas más comunes para desacreditar al adversario e infundir miedo en la población. Creo que después de 13 años a lo más que le teme Chávez – y esto es regla sobre los gobiernos autoritarios que permanecen más de ocho años – es a perder los privilegios y verse de cara frente a la justicia. Cuanto más absolutista un gobierno es, más se aferra al poder a través de populismo y propaganda, e infundiendo el miedo ante los posibles cambios de rumbo.

febrero 18, 2012

Chávez y el cáncer (de la oposición)

Es incierto si el presidente Hugo Chávez está en etapa terminal de cáncer como asegura un bloguero prestigioso de Brasil en coincidencia con declaraciones anteriores de Roger Noriega, sobre todo porque el presidente lo niega y porque tiene una apariencia y una permanencia pública difíciles de sostener para un enfermo siquiera con una dolencia menor.

Pero de lo que hay certeza es que después de unos días de haber mantenido silencio ante el resultado de las primarias que catapultaron a Herique Capriles como su contendiente, Chávez reapareció agresivo, vociferante y propagandístico como siempre, atacando a la oposición como si se tratara de un tumor en la sociedad venezolana.

Su primer insulto contra el MUD fue por haber destruido los libros electorales y permitido al Consejo Electoral, aunque ambos jamás dijeron nada cuando el anuncio de las pruebas o registros electorales se hizo hace semanas atrás, bajo la justificación de que se quemarían para defender el voto secreto y evitar represalias contra los votantes como ocurrió en 2004. Tras el referendo de aquel año, se supo que el gobierno manejó la Lista Tascón, una “lista negra” de votantes, que usó como venganza y tormento para despedir a trabajadores de la administración pública o a sus familiares, y hasta para negarles o demorarles trámites.

Chávez ayer sacó a relucir otra perorata de insultos contra la oposición, de esos acostumbrados, pero sin argumentos, diciendo que si Capriles llega a la Presidencia habrá violencia y guerra, y que su proyecto sólo traerá paz para todos los venezolanos.

Los consejos para Capriles sobran. Como gobernador, centrista de ideología, es eficiente, ha trabajado a favor de las bases, no se está dejando arrastrar por los insultos y sabe que tiene que dejar que Chávez se vaya degradando por sí mismo. A su favor, sabe y está convencido que la época de Chávez está en punto terminal.

febrero 11, 2012

Venezolanos convencidos


Mañana será un día histórico para la oposición venezolana. Hacía años que no se veía tanto entusiasmo ante la posibilidad de que emerja un buen líder de las primarias de la Mesa de la Unidad Democrática para tratar de arrebatarle el poder eternizado a Hugo Chávez.

Las mejores opciones parecen ser las de Henrique Capriles quien sigue liderando las encuestas y quien en encontró en la alianza con Leopoldo López un mayor reputen de sus preferencias. Lo importante, de todas maneras, será que quien resulte ganador tenga el empuje de todo el resto de los contrincantes, porque Chávez está demasiado atornillado al poder.

Lo que no me gustó hasta ahora de los debates, fue que la mayoría usó un discurso muy preparado y poco espontáneo, casi como leyendo un libreto. Recuerdo algunas entrevistas como la de Leopoldo López y María Corina Machado con CNN en las que no escuchaban las preguntas y repetían como disco rayado un discurso cargado de propaganda anti chavista pero sin propuestas convincentes.

Así como los republicanos en EE.UU. para poder vencer a Barack Obama, los opositores venezolanos tendrán que lidiar con un Chávez que más que una billetera enorme para gastar en propaganda, obras de último momento y promesas de más educación, salud y subsidios para una gran franja de venezolanos, tendrán que lidiar con la excelente conexión que el presidente venezolano tiene con las clases menos pudientes.  

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...