La gratuidad y
la libertad de acceso a los contenidos en la red, cualidades que actualmente
disfrutamos, no se avizoran en el futuro próximo. A partir del 14 de diciembre comenzará
el principio del fin del internet tal como lo conocemos, experimentamos y
navegamos ahora.
Después de
décadas de discusiones con adelantos y retrocesos sobre el tema, la Comisión
Federal de Comunicaciones (FCC) de EE.UU. desarticulará de un plumazo el
requisito de neutralidad que rige a la red.
Es un cambio profundo. Modificará nuestra relación con los contenidos.
Tendremos que pagar más dinero si queremos descargar una película que contestar
un email o pagar más por aquellos emails con videos, fotografías y documentos
adjuntos. No solo es una cuestión de precios. También estaremos restringidos de
acceder a los contenidos que queramos.
La neutralidad garantiza – hasta ahora - que las proveedoras de
servicios de comunicación como ATT, Verizon y Xfinity en EE.UU. o Telefónica, Tigo y Claro en
América Latina traten a todos los contenidos con igualdad, no pudiendo discriminar
lo que no quieren o no les conviene transportar. Tampoco pueden cobrar diferenciado
por carriles de descarga rápidos y lentos, dar prioridad de tráfico a sus propios
contenidos o bloquear aplicaciones y servicios de otros proveedores.
La guerra de los cabilderos ante la FCC fue siempre entre posiciones
antagónicas como en cuadrilátero de boxeo. En un rincón, las grandes compañías
tecnológicas creadoras de contenidos, como Google, Amazon, Facebook, Twitter, iTunes,
Netflix, creen que el principio de neutralidad permite al usuario navegar el
internet con libertad y gratuidad, así como descargar contenidos sin que por el
tipo de velocidad requerida se deban pagar tarifas diferenciadas.
Y en el otro
rincón, las empresas de comunicaciones, como ATT, Verizon, Telefónica o Claro, que
siempre se sintieron discriminadas al tener que soportar la carga de las
grandes tecnológicas que son las que se han beneficiado con un internet barato
y sin restricciones. Afirman que deben cobrar más por velocidades diferentes
porque sus costos son más elevados con ramales de mayor banda ancha, a los que deben
mantener y aumentar. Argumentan que cobrar por mejores servicios, les permitirá
ser competentes, innovadores y ofrecer mayor calidad.
Con los
demócratas y Barack Obama de la mano, los del primer rincón se aseguraron años
de neutralidad y beneficios. Obama debió luchar contra un Congreso adverso y
unos republicanos que no creían que era necesario la neutralidad para que la
red se mantuviera abierta, libre y transparente.
Los republicanos con Donald
Trump a la cabeza, creen que la neutralidad limita la competencia y el libre
mercado. Consideran que el principio de neutralidad que se consolidó en 2015
con Obama fue “un enfoque erróneo y legalmente defectuoso". Por el contrario,
dicen que a partir del 14 de diciembre, la eliminación de la neutralidad facilitará
la inversión e innovación, aspectos críticos para la expansión de la banda
ancha y el futuro del internet.
En defensa de los usuarios
que podrían sentirse los más afectados, las nuevas directrices de la FCC
establecen que el “requisito de transparencia”, junto a las “leyes
antimonopolio y de protección del consumidor”, les permitirá a los usuarios fiscalizar
a las empresas de comunicaciones. Podrán exigir a las autoridades del
ministerio de Comercio que adopten las medidas correctivas necesarias.
Todo esto tiene jurisdicción
en EE.UU. Habrá que ver como esta posición va adaptándose en el resto del
mundo, incluso en aquellos lugares con gobiernos autoritarios acostumbrados a
su monopolio de empresas estatales de comunicación que siempre han usado para controlar
los contenidos y restringir la libertad.
De todos modos,
acostumbrados a una FCC bastante maleable y cambiante, habrá que observar si la
no neutralidad se convertirá en norma a futuro o si de nuevo se dará marcha
atrás cuando se acumule experiencia contraria o una nueva ideología asuma el
poder en el Congreso.
Por ahora reina
la incertidumbre. Lo cierto, sin embargo, es que tendremos que acostumbrarnos a
pagar por lo que hasta ahora era gratuito y a estar restringidos de lo que
hasta ahora disponíamos con libertad. trottiart@gmail.com