lunes, 10 de noviembre de 2014

Difícil equilibrio: privacidad vs. terrorismo

Con las redes sociales y el internet aumentó la capacidad de comunicación de la humanidad, pero también los desafíos. El mayor de todos parecía ser la dificultad para equilibrar dos principios de similar valor: el derecho a la privacidad y la libertad de expresión.
Sin embargo, desde que Edward Snowden irrumpió en escena todo cambió. Se desvaneció aquel idílico panorama en el que se percibía a Facebook y Twitter como generadores de revoluciones democráticas, mientras que los únicos delincuentes eran los usurpadores de identidad, distribuidores de pornografía y difamadores que ya habitaban fuera del internet.
Desde que Snowden robó y divulgó información de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, se dispararon las alarmas de todos los gobiernos, ante el temor de que otros soplones divulgaran datos sensibles que hasta entonces pertenecían a círculos de inteligencia y espionaje. La vulnerabilidad de las tropas ante ataques terroristas y las relaciones bilaterales corroídas entre países amigos, obligó a los gobiernos a replegarse y a trazar estrategias para defenderse del internet.
No se contentaron con perseguir soplones. Irrumpieron incógnitamente en las redes sociales cazando al azar a todo aquel con apariencia de terrorista o que hiciera apología o propaganda a favor del terrorismo. En la redada cayeron también justos por pecadores. Al principio fueron Facebook, Apple, Microsoft, Google y Yahoo las que ayudaron a los gobiernos en su quehacer, en especial los de EEUU y Reino Unido, hasta que los usuarios pusieron el grito en el cielo, confrontando a esas empresas por romper con el derecho a la privacidad que decían resguardar.
La pulseada entre gobiernos, empresas tecnológicas fue fuerte. Primó el derecho a la privacidad y la libertad de expresión. Las empresas, para no perder credibilidad, rechazaron que los gobiernos pudieran pescar con redes, limitándolos a hacerlo mediante órdenes judiciales y en forma transparente.
Esa transparencia que Google ya aplicaba desde que sufrió censuras de parte del gobierno de China, obligó a Facebook a publicar un informe sobre pedidos oficiales para delatar perfiles de usuarios sospechosos de cometer ilícitos. Esta semana informó que el gobierno de EEUU fue el más agresivo con 15.433 pedidos en estos seis meses - un 23% más que en el semestre anterior – lo que representa la mitad de las solicitudes que también provienen de países como India, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Brasil, Australia, España y Portugal.
Aunque siempre hubo debate sobre privacidad, libertad de expresión y límites al delito como la propaganda terrorista, no se tomó real conciencia del problema hasta que el grupo ultra terrorista Estado Islámico degolló a los periodistas James Foley y Steve Sotloff, colgando videos y proclamas de sus crímenes por YouTube y todo el internet.
Esas decapitaciones fueron punto de quiebre. No hizo falta la intervención de los gobiernos para que Facebook, YouTube, Google, Yahoo, Instagram y Whatsapp adoptaran drásticas medidas para bloquear todo tipo de contenidos terroristas. Sin embargo, ello no quitó que estos grupos siguieran usando mensajes encriptados y el internet profundo, al que suele acudir la gente con intenciones.
Los gobiernos también se vieron compelidos a ser más transparentes. Por eso, el jefe de escuchas del espionaje inglés, Robert Hannigan, pedía mayor cooperación a las empresas tecnológicas y que reconozcan que en sus redes anidan grupos criminales que hacen propaganda y reclutan fieles; mientras que el almirante jefe de la NSA, Michael Rogers, acudía a la Universidad de Stanford para cazar potenciales Snowden, pero “para hacer el bien”.
El internet potenció hasta la infinidad aquel dicho de que las guerras no solo se ganan en los campos de batalla, sino en el territorio de la propaganda, ese espacio que aprovechan y manejan bien los terroristas actuales.
Sin dudas, estos nuevos actores, el terrorismo por internet y la persecución que de él pretenden hacer los gobiernos con eficiencia, han minimizado el debate sobre privacidad vs. libertad de expresión. De ahora en más, se abre una lucha desigual debido al terrorismo. Los usuarios deberemos competir con mayor fuerza para preservar nuestros derechos individuales a la expresión y a la privacidad.