sábado, 8 de febrero de 2014

Inmadurez de Maduro y amarillismo

No pudiendo con su genio, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, arremetió de nuevo ayer contra los medios de comunicación a los que acusó de hacer apología de la violencia y de ser los verdaderos responsables de los más de 30 mil asesinatos al año en el país.
La acusación no es nueva. Maduro considera que el amarillismo de los medios es el gran culpable de la violencia. Es obviamente parte de su estrategia de propaganda para desviar las causas verdaderas que tienen que ver con la desatención del Estado, la falta de voluntad política, la escasez de recursos para las fuerzas de seguridad, un Poder Judicial deficiente y a que ha armado hasta los dientes a milicias urbanas que terminan usando esas armas para delinquir o hacer justicia por manos propias.
Con esta fórmula del amarillismo, además, también se desnuda la inmadurez de Maduro que sus partidarios no ven. Porque si los medios contagian con sus informaciones, opiniones, fotografías y prédicas, Venezuela sería hoy el país ideal para vivir. Es que los medios vienen clamando todos los días para que el gobierno controle la inflación, libere los precios, no expropie empresas, que permita la importación de papel para diarios, aprese a los corruptos de la nomenclatura chavista, garantice la seguridad, deje de creerse que el Estado y el Gobierno está por arriba de las libertades individuales.
Es decir, si los medios tienen el poder de contagiar conductas malas entre la gente, también deberían incentivar las buenas conductas en el gobierno. Por ello, su teoría del contagio no cierra.
Es verdad que el amarillismo es un desvalor periodístico que propende al éxito económico por sobre el éxito cualitativo de los medios; pero en lo que se suele fallar en la apreciación del nivel del amarillismo, como lo hace Maduro, quien cree que toda información o grupo de noticias son amarillistas por el solo de mostrar un hecho violento o es interpretado como crítico por parte del gobierno.

El periodismo sensacionalista también juega un papel importante en la sociedad, no porque haya un público mórbido, sino porque permite que la sociedad en su conjunto – y no solo el gobierno como pretende Maduro – trate de encontrar los anticuerpos y remedios necesarios para corregir situaciones.

viernes, 7 de febrero de 2014

America The Beautiful, nacionalismo y Coca Cola

Pasado el aburrido Super Bowl del domingo pasado, quedaron para el entretenimiento las listas de las 10 publicidades más exitosas, en la que compitieron marcas de cereales, autos de lujo y ordinarios, cervezas y bebidas carbonatadas. Algunas con un sesgo marcado de humor como Doritos y VW, invocaciones a los valores de la amistad y la familia como las bebidas Miller y Budweiser o con una apelación exagerada al patriotismo, con la publicidad de la cadena televisiva CBS que apeló a honrar a los militares y su regreso a casa desde Irak y Afganistán.

Como nunca antes, una publicidad causó controversia. A Coca Cola le salió el tiro por la culata, cuando defendiendo la pluralidad y diversidad de la población de EE.UU., con el fin de mostrar una nación siempre renovada por la migración perenne, presentó una publicidad en que niños en ocho idiomas diferentes cantan “America The Beautiful”, una canción perteneciente a un pequeño grupo de himnos patrióticos.

De golpe y porrazo, aún antes de la reacción de los medios de comunicación tradicionales que seguían adormecidos con un Peyton Manning y unos Broncos que no dieron la talla ante los Seahawks de Seattle, las redes sociales explotaron contra la Coca Cola. Con el hashtag #BoycottCoke, miles de usuarios se dieron a la tarea de acusar a la empresa, con sede en Atlanta, de trastocar los valores del país y la preservación del idioma inglés, llamando a un boicot como forma de castigo.

Si bien no es desfachatado considerar que se deben respetar los signos patrios por aquello de no ofender los sentimientos – de ahí que en cada país existan leyes y restricciones para que los símbolos no se puedan manipular -  también es cierto que muchos mal interpretan y confunden patriotismo con nacionalismos y fanatismos.

EE.UU. tiene un largo historial de leyes y antecedentes jurídicos y éticos sobre cómo se puede utilizar o hasta quemar una bandera y otros símbolos nacionales y religiosos, de ahí las mil y una interpretaciones diferentes que cantantes y bandas hacen de los himnos patrios, tendencia de flexibilidad que se fue contagiando y prosperó en otros países.

Es evidente que Coca Cola no quería ofender a nadie y que la intolerancia siempre está presente entre los fanatismos. En realidad, la publicidad es de buen gusto y ofrece un mensaje de respeto a todos los inmigrantes del mundo que llegan al país y que abrazan, en sus propios idiomas, los valores nacionales.  


Y en esta madeja enredada de mensajes y fanatismos, a quien tampoco le fue muy bien fue al famoso Bob Dylan, que se tuvo que comer críticas por hacer anuncios multimillonarios de Chrysler y del yogur griego Chobani, que no serían consecuente con el mensaje de sus canciones. Algo así como se le podría criticar a los jerarcas del Politburó cubano y otros países comunistas, porque su estilo de vida no es congruente con la que le exigen a sus ciudadanos.

martes, 4 de febrero de 2014

Canal de Panamá: más conflicto, mayor identidad nacional


Aprendí en estos días por Panamá, donde organicé un seminario de la SIP sobre Comercio y Periodismo, que el Canal es el sentimiento viviente y orgullo permanente que define la identidad nacional de los panameños.
Con los colegas periodistas de varias nacionalidades tuvimos el privilegio de visitar las obras de ampliación – ver video - que mantiene en vilo a toda la sociedad panameña y a la comunidad internacional. Es que hoy vence el plazo para resolver el conflicto entre la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y el Grupo Unidos por el Canal (GUPC) - liderado por la empresa española Sacyr, además de otras italiana, belga y panameña – distanciadas por un monto de 1.600 millones de dólares que el Grupo exige para continuar con las obras de ampliación de esta vía interoceánica, que están en un 65% ejecutadas.
El conflicto que se originó en diciembre y desde entonces ha hecho disminuir el ritmo de las obras, está originando una demora adicional de seis meses a un año, además de los atrasos que ya se habían considerado. La obra, que primero estaba prevista inaugurarse como parte de la celebración del 100 aniversario del Canal este año, había sido pospuesta para 2015 y, ahora, todo parece prever que de resolverse el conflicto, la ampliación del tercer juego de esclusas estará lista para el 2016.
Los plazos, aunque razonables para este tipo de obras, son contraproducentes para otros países que habían sincronizado ampliaciones de sus puertos, como sucede para EE.UU. y Centroamérica. La mayoría de los puertos del mundo se está preparando para el nuevo Canal, por el que podrán pasar buques Post Panamax, con casi el triple de carga de los que actualmente pasan por las esclusas de Miraflores en el Pacífico, a solo minutos del centro de la capital panameña y en un recorrido de 80 kilómetros entre el Oceáno Atlántico y el Pacífico.
Pese a los encontronazos entre la Autoridad y el Grupo hay optimismo para que hoy termine de consolidarse un plan de financiamiento del nuevo costo de las obras. Muchos acusan al Grupo de haber ganado la licitación habiéndose tirado muy por debajo de lo que otras empresas presentaron en su momento, todas por arriba de los 1.500 millones de dólares hoy solicitados y exigen que ahora cumpla con el contrato y absorba su pérdida. Otros consideran que los estudios geológicos de la Autoridad fueron deficientes por lo que los cálculos del Grupo se basaron en cálculos erróneos.
El Grupo ganó la licitación en 2009 ofertando $3.118 millones, por debajo de los pliegos de la Autoridad que estimaron la ampliación en $3.481 millones, muy por debajo de otras empresas cuyos costos oscilaban cerca de los $5.000 millones.
Más allá de las consideraciones de uno y otro bando, lo interesante de este viaje, ha sido comprobar como la mayoría de panameños tiene una fe ciega en la Autoridad del Canal - y de su actual director, Jorge Quijano - una entidad pública autónoma e independiente de los designios del Gobierno de Panamá, desde que el Canal pasó a su soberanía en 1999, tras 85 años bajo dominio del gobierno de EE.UU.
Debido justamente a esa autonomía ante el gobierno central, el Canal de Panamá se ha ido transformando en sentimiento de orgullo e identidad nacional de todos los panameños, lo que no ha podido ser mancillado ni por pujas ideológicas ni por malos gobiernos y oposiciones a los que no se les tiene permitido adueñarse de esas banderas.
Todos, incluido los políticos, saben que el Canal es patrimonio de todos sin exclusividad para nadie, de ahí la fortaleza de una identidad que ante cualquier conflicto, se robustece cada vez más.
No hubiese sido posible mi apreciación, tanto de las obras como sobre esos sentimientos, sin las ricas charlas que tuve con el apreciado Fernán Molinos, uno de los directores del diario La Prensa de Panamá y quien por diez años ejerció como una de de las máximas autoridades en la Junta de la Autoridad del Canal de Panamá.

lunes, 3 de febrero de 2014

Abuso sexual; problema local

Lejos del fuego y el azufre que consumieron a Sodoma y Gomorra, la sociedad actual aparenta parálisis frente a la epidemia incontrolable del abuso sexual.

Violaciones en la India, El Salvador y EE.UU.; incesto en comunidades de México;  turismo sexual infantil en Cuba; bullying sexista en escuelas de Argentina; estupro permitido en entidades religiosas; redes de pornografía en el ciberespacio y esclavitud de mujeres y niñas, forman parte de los turbadores titulares cotidianos.

En el mundo entero, en general, el abuso sexual está alimentado por la impunidad de los agresores; la falta de visión política para reconocer las consecuencias sociales; la escasez de recursos destinados a prevención, sanidad pública y sistemas judiciales; y, en especial, a una cultura machista primitiva que deriva en casos aún peores: feminicidios en Centroamérica,  mutilación genital en África o tráfico de niñas en Asia.

En EE.UU. la cantidad de crímenes sexuales causa escalofrío. Sin embargo, a diferencia de otros países, la transparencia y reconocimiento sobre el fenómeno, ayuda a que se busquen remedios; aunque, no siempre eficientes o suficientes.

Las Fuerzas Armadas sirven de ejemplo. Se sabe sobre la cantidad pasmosa de denuncias por abusos sexuales, más de 20 mil en el último año según el Pentágono, pero que poco se hace para controlar el problema. La debilidad se debe a castigos insignificantes o mal aplicados, represalias contra quienes denuncian y a una justicia impartida por los propios militares. Así, la política de “tolerancia cero”, tan declamada, solo es fachada.

Pero la mayor vergüenza para el país la denunció Barack Obama esta semana, justo cuando desde el Congreso se advertía sobre el tráfico de mujeres y niñas en torno a grandes eventos deportivos, como el Super Bowl del fútbol americano que se jugará este domingo. Según datos oficiales, en la final del 2010, celebrada en Miami, 10 mil mujeres y niñas fueron explotadas en la ciudad por las redes de prostitución nacionales y extranjeras.

Para la denuncia contra el abuso sexual y lo poco que todavía se hace, Obama se valió de un estudio preparado por el Consejo de Mujeres y Niñas de la Casa Blanca, que reveló que 22 millones de personas han sido violadas en el país, una de cada cinco mujeres y uno de cada 71 hombres.

El informe titulado “Violación y Asalto Sexual”, establece que la mitad de las mujeres fueron violadas antes de los 18 años y un cuarto de los varones antes de los 10. Agrega que la mayoría de las víctimas conoce a sus abusadores y que un tercio de las niñas violadas, también fueron vejadas cuando adultas.

El dato más sombrío se dio en respuesta a denuncias de asociaciones estudiantiles universitarias. Se comprobó que la población más vulnerable y cuantiosa está en las universidades, donde el alcohol y las drogas incentivan crímenes en serie, mientras las autoridades poco hacen para procesar a los abusadores.

La Casa Blanca aborda el problema con preocupación. Confirma con estudios que muchas víctimas de abuso sufren depresión y desórdenes físicos de por vida y que tienen mayor predisposición al suicidio. Calcula entre 87 mil y 240 mil dólares el costo por cada víctima en concepto de servicios legales, médicos y psicológicos, y disminución de la productividad laboral.

Profundiza mucho más en la necesidad de mejorar el sistema judicial - tipificación de los delitos, investigaciones y colección de evidencia - y pone énfasis en erradicar prejuicios contra las mujeres y sus denuncias entre auxiliares de la justicia.

La Casa Blanca dice haber liderado avances en esta lucha pero hace un mea culpa y reconoce que debe hacer mucho más. Especialmente para cambiar la cultura y mejorar la educación sobre los prejuicios contra la mujer, como sentencio Obama: “Quiero que todos los jóvenes estadounidenses sepan que un verdadero hombre jamás hiere a una mujer”.

Seria erróneo creer que la perversión sexual solo existe en EE.UU. o que lo deben resolver los gobiernos nacionales. Estudios de este tipo en otros paises seguramente arrojarian resultados similares.

Aunque el abuso sexual es un fenómeno global, seria mas positivo admitir que es un problema local. De esa forma, todos - intendentes, gobernadores, lideres comunitarios, directores de escuelas y ciudadanos - deberían asumir la responsabilidad de buscar remedios para poder combatir en forma eficiente esta epidemia social, en vez de mirarlo como problema ajeno.