No todas las encuestas son creíbles. La más reciente de Latinobarómetro que se divulgó este jueves sobre que los latinoamericanos somos los más felices del mundo no es muy creíble. Creo que en eso tienen que ver mucho la forma en que se hacen las preguntas, en qué contexto, en qué día, etc…
No estoy en contra de que no haya felicidad o esperanza en el futuro, pero con sólo visitar varios países latinoamericanos uno se puede dar cuenta de que hay realidades muy tristes como para creer que en este continente somos felices. Uno se pregunta: ¿felices comparado a qué?
El informe de Latinobarómetro se realizó en 18 naciones de nuestra región entre 20 mil personas. Sobre la satisfacción con la vida el 66% respondió favorablemente comparado al 41% registrado en 1997.
En promedio el 38% de la gente piensa que la situación económica de su país mejorará el año próximo. Paraguay – tal vez por ser el país que eligió al ex obispo Fernando Lugo con la promesa de luchar contra la pobreza - es el país con el mejor índice, 78%, mientras que el peor puesto lo ocupan empatados Guatemala y República Dominicana, con el 23%.
Si uno mira los conflictos y la polarización que se ha creado en varios zonas como Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, por citar algunas, y la pobreza extrema que reina en Haití, Nicaragua, y mantienen a 40 millones sumergidos, la degradación continua de las clase media debido a la crisis actual y las recientemente pasadas en el resto del continente, Latinobarómetro parece muy endeble y difícil de creer.
Latinobarómetro cita que la mayor preocupación de los latinoamericanos son la violencia y el desempleo. Sin embargo, se olvida de la pobreza extrema, la desigualdad (en Brasil el 2% de la gente posee más que el 98% del resto) la falta de oportunidades educacionales, el acceso a la salud de la mayoría y la economía informal que no garantiza derechos sociales.
Ante estos desafíos, la felicidad de los latinoamericanos no parece tal, a no ser que la comparemos con los países africanos que deben ser los únicos que están con mayores indigencias que las nuestras. Da la sensación de que estas percepciones (al fin y al cabo las encuestas se basan en lo que la gente piensa o siente en un momento determinado, no en una realidad medible) parecen apreciaciones estúpidas y una tomadura de pelo que no ayudan en nada para pintar la realidad de nuestro hemisferio.
Si la encuesta se hubiera referido a felicidad en igualdad de condiciones que la alegría, podría ser más creíble, porque nuestros pueblos, a pesar de la infelicidad se mantienen con alto grados de alegría. Pero no se pueden mezclar estos dos valores. La felicidad es algo distinto a la alegría.
sábado, 15 de noviembre de 2008
viernes, 14 de noviembre de 2008
Inseguridad en autobuses
Como tantos otros países en América Latina, los guatemaltecos se sienten desamparados frente a la violencia de las maras o pandillas. En un seminario que terminamos este viernes en Guatemala sobre riesgos a los que se exponen los periodistas, descubrí que uno de los temores más grandes no es a las coberturas difíciles o a las represalias por lo que se dice u opina.
En Guatemala hay un crimen muy particular y afecta particularmente a los choferes o pilotos (como se les dice aquí) de autobuses. Ayer se reportaron dos asesinatos más de choferes a manos de adolescentes pandilleros que les exigen “impuestos”. En lo que va del año, 108 conductores fueron asesinados por negarse a pagar la extorsión.
Más allá de estos crímenes, la indefensión es general. Un artículo de este viernes de Prensa Libre explica: El temor causado por la violencia impacta en las diferentes clases sociales, ya que hay atracos y homicidios en las calles, en los autobuses, en las rutas y sectores de alta plusvalía, como la carretera a El Salvador.
Como en el resto de América Latina la inseguridad pública no deviene solamente de la violencia sino más bien, de la impunidad. Solo una persona ha sido capturada de los 108 casos de conductores asesinados.
En Guatemala hay un crimen muy particular y afecta particularmente a los choferes o pilotos (como se les dice aquí) de autobuses. Ayer se reportaron dos asesinatos más de choferes a manos de adolescentes pandilleros que les exigen “impuestos”. En lo que va del año, 108 conductores fueron asesinados por negarse a pagar la extorsión.
Más allá de estos crímenes, la indefensión es general. Un artículo de este viernes de Prensa Libre explica: El temor causado por la violencia impacta en las diferentes clases sociales, ya que hay atracos y homicidios en las calles, en los autobuses, en las rutas y sectores de alta plusvalía, como la carretera a El Salvador.
Como en el resto de América Latina la inseguridad pública no deviene solamente de la violencia sino más bien, de la impunidad. Solo una persona ha sido capturada de los 108 casos de conductores asesinados.
jueves, 13 de noviembre de 2008
La percepción de la corrupción
La medición de la corrupción se hace sobre la base de las percepciones. Transparencia Internacional establece un índice de percepción anual en el que cataloga – de acuerdo a numerosas variantes como por ejemplo si se han adoptado normas de transparencia – cuán corrupto es un país comparándolo a otros 180.
A Guatemala (donde estamos dictando con la SIP un curso sobre investigación y lavado de dinero) como al resto de los países latinoamericanos no le va nada bien, formando así parte de un denominador común, en que las naciones más subdesarrolladas o más pobres o con menos niveles de libertad de expresión, suelen ser los más corruptos.
De acuerdo al sociólogo, Alejandro Urizar, de Acción Ciudadana en Guatemala, su país obtuvo en 1998 un índice de 3.1 en la escala de 0 a 10, siendo 0 el extremo más corrupto, aunque en años posteriores decayó y luego del 2004 volvió a una puntuación del 3.2, debido a que se adoptaron normas estructurales, tales como: la creación de Guatecompras en 2003; la designación de un Comisionado Presidencial por la Transparencia en 2004; la reforma de la ley electoral y de partidos políticos en 2004; ratificación de la Convención sobre la Corrupción de la ONU en 2006; la creación del Vice ministerio de Transparencia en 2008 y también este año la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública.
Pero todo esto es sobre la base de las percepciones institucionales. Urizar presentó otro cuadro de percepciones pero basadas en las de los ciudadanos de a pie, de los propios guatemaltecos sobre qué piensan de la corrupción en su país.
El 60% de los guatemaltecos piensa que es imposible acabar con la corrupción, y que es más imposible todavía a nivel nacional, ya que consideran que los hechos ilícitos son cometidos y permanecen más impunes en la élite del país.
El 68% percibió que la corrupción de este año es mayor a la del año pasado y menor al del próximo. Dato este que demuestra un pesimismo apabullante de la ciudadanía.
Para combatir la corrupción, el 96% estima que se debe aumentar y mejorar la educación en el hogar, que los medios deben denunciarla continuamente y que se debe premiar a los funcionarios no corruptos para incentivar a los demás.
El 87% piensa que los políticos forman parte del grupo más corrupto y el 44.5% estima que el sistema judicial débil es el responsable de que no se pueda avanzar en contra de la corrupción.
Los guatemaltecos piensan que las siguientes instituciones ayudan a combatir la corrupción, en el siguiente orden: la familia, la iglesia, los grupos de mujeres, medios de comunicación en el cuarto, el gobierno, el ejército, las empresas, los sindicatos, la policía y, último, los partidos políticos.
A Guatemala (donde estamos dictando con la SIP un curso sobre investigación y lavado de dinero) como al resto de los países latinoamericanos no le va nada bien, formando así parte de un denominador común, en que las naciones más subdesarrolladas o más pobres o con menos niveles de libertad de expresión, suelen ser los más corruptos.
De acuerdo al sociólogo, Alejandro Urizar, de Acción Ciudadana en Guatemala, su país obtuvo en 1998 un índice de 3.1 en la escala de 0 a 10, siendo 0 el extremo más corrupto, aunque en años posteriores decayó y luego del 2004 volvió a una puntuación del 3.2, debido a que se adoptaron normas estructurales, tales como: la creación de Guatecompras en 2003; la designación de un Comisionado Presidencial por la Transparencia en 2004; la reforma de la ley electoral y de partidos políticos en 2004; ratificación de la Convención sobre la Corrupción de la ONU en 2006; la creación del Vice ministerio de Transparencia en 2008 y también este año la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública.
Pero todo esto es sobre la base de las percepciones institucionales. Urizar presentó otro cuadro de percepciones pero basadas en las de los ciudadanos de a pie, de los propios guatemaltecos sobre qué piensan de la corrupción en su país.
El 60% de los guatemaltecos piensa que es imposible acabar con la corrupción, y que es más imposible todavía a nivel nacional, ya que consideran que los hechos ilícitos son cometidos y permanecen más impunes en la élite del país.
El 68% percibió que la corrupción de este año es mayor a la del año pasado y menor al del próximo. Dato este que demuestra un pesimismo apabullante de la ciudadanía.
Para combatir la corrupción, el 96% estima que se debe aumentar y mejorar la educación en el hogar, que los medios deben denunciarla continuamente y que se debe premiar a los funcionarios no corruptos para incentivar a los demás.
El 87% piensa que los políticos forman parte del grupo más corrupto y el 44.5% estima que el sistema judicial débil es el responsable de que no se pueda avanzar en contra de la corrupción.
Los guatemaltecos piensan que las siguientes instituciones ayudan a combatir la corrupción, en el siguiente orden: la familia, la iglesia, los grupos de mujeres, medios de comunicación en el cuarto, el gobierno, el ejército, las empresas, los sindicatos, la policía y, último, los partidos políticos.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Obamanía: imágenes y percepciones
La victoria impresionante de Barack Obama este 4 de noviembre es histórica en muchos sentidos, no solo porque ganó en Estados Unidos sino en el mundo entero. Rompió paradigmas y estereotipos. Impuso récords y superó pronósticos.
El senador por Illinois ha merecido adhesiones de gobernantes con ideologías de A hasta la Z, y ha cosechado simpatías de las masas que lo vitorearon y celebraron en la Kenia de su abuela paterna, y en pueblitos de China, como de Japón, Líbano, Brasil o México.
No hubo portada de diario ni editorial, ni sitio de internet, ni cadena de televisión en cada continente que se haya resistido a la obamanía. En gran medida, la buena imagen creada sobre el Presidente electo, ha servido para profundizar y castigar la percepción negativa y decadente de George Bush.
Obama se ha transformado en una marca. La fuerza de sus palabras lo han convertido en un natural encantador de masas. La proyección de una personalidad equilibrada, sobria e inteligente y el apoyo de un aparato propagandístico soberbio, lo transformaron en un ícono casi a la altura de lo que representan Juan Pablo II o Lady Di, aunque con la particularidad sorprendente de que aún no hizo mucho en su corta carrera, que sólo ganó procesos electorales, y a que le restan tres meses para su primera orden ejecutiva.
La potencia y atracción que genera la imagen de Obama en el mundo no es por lo que hizo o creó, sino por la expectativa de lo que hará. En el exterior, su elección despierta la esperanza de que Estados Unidos reformará su liderazgo, borrando estos años en que se tejieron dos guerras y una crisis financiera con devastador efecto dominó. En lo interno, la expectación es restablecer el crédito, crear empleos, evitar que la recesión sea profunda y fortalecer la seguridad ante el terrorismo.
No se puede negar la inteligencia de Obama y la de su equipo para crear su aureola. Fue exitoso en desafiar al “establishment” de Washington y alimentó su campaña con promesas tangibles. Pero su virtud mayor fue la forma de hacer política, modificándola totalmente en el proceso. Si bien se benefició del apoyo de la prensa tradicional, utilizó con éxito las nuevas tecnologías encandilando a jóvenes que lo vieron por YouTube, lo leyeron en sus celulares con mensajes de texto, lo chatearon en Facebook y lo inundaron de donaciones de entre 5 y 10 dólares cada una, con lo que desplegó la campaña política más costosa y efectiva de la era moderna, permitiéndole derribar rivales de talla como Hillary Clinton y John McCain.
Más allá de la creación de la imagen, gracias a su natural condición étnica - no por los hechos, ya que lo había desafiado Jesse Jackson por su indiferencia a enarbolar los principios del movimiento de los derechos civiles de la década del 60 y fue manchado por el racista pastor Jeremiah Wright - Obama encarna la esperanza para morigerar el racismo y la discriminación de las minorías, dando así continuidad a las luchas que eternizaron Martin Luther King, Malcolm X, Rosa Parks y el mismo Jackson, personajes a los que incluso ya sobrepasó en notoriedad y popularidad.
Los desafíos para Obama son grandes y no sólo están basados en la realidad de una crisis económica e internacional apremiante. No se podrá dar el lujo que tuvieron otros presidentes electos de tener una transición parsimoniosa. La reacción de los mercados de estos primeros días demuestra que aunque las imágenes pueden ser positivas y reflejar optimismo, todo se mueve de acuerdo a las percepciones y, en este caso, a la perspectiva de cambio, principal lema de su campaña. En una época perturbadoramente acelerada, se pretenden cambios repentinos.
Obama lleva un lastre muy pesado, porque más allá de la realidad que tiene que enfrentar, su imagen se ha sobredimensionado casi hasta una idolatría mesiánica e irreal. Como cualquier producto del marketing, el éxito y la lealtad a la marca dependerán de cómo podrá satisfacer las expectativas creadas.
Lo importante, sin embargo, es que la obamanía mundial representa un voto de confianza para él y para el país, y existe la esperanza de que el cambio se proyecte más allá de las fronteras.
El senador por Illinois ha merecido adhesiones de gobernantes con ideologías de A hasta la Z, y ha cosechado simpatías de las masas que lo vitorearon y celebraron en la Kenia de su abuela paterna, y en pueblitos de China, como de Japón, Líbano, Brasil o México.
No hubo portada de diario ni editorial, ni sitio de internet, ni cadena de televisión en cada continente que se haya resistido a la obamanía. En gran medida, la buena imagen creada sobre el Presidente electo, ha servido para profundizar y castigar la percepción negativa y decadente de George Bush.
Obama se ha transformado en una marca. La fuerza de sus palabras lo han convertido en un natural encantador de masas. La proyección de una personalidad equilibrada, sobria e inteligente y el apoyo de un aparato propagandístico soberbio, lo transformaron en un ícono casi a la altura de lo que representan Juan Pablo II o Lady Di, aunque con la particularidad sorprendente de que aún no hizo mucho en su corta carrera, que sólo ganó procesos electorales, y a que le restan tres meses para su primera orden ejecutiva.
La potencia y atracción que genera la imagen de Obama en el mundo no es por lo que hizo o creó, sino por la expectativa de lo que hará. En el exterior, su elección despierta la esperanza de que Estados Unidos reformará su liderazgo, borrando estos años en que se tejieron dos guerras y una crisis financiera con devastador efecto dominó. En lo interno, la expectación es restablecer el crédito, crear empleos, evitar que la recesión sea profunda y fortalecer la seguridad ante el terrorismo.
No se puede negar la inteligencia de Obama y la de su equipo para crear su aureola. Fue exitoso en desafiar al “establishment” de Washington y alimentó su campaña con promesas tangibles. Pero su virtud mayor fue la forma de hacer política, modificándola totalmente en el proceso. Si bien se benefició del apoyo de la prensa tradicional, utilizó con éxito las nuevas tecnologías encandilando a jóvenes que lo vieron por YouTube, lo leyeron en sus celulares con mensajes de texto, lo chatearon en Facebook y lo inundaron de donaciones de entre 5 y 10 dólares cada una, con lo que desplegó la campaña política más costosa y efectiva de la era moderna, permitiéndole derribar rivales de talla como Hillary Clinton y John McCain.
Más allá de la creación de la imagen, gracias a su natural condición étnica - no por los hechos, ya que lo había desafiado Jesse Jackson por su indiferencia a enarbolar los principios del movimiento de los derechos civiles de la década del 60 y fue manchado por el racista pastor Jeremiah Wright - Obama encarna la esperanza para morigerar el racismo y la discriminación de las minorías, dando así continuidad a las luchas que eternizaron Martin Luther King, Malcolm X, Rosa Parks y el mismo Jackson, personajes a los que incluso ya sobrepasó en notoriedad y popularidad.
Los desafíos para Obama son grandes y no sólo están basados en la realidad de una crisis económica e internacional apremiante. No se podrá dar el lujo que tuvieron otros presidentes electos de tener una transición parsimoniosa. La reacción de los mercados de estos primeros días demuestra que aunque las imágenes pueden ser positivas y reflejar optimismo, todo se mueve de acuerdo a las percepciones y, en este caso, a la perspectiva de cambio, principal lema de su campaña. En una época perturbadoramente acelerada, se pretenden cambios repentinos.
Obama lleva un lastre muy pesado, porque más allá de la realidad que tiene que enfrentar, su imagen se ha sobredimensionado casi hasta una idolatría mesiánica e irreal. Como cualquier producto del marketing, el éxito y la lealtad a la marca dependerán de cómo podrá satisfacer las expectativas creadas.
Lo importante, sin embargo, es que la obamanía mundial representa un voto de confianza para él y para el país, y existe la esperanza de que el cambio se proyecte más allá de las fronteras.
martes, 11 de noviembre de 2008
El papel de los diarios
Fue una sacudida fuerte cuando Bill Gates hace un par de años pronosticó que el papel de diarios dejaría de existir para el 2030. En un discurso posterior frente a los miembros de la asociación de diarios estadounidenses, el propietario del The New York Times, Arthur Sulzberger Jr., desmintió a Gates diciendo que el papel no desaparecería en el 2030, sino en el 2013.
Todos pensaron que había sido una broma de mal gusto o una mera irrealidad, aunque todos quedaron un poco temerosos que esas palabras pudieran ser proféticas, dado que ya había comenzado a agudizarse una crisis para los diarios estadounidenses que ahora es cada vez más profunda y notable. A la baja de circulación, a la caída de los ingresos por publicidad y al alto costo de los insumos, ésta que es una verdadera industria, está debilitándose a pasos acelerados.
Las proyecciones de Gates y Sulzberger estaban un poco erradas. Semanas atrás, uno de los diarios de referencia, el Cristian Science Monitor, que ganó siete premios Pulitzer a la excelencia de la práctica periodística, anunció que a partir del 2009 está abandonando su impresión en papel para reducir costos y ofrecerá su versión de días de semana solamente en internet.
John Yemma, el director del Diario, dijo que “estamos pegando el salto que la mayoría de los diarios harán definitivamente en los próximos cinco años”, presagiando una tendencia que indefectiblemente irá en ascenso.
No se trata que los diarios desaparecerán, sino que simplemente están cambiando su plataforma o su forma de llegar al público. En un par de años, la “venta” de papel se hará insostenible y las nuevas generaciones están muy acostumbradas a las pantallas y otro tipo de medios. Muy pronto, el papel como lo conocemos incluso el reciclable, ambos de celulosa, serán parte del pasado. El papel se transformará, será una filmina tecnológica que permanecerá siempre con nosotros, a la que los periódicos o centros distribuidores le enviarán noticias actualizadas de acuerdo a nuestro gusto y elección. Y lo que temen ahora muchos, de que no se puede entrar al baño con una pantalla, sí se podrá con un papel líquido, de cuarzo, flexible o en los diferentes tipos que los veremos, y que será indestructible.
Lo importante, más allá del medio utilizado, es que los periódicos no deben desaparecer como fuentes y propaladores de información, porque son los medios de referencia, los que gozan de mayor credibilidad y los que realmente apuestan a la discusión sobre los valores de la vida, el desarrollo y la democracia. Ese, más allá del medio o el sostén, es el verdadero papel de los diarios.
Todos pensaron que había sido una broma de mal gusto o una mera irrealidad, aunque todos quedaron un poco temerosos que esas palabras pudieran ser proféticas, dado que ya había comenzado a agudizarse una crisis para los diarios estadounidenses que ahora es cada vez más profunda y notable. A la baja de circulación, a la caída de los ingresos por publicidad y al alto costo de los insumos, ésta que es una verdadera industria, está debilitándose a pasos acelerados.
Las proyecciones de Gates y Sulzberger estaban un poco erradas. Semanas atrás, uno de los diarios de referencia, el Cristian Science Monitor, que ganó siete premios Pulitzer a la excelencia de la práctica periodística, anunció que a partir del 2009 está abandonando su impresión en papel para reducir costos y ofrecerá su versión de días de semana solamente en internet.
John Yemma, el director del Diario, dijo que “estamos pegando el salto que la mayoría de los diarios harán definitivamente en los próximos cinco años”, presagiando una tendencia que indefectiblemente irá en ascenso.
No se trata que los diarios desaparecerán, sino que simplemente están cambiando su plataforma o su forma de llegar al público. En un par de años, la “venta” de papel se hará insostenible y las nuevas generaciones están muy acostumbradas a las pantallas y otro tipo de medios. Muy pronto, el papel como lo conocemos incluso el reciclable, ambos de celulosa, serán parte del pasado. El papel se transformará, será una filmina tecnológica que permanecerá siempre con nosotros, a la que los periódicos o centros distribuidores le enviarán noticias actualizadas de acuerdo a nuestro gusto y elección. Y lo que temen ahora muchos, de que no se puede entrar al baño con una pantalla, sí se podrá con un papel líquido, de cuarzo, flexible o en los diferentes tipos que los veremos, y que será indestructible.
Lo importante, más allá del medio utilizado, es que los periódicos no deben desaparecer como fuentes y propaladores de información, porque son los medios de referencia, los que gozan de mayor credibilidad y los que realmente apuestan a la discusión sobre los valores de la vida, el desarrollo y la democracia. Ese, más allá del medio o el sostén, es el verdadero papel de los diarios.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Uruguay se suma a la transparencia
El gobierno de Uruguay dio un paso importante para fortalecer la democracia en al promulgar una ley de Ley de Acceso a la Información Pública – Ley 18.381–, que el Congreso aprobó por unanimidad, y en cuyo artículo primero se define su finalidad: “Tiene por objetivo promover la transparencia de la función administrativa de todo organismo público, sea o no estatal, y garantizar el derecho fundamental de las personas a la información pública”.
Uruguay se suma así a otros gobiernos de las Américas con acceso como Antigua y Barbuda, Belice, Canadá, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana y Trinidad Tobago. Mientras tanto, en Argentina, Barbados, Brasil y Paraguay sigue habiendo indicios de que se retomarán negociaciones en los congresos para dictar normas similares.
Más allá de la buena noticia, varios grupos defensores de la libertad de expresión y los derechos humanos uruguayos han manifestado ciertos reparos en cuanto a las excepciones que tipifica la ley y esperan que puedan disiparse las dudas cuando se reglamente, ya que de lo contrario podría ir en contra del propio espíritu de los estándares internacionales que solicitan la máxima transparencia con “restricciones excepcionales”, que tienen que ver con la seguridad nacional.
Existen varios artículos que han sido cuestionados, entre ellos, el Art. 7 sobre la “reserva de datos personales de carácter sensible”; el 8 referido a la “reserva parcial de la información” y el 10 sobre la “reserva por razones comerciales o científicas”.
Como siempre planteo en estos casos, la comunidad internacional deberá mantenerse alerta para que no se vulneren los derechos que la ley dice que garantizará, pero es importante reconocer que este es un relevante para la democracia. Perfectible por cierto.
Uruguay se suma así a otros gobiernos de las Américas con acceso como Antigua y Barbuda, Belice, Canadá, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana y Trinidad Tobago. Mientras tanto, en Argentina, Barbados, Brasil y Paraguay sigue habiendo indicios de que se retomarán negociaciones en los congresos para dictar normas similares.
Más allá de la buena noticia, varios grupos defensores de la libertad de expresión y los derechos humanos uruguayos han manifestado ciertos reparos en cuanto a las excepciones que tipifica la ley y esperan que puedan disiparse las dudas cuando se reglamente, ya que de lo contrario podría ir en contra del propio espíritu de los estándares internacionales que solicitan la máxima transparencia con “restricciones excepcionales”, que tienen que ver con la seguridad nacional.
Existen varios artículos que han sido cuestionados, entre ellos, el Art. 7 sobre la “reserva de datos personales de carácter sensible”; el 8 referido a la “reserva parcial de la información” y el 10 sobre la “reserva por razones comerciales o científicas”.
Como siempre planteo en estos casos, la comunidad internacional deberá mantenerse alerta para que no se vulneren los derechos que la ley dice que garantizará, pero es importante reconocer que este es un relevante para la democracia. Perfectible por cierto.
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