jueves, 1 de agosto de 2013

Marihuana legalizada: ¿Es la respuesta?

La tendencia está en alza. Varios estados en EE.UU. legalizaron su consumo y producción y ayer la Cámara de Diputados de Uruguay convirtió a ese país en el primero en hacerlo en América Latina; aunque falta la aprobación del Senado uruguayo.
La futura y muy posible ley regula la producción, el consumo y la venta de la marihuana, algo que años atrás varios ex presidentes latinoamericanos como Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, consideraban que era el camino más apropiado para que el Estado deje de tener una mirada netamente represiva en la lucha contra el narcotráfico.
Los argumentos a favor de la legalización indican que es la mejor forma de regular un mercado y así poder tener políticas coherentes de salud para atender a los adictos y no atestar las cárceles de consumidores que no cometen el delito de comerciar con las drogas, sino solo de consumirlas.
Los argumentos no huelen a mucha consistencia ni esencia. El problema de la droga es mucho más profundo. El narcotráfico no desaparecerá, comerciará drogas más fuertes e incentivará un mercado negro con marihuana con aditamentos más tóxicos.
Es entendible el tema de las cárceles atestadas de inocentes y que los adictos representan un problema de salud pública y no penal. Pero debiera entonces incentivarse leyes para que el Estado brinde más recursos en programas de salud apropiados, ya que legalizar no hará que haya menos consumo, sino lo contrario.
La legalización de la marihuana acarrea otro tipo de problemas más allá de los legales y de salud pública, sino de educación y moralidad, sobre la distinción de lo bueno y lo malo, del bien y del mal.
Cuando el tema se trató en California, escribí una columna. Reproduzco algunos párrafos:

“Quienes favorecen la legalización del cannabis anteponen conceptos prácticos y económicos. Estiman que California recaudará 1,4 billones de dólares al año en impuestos. Se ahorrarán miles de millones por no tener que procesar a criminales que ya no lo serán y gastos carcelarios que ascienden a 216.000 dólares al año por cada delincuente juvenil encarcelado, en contraste con 8.000 dólares que se gasta por un niño en el sistema público escolar. Estiman que la legalización blanqueará el mercado y reducirá los precios de la droga; suficientes disuasivos para los narcotraficantes.

Quienes están en contra saben que la marihuana detona enfermedades psiquiátricas, provoca adicción, incentiva el uso de drogas más fuertes, desinhibe conductas delictivas, atrae efectos negativos al hogar, en el trabajo y provoca mayores accidentes, por lo que los ahorros se transferirán como gastos a otro sector. La sociedad estará más enferma y el narcotráfico no se diluirá, se enfocará en otros negocios y productos más rentables. 
La legalización de la marihuana abrirá puertas insospechadas. Es un error si se fundamentan criterios económicos por sobre los problemas de salud pública o los efectos negativos al núcleo familiar, así como minimizar la necesaria discusión ética sobre el tema y sus repercusiones morales. 
La permisividad legal que se conceda hoy a la marihuana nos debiera hacer reflexionar sobre el después. ¿Será que la ambición nos llevará en el futuro a legalizar drogas más duras y peligrosas?”.

miércoles, 31 de julio de 2013

Manning: no traidor, sí ladrón

Bradley Manning no fue sentenciado a cadena perpetua por haber filtrado más de 700 mil documentos confidenciales de su gobierno estadounidense a Wikileaks hace tres años atrás mientras se desempeñaba como soldado raso de inteligencia en Irak, pero igualmente irá a la cárcel por muchísimo tiempo.

El gobierno estadounidense no logró su cometido de que Manning sea declarado traidor por ayudar al enemigo, y con ello disuadir a cualquiera otra persona – como a Edward Snowden - que se tiente a filtrar documentos gubernamentales secretos o intríngulis secretos del poder. O que publiquen esos documentos – como el otro caso de Julian Assange, fundador de Wikileaks, quien se recluyó en la embajada ecuatoriana de Londres, para evitar su extradición a Suecia donde se le quiere procesar por el presunto delito de violación contra dos mujeres.

La jueza militar, coronel Denise Lind, absolvió a Manning del cargo de “ayudar al enemigo”, pero no lo absolvió por tratarse de un jovene ingenuo e idealista que quería cambiar el mundo como pretendía que fuera declarado por su defensa. Se espera que en el juicio que prosigue y terminaría con sentencia para setiembre, Manning afrontará docenas apiladas de años de cárcel, por robo de información, espionaje y fraude informático, entre 20 de los 22 cargos originales.

Varias cosas se desprenden de este fallo. Pese a que Assange siga sosteniendo que ser extraditado a Suecia será el primer paso para que lo extraditen a EE.UU. donde lo condenarían a pena de muerte, sus argumentos ya carecen de validez con el nuevo antecedente creado por la jueza militar. Tampoco Snowden tendría ese argumento como excusa, aunque su caso se presenta como más grave, debido a que se sospecha que la información confidencial que robó no solo la proveyó al diario británico The Guardian y al The Washington Post, sino también la habría puesto en manos de las autoridades chinas y rusas, gobiernos que los fiscales podrían calificar de enemigos de EE.UU.

Uno de los temas más importantes es que la jueza no admitió el argumento de la fiscalía sobre que la publicación en el internet de los documentos confidenciales violaban el Código Militar y la Ley de Espionaje, lo que hubiera sido una medida resistida por el periodismo y los grupos de defensa y promoción de la libertad de prensa, debido a que el periodismo suele publicar investigaciones o denuncias sobre información contenida en documentos secretos gubernamentales, cuando esa información es de interés público.   


Pese a los argumentos de la fiscalía y la defensa, y a la aplicación de la ley, esta sentencia reabre el debate sobre el papel de los delatores, la oscuridad del gobierno en abusar del secretismo y del espionaje, así como el derecho y deber de los medios y los periodistas de publicar información que, aunque sea secreta y es obtenida por medios ilícitos, tienen un alto interés público para la sociedad. 

lunes, 29 de julio de 2013

Árbol cayendo, bosque creciendo

Una de las mejores frases o metáforas del papa Francisco la pronunció en el vuelo de regreso del viaje a Río de Janeiro,  un viaje que nadie hubiera imaginado tan masivo, tan contagioso, tan inspirador.
En el vuelo habló por casi una hora y media con los periodistas, quienes lo zarandearon por montones de temas relativos a su papel en la reforma de la Iglesia, sobre corrupción, sobre la diferencia entre delitos y pecados, sobre el papel de la mujer en la Iglesia, sobre el aborto y sobre las personas homosexuales.
Pero cuando habló sobre que en la Iglesia hay gente mala pero mayoría buena, cuando los actos de corrupción molestan y llaman mucho más la atención que los actos buenos, Francisco expresó una metáfora que nos viene muy bien tener en cuenta a los periodistas:  “Ya sabéis que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece”.
Dentro de la entrevista que concedió hay dos cosas que no me gustaron. Una, respecto a su visión de la mujer en la Iglesia y, otra, sobre su omisión al celibato. Este fue un tema que los medios trajeron a colación en Brasil después de que lo manifestara el teólogo Leonardo Boff, cuando se refirió a la necesidad de que el celibato no sea obligatorio sino opcional.
Sobre la ordenación de la mujer como sacerdote, aunque no entiendo las cuestiones dogmáticas de fondo, creo que es una cuestión de discriminación.  Esto es lo que dijo Francisco, lo cual me pareció que fue una respuesta de alguna forma evasiva: “Como dije a los obispos, sobre la participación de las mujeres en la Iglesia no nos podemos limitar a las mujeres monaguillo, a la presidenta de Cáritas, a la catequista… Tiene que haber algo más, hay que hacer una profunda Teología de la Mujer. En cuanto a la ordenación de las mujeres, la Iglesia ha hablado y dice no. Lo dijo Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero sobre esto quiero decirles algo: la Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor. Creo que falta una explicitación teológica sobre esto”.
Lo que sí me gustó es que Francisco fue astuto en no haber tocado en Brasil otros temas como el aborto y los matrimonios de personas del mismo sexo que lo hubieran distanciado. El Papa, en el avión de regreso dijo que “La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre eso, como tampoco hable sobre la estafa, la mentira u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia”.